70 años de Hiroshima: la reflexión necesaria

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A finales de la Segunda Guerra Mundial, una mañana de agosto de 1945,  el cielo de la ciudad de Hiroshima se iluminaría como consecuencia del estallido de la primera bomba atómica que los Estados Unidos utilizaron sobre Japón.

Ciudad de México (elsemanario.com).- El horror que protagonizaron los japoneses en agosto de 1945 se ha convertido en parte de la cultura popular. En ese sentido, a pocos se le escapan los hechos ocurridos en  Hiroshima y Nagasaki; de igual manera, el hongo formado por estas explosiones letales así como los daños posteriores para los sobrevivientes han formado parte del debate desde entonces; son postales de uno de los episodios más grotescos en la historia de la humanidad y claro ejemplo del mal uso que podemos darle al conocimiento científico.

Hiroshima fue afectada brutalmente por una bomba que había sido proyectada y probada. El Proyecto Manhattan fue el nombre en clave para aquel proyecto en el que participaron grandes físicos y eminencias científicas de la época y que culminó con la creación de una de las armas más potentes y deleznables de la edad contemporánea de la humanidad: la bomba atómica.

La bomba atómica fue una muestra innecesaria de poder por parte de los Estados Unidos (y quizá un guiño para Stalin y la URSS), pues los japoneses estaban cercanos a la rendición por sus avasallantes bajas en el campo de batalla, sin embargo, el impulso y espíritu japonés los llevaba a mantenerse de pie. Tal vez, su histórico orgullo, su resistencia a rendirse, fueron la brecha ideal para que el gobierno estadounidense decidiera lanzar la bomba aquel 6 de agosto de hace 70 años; tal vez no tuvo nada que ver con ellos y sí, con la sed de Estados Unidos de mostrarle al mundo la totalidad de su fuerza.

Mirando en la historia, el 28 de julio de 1945, Japón rechazó las condiciones impuestas por los aliados, en donde Truman, Churchill y Stalin señalaron los términos de la rendición de la potencia en la conocida Conferencia de Potsdam.

A Japón le pegó la historia; lo triste de la situación es que ese brazo le da casi siempre a la población, no a los gobiernos que toman las decisiones de asistir a los conflictos bélicos.

Mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, Japón tiene su propia historia negra; una donde amedrentó y pegó antes de convertirse en víctima de otro de los grandes imperios de la edad contemporánea. Japón sometió y fue sometido.

Hoy, sin embargo, el pueblo del Sol naciente es nuevamente una de las grandes potencias tecnológicas del mundo; logró crecer después de la ocupación y protectorado estadounidense; además de absorber parte de la “cultura” de este último, después de que firmara su rendición el 2 de septiembre de 1945, habiéndola anunciado desde el 15 de agosto.

El 6 de agosto de 1945, fue un día soleado a pesar de la barbarie de la guerra; era una mañana en la que muchos desayunaban o se preparaban para iniciar sus actividades rutinarias en medio del conflicto bélico más famoso y sangriento de la humanidad. Un día más en la vida de los japoneses; sin embargo, ese día viviría para siempre en la historia de todos los pueblos pues,  a las 8:15 a.m., caería la muerte violenta desde el cielo. Little Boy (bomba atómica que explotó en el aire, en Hiroshima) desapareció por completo todo aquello con lo que se encontró en la Zona Cero de la expansión: algunos testigos lograron narrar el horror , otros tantos, los más,  no tuvieron oportunidad de hacerlo.

Así, de la nada, una mañana, miles de personas murieron al instante y otras más (miles también), perecieron con el tiempo. Algunos sobreviven; otros son recuerdo. El gobierno después adoptaría una política pacifista y antibélica, sin hacer un uso crítico del dolor que habría causado el imperio japonés en años anteriores a esta catástrofe; como diría la historiadora japonesa Eri Hotta:

El Japón más conservador y oficialista, todavía dominado por la extrema derecha, continúa dando por sentado que, mientras se siga hablando de paz, podrá evitar hacer un examen de otros aspectos más sórdidos de su historia agresiva e imperialista, dicho sea sin perjuicio de algunas admirables iniciativas civiles, periodísticas, artísticas y académicas emprendidas a lo largo del tiempo para dar pie a un debate público sincero. Existe una clara división entre aquellos que consideran la guerra como un noble, aunque fallido, intento de defender los intereses del país y los que la ven como un trágico error”.

Por supuesto, nada justifica la barbarie producto de este conflicto bélico. Hoy, 70 años después, la guerra nuclear continúa siendo una amenaza para todos los que habitamos este planeta tan apaleado, pero además, el hombre se ha encargado de inventar nuevas formas de enfrentamiento, que causan horrores y destrucción de manera distinta a cómo lo hizo una bomba en un pequeño pueblo japonés que se ha quedado grabado en el imaginario colectivo de gran parte de la población mundial.

¿Es qué la humanidad no aprendió nada luego de esta cruenta guerra? ¿Qué otros crímenes perpetuaremos contra nuestros semejantes? ¿Se puede tener fe en la humanidad luego de conocer hechos como este?

Por Alberto Cedeño.

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