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El yo alterno en la poesía: otredad y espejismo del ser

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La noción de un yo o de un ser personal desgajado, múltiple y cambiante o, en última instancia, ilusorio y falso, ha sido planteada por varios poetas de nuestra lengua para sustentar la idea en apariencia absurda —o al menos extraña— de que el yo es otro, o acaso es un espectro. Intentaré hilvanar sobre esta despersonalización de índole activa y lúcida, en contraste con la despersonalización pasiva y angustiosa que ocurre en las alteraciones mentales referidas en secciones previas sobre el yo multiplicado y el yo desligado.

Antonio Machado
Antonio Machado. Figura tomada de: Zenda Libros.

Una forma de vislumbrar esta despersonalización sagaz y penetrante es en términos de la alteridad, en el sentido de que el yo poético, y por extensión el del ser humano, no es una función aislada, independiente y autónoma, porque está invadida o compenetrada de otros prójimos en una red de intersubjetividades. En el ensayo titulado “Los Complementarios” de 1924, el célebre escritor español Antonio Machado afirmaba que el sentimiento poético no es una creación exclusiva de un sujeto individual, porque se asiste de otros sujetos. El sentimiento poético no sería entonces mío (propio del poeta), sino nuestro. Esta colaboración implícita entre el yo y el tú surge en la expresión poética de los sentimientos y las ideas en apariencia tan personales porque se realiza mediante el lenguaje, un recurso de comunicación que pertenece a una comunidad: es un don compartido. Es cierto que el poeta usa el lenguaje como una herramienta personal para expresar su sentir y lo hace con una maestría y una creatividad que le son propias, pero también es indudable que su expresión abreva de quienes le enseñaron, de quienes ha leído o con quienes ha compartido su quehacer, y está destinada a otros hablantes para que lo lean, lo reciten y lo comprendan; es decir: para que hagan suya tal expresión. Por ejemplo, el conocido verso machadiano “caminante no hay camino, se hace camino al andar” se constituye en un patrimonio comunal al abarcar una red intersubjetiva que Joan Manuel Serrat contribuyó a difundir.

Mijail Bajtin
Mijaíl Bajtín y portada de la traducción al español de “Las fronteras del discurso”.

La noción poética y filosófica de Machado de la otredad coincide en cierta medida con las propuestas académicas del lingüista ruso Mijaíl Bajtín, formuladas desde los años 30 y que enfocan el contexto social de la comunicación como el meollo del lenguaje. Los enunciados que empleamos para expresarnos son por antonomasia piezas de un diálogo que adquiere sentido y significado no sólo por las reglas gramaticales, las cuales son convenciones sociales emanadas de una matriz evolutiva, sino porque los tonos y los contenidos son pautas de comunicación compartida. Bajtín acuñó el término de heteroglosia (la lengua del otro) para implicar que, en el discurso humano, en cada enunciado proferido, participan varias voces. La soledad no es absoluta: cuando uno está sólo suele estar en diálogo consigo mismo, un consigo que se manifiesta como un contigo, o como un nosotros.

 Hemos visto ya que un elenco de voces interiores dialoga en los episodios de autorreflexión, pero mucho antes de su tratamiento académico por la filosofía de la mente y la psicología, Machado y otros poetas que revisamos ahora abordaron el tema con claridad y profundidad. Más aún: la crítica a la preponderancia del sujeto como centro del conocimiento, tan característica del siglo XX, fue precedida por los poetas franceses Rimbaud o Mallarmé y, en especial, por Fernando Pessoa y Antonio Machado. En efecto, Machado afirma que el yo del lenguaje es ilusorio y por lo tanto apócrifo en el sentido de que no es propio de la persona que lo pronuncia. Como ilustración de esto recordemos que el poeta español refiere a Abel Marín y a su discípulo Juan de Mairena, severos pero gentiles maestros de retórica con los que sostiene largas conversaciones sobre la identidad. Pero sucede que estos personajes son inventados, alter egos o “complementarios” de Machado, yoes accesorios que acompañan al poeta en una congregación ilusoria que se forja y desenvuelve en su autoconciencia y la complementa, o la completa.

En sus Proverbios y Cantares Machado aconseja “Mas busca en tu espejo al otro,/ al otro que va contigo”. La percepción cabal de uno mismo revela al Otro, o bien, dicho de otra forma: el ser consciente de sí mismo se visualiza como otro: “No es el yo fundamental/ eso que busca el poeta,/ sino el tú esencial”. Otro gran poeta español y premio Nobel de la literatura, Juan Ramón Jiménez, expresa en un poema: “Soy este/ que va a mi lado sin yo verlo;/ que, a veces, voy a ver/ y que, a veces, olvido”. Estamos en el ámbito del alter ego, de las identidades alternas o secretas, del personaje de ficción que representa al autor; del otro yo que revela la insubstancialidad del yo original: ese otro Borges del relato “Borges y yo”.

multiples yoes
Figura ilustrativa de los múltiples yoes que intervienen en la escritura. Tomada de una página sobre “¿Cómo escribió Borges El Aleph?”. A la derecha doble viñeta de Borges publicada en “Letras Libres”.

Jorge Luis Borges fue sin duda otro cruzado contra la hegemonía del yo. En su colección de Inquisiciones, incluye un ensayo expresamente titulado “La nadería de la personalidad” donde arremete contra la preeminencia que se adjudica al yo argumentando que la personalidad es una construcción ilusoria sin realidad concreta y sostenida por el engreimiento y el hábito. El párrafo extraído de su cuento “El inmortal” y que he utilizado como epígrafe del presente capítulo es explícito de esta militancia: “nadie es alguien”. Para Borges la irrealidad del yo no sólo es una alteridad u otredad finalmente afirmativa y complementaria, sino un laberinto de espejos, un espejismo de falsos reflejos que multiplican la imagen de un yo ilusorio.

En sus “Criptomemorias” —literalmente los recuerdos personales escondidos y enigmáticos— el poeta gallego José Ángel Valente hace un llamado a disolver la memoria personal de la siguiente manera: “Deberíamos tal vez/ reescribir despacio nuestras vidas, /hacer de ellas cambios de latitud y fechas, /borrar de nuestros rostros en el álbum materno/ toda noticia de nosotros mismos.// Deberíamos dejar falsos testigos, perfiles maquillados, huellas rotas, irredentas partidas bautismales./ O por toda memoria, una partida abierta, un bastidor vacío, un fondo/ irremediablemente blanco para el juego infinito/ del proyector de sombras./ Nada./ De ser posible, nada”. Influido por la tradición mística española y por el budismo, Valente afirma sobre la creación poética:

El creador tiene que ir acostumbrándose a la aniquilación del “yo” que es el proceso de purificación espiritual. Toda creación literaria auténtica, poética, tiene que ir acompañada de una experiencia espiritual, si no, no vale nada. Eso lleva a una aniquilación del “yo” y probablemente a una visión de la nada, aunque positiva. Quizás nuestro cometido sea la fusión con el cosmos en el seno de la nada, volver a la nada de donde hemos venido.

yo jose angel valente
Portadas de la “Antología Poética” de José Ángel Valente y del libro sobre su correspondencia con sus contemporáneos de la generación española del 50.

Una visión positiva de la nada… ¿Es una paradoja o un absurdo? Depende de la interpretación que se haga. Por ejemplo, a partir de El Ser y la Nada de Jean Paul Sartre, es posible plantear que la negación de una esencia personal estable y permanente mediante la toma de conciencia de sí no necesariamente desemboca en un vacío existencial, sino que abre la perspectiva de vivir plenamente en un mundo cambiante y en compañía de los otros. La persona humana depurada por esta realización se comprende como un ser dinámico, recíproco, comprometido con los demás y unido con el mundo.


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El Volcán Solitario

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En este mes de octubre la República de las Letras recuerda a uno de sus hijos predilectos. Dulces notas anunciarán los fastos que Calíope y Terpsícore regirán en honor de la memoria de Ezra Pound en el 135 aniversario de su nacimiento.

Es de esperar que en los cuatro rincones de la tierra, jóvenes y viejos, e incluso periodistas y políticos, esparzan al aire la cadencia de Los Cantos, como anuncio de la derrota de Hugh Selwyn Mauberley. Mas si ese no fuera el caso, JdO ofrece, desde la modestia de su espacio, un recuerdo del Gran Poeta:

Hay a orillas del río Potomac un encantador conjunto de edificios de ladrillo rojo que en los atardeceres resplandece con los últimos rayos del sol y, si el viajero se aproxima desde Arlington, ofrece la extraordinaria visión de una brasa enmarcada en el rosa pálido de las flores de cerezo que en la primavera adornan a Washington.

Se trata del hospital Saint Elizabeth, un manicomio fundado en 1855 que además de miles de huéspedes legítimos, ha dado hospitalidad a otros, digamos, menos ortodoxos. Por ejemplo, los “marielitos”, declarados psicópatas cuando, asustados y monolingües, llegaron a la tierra de su sueño después de abandonar su patria con riesgo de la vida. Y alguno que otro diferente… como Ezra Pound, quizá el mayor poeta en lengua inglesa del siglo XX.

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Imagen: David Levi.

Permítame el lector que lo ponga al corriente: Ezra Loomis Pound nació el 30 de octubre de 1885 en Hailey, Idaho, y creció en Wyncote, Filadelfia. Asistió a la Universidad de Pennsylvania y al Hamilton College. Muy joven viajó a Europa en donde ejerció el periodismo. Su primer libro fue publicado en Venecia en 1908. Durante su vida publicó más de noventa volúmenes de poesía, crítica y traducciones –sobre todo traducciones de poesía–.

Era un hombre de pensamiento independiente y crítico que estaba en contra de la intervención de su país en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y así lo dijo en una serie de programas radiofónicos, la verdad francamente fascistas, transmitidos desde la Italia del Duce… sí, el mismo que fue bautizado en honor del Benemérito, como recién se nos recordó.

En una emisión sugirió que debía emprenderse un pogromo contra los judíos, así que al fin del conflicto fue arrestado y el ejército yanqui lo tuvo seis meses encerrado en una jaula con un foco encendido, una cubeta y dos sábanas. Después fue declarado loco peligroso y confinado en Saint Elizabeth durante 14 años.

¿Hay alguna diferencia con el Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn? Si esto padeció uno de los más altos poetas en lengua inglesa, ¿qué podían haber esperado los infelices prisioneros de Abu Dabi, que ni poetas ni cristianos eran?

A Pound se le ha llamado el “poeta de poetas”, responsable de la definición de la estética poética modernista y la promulgación del imaginismo, escuela cuya técnica sigue la propuesta de la creación clásica china y japonesa que pone énfasis en la claridad, la precisión y la economía del lenguaje para “componer en la secuencia de la frase musical y no del metrónomo”.

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De izquierda a derecha: escritores James Joyce y Ezra Pound; John Quinn, abogado y mecenas; y el escritor Madox Ford (Imagen: Granger Art).

Ernest Fenollosa recuerda que como ensayista “Pound escribió sobre todo acerca de la poesía. A partir de mediados de los veinte se propuso examinar cómo los sistemas económicos promueven o aniquilan a la cultura. Sostenía que la poesía no es un “entretenimiento”, y como elitista que era no tenía aprecio por el lector común. Pound consideraba que la cultura de Estados Unidos estaba aislada de las tradiciones que sustentan el arte y caracterizó a Walt Whitman como “una píldora extremadamente nauseabunda”.

El 3 de febrero del 1909, Pound escribe a William Carlos Williams desde Londres: “Estoy a punto de caer en el centro de la turba que hace las cosas aquí.” Por esa época conoce a Olivia Shakespear, amante de Yeats, a quien Pound admiraba por encima de todos los poetas del momento. Fue gracias a ella que Pound llegó al salón en donde Yeats oficiaba sobre una congregación de admiradores y discípulos.

A comienzos de 1910 llegan a Pound rumores de que Yeats comienza a hablar bien de él. Conoce una expresión de Yeats y presuroso escribe a sus padres: “No hay una generación de poetas jóvenes. Ezra Pound es un volcán solitario”.

Donald Hall entrevistó a Pound para The Paris Review en 1960. La entrevista es larga y erudita y en ella el bardo habla sobre la estética de la creación y revela detalles de su sistema artístico. Sus respuestas me confirman que tanto para las artes como para el trabajo no creativo, es decir, el que cotidianamente desempeñamos la mayoría de los mortales, la disciplina, la constancia y el estudio son fundamentales:

—¿Cree usted que el verso libre es una forma particularmente estadounidense?

—A mí me gusta el apotegma de Eliot: “¡Ningún verso es libre para el hombre que quiere hacer un buen trabajo!”.

Pound y Hall se encontraron en Roma a principios de marzo en el apartamento de Ugo Dadone: “El autor de la entrevista se sentó en una gran silla mientras Pound se desplazaba, intranquilo, de otra silla a un sofá y de nueva cuenta a la silla. Las pertenencias de Pound en la habitación consistían en dos maletas y tres libros: la edición de los Cantos publicada por la casa Faber, un Confucio y la edición de Chaucer de Robinson, que Pound estaba releyendo.”

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Ezra Pound y Olivier Todd en el Brasserie Lipp (1965) | Imagen: Leon Herschtritt.

La obra poética capital de Pound, Los Cantos, empezó a publicarse en 1917. Sus poemas más breves fueron recogidos en Personae (1926). Love Poems of Ancient Egypt, una traducción fue publicada en 1962, y From Confucius to Cummings, una antología de poesía compilada por Pound y Marcella Spann, en 1963.

Aldo Mazzucchelli nos obsequia un sensacional recuerdo del poeta:

“En el año 1961, a los 76 años de edad, después de, entre otras cosas, haber estado un mes expuesto al clima en una jaula de acero, haber descubierto y promovido a unas diez de las principales figuras de la literatura de este siglo, no haber poseído nada que no se pudiera guardar en dos valijas de viaje, haber convivido con dos mujeres a la vez durante décadas, haber pasado 14 años encerrado en un manicomio, haber tratado de cambiar las ideas económicas de Roosevelt y de Mussolini, haberse comido dos tulipanes de los adornos de la mesa de una cena para llamar la atención más que William Butler Yeats, haber cambiado –tal vez inventado– la poesía del siglo XX, haber fracasado esplendorosamente en su propósito de escribir una nueva Divina Comedia, y haber retado a duelo en Londres en 1912 a un rival poético –quien le propuso, al elegir las armas, que se bombardearan mutuamente con los ejemplares no vendidos de sus respectivas obras en verso–, Ezra Pound estaba profundamente deprimido. Le dijo a un visitante, de los que ya por esa época iban a contemplar a la leyenda viviente: soy un hombre reducido a fragmentos”.

Termino con dos sonetos de Pound en versión de Javier Calvo.

El desván

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.
Ven, amiga, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.
La aurora entra con sus pies diminutos
como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.


Un pacto

 Haré un pacto contigo, Walt Whitman. 
Te he detestado ya bastante.
Vengo a ti como un niño crecido
Que ha tenido un papá testarudo;
Ya tengo edad de hacer amigos.
Fuiste tú el que cortaste la madera,
ya es tiempo ahora de labrar.
Tenemos la misma savia y la misma raíz.
Haya comercio, pues, entre nosotros.

Juego de ojos.

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Anne Carson Premio Princesa de Asturias de las Letras

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La poeta canadiense Anne Carson fue galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, su talento se impuso a 28 candidatos de 18 naciones.

Anne Carson, candidata al Nobel de Literatura, es reconocida por sus trabajos en traducción y has destacado como profesora de cultura clásica, lo que se refleja en sus referencias a la Grecia clásica en obras como Eros el dulce-amargo, publicada en 1986, donde realiza un análisis del concepto clásico griego referido al amor y la pasión.

Doctorada en Lenguas Clásicas por la Universidad de Toronto, Anne Carson ha sido profesora en las universidades de Princeton, McGill y NYU antes de establecerse como docente de literatura y lengua clásica en la Frank Lloyd Wright de Michigan donde publicó en 1986 su tesis doctoral Odi et Amo Ergo Sum (Odio y amo, luego existo).

El legado literario de Anne Carson

En su obra destaca la novela en verso Autobiography of Red, que publicó en 1998, un best-seller que ha sido definido como “poesía que seduce incluso a quienes no leen poesía“, y fue aplaudida, entre otros autores, por Alice Munro o Michael Ondaatje.

Entre sus obras destaca Hombres en sus horas libres (2001. A esta le siguió el ensayo La belleza del marido, publicado en 2002.

Otra de sus obras más conocidas junto Albertine (2014), que abre un nuevo camino para que los lectores de Marcel Proust “revisen” el mundo de En busca del tiempo perdido.

También es autora de una adaptación sobre el martirio de la Antígona de Sófocles, que fue llevada al cine y protagonizada por Juliette Binoche como Antígona y en 2012 recibió el doctor honoris causa por la Universidad de Toronto.

Premios y galardones

Como miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, Anne Carson ha sigo galardonada con el Premio Lannan de Poesía (1996), el Pushcart (1997), el premio de Poesía Griffin (2001), por Hombres en sus horas libres; el Premio PEN Award (2010), además de haber logrado una beca Guggenheim en 1998 y otra MacArthur en 2000.  Así como el Premio Internacional de Poesía Manuel Acuña que entrega la Feria Internacional del Libro de Coahuila, que en principio recibirá durante el encuentro a realizarse del 21 al 30 de agosto.

El terror de la pandemia como material literario

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Es en épocas de crisis cuando aparecen las grandes obras, aseguró el escritor Francisco Haghenbeck en una charla transmitida en línea que incluyó a sus colegas Bernardo Esquinca y Mónica Ojeda. Ejemplificó épocas como la década de los 20 y 30 del siglo pasado, cuando ocurrió la gripe española y una crisis económica; o la Segunda Guerra Mundial y la década del setenta. “La crisis es un momento propicio para pensar imágenes apocalípticas o imágenes distópicas para huir de esa realidad”.

Aunque F. G. Haghenbeck (Ciudad de México, 1965) reconoció que la incertidumbre lo ha afectado, mencionó que trabaja en un nuevo texto del cual ya lleva más de 20 páginas y versa sobre sectas y rituales relacionados con movimientos estudiantiles en México. En contraparte, Esquinca explicó que recién entregó un libro de cuentos por lo que ahora se encuentra vacío de ideas: “tengo que esperar cierto tiempo para que se me ocurra algo”.

La única que mantiene una activa labor creativa es Mónica Ojeda (Ecuador, 1988) quien manifestó desde España que el desasosiego no ha afectado sus ganas de escribir y lo único que consiguió con la cuarentena fue más tiempo y facilidad para crear con concentración.

Ante la posibilidad de que el terror que provoca la pandemia pueda motivar a nuevas obras literarias, Esquinca (Guadalajara, 1972) advirtió que primero debe haber un tiempo para procesar y entender lo que está por ocurrir. Definió dos tipos de miedo: el psicológico y el real. Reconoció que el real lo bloquea, mientras que el primero es el motor que le permite crear.

La ventaja de escribir sobre terror, opinó Haghenbeck, es su carácter universal: “no importa el idioma que hables; todas las personas siguen teniendo miedo a las cosas: muerte, desaparición, locura; ocurre en todas las culturas”. Sin embargo, Ojeda matizó que, aun dentro de la generalidad, hay particularidades en el terror que se van manifestando en función de la generación o de un contexto individual.

Esquinca consideró muy importante hallar formas de salir de estados en los que el escritor se inmiscuye al momento de crear. Ejemplificó un cuento sobre exorcismos que escribió; después de investigar con películas y documentales al respecto, acudió a películas infantiles para salir de ese estado: “hay que cambiar el chip porque no se puede quedar ahí en esos estados densos”.

Fuente: Notimex

Pandemia y la conciencia de la muerte

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La poesía se ha introducido en diversas etapas del dolor humano. ¿Cómo vive una poeta estos momentos nunca antes vividos? Kyra Galván responde

La lúgubre figura de la muerte

La poesía se ha introducido en diversas etapas del dolor humano. La partida de una madre, como en el caso tuyo. ¿Cómo vive una poeta estos momentos nunca antes vividos, cómo vivir en un encierro literario, cómo los percibe una poeta de inmensa sensibilidad como Kyra Galván? ¿Te recuerda alguna lectura sobre estos infelices casos?

Creo que lo que estamos viviendo es una crisis a nivel planetario, en gran parte, provocada por el comportamiento irresponsable del ser humano. Esta situación nos está obligando a encerrarnos, a repensar muchas cosas: desde cómo nos relacionamos los unos con los otros, cómo tratamos al planeta y muchas formas de un sistema económico que está mostrando, una vez más, sus ineficacias y sus desigualdades, pero que tampoco podrá cambiar de un día para otro.

“Para mí en lo personal esta cuarentena ha sido un regalo maravilloso, porque me ha dado la oportunidad de hacer una pausa en mis actividades y utilizar mi tiempo exclusivamente en mis proyectos, en una novela que tenía atorada y en ir hacia adentro de mí, meditar, y escucharme.

“En estos días han venido a mi mente dos obras que me parecen emblemáticas: una es La peste, de Albert Camus y su magistral forma de describir la invasión de las ratas y cómo, al principio, nadie parece darse cuenta de nada. La otra es una obra muy antigua, un canto escrito en acadio y que se llama Gilgamesh o la angustia por la muerte. Porque, según nos cuenta la historia, Gilgamesh era un rey semidivino muy arrogante y los dioses crean un ser medio salvaje: Enkidu, al que Gilgamesh humaniza con la ayuda de una sacerdotisa (lo que me parece muy significativo que sea la intervención femenina lo que lo logra) y después se vuelven muy amigos. Corren varias aventuras juntos, pero Enkidú muere, lo que casi enloquece a Gilgamesh porque lo hace consciente de su mortalidad. Y creo que ésa es una de las cosas más importantes de esta crisis sanitaria. Que nos hace conscientes de nuestra mortalidad y de que no tenemos control de nada, que la muerte y la enfermedad pueden ser algo totalmente azaroso y aleatorio.

 “Esta no es, ciertamente, la primera pandemia por la que pasa la humanidad. Por el tema de mi novela he estado investigando las epidemias en México desde que en 1519 llega un negro llamado Francisco, en el navío en el que viene Pánfilo de Narváez desde Cuba, y desde entonces se van dando varios brotes y epidemias.

 “Tuve la suerte de conocer a la especialista Elsa Malvido en un curso sobre la época colonial en el INAH y nos hablaba de cómo, desde la Edad Media, cuando se desataron las pestes, se vinieron dando en el arte las representaciones de mementos mori para recordarnos que no vivimos para siempre. Y, por supuesto, la del segador, o sea la lúgubre figura de la muerte con su guadaña, que a su vez significa que ella no tiene preferidos, corta o siega a todos por igual, ricos o pobres, jóvenes o viejos.

 “Por supuesto, por otro lado, nos encontramos que, en momentos de grandes pérdidas y tragedias, también surgen grandes obras: sólo pensemos, por ejemplo, en el Requiem de Mozart, que escribe a la muerte de su padre”.

Las vacas locas en Inglaterra

En estos momentos de tensa estabilidad social no quiero imaginarme que haya quien se ofenda por la incursión de un negro, el negro Francisco, que trajo epidemias en el país desde el año 1519. ¿Esta investigación que realizas por la hechura de tu novela te ha arrojado este dato epidemiológico? Se sabe que los españoles trajeron nuevas enfermedades a América, pero lo del negro Francisco no está registrado, me parece, en la historia…

Jaja, Víctor, pues el caso, curioso, hasta donde yo sé sí está registrado. No recuerdo con precisión en este momento si fue Bernal Díaz del Castillo, Tapia o algún otro de los cronistas de la conquista, pues, como dice Diana Magaloni, la conquista de México es una de las historias más documentadas (tanto del lado español como del indígena). Se sabe que el hombre llegó en el barco proveniente de Cuba y dos días después de tocar tierras mexicanas se enfermó. En Cuba había una epidemia de viruela, por lo que no sería descabellado pensar que otros miembros de la tripulación también eran portadores del virus y no nada más el pobre Francisco. Pronto viajó el virus de algún modo a la ciudad de México, pues muchos de los hombres de Narváez desertaron y se unieron a la compañía de Cortés. Cortés regresó a Tenochtitlan los últimos días de junio y salió huyendo la noche del 30 de junio y se refugió en Tlaxcala. Para fines de septiembre de 1520, Cuitláhuac muere de viruela. También en Tlaxcala y en otras partes del país se esparce el virus. (Aquí corrijo la fecha de 1520, no 1519 como te dije en la primera respuesta.) Y de ahí en adelante el virus siguió dando vuelta hasta 1521, cuando en el sitio de Tenochtitlan seguían contagiándose aún en agosto.

 “Para 1523 hay otra mención de un brote de viruela, cuando fray Pedro de Gante llega a México con otros dos padres, son enviados a Texcoco, porque en la ciudad hay una epidemia. También se habla de otra en 1527, hasta la de 1536, que parece ser fue de sarampión. Así que, como ves, parece que las epidemias nos persiguen. Sin contar la de 1695, cuando muere Sor Juana y que no se sabe exactamente de qué fue. En fin, lo que pasa es que se nos olvidan los hechos terribles, pero muchas generaciones antes que las nuestras sufrieron momentos similares.

 “A mí me tocó la epidemia de las vacas locas a principio de los noventa en Inglaterra y, a partir de entonces, casi dejé de comer carne de res por completo”.

“De pronto nos vemos absolutamente vulnerables ante un virus que no vemos”

Tienes razón, Kyra, nos olvidamos de la historia. Ya volveré con don Bernal. Sí, las epidemias han rodeado la historia de México. El caso de las vacas locas, el Sida, la Influenza, curiosamente, no han causado el miedo que ahora se vive en el mundo. La anterior pandemia, la de hace un siglo, en 1918, no tuvo percances sonoros a pesar de la inmensa cantidad de personas fallecidas por el virus de la gripe española. ¿Hubo un miedo similar en Inglaterra o son los medios novedosos de la tecnología los que han expandido este inaudito temor?

Víctor, tu pregunta me hizo pensar mucho. Traté de recordar más sobre la experiencia de las vacas locas, e incluso el Sida en los ochenta. Efectivamente, a mí en lo personal lo de las vacas locas me impresionó mucho porque la enfermedad que transmiten en el humano se llama de Creutzfeldt-Jakob, y es horrible. Te provoca agujeros en el cerebro y ya te imaginarás la muerte. Hubo un gran escándalo en la sociedad cuando se supo que las vacas se habían infectado por comer alimento preparado con restos de ovejas. Es de nuevo esta cadena alimenticia de animales comiendo otros animales, que finalmente come el hombre. Creo que en cierto sentido fue algo más controlado, pues si no querías arriesgarte pues no comías carne de vaca y punto, pero fue muy terrible ver cómo se sacrificaron miles y miles de animales probablemente sanos por parte de los productores de carne para dar una imagen de responsabilidad al mundo.

 “¿Qué hace diferente a la reacción a esta pandemia? ¿Son los medios y la globalización? Me parece realmente curioso, por ejemplo, que en la epidemia de 1918 de influenza española hubiera habido, según se calcula, entre 50 y 100 millones de muertos. Algo inimaginable. Lo que hemos visto hasta ahora con el COVID-19 es nada comparado con aquello. ¿Qué lo hace diferente?

 “Creo que en tiempos anteriores las cosas sucedían y ya. Llegaba el virus, te enfermabas, no te daba tiempo ni de contarlo y pasaba como parte de la vida. Hoy en día, una pandemia aparece en China y una semana después el mundo se empanica, en parte porque las conexiones a todo el mundo llegan en unas cuantas horas. Se tiene conciencia de lo que puede suceder, de cómo se puede multiplicar en materia de días en una progresión geométrica imparable y las noticias son instantáneas.

 “Pero creo que lo más interesante que nos está revelando esta crisis son varias cosas en conjunto: primero, que de alguna manera nuestras sociedades postmodernas actuales se sentían muy seguras y muy fregonas porque ya habíamos llegado a un punto de avance tecnológico en el que difícilmente pensamos en desastres a menos que sean fuerzas imparables de la naturaleza como terremotos o tsunamis. Es decir, tenemos multitud de aparatos que nos ayudan a alargar la vida, medicamentos avanzados como los antibióticos, que curan casi todo tipo de infecciones, comunicaciones satelitales, se investiga el espacio, se hacen descubrimientos de física, etcétera. Y de pronto nos vemos absolutamente vulnerables ante un virus que no vemos y para el que no tenemos cura.

 “Segundo, que se nos avisa, ahí viene el lobo, y no hacemos caso. Sabemos que una de las soluciones para tratar de parar el contagio es la clausura, un recurso que ya se conocía en el siglo XVI y, a partir de una vulnerabilidad que nos enfrenta con nuestros ancestros, descubrimos que la tecnología no lo es todo, es como si nos quitaran una cobija que nos protegía y sentimos miedo. El mismo miedo que sentían los hombres de las cavernas ante algo que no conocían.

“Tercero, que este tipo de crisis saca lo mejor y lo peor de los humanos y como individuos estamos a merced de las tomas de decisiones que se hacen en las altas esferas del poder, no siempre en beneficio de los ciudadanos.

“Cuarto, que a pesar de lo mucho que ya conocemos del mundo y del universo, preferimos invertir en muchas más cosas que no sean tener unos excelentes sistemas de salud pública.

 “Quizá este virus vino más bien a mostrarnos que el mundo tiene sus prioridades al revés”.

Educación, sentido común

Prioridades al revés. Es una sentencia clave, Kyra. La ciencia y la educación son recortadas presupuestariamente mientras los bancos y las cadenas empresariales no suspenden momentáneamente o posponen los pagos mensuales de los adeudos. El dinero tiene que seguir generando dinero a los acaudalados mientras la Muerte rinda a un costado. ¿Cómo decir esto literariamente? ¿Cómo apuntarlo sin caer en tendencias políticas? ¿Cómo decir que las prioridades no deben estar alrevesadas?

¡Qué difícil responder a tus preguntas! ¿Cómo decir y explicar todo esto en un lenguaje literario? ¡Pues es todo un reto!

 “Lo que sí es un hecho es que son los políticos los que tienen el poder de asignar los recursos a los diferentes rubros y creo que lo que debemos cambiar es que las cosas no se manejen así, que la ciudadanía tenga voz y voto. Si no asignamos más recursos en el futuro inmediato a la educación, la cultura y la salud, nuestro país se va a hundir porque se necesita educación para tener sentido común, para combatir la corrupción, para valorar la importancia de la cultura contra el entretenimiento masivo, por ejemplo. Finalmente creo que se trata de valorar al ser humano y su lado creativo e innovador, como lo más necesario a cuidar. Quizá voy a decir algo estúpido, pero creo que el problema que nos aqueja es que no podemos librarnos de los partidos políticos y los políticos siempre van a perseguir sus objetivos personales, y desgraciadamente, no los de la comunidad que dicen representar.

 “Decirlo literariamente es un reto que se nos presenta en estos momentos, Víctor. Creo que debemos tomar en nuestras manos el cuidado de la humanidad, porque no nos estamos cuidando a nosotros mismos como especie, ni respetando a las demás especies con las que compartimos este planeta. Tenemos que cambiar las relaciones con ellos y con nosotros mismos como grupo. Si no logramos un cambio con todo lo que nos rodea, y con la explotación del hombre por el hombre, estamos condenados a desaparecer.

 “Sin embargo, el socialismo fracasó.

 “¿Qué otra opción tenemos?

“Quizás estamos en buen momento de empezar a formular preguntas, pensar, investigar y comenzar a proponer nuevas fórmulas de convivencia”.

Fuente: Notimex

Ernesto Cardenal; poeta, sacerdote y revolucionario

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Quién fue Ernesto Cardenal el poeta y sacerdote que revolucionó Nicaragua

Con renombre internacional, conocido por sus poemas y sus actos de rebeldía, así es como es recordado el sacerdote Ernesto Cardenal de Nicaragua.

La poesía ya había hecho famoso a Ernesto Cardenal, pero fue un momento arrodillado ante el papa Juan Pablo II que su fuerza rebelde y su relación con la Revolución Sandinista tomó relevancia en todo el mundo.

En la imagen se lo ve con su inconfundible barba y cotona blancas, arrodillado ante el papa Juan Pablo II y esbozando una leve sonrisa, su eterna boina negra reposando humildemente en una de sus rodillas.

El papa, con gesto adusto y un dedo acusador, lo amonesta públicamente frente a sus colegas del gobierno de Nicaragua, congregados ese 4 de marzo de 1983 en el aeropuerto de Managua para recibir al pontífice.

“Usted debe regularizar su situación”, fue el regaño público de Juan Pablo II durante su primera visita a tierras centroamericanas.

“Como no contesté nada, volvió a repetir la brusca admonición. Mientras, enfocaban todas las cámaras del mundo”, contaría luego el poeta y sacerdote en su autobiografía.

Como uno de los más reconocidos exponentes de la Teología de la Liberación, el autor de El evangelio de Solentiname era una figura destacada de la feroz batalla entre el movimiento y Juan Pablo II, quien prohibió que los sacerdotes ejercieran puestos de gobierno.

Pocos meses después, el papa polaco ordenaría la suspensión a divinis de Cardenal, lo que le impidió el ejercicio del sacerdocio por casi 35 años, hasta su revocación, en febrero de 2019, por el papa Francisco.

Ernesto Cardenal
Foto: Archivo Prensa

La noticia de esa revocación le llegó mientras convalecía en un hospital de Managua, cada vez más alejado del partido sandinista y de su líder, Daniel Ortega, el hombre de gafas vestido de militar que aparece al lado de Juan Pablo II en la célebre fotografía.

Cardenal recibió la noticia tal como había vivido: con la serenidad de haberse mantenido fiel a los valores que lo llevaron a renunciar a los privilegios que le garantizaba su cuna para abrazar el sacerdocio, la causa revolucionaria y la poesía.

“Mi poesía tiene un compromiso social y político, mejor dicho, revolucionario. He sido poeta, sacerdote y revolucionario”, se definió en 2012, al ser reconocido con el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía.

Su origen

Nacido el 20 de enero de 1925 en Granada, en el seno de “una de las familias más respetables del país”, el futuro sacerdote creció en una de las casonas más emblemáticas de la capital conservadora de Nicaragua.

“No era un palacio, pero sí el segundo edificio más elegante de Granada”, es la descripción de “La Casa de los Leones” que hace en su autobiografía.

“El primero era la casa de mi abuelo, frente a la plaza central, junto a la catedral”, apunta a continuación el poeta, quien describe a ese abuelo como un simple “comerciante rico”.

Para él la familia Cardenal Martínez había elegido la carrera de Derecho.

Pero su padre eventualmente se rindió a la evidente vocación literaria del enamoradizo muchacho y le permitió cursar estudios de literatura en México y EE.UU.

Otra vocación igual o más fuerte, sin embargo, lo llevaría a ingresar en 1957 en el monasterio trapense de Gethsemani, en Kentucky (EE.UU.), espoleado por el final de uno de esos “muchos enamoramientos” que inspiraron sus famosos Epigramas.

“Yo no me iba a saciar con nadie, sólo con Dios -cosa que Dios sabía, pero yo no sabía”, dice en el primer tomo de sus memorias, Vida perdida, sobre la tensión entre amor romántico y vocación religiosa que lo atormentó durante la primera parte de su vida.

Poco después de llegar al monasterio les describió así la jornada a sus padres y hermanos: “¡No pueden imaginarse que viaje más feliz! Hagan de cuenta exactamente un viaje de bodas”.

En Gethsemani, el poeta nicaragüense conocería además a la mayor influencia política y religiosa de su vida.

“Tendrá de maestro de novicios a uno que también es poeta, en cierto sentido, y estudió como usted en la Universidad de Columbia”, le habían anticipado ya en su carta de admisión, sin nombrar directamente al escritor y místico estadounidense Thomas Merton.

“Yo había leído prácticamente todos sus libros, e incluso traducido”, contó de él Cardenal, para luego destacar que Merton solo había sido nombrado maestro de novicios aproximadamente un año antes de su llegada.

“Y eso lo atribuí a una acción especial de Dios para mí”, dijo del hombre que lo colocó sobre la ruta de un cristianismo comprometido políticamente y también inspiró la fundación, varios años más tarde, de la Comunidad de Nuestra Señora de Solentiname, en el archipiélago nicaragüense del mismo nombre.

Sencillo y directo

El paso de Cardenal por la Orden de la Trapa también lo ayudó a desarrollar su inconfundible estilo literario, que para entonces ya incluía el poema épico Hora 0, que no dejaba dudas de su aversión a las dictaduras de derecha latinoamericanas y en especial a la de su Nicaragua natal, la de los Somoza.

“Aunque no esté escribiendo poesía, el trabajo manual, que incluye limpiar inodoros, es una práctica de estilo, porque la humildad y sencillez de estos trabajos seguramente perfeccionará mi estilo literario, dándome más sencillez, claridad, expresión directa”, escribió.

Ese estilo sería también la marca de la comunidad de artistas primitivistas de Solentiname, fundada por Cardenal en 1966, un año después de su ordenamiento como sacerdote, que se convirtió rápidamente en un santuario para los guerrilleros del Frente Sandinista que luchaban contra la dinastía somocista.

“Al principio le había dicho a los líderes guerrilleros que estaba de acuerdo con sus metas pero no con sus métodos, pero ante la dictadura de Somoza, la única vía posible era la lucha armada”, le dijo Cardenal a BBC Mundo en 2007.

Luego del triunfo de la revolución en julio de 1979, Ernesto Cardenal trató de replicar lo hecho en Solentiname a nivel nacional con iniciativas como los “Talleres populares de poesía”, inspirados en la experiencia del archipiélago.

“Hemos hecho en Nicaragua algo que nunca se había hecho en el mundo: que obreros, indios, campesinos, empleadas domésticas, soldados, policías hicieran poesía y buena poesía moderna”, presumía en 1983, el mismo año que Juan Pablo II le prohibió a los sacerdotes nicaragüenses -incluyendo a su hermano Fernando, sacerdote jesuita y ministro de Educación- ejercer cargos de gobierno.

Pero ninguno de los hermanos Cardenal obedeció la orden papal. El poeta siguió al frente del ministerio de Cultura hasta 1987 y su hermano Fernando estuvo a cargo de Educación hasta 1990. Murió en Managua en 2016.

“El cristianismo tal como lo vemos en el Vaticano, no es el que Cristo quiso para la iglesia; pero mi fe es en Cristo, no en el Vaticano; si el Vaticano se aparta de Cristo, yo sigo con Cristo”, le explicó a BBC Mundo Ernesto Cardenal en 2007, 20 años después de la prohibición vaticana.

Para entonces, el también escultor ya se había alejado del Frente Sandinista, al que renunció públicamente en 1994 para convertirse en un feroz crítico de Ortega.

Su prestigio y credibilidad internacional, especialmente entre los movimientos de izquierda, lo hicieron objeto de lo que Ernesto Cardenal denunció como una “persecución política” del líder sandinista que regresó a la presidencia de Nicaragua en ese 2007.

Así, luego de un proceso judicial por el que ya había sido absuelto en 2005, en febrero de 2017 el poeta fue condenado a pagar 800 mil dólares por “daños y perjuicios” a una antigua colaboradora de su proyecto de Solentiname, cercana al gobierno de Ortega, que lo demandó por incumplimiento de contrato.

En ese momento, las autoridades nicaragüenses también ordenaron el congelamiento de las cuentas del sacerdote, para entonces de 92 años.

El acoso judicial, sin embargo, no logró acallar a Cardenal, quien también se hizo oír durante las protestas de abril de 2018 por las que se acusa de crímenes de lesa humanidad al gobierno de Ortega.

“Ahora repentinamente en todo el país han surgido los jóvenes en protestas, tomándose las calles. Algo que no se esperaba porque la juventud parecía dormida, o que sobre ella había caído una losa sepulcral. Mi hermano (Fernando) lo habrá visto ahora desde la eternidad. Nicaragua en todas partes ha resucitado”, celebró en su momento.

“Durante muchos años yo había estado teniendo una oración tomada de uno de los ‘Salmos’: Señor, haz que volvamos a ser lo que fuimos. ¡Y he sido oído!”, dijo en una entrevista con la agencia alemana DPA.

En diciembre de ese mismo año le dedicó el recién recibido Premio Internacional Mario Benedetti a Álvaro Conrado, un joven de 15 años muerto en las protestas.

Poco después sería internado en un hospital de Managua por causa de una infección.

Fue ahí que el 17 de febrero de 2019, ya plenamente readmitido al sacerdocio, finalmente volvió a impartir misa, asistido por el nuncio papal en Nicaragua que le comunicó el perdón del Vaticano.

Un perdón que le permitió morir como lo que él siempre quiso ser: poeta, sacerdote, y revolucionario.

La bravura de Griselda Álvarez

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Nací para vivir.
Para el Dispendio.
Para salvar la risa de la espina,
Para aumentar con llamas el incendio.
Griselda Álvarez.

La primera mujer electa gobernadora de un estado en la historia de México fue la también poetisa, maestra y escritora, Griselda Álvarez Ponce de León, que en alguna ocasión a mediados del siglo pasado dijo: “No es posible que las mujeres, que son la mitad de la población, sufran discriminación, porque además son madres de la otra mitad”. ¡Qué vigencia!: setenta años después y el panorama para las damas sigue siendo el mismo.

“Nací a la brava por venir atravesada”, dijo Griselda Álvarez Ponce de León, quien nació en Guadalajara, en 1913, año que en la entidad se desataron las guerrillas contra el usurpador Victoriano Huerta; a unos cuantos meses la perla tapatía presenciaría la entrada triunfante de Álvaro Obregón y sus constitucionalistas. Cabe mencionar que pese a los desmanes revolucionarios, Jalisco siempre trató de evitar su estancamiento, sobre todo en materia de educación: para cuando la niña Griselda cumplió cinco años, Jalisco tenía novecientas escuelas, más que cualquier otro Estado de la República, y para finales de la década, Guadalajara gozaba de unas bien afianzadas escuelas de medicina, derecho, artes y oficio, comercial e industrial para señoritas, y también se creó la Escuela Dental de Jalisco, para preparar a jóvenes en la entonces novedosa profesión.

Griselda Alvarez Ponce de Leon
Fotografía: Ventaneando.net.

La niña Griselda provenía de una familia de fuerte bagaje histórico y político: por parte de la madre, doña Dolores, estaban los Ponce de León, cuya ascendencia llegaba hasta aquel conquistador y explorador, don Juan Ponce de León, a su vez noble, primer gobernador de Puerto Rico y quien mientras navegaba buscando la fuente de la eterna juventud descubrió lo que hoy conocemos como la Florida (que él mismo nombró), en 1513. Los Ponce de León, decía la maestra Álvarez Ponce de León, tenían la buena combinación de ser “ilusos y adinerados”.

Por el lado del padre, don Manuel Álvarez, le venía la sabia política. Fueron hacendados y juaristas de hueso colorado. El bisabuelo, general Manuel Álvarez Zamora, fue el primer gobernador de Colima, en 1857, aunque sólo duró treinta y siete días en el cargo, esto porque se encontró con el pistolete de los capitanes amotinados Mariano Vejár y José G. Rubio, quienes al grito de ¡Religión y Fueros! le dieron cita con la Parca. El padre de la poetisa, Miguel Álvarez García, “hombre de a caballo y decisión”, fue también político destacado, diputado local y a su vez gobernador de Colima, de 1919 a 1923.

Manuel Alvarez Zamora
El general Manuel Álvarez Zamora, primer gobernador de Colima (1800-1857) (Imagen: Periódico La Lealtad).

“Vengo de dos gentes muy recias y con carácter muy fuerte —contaba la maestra Griselda—, de manera que no tenía por qué salir yo suavecita”. Y así fue, por ejemplo, su madre, aunque de carácter bondadoso, era de armas tomar: cuando el papá, un tanto de ojo alegre, anduvo de romance con una comedianta regordeta, sin dudarlo cargó a la niña Griselda, hizo maletas, tomó un barco en Manzanillo y se fue a Los Ángeles, California, donde vivía el abuelo materno, dejando al marido “… nomás cuatro años”.

Tristemente la madre murió cuando Griselda tenía catorce años, tiempo de ilusiones y ensoñaciones para la joven. Más tarde, cuando también el padre falleció, Griselda decidió mudarse a la capital. Acá estudió, primero, en la Normal de Maestros, en1938; diez años después en la Escuela Normal de Especializaciones y a los ¡sesenta y tres años! en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, licenciándose en Letras Españolas con su tesis La inmortalidad en las obras de Jorge Luis Borges, recibiendo mención honorífica.

Griselda Alvarez
Fotografías: Radio Turquesa.

Doña Griselda contaba que por azares del destino en su primer empleo firmaba la nómina como laboratorista. Pero pronto comenzó a tener una carrera meteórica en el sector público: de profesora orientadora en el Museo Pedagógico Nacional, en 1961, a subdirectora cinco años después y luego directora general de Acción Social Educativa de la SEP, bajo el mandato de Jaime Torres Bodet: “Nuestra misión era una, elevar el nivel moral, económico y cultural de las mujeres.”

En 1965 fue directora general de Trabajo Social de la SSA y directora general de Servicios de Beneficencia del IMSS. Ahí impulsó el teatro, el deporte y desarrolló programas de capacitación para mujeres inscritas en talleres de plomería, carpintería, electricidad y tapicería: “Había llegado el momento de cambiar la cacerola por el martillo”. También fue directora del Museo Nacional del Arte.

Griselda Alvarez
Griselda durante su gestión como gobernadora de Colima (Fotografía: Radio Turquesa).

Para ella la política debía ser una “herramienta para servir a enorme escala”. Su vida política comenzó en 1976 al ser nombrada senadora por parte de Colima, pero sería tres años después que sucedió un parteaguas histórico para la mujer mexicana, cuando Griselda Álvarez Ponce de León se convirtió en la primera mujer gobernadora en la historia de nuestro país y la primera en cumplir un sexenio completo. En su toma de posesión dijo: “Vivamos un tiempo nuevo de plena igualdad con los hombres; sin privilegios que no requerimos, pero sin desventajas que no merecemos”.

Para lograrlo, dijo, “toqué todas las puertas, hasta las presidenciales en tiempos de López Portillo, para lograr mi objetivo: la gubernatura de Colima. La soledad fue uno de los costos que tuve que pagar por tal ‘atrevimiento’.”

Griselda Alvarez Ponce de Leon
Griselda Álvarez y José López Portillo (Fotografía: Archivo El Universal).

Álvarez Ponce de León recordó que a los tres meses de asumir la gubernatura “conoció a una mujer embarazada, quien tenía un hematoma de grandes dimensiones en el vientre, producto de los golpes propinados por su pareja”. Tal situación dio origen en la entidad al Centro de Apoyo a la Mujer, que hoy lleva su nombre: “Este centro abrió brecha en el país para atender a las demasiadas mujeres agredidas que necesitan acompañamiento en el proceso de sanar el Síndrome de Estocolmo, ya que la sociedad mexicana está enferma de violencia” … y sigue estando.

La bravura de Griselda hizo que se cambiara el Código Penal de la entidad para que ninguna mujer en Colima diera luz en la cárcel o para que las mujeres mayores de setenta y cinco años, que cometieran algún delito, cumplieran su sentencia en arresto domiciliario: “En la Escuela Normal encontré una aberrante situación en contra de la mujer: prohibición de estudiar a casadas o madres solteras. Eso tenía que cambiar, y en los últimos años de mi gobierno entregué un título profesional a mujeres en estas condiciones”. También se crearon apoyos para que las mujeres embarazadas pudieran seguir estudiando: “Incluso cuando Cuauhtémoc Cárdenas cerró prostíbulos en Michoacán, las invitamos a Colima para que se convirtieran en policías”.

Griselda Alvarez
Fotografía: Prensa Escenario.

 “En la política como en otros ámbitos, a las mujeres nos cuesta el doble”, dijo doña Griselda. Las mujeres entienden el poder de manera distinta, que va de acuerdo con su contexto y propias aspiraciones: “El poder es tener capacidad para realizar acciones vinculadas a la transformación de condiciones ante las cuales existe un compromiso. (…) Las mujeres estamos listas para el poder. La sociedad mexicana tiene capacidad para discernir si quiere a un hombre o a una mujer en la Presidencia de la República, pero hace falta saber si los partidos políticos están preparados para lanzar la candidatura de una mujer”.

En 1992 Griselda Álvarez publicó sus memorias como gobernadora en Cuesta Arriba: Memorias de la Primera Gobernadora (FCE y la Universidad de Colima).

Su pasión como escritora y poeta fue incansable: más de dieciocho volúmenes entre poesía, prosa, ensayo y cientos de artículos periodísticos. Además, fue de las pocas escritoras mexicanas en incursionar en géneros “prohibidos”, como el erotismo, con su poemario Erótica (1999). El escritor René Avilés Fabila recuerda: “Como poeta es notable. En Erótica habla del amor sensual, del sexo, de las iluminadas relaciones amorosas, describe al cuerpo varonil con maestría y nos indica cuál es la diferencia, enorme por cierto, entre pornografía y erotismo. Erótica son sonetos que hablan de la pareja, de su vano intento de convertirse en una unidad, de sus caricias suaves o violentas.”

G Alvarez Ponce de Leon
Fotografía: Archivo El Universal.

Su amigo y poeta Andrés Henestrosa dijo de ella: “Muy bien pudiera decirse que, en las letras mexicanas, donde abunda la pasión sin gobierno, Griseldasabe poner y trasmitir una lección de compostura y serenidad. Si alguna vez quisieras saber qué es lo que se debe hacer en cada caso, pregúntaselo a Griselda, lector”.

Uno de los más famosos poemas de esta bravura hecha mujer es precisamente Soneto a la mujer:

Nacer mujer es un inmenso reto,
circunstancia toral, dura la vida,
la hembra viene en pecado concebida
y el hombre nace lleno de respeto.
Buscas no ser objeto, ser sujeto
con ovárica fuerza sostenida,
para luchar con alma dividida
porque no en todo lograrás boleto.
Te dan sencillo mas te exigen doble,
sangras ante la ley casa conquista,
en la maternidad, sustancia noble,
gigante siempre, aunque el dolor embista,
por fuerza suave adentro roble,
pero te hacen, a golpes, ¡feminista!

Alvarez sonriendo

En cierta ocasión, Avilés Fabila le preguntó atrevidamente:

—¿Cuántos años tienes, Griselda?
La maestra contestó:
—Lo sabrás cuando muera.

Murió en marzo del 2009.