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Se consolida China como el segundo socio comercial de México en 2020

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Con base en la reciente información elaborada por Banco de México, China se consolida como el segundo socio comercial de México ante un complejísimo 2020: pandemia, caída de la economía y del comercio, guerra comercial y tensiones EE.UU.-China y otros aspectos elaborados puntualmente en esta columna. En 2020 China representó el 10.19% del comercio exterior de México, por primera vez por encima del 10%, con el 1.91% de las exportaciones y el 19.21% de sus importaciones en 2020. Si bien el comercio exterior de México en 2020 cayó -12.6% (en -9.3% en sus exportaciones y en -15.8% en sus importaciones), las exportaciones a China aumentaron en 11.7% (como único entre los principales socios de México) y las importaciones provenientes de China cayeron en -11.4%. Como resultado, en 2020 el coeficiente importaciones/exportaciones fue de 9/1 y por debajo de niveles de 14 o hasta 16 a 1 en la última década. No obstante, el déficit comercial fue, por mucho, el mayor de México, de -65,640 millones de dólares en 2020.

La información comercial recientemente publicada permite al menos tres grupos de reflexiones.

Por un lado, destacar una relativa estabilidad –con tendencia a la baja– de la presencia comercial de los países de la Unión Europea (UE) en el comercio de México: su participación cayó del 9.41% del comercio de México en 2008 al 7.83% en 2020, particularmente en el rubro de las importaciones mexicanas provenientes de la UE, del 5.93% al 4.97% para el mismo período.

En segundo lugar, el drástico cambio del comercio exterior de México con su principal socio comercial, Estados Unidos: si en 1999 el 81.03% del comercio exterior se realizaba con ese país, en 2020 cayó al 63.31%; en 2020 por primera vez en el período aumentó del 62.94% al 63.31%, como resultado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China y la señalada pandemia. La tendencia de largo plazo es clara: México disminuye sus importaciones e insumos provenientes desde Estados Unidos (del 74.68% en 1997 y del 43.79% en 2020) y mantiene su participación en las exportaciones con este mismo, aunque con tendencia a diversificarlas (del 88.73% en 2000 al 81.21% en 2020).

comercio entre México y China
Imagen: El Financiero.

Tercero, el caso de China. La presencia de China en el comercio exterior de México se ha incrementado abruptamente en las últimas dos décadas y particularmente vía sus importaciones: el 19.21% de las importaciones mexicanas provienen de China –todavía lejanas al 43.79% de las de EE.UU.– pero con una clara tendencia a la alza incluso en 2020. Si bien China es el tercer destino de las exportaciones mexicanas –y con un importante incremento en 2020–, siguen siendo reducidas y secundarias ante las masivas importaciones provenientes de China.

Las tendencias recientes anteriores nos llevan a un grupo de reflexiones adicionales.

Por un lado, a considerar que la República Popular China está ya plenamente integrada en las cadenas globales de valor de México –por ejemplo, en autopartes, automotriz, electrónica y telecomunicaciones, entre muchas otras–, y más allá de las tensiones entre Estados Unidos y China. Por el momento –y a diferencia de Brasil en cuanto a la implementación de la 5G por ejemplo– México pareciera estar exento por el momento de los debates en torno a la “competencia entre grandes potencias” (great power competition).

Por otro lado, particularmente el sector en México tiene la aparente esperanza de verse beneficiado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China: ni la información pública comercial, ni de Inversión Extranjera Directa (IED) de China, Estados Unidos, ni de México, parecieran verificar por el momento esta tendencia. La IED de China, por ejemplo, sigue representando menos del 0.5% de la IED de México acumulada hasta 2020, según la Secretaría de Economía, y con fuertes oscilaciones en la última década y sin tendencia a incrementarse.

En recientes debates en torno a que países como Vietnam y México pudieran verse “automáticamente y masivamente” beneficiados de las tensiones entre Estados Unidos y China, crecientemente aparece una tercera opción: el que las empresas trasnacionales opten por la estrategia “China + 1”, es decir, que decidan continuar sus actividades en China –por su mercado, dinamismo, proveeduría, etc.–y que busquen realizar adicionales inversiones en otros países, que no necesariamente Vietnam o México.

Instituciones como la Secretaría de Economía y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público deberán abordar la temática puntualmente ante la falta de los esperados “automatismos”.


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México: ¿Socio estratégico de Japón?

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Mucho agradezco a Arturo “N” su agresivo comentario sobre mi participación en el comercio exterior de México. Al respecto, mucho siento también que por timidez, pena, modestia, su deseo de permanecer en el anonimato o simplemente por cobardía, no puso su nombre completo, sin embargo, reitero mi agradecimiento por su mensaje ya que ha generado una serie de opiniones muy favorables sobre mi persona y las actividades que he realizado durante más de 45 años, siempre buscando el desarrollo y progreso de mi querido país.

Mucho más agradezco a las personas que valiente, desinteresadamente y personificando sus opiniones, han vertido comentarios que muestran su categoría como gente de bien, lo que mucho me enaltece y más me reconforta en este momento, pues han mostrado un verdadero amor por México y por su desarrollo.

El epígrafe que utilicé en mi artículo México: Programa de Desarrollo de Proveedores a la Exportación tiene  más vigencia que nunca por lo que con mucho gusto y el permiso de Don Camilo José Cela, se lo dedico a Arturo “N” y se lo transcribo a continuación para que no se le olvide su enorme contribución al desarrollo del comercio exterior mexicano, y pensando que posiblemente Don Camilo José Cela en algún momento llegó a conocer personalmente a Arturo “N”.


Dedico esta edición a mis enemigos
que tanto me han ayudado en mi carrera.
Camilo José Cela.

Para algunos de los países que tienen como principal problema para su desarrollo económico un mercado muy reducido, con un muy bajo nivel de ingresos de su población, la única alternativa ha sido el comercio exterior.

México así lo había entendido y durante los años 80 y principios de los 90 definió una estrategia basada en un proceso de desregulación que incluyó reformas estructurales y actividades muy coherentes que culminó con la firma del TLCAN con Canadá y Estados Unidos, países que constituyen el mercado más grande del mundo; el más próximo, con enorme volumen de importaciones, con alto nivel de compra y con el que somos complementarios en muchos aspectos.

Todo esto nos ubicó en una posición muy competitiva que generó enorme dinamismo en nuestra planta productiva y en nuestro comercio exterior pero, desgraciadamente, a partir del periodo de Ernesto Zedillo, la mediocridad reinó y no hubo ideas ni proyectos que contribuyeran a sostener este proceso ni a abonar la competitividad y el desarrollo de nuestro país. Es decir, no hubo estrategia alguna que nos permitiera aprovechar las ventajas comparativas que teníamos en relación con nuestros socios del TLCAN ni la extraordinaria ventaja de ser el único país de América Latina que había logrado negociar un acceso preferencial al mercado más grande y el más apetecido del mundo.

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Imagen: La Opción de Chihuahua.

Peor fue que a partir de 1994, la “política de comercio exterior” tuvo como base la firma compulsiva de TLC’s hasta completar un total de 54 países, con la mayor parte de los cuales los resultados han sido negativos, ya que si en el año 1993 tuvimos déficit con 29 países, para 2019 fue con 34 y para el periodo 1993-2019 alcanzó la cifra de 38 países por un monto de -897,126 millones USD, equivalente al 70% del PIB total de México en 2019.

Entre estos países se encuentra Japón, con el cual en el año 2005 nuestros altísimos funcionarios firmaron un TLC, un país que era la 2ª economía mundial con un PIB total de 4,571,314 millones USDD; importaciones totales de 516,075 millones USD y un PIB per cápita de 35,492 USD que permitía prever enormes posibilidades para incrementar nuestras exportaciones con ese destino.

Comentarios

El pasado mes de abril se cumplieron 15 años de la firma del Tratado de México con Japón, y los funcionarios mexicanos han comentado lo exitoso que ha sido este proyecto señalando el importante incremento que ha registrado el comercio mismo, pues en el periodo 1991-2019 acumuló un intercambio bilateral de 376,367 millones USD. Sin duda, una cifra espectacular pero engañosa, pues de ese gran total, el monto de la exportación mexicana fue de 53,077 millones USD en tanto que la importación procedente de Japón fue de 323,290 millones USD, con un saldo negativo para México de -270,213 millones USD.

Para 2006-2019, periodo en que ha estado vigente del TLC con Japón, la situación no difiere significativamente, pues el comercio total fue de 270,157 millones USD, con una exportación mexicana de 37,595 millones USD, una importación procedente de Japón de 232,562 millones USD y un déficit para México de -194,967 millones USD.

En este contexto, es importante señalar que la exportación de México con ese destino, a pesar de su incremento en valor, la participación en el total de nuestras ventas se ha reducido debido a que del 2.91% que representaba en 1991, en 2005 sólo representó el 0.69%, y que con la entrada en vigor del TLC, nuestra participación mostró un ligero incremento para alcanzar el 1.01% en el año 2016; sin embargo, para el 2019, ese porcentaje se redujo a 0.89%.

Conviene señalar que parte importante de las exportaciones mexicanas son resultado del comercio intrafirma que realizan las empresas japonesas con inversión en nuestro territorio, de tal manera que, de los principales 20 productos exportados, la mayoría corresponden al sector automotriz, eléctrico electrónico y minerales, incluyendo la destacada intervención de la sal exportada por una sociedad mexicana con participación de capital japonés: Exportadora de Sal.

Por lo que corresponde a los productos netamente mexicanos, en primera posición aparece la carne de porcino, seguido del aguacate –de lo cual me siento muy orgulloso por haber sido un importante promotor de su exportación–, atún, minerales de cobre, otras variedades de carne de porcino y de bovino, así como petróleo. En total, estos 20 productos representan el 62% de nuestra exportación total al mercado japonés.

Otros productos netamente mexicanos que aparecen como exportaciones son más cortes de carne de bovino, jugos de frutas, minerales de plata, calabazas, tequila, plátano, desperdicios de cobre, etcétera.

Las importaciones procedentes de Japón están encabezadas por automóviles y el resto son partes para automóviles, insumos eléctricos y electrónicos, máquinas y aparatos con función propia, laminados de acero y aceite diésel. En total, los principales 20 productos representan el 30.68% del total de nuestras adquisiciones.

Apuntes finales

El supuesto éxito del TLC con Japón es dudoso, pues la proporción del comercio bilateral en el total de nuestro comercio es decreciente debido a que no ha habido una estrategia que nos permita aprovechar sus necesidades e involucrarnos adecuadamente en un proceso de producción compartida con ese país, ni incrementar realmente los intercambios bilaterales de una manera sana.

En el año de 1975 elaboré mi tesis profesional con el título de La Renovación de Comercio Exterior de México en Asia del Este: China y Japón, a través de la cual hice un estudio comparativo de la promoción comercial de México en China y Japón, debiendo señalar que en aquel entonces, nuestro Consejero Comercial en Japón, el Ing. Felipe Avila Marcué me sorprendió mucho por la serie de ideas y proyectos que había generado para realizar la promoción de México en ese país, con resultados muy positivos.

Sin embargo, al terminar la misión del Ing. Avila Marcué en Japón, la promoción decayó notablemente y las oportunidades que había en ese mercado no fueron mayormente aprovechadas pues a su salida, las actividades en esa Consejería Comercial empezaron a desarrollarse por inercia y en forma reactiva, situación que fue agudizada por el fin de un sexenio en el que no hubo coherencia alguna ni programas que ayudaran a mantener el desarrollo económico del país. También es sorprendente que en aquella época México había mantenido un superávit comercial con Japón, eran nuestros años felices, pero los estertores de ese sexenio, inolvidable al igual que otros sexenios por sus terribles desaciertos, nos mostraron hacia dónde podía ir el país, pues en 1975 ya registramos déficit con Japón.  

balanza japon

Conviene señalar que, independientemente de ese déficit, 1975 fue el final de la cresta de bonanza de nuestro país, fue el año en que los mexicanos gozamos del mejor nivel de vida de nuestra historia medido por la evolución del salario mínimo y la inflación, de tal manera que, tomando como base 100% del año de 1952, en el año de 1975 fue de 281%, sin duda, eran años felices.

Para el año el 2018, el nivel de vida de las personas que perciben ingresos con base en el salario mínimo fue de 79.01% en relación con el año 1952. Este nivel de vida comparado con el de 1975 fue mucho peor, ya que sólo ascendió a 28.03%.

Desgraciadamente, pareciera que desde aquella época, nuestros altísimos funcionarios ya desconocían la operación real del comercio internacional y del comercio exterior de México y, al realizar este análisis, también me he dado cuenta de que tampoco conocían su historia y, por tanto, no podían prever su desarrollo, debido a que no tomaron en cuenta que el éxito del desarrollo económico de los países asiáticos se originó por un proceso de integración productiva transfronteriza, en el que privó una dotación de factores complementaria en el proceso de producción compartida; con Japón a la cabeza, el cual realizaba procesos de producción con alta tecnología y abundancia de recursos financieros que lo convirtieron en el principal abastecedor de componentes y de inversión para los que serían los nuevos países industrializados de Asia (NICs, New Industrialized Countries).

Al mismo tiempo, Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur (NICs), con abundancia de mano de obra y enorme inteligencia, empezaron a exportar productos manufacturados al resto del mundo con componentes y capital japonés. Sin embargo, estos países no se quedaron como México en la etapa básica de la maquila, sino que crecientemente incorporaron mayor valor a través de la capacitación intensiva de la mano de obra, del aprovechamiento de la tecnología japonesa y el desarrollo de tecnología nacional, realizando procesos manufactureros con creciente valor agregado y abandonando las labores iniciales de ensamble básico.

La situación que prevalecía cuando firmamos el TLCAN tenía una enorme similitud con la de Japón y los NICs, especialmente en lo que se refería a la dotación de factores complementaria. Pero para México parecía que no existían esos elementos y no los aprovechó, así como tampoco aprovechó las ventajas comparativas que tenía ni las condiciones tan favorables que había para desarrollar una integración comercial y productiva con Canadá y Estados Unidos en el marco del TLCAN; en su lugar, los altísimos funcionarios se “picaron” con la firma de TLC’s al por mayor y a pesar de los resultados tan pobres que he mencionado, el esquema de comercio exterior que implantaron no pudo crear un marco sistémico competitivo ni desarrolló a la planta productiva nacional, por lo que estuvo basado en la creciente importación de insumos para reexportar con reducido y decreciente valor agregado, convirtiendo a nuestro país en un maquilador simple, cuya base ha sido el ensamble.

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Imagen: iStock.

Hoy, en el caso de Japón, también veo con enorme preocupación que desde el 2005 ya teníamos un TLC pero que, por dogmatismo, por el desconocimiento de la operación real del comercio internacional, del comercio exterior mexicano y demás factores que he mencionado, nuestros altísimos e improvisados funcionarios impulsaron denodadamente la firma del TPP-11 señalando, con una ignorancia y un simplismo enorme, que a través del mismo podríamos obtener la ampliación de cuotas para la exportación de aguacate mexicano a Japón.

Pareciera que esos altísimos funcionarios desconocían que ya teníamos TLC con Japón desde el año 2005, y que a través del mismo era más fácil negociar bilateralmente este tipo de asuntos en lugar de llevar esa negociación a un foro multilateral como es el TPP-11 y que, eventualmente hablando del aguacate, la ampliación de dichas cuotas tendríamos que compartirla con países que se han convertido en serios competidores de México en la exportación de aguacate como son Chile y Perú, y en un futuro muy cercano, Nueva Zelanda.

Durante el primer año de vigencia del TPP-11, la obra maestra de nuestros altísimos funcionarios y culminación de la serie de negociaciones de TLC´s del más experimentado grupo de negociadores del mundo,como ellos mismos dicen que son, las importaciones procedentes de Japón, que en su mayor parte son insumos que se utilizan para ensamblar en nuestro país y reexportar con reducido valor agregado, correspondieron a 3.95%, que comparado con el año 2006, primer año de vigencia del TLC en que fue de 5.97%, nos arroja un importante retroceso.

Esto nos obliga a poner enorme atención en este negativo proceso, pues la cercanía de Japón con otros socios del TPP-11, nos genera una enorme desventaja que difícilmente podremos compensar debido a la distancia, a la mayor competitividad de esos países y a la carencia de una estrategia integral por parte de México, que desgraciadamente puede provocar la emigración de más procesos productivos que actualmente todavía se realizan en nuestro territorio a Asia, como ha sucedido en los 26 años más recientes con numerosos procesos de manufactura que antes se realizaban en la región del TLCAN.

Balanza comercial con Japon

Sin duda alguna, es necesario revisar nuestra situación a fin de acabar con la simulación y la improvisación, y definir una estrategia realista que nos permita utilizar al comercio exterior como un verdadero instrumento y palanca del desarrollo económico como ha sucedido en otros países.


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