Semáforo rojo tardío causa máximos en muertes por COVID-19 en la CDMX

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Tan sólo del martes al miércoles, la Ciudad de México (CDMX) registró un incremento de 464 defunciones por COVID-19. Sin embargo, es un escenario que no causa gran extrañeza si se toma en cuenta que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, implementó un segundo semáforo rojo tardío con mensajes confusos y agresivos de “alerta” para la población. 

A casi un año de que el virus SARS-CoV-2 tocó el territorio capitalino, la región se convirtió en escenario de un alza de contagios, hospitalizaciones y pérdidas humanas. En este sentido, la CDMX ya acumuló 464 mil 893 casos confirmados—con un crecimiento de 6 mil 385 en la última jornada— y 27 mil 943 fallecimientos en total. 

Del mismo modo, las hospitalizaciones llegaron a niveles mayores. Hasta la actualización del 26 de enero, la CDMX reportó 7 mil 257 personas internadas por la COVID-19. De dicha cantidad, 5 mil 411 se encuentran en camas generales y 1 mil 846 requirieron ser intubadas. 

Así es como al momento, los centros de atención en camas generales tienen únicamente una capacidad al 11. 4 por ciento. Mientras tanto, los espacios para pacientes graves permanecen a los 16. 9 puntos porcentuales.  

Pandemia de COVID-19 en la CDMX. Fuente: Gobierno de la CDMX

Y es que desde finales del año pasado, la Ciudad de México rebasó los peores momentos del semáforo rojo pasado (1 al 29 de junio del 2020).  Con mayor número de ingresos a los hospitales, el hartazgo de la gente, la víspera de las fiestas decembrinas, así como con la desesperación económica, era de urgencia aplicar medidas claras y oportunas. Todo lo contrario, la jefatura de Gobierno prefirió darle vueltas al asunto. ¿Cuál fue la consecuencia? Enfrentar semanas después un alargamiento del confinamiento con muertes sobre la espalda. 

Un semáforo rojo entre altera y confusión

Luego de un panorama complicado por la COVID-19, el 29 de junio de 2020, la Ciudad de México comenzó su transición paulatina al semáforo naranja. Con ese color que permite además de las actividades esenciales, la apertura de establecimientos a partir de medidas sanitarias, la región estuvo un buen rato. No obstante, las cosas se salieron de control y poco a poco la pandemia volvió a subir. 

En los últimos meses del 2020, la contingencia sanitaria generó gran incertidumbre en la población capitalina. Había aumento de casos, hospitalizaciones y pérdidas humanas, pero Sheinbaum optó por no pintar rápidamente a la ciudad de rojo. ¿Eso fue un problema?

Aunque el semáforo naranja representa un riesgo “alto” de contagio, parece que los habitantes de la CDMX se confiaron y comenzaron a descuidar las medidas preventivas al virus SARS-CoV-2. Asimismo ,se fueron para arriba los negocios abierts sin precauciones y como era inevitable, durante el otoño e invierno, aumentaron las enfermedades respiratorias. 

Pese a lo anterior y con un discurso no coercitivo pero sí confuso, Claudia Sheinbaum junto con su equipo, prefirió posponer un nuevo segundo semáforo rojo. A cambio, comenzó a implementar variantes del naranja con base en mensajes de “alerta” y “riesgo”, pero que decían poco o nada para la gente. 

Semáforo epidemiológico. Fuente: Secretaría de Salud.

El 13 de noviembre del año pasado, la jefa de Gobierno inició su nueva y extraña escala con la categoría “semáforo naranja con alerta”. Una semana después, repitió la decisión bajo el argumento de impulsar la responsabilidad ciudadana. 

Como su anuncio no tuvo un impacto en  la baja de casos, defunciones y hospitalizaciones,  el 27 de noviembre comenzó con la etiqueta “semáforo naranja con límite al rojo.” En un juego de ser yo ser y de abrir o cerrar, los cuestionamientos hacia la funcionaria capitalina iban al alza.

“¿Por qué no regresar al rojo con esa cifra de hospitalizaciones?”, ¿En qué semáforo está la CDMX?, ¿cuáles son las medidas a seguir por ahora? fueron preguntas que abrumaron a la jefa de Gobierno, quien el 11 de diciembre simple y sencillamente se negó a ponerle color a la demarcación. 

Pese a las negativas capitalinas, cada vez había menos camas y más pérdidas humanas, así que lo esperado se confirmó. Desde el 19 de diciembre y hasta el momento, la Ciudad de México está teñida de rojo. Con una reapertura paulatina, empresas desesperadas y familias desintegradas, el confinamiento se ha alargado más de lo previsto —pretendía quitarse el 10 de enero—. ¿Qué hubiese pasado con un control más oportuno?

Finalmente, como dicen por ahí, “el hubiera” no existe y ahora las autoridades siguen sin poder mitigar la propagación de ese virus mortal. Esperanzados en el avance de la vacunación antiCOVID-19 —un proceso poco transparente y engañoso—, los habitantes de la capital del país están a la expectativa del informe semanal de mañana.

Semáforo epidemiológico. Fuente: Secretaría de Salud.
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