Ley Olimpia

Reformas “Olimpia”, freno a la ciberviolencia contra las mujeres

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Cada 25 de noviembre, nuestro calendario se pinta de naranja para tener presente el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se replica cada mes para recordarnos como sociedad, hasta que logremos internalizarlo, el rechazo a comportamientos abusivos hacia nosotras.

La violencia contra las mujeres es un retroceso a la igualdad, que muestra atroces manifestaciones que causan sufrimientos inexpresables y quebrantan vidas. Este fenómeno se ha extendido al especio virtual que, al no conocer fronteras, facilita y agrava su impacto.

En el Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias acerca de la violencia en línea contra las mujeres y las niñas desde la perspectiva de los derechos humanos, se define a la violencia digital contra la mujer como todo acto de violencia por razón de género cometido, con la asistencia, en parte o en su totalidad, del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), o agravado por su empleo, dirigido contra una mujer por el hecho de serlo, o que la afecta en forma desproporcionada.

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Imagen: iStock.

Las formas, frecuencia e intensidad de las agresiones ocurridas en línea hacen necesario reconocer y abordar la ciberviolencia de género como un tema prioritario.

De acuerdo con cifras del Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) 2019, del INEGI, son las mujeres quienes más sufren la violencia digital. El sector de usuarias de Internet de entre 20 y 29 años fue el más afectado por el ciberacoso, con un 36.4%, seguidas por aquellas que oscilaron entre los 12 y 19 años (32.7%). La situación de acoso que más aquejó a las mujeres fueron insinuaciones o propuestas sexuales (40.3%).

La gravedad y recurrencia de la violencia digital ha motivado la lucha de activistas e instituciones, para promover instrumentos jurídicos y políticas públicas para garantizar a las víctimas el acceso a la justicia.

En este impulso destaca la activista poblana, Olimpia Coral Melo Cruz, víctima de ciberviolencia, quien fue redactora de la iniciativa conocida como “Ley Olimpia” en su entidad, y promotora de ésta en los congresos estatales a nivel nacional, la cual se refiere a un conjunto de reformas legislativas que se orientan a reconocer la violencia en la red como un tipo de delito, imponiendo sanciones en caso de ser cometido.

A la fecha más de una veintena de entidades federativas en el país –entre ellas la Ciudad de México– han aprobado cambios normativos en este sentido.

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Imagen: Static.

A nivel federal, a principios de noviembre de este año, el Senado de la República aprobó por unanimidad, con 87 votos a favor –con su correspondiente devolución a la Cámara de Diputados–, el dictamen que modifica a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y el Código Penal Federal, para tipificar y sancionar la elaboración, distribución y publicación de contenido intimo sexual sin consentimiento o autorización, mediante el uso de TIC, plataformas de Internet o redes sociales, así como las agresiones en medios de comunicación, previendo penas de 3 a 6 años de prisión y multas de 500 a mil Unidades de Medida y Actualización (de 43 mil 440 a 86 mil 880 pesos).

Como sostuviera Helen Clark, quien fuera Administradora del PNUD, “la violencia contra las mujeres y las niñas es totalmente inaceptable, ya sea en la calle, en el hogar o en la autopista de la información”.

Las reformas “Olimpia” buscan ser un freno a la ciberviolencia que nuestras madres, hermanas, familiares, parejas, amigas, conocidas, o cualquier mujer puede sufrir, para que no seamos ignoradas, culpadas ni revictimizadas, y que estas conductas indignantes y degradantes sean erradicadas en nuestra vida.


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Aprieta Ley Olimpia al delito de la ciberviolencia

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El 40% de las agresiones son cometidas por personas conocidas, siendo las mujeres jóvenes entre 18 y 30 años las más vulnerables en los espacios digitales.

En México se vive un contexto grave de violencia estructural contra las mujeres, se estima que el 66% de las mujeres mayores de 15 años –alrededor de 30.7 millones en el país– han vivido alguna forma de violencia en algún momento de su vida.

Con el desarrollo vertiginoso de la tecnología y los medios de comunicación, la violencia digital en México contra este sector de la población ha ido en aumento y se coloca como un tema de preocupación pública cada vez con más fuerza, lo que ha dado pie a la creación de campañas, propuestas y modificaciones legislativas que puedan combatir este tipo de problemáticas del mundo digital.

Ante esto, el pasado 5 de noviembre fue aprobada por unanimidad en el Senado de la República la llamada Ley Olimpia nacional, un conjunto de reformas a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) y al Código Penal Federal. Entre las modificaciones establecidas, tienen como propósito fundamental reconocer la violencia que opera mediante redes sociales y plataformas digitales y castigar estas prácticas que vulneran la privacidad e intimidad sexual de las personas, principalmente niñas y mujeres.

Mario Uribe Olvera, abogado penalista y profesor de la Universidad Panamericana (UP), confía en que nuestro país cuenta con todas las herramientas necesarias para proteger a la mujer de la violencia digital; sin embargo –aclara– la ley estipula a la persona afectada como ‘sujeto pasivo’, es decir, que cualquier persona sin importar su género, pueden verse afectados por este delito y tiene derecho a formular una querella ante el Ministerio Público.

“Esta legislación pretende sancionar cualquier acto de violencia y acoso digital, que están definidas como todas las acciones en las que se expongan, difundan o reproduzcan contenido audiovisual de índole sexual íntimo de una persona sin su consentimiento a través de medios electrónicos que atentan contra su dignidad, integridad y vida privada causando un daño psicológico en el ámbito público como privado, además de daño moral”, expresa el académico de la UP.

De acuerdo con un informe publicado por la Association for Progressive Communications, existen tres perfiles principales de mujeres que viven esta forma de violencia: mujeres que viven en una relación íntima de violencia, mujeres profesionales con perfil público que participan en espacios de comunicación (periodistas, investigadoras, activistas y artistas), y mujeres sobrevivientes de violencia física o sexual.

Estadística digital de la violencia

Siete de cada 10 mexicanos conviven en el ciberespacio con una conexión diaria de 8 horas y 20 minutos en Internet. Desde la pandemia de COVID-19, nuestros hábitos de consumo han incrementado la convivencia en plataformas digitales y redes sociales haciéndolos parte de nuestra vida cotidiana.

Anterior a esto, el ciberespacio se convierte en una atmósfera relevante para todos que no está exenta de violencia: en 2019, el 36.4% de las mujeres entre 20 y 29 años fueron víctimas de ciberacoso, mientras que 40.3% mujeres mayores de 12 años recibieron insinuaciones o propuestas sexuales por Internet.

“La generación Z es la más afectada en este sentido, al estar inmersos en la constante comunicación a través de redes sociales, el ciberespacio se ha vuelto su entorno natural a la hora de socializar. Tomando en cuenta lo anterior y que muchos se encuentran en la adolescencia, etapa donde descubren su sexualidad, el escenario es más que idóneo para que se desarrollen este tipo de actos violentos digitales”, revela el abogado penalista.

El Módulo de Ciberacoso 2019 del INEGI muestra en las siguientes cifras una problemática social de violencia contra mujeres y niñas en la red.

Cerca del 25% de las mujeres mexicanas que utilizan internet ha sufrido agresiones virtuales.
En el rango de mujeres de 12 a 29 años el nivel de violencia supera el 33%.
Al menos 4 de cada 10 mujeres ha recibido propuestas o insinuaciones sexuales.
Poco más del 25% de los agresores son conocidos por las víctimas.
Sólo el 8.6% de las agresiones contra mujeres fueron denunciadas a las autoridades.
En términos absolutos son 9.4 millones de mujeres las que han sufrido violencia digital.

¿Qué es lo que penaliza la Ley Olimpia y cuáles son sus sanciones?

Toda persona que grabe videos o audios, que tome fotografías o que edite o simule material sexual íntimo de otra persona mediante engaños es susceptible de sanción. También se acota que aun cuando el material haya sido creado de manera consensuada, la persona que lo exponga, lo distribuya, lo difunda, lo exhiba, lo transmita, lo comercialice, lo oferte, lo intercambie o lo comparta a través de cualquier medio virtual sin consentimiento de la otra parte será acreedor a la sanción por violencia digital.

La sanción penal es de seis años de prisión y la monetaria, de entre 500 y 1,000 Unidades de Medida y Actualización (UMA), casi 87,000 pesos en su sanción más alta con los valores actualizados de 2020. Las sanciones, dice la reforma, serán agravadas si el agresor es el cónyuge, concubino o mantiene o mantuvo un vínculo íntimo, afectivo o familiar con la víctima. También se intensificarán en el caso de que las agresiones sean cometidas por un servidor público.

La Ley Olimpia también implica reformas legislativas que castigan explícitamente no sólo a personas físicas sino también a personas morales que utilicen cualquier medio digital para ejercer con dolo violencia en contra de mujeres, incorporando el concepto de violencia mediática. En este rubro se acotan que las sanciones se extienden para actos de reproducción de estereotipos sexistas, que hagan apología de la violencia contra mujeres y niñas y que produzcan o permitan la producción o difusión de discursos de odio o discriminatorios en términos de género o que causen daño a mujeres y niñas de tipo psicológico, físico, económico, patrimonial o feminicida.

“En estos casos”, comenta Mario, “las autoridades podrán ordenar medidas de protección, como el ordenamiento para el bloqueo, eliminación o destrucción de este tipo de contenidos, a cualquiera que sea la empresa, medio de comunicación, plataforma virtual o red social en la que haya tenido vida dicho contenido”.

No estigmatizar ni criminalizar derechos a sexualidad virtual

A pesar de que la inserción de este delito es nueva en el Código Penal, Mario Uribe define este tipo de delito como uno de los casos más comunes y recurrentes dentro de nuestra sociedad. Por lo que hace hincapié en que en algunas prácticas sexuales con la tecnología, como el sexting, el organismo social se enfoque en educar a las personas con mecanismos de autoprotección si deciden participar en esta práctica.

“No hay que confundir, el sexting es una práctica muy común entre parejas que consiste en compartir desde mensajes hasta imágenes, videos o incluso audio de contenido sexual, (que ahora con el contexto de la pandemia por Covid-19 se ha vuelto más recurrente) como parte del ejercicio libre de los derechos sexuales de la persona… No es cuestión de estigmatizar ni de criminalizar esta actividad, sólo de hacer conciencia y reforzar los mecanismos de autoprotección para que en un futuro, si la pareja decide separarse, ambos miembros tomen las medidas necesarias, para prevenir verse perjudicados por este delito”, apunta Mario Uribe Olvera.

¿Porqué Ley Olimpia?

Se conoce así por Olimpia Coral Melo, quien a los 18 años había sido víctima de ciberviolencia por su novio, quien compartió con otros usuarios un video sexual en el que ella salía desnuda.

Originaria de Huachinango, Puebla, Olimpia Coral, junto a otras mujeres víctimas de acoso y violencia digital, formaron un movimiento para reformar Puebla y en marzo de 2014 presentaron un proyecto ante el Palacio Municipal. A pesar de la difusión otorgada a la iniciativa, no fue sino hasta 2018 que se aprobó la reforma contra la intimidad sexual en el Código Penal estatal.

La memoria es masculina. ¿Quién es el violador?

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Hace poco escribía que en México hace falta una iconografía de la marcha, una identidad visual que amalgame y represente al cúmulo y a sus demandas. En mis cavilaciones, pienso que esa identidad iconográfica está lejos de lograrse, en virtud de nuestras profundas divisiones. No obstante, el fenómeno mundial de “Un violador en tu camino” me vino a dar una cierta tranquilidad, pues se replicó en varias ciudades del país, en varias instituciones educativas y el resultado no se verá pronto, pero por lo menos, tendrá que comenzar a tomar forma. Una victoria es la aprobación de la Ley Olimpia en la Ciudad de México.

¿Por qué me dio tranquilidad ver las numerosas representaciones de “Un violador en tu camino”? En primera instancia, porque canaliza la ira, durante años contenida, que se produce al culpar y criminalizar a las mujeres. En segunda porque enfrenta directamente al agresor: lo identifica, lo clasifica, lo nombra. Me gusta que se haya hecho en varias lenguas y que incluya a mujeres de todas edades. Participar en una performance mundial de alguna manera sí potencia la energía en torno a una preocupación, que a la vez se desdobla en muchas.

Sigue –y seguirá– el debate respecto a las pintas realizadas en los monumentos. Ya pasado el tiempo, reflexiono en el concepto nuevamente, en lo que “deben” representar para una comunidad y en que, precisamente porque son representativos, son espacios de visibilidad de lo que se les adhiera: ya sean pintas, ya sean varias capas de playo para protegerlos, los monumentos están en el foco y se encuentran desnudos y a merced de la manifestación de lo social, simplemente porque son parte de lo social. Lo que no representa, no se ve y por lo consiguiente, no se activa simbólicamente.

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Imagen: Pinterest.

¿Qué es lo que tanto nos esforzamos en preservar? Aquí viene lo interesante: preservamos no el objeto, el monumento, sino la memoria que vehicula. Claro, ese discurso no es un flujo “natural” y unívoco que sale de la pieza; ese discurso es selectivo, parcializado, entendido y perpetuado con voluntad mediante las ceremonias cívicas, es decir, el ritual de la repetición. Los que se enojan por las pintas y la “vandalización” no creo que tengan cabal idea de a quiénes representan las esculturas de Reforma; se indignan porque forman parte de un paquete de memoria fabricada, cuyo epítome se encuentra en el Monumento a la Independencia. El colmo para ellos fue la vandalización del Hemiciclo: muy deplorable, dijeron, esto de que hubieran “vandalizado” el insigne Hemiciclo a Juárez. Qué cosa tan fea y procaz que su avecita del centro haya quedado como un perico tropical, pintado de rosa y verde. En efecto, con el color el plumífero se degrada y queda como guacamaya sacrificada. Abajo dice “Mujer Ármate” y “Feminicidas”. ¿Todavía no somos capaces de ver?

La discusión se enriquece con un suceso reciente: La Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas se manifestó en el Palacio de Bellas Artes. ¿La razón? Piden que se retire la obra de Fabián Cháirez que se exhibe en ese recinto como parte de la curaduría de la exposición Emiliano. Zapata después de Zapata. La obra se expuso con antelación en la Galería José María Velasco y no pasó a mayores. Al parecer, los ofendidos no supieron de ello y en cambio sí se sintieron vulnerados por la exhibición en el Palacio, un recinto legitimador de discursos. En la nota de El Heraldo de México se contiene la entrevista telefónica hecha al nieto de Emiliano Zapata: los argumentos son pueriles. Pretende demandar a la directora del INBAL, Lucina Jiménez y al artista por denigrar la figura de su abuelo en esa forma. ¿En dónde está lo denigrante? En la feminización del personaje. Don Jorge Zapata no fue capaz de hablar de homosexuales: “…tengo muchos amigos que son de otro género, o que aparentan ser de otro género” (https://bit.ly/2YBHWQF). Con la promesa de destruir la obra, el grupo que se manifestó se negó a escuchar la invitación del director del recinto, Miguel Fernández Félix, quien afirmó que no se retirará la pieza de salas. No hay ganas de entender una propuesta, no hay ganas de construir nuevos discursos, sino de perpetuar el que les ha resultado “ganador”.

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“La Revolución”, Fabián Cháirez (2014).

El nieto de Zapata se deslinda de la voluntad de quemar o afectar la obra, pero no se responsabiliza por lo que “los pueblos” puedan hacer. “Nosotros no buscamos dinero, buscamos llevar en alto la figura de nuestro general”, afirma Zapata. Lo que tanto le vulnera (“esa pinche porquería”, según sus propias palabras), además de la apelación a lo femenino de un héroe que, por supuesto, debe permanecer en la memoria como todo un hombre, es que se juega con su capital simbólico, con lo “inalterable” de una imagen construida a lo largo de los años, pero también, al rostro de un programa político, de una facción revolucionaria: “Que denigren a un abuelito de ustedes. ¿Por qué no ponen la figura de Carranza, la de Huerta…?” La obra de Cháirez expropia esa “única forma” de entender la masculinidad (fuerte, viril), tanto como la idea de sacralidad del héroe. Femenino es, en la lectura tradicional, igual a vulnerable, veleidoso, débil… Y entonces ¿por qué tienen miedo a las acciones de los colectivos que, no sólo vandalizando, sino por medio de performances, hacen una denuncia de la complicidad de todas las instancias de poder para perpetuar el machismo? ¿Recuerdan la intensidad menádica que se reveló en la primera marcha de mujeres, la de la Glorieta de los Insurgentes y en la que se destruyó una estación policiaca en Florencia? El miedo es a que la memoria del patriarcado deje de sustentar los relatos de identidad que pretenden contener a lo femenino.

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Ilustración: elPeriódico.

Se preserva lo que se elige, lo que representa. Se coleccionan objetos que son significativos, se resguardan del olvido porque lo que queremos recordar son los relatos que detonan. “…Preguntarse por las condiciones del coleccionar, preguntarse por las modificaciones del conservar y olvidar y, por consiguiente, por nuestra memoria es la pregunta por nuestra propia auto-comprensión” (Manfred Osten, La memoria robada. Los sistemas digitales y la destrucción de la figura del recuerdo, p. 24, Siruela, 2008).

Independientemente de si nos gusta o no la obra de Cháirez, si sentimos que la ira nos consume por ver al general montar a pelo y llevar tacones, si nos enojamos por el pecho pintado de Mon Laferte, si nos enojamos porque vandalizaron el ínclito monumento marmóreo al que itineró por el país desconociendo un poder central, es que el problema es nuestro relato sobre nosotros.