novilleros

Los toreros etiquetan a su cuna de origen

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El aficionado a los toros es un migrante por naturaleza y trashumante se traslada a donde se huela que pudiera haber algún acontecimiento, presagiando una gran tarde.

En estos días pasados, muchos nos quedamos con los pasajes en la mano para ir a la Feria de San Marcos en Aguascalientes, con las ganas de asistir a un lugar maravillosamente aficionado. Ya habrá ocasión de hacerlo y disfrutar del bastión taurino más importante de nuestro país.

Muchos matadores de toros y novilleros provienen de esa tierra hospitalaria y a las pruebas me remito con unos cuantos nombres como los Adame, Arturo Macías, Miguel Aguilar, Nicolás y Héctor Gutiérrez, José María Hermosillo y tantos más; unos en la madurez, otros en la categoría novilleril con las ansías de convertirse en matadores de toros, y algunos en sus primeros años en esta última categoría.

Los lagunenses Valente Arellano y Arturo Gilio –ahora su hijo en el principio de lo que pudiera ser una carrera brillante– de Azcapotzalco, “El Zotoluco”, sobrino de los picadores de la ganadería de Zotoluca, en Tlaxcala; y del barrio de Tacuba en la Ciudad de México, Manolo Mejía.

Y me viene a la memoria lugares de la geografía que de no ser por los toreros serían menos reconocidos, y pongo el caso de Joselito Huerta, el maestro poblano  nombrado en muchas crónicas como “El León de Tetela de Ocampo”, población de la sierra de ese estado, Puebla, llamada de Oro –antaño en el siglo XIX– por sus minas del áureo metal.

Rodolfo Gaona, “El Califa de León”, como de ese lugar también fue Antonio Velázquez “Corazón de León”, ambos guanajuatenses o el “Compadre” Silverio Pérez de Pentecostés, el famoso “Faraón de Texcoco”, o el tapatío Manuel Capetillo, nacido en Ixtlahuacán de los Membrillos en Jalisco, o el “Volcán de Aguascalientes” Rafael Rodríguez, del que varios afirman nació en Peralvillo, barrio popular en la Ciudad de México.

También parece fue el caso del acapulqueño Antonio Lomelín, algunos aseguran que nació en Jalapa; como Arturo Saldivar, nacido en Teocaltiche, Jalisco, pero para efectos taurinos se le considera de Aguascalientes, como fue el caso en la música del gran taurino Agustín Lara, nacido en la capital del país aunque se le designa jarocho de Tlacotalpan, Veracruz.

Y es que, por ejemplo, a los taurinos antiguos relacionan al barrio de San Bernardo en Sevilla, con Pepe Luis Vázquez, Diego Puerta y el mismo Costillares, o bien, quien conocería el municipio de Camas en Sevilla, de no ser que ahí nacieran Paco Camino y Curro Romero.

O Chiva de la provincia de Valencia, lugar del natalicio de Enrique Ponce; y qué decir de Galapagar, tierra de José Tomás, o bien “El Pasmo de Triana” Juan Belmonte, quien nació en otro barrio de Sevilla, pero al haber crecido en el barrio de La Virgen de la Esperanza, se le considera trianero.

Si lo es Alfonso Ramírez del barrio de Triana, Aguascalientes: “El Poeta del Toreo” o de Gelves en Sevilla, coronado “Rey de los Toreros” Joselito o Gallito quien el 16 de mayo de hace un siglo partió a la Gloria por una cornada en la plaza de Talavera de la Reina. “El Viti” Santiago Martín, de Vitigudino en Salamanca, paisano de Pedro Gutiérrez “El Capea” salmantino.

Ésa en cuanto a nuestra geografía mental, cuando nos referimos por ejemplo a “La Muleta de Castilla” pensamos en Pablo Lozano o a su compañero de muchos carteles de origen vasco, nacido en Argentina, nacionalizado peruano, Raúl Acha “Rovira” o el “Tigre de Guanajuato” Juan Silveti Mañon, y su hijo “El Tigrillo”. Este último nacido en la capital y rival contemporáneo de Pablo y de Rovira.

Palma del Río la tierra de “El Cordobés” que recién cumplió años, o su paisano “el Califa” de Córdoba, Manuel Rodríguez “Manolete” o “Finito”, que nació en Sabadell pero se le denomina de Córdoba, o si alguien recuerda que el Eje Central se llamó San Juan de Letrán, sabrá que por ahí se movía en su infancia y adolescencia “El Berrendito de San Juan” Luis Procuna.

Jorge Gutiérrez “El Coloso de Tula”, “El Maestro de Saltillo” Fermín Espinosa Armillita, Uriel Moreno “El Zapata”. Muchos de esos lugares, se alumbran cada vez que recordamos a sus toreros.

“El Chihuahua”, de donde era Raúl Contreras “Finito”,  el de Guadalupe Nuevo León, Eloy Cavazos, paisano de estado de Manolo Martínez o “El Torero de la Fuente del Berro” Julio Aparicio, madrileño y decano de los matadores de toros en España, por cierto, padrino de la alternativa del que recientemente hizo el paseíllo a la Gloria, Dámaso Gómez “El León de Chamberi” madrileño.

“El Brujo de Apizaco”, “El Pana” o mi padrino Edmundo “El Brujo Zepeda” de Tehuantepec en Oaxaca; en una lista que usted alargará cuando seguramente recuerde lugares y de ahí a algún torero como el muy recordado Miguel Espinosa de Aguascalientes o Morante de la Puebla del Río en Andalucía, entonces estará de acuerdo que ellos graban en nuestra memoria colectiva; sitios, pueblos y ciudades y por eso exclamo: ¡Viva el toreo y su geografía! Mientras esperamos el regreso vigoroso de la tauromaquia.


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