Ocio

El gran encierro

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A veces uno se queda sin palabras. Piensa y piensa qué decir o escribir y nada, nada aparece con nitidez. No hay un concepto, un olor, un sonido, un sabor, una sensación del momento o un recuerdo del cual colgarse para abrir el diálogo interno o interpersonal. 

A todos nos ha pasado. De tiempo en tiempo nos habitan emociones y sentimientos, pero no hay capacidad de hacer encajar lo que se vive con lo que se puede expresar. Y uno se pregunta, inevitablemente, si hay algo mal, si no funcionamos bien, si nos quedamos en silencio por alguna incapacidad o porque, en verdad, lo que vive en nosotros es un gran vacío, una oquedad que creíamos con contenido.

El estupor es así, también lo es el asombro. La experiencia del desconcierto, del dolor, del espanto y del otro lado, el deslumbramiento, el amor y la pasión nos pueden llevar a la misma percepción de aislamiento. 

“Algo late aquí dentro”, nos decimos, no sabemos bien qué es, incluso si es real; pero está ahí, estático o como un torbellino, sacudiéndonos incluso en nuestra parálisis. ¿Tiene forma, tiene límites, tiene un nombre? Nos agobia y nos inquieta, pero también nos impulsa.

gran encierro
Imagen: Mind Journal.

La energía psíquica es un universo en permanente sístole y diástole, en expansión y recogimiento. Vivimos en ella y con ella. Le buscamos límites y siempre lo rebaza; intentamos amoldarla a normas sociales y convenciones culturales, formulamos hipótesis y teorías para describir y, sobre todo, predecir su comportamiento; y nada, siempre se sale, de una manera u otra forma, con la suya. Sigue una lógica que no es nunca la nuestra.

Persistimos, seguimos creyendo poder atraparla, domesticarla y, así, sostenernos de algo más seguro que el lenguaje. Creamos palabras y estamos hechos de palabras. Pero ¿qué es lo que en verdad buscamos?, ¿control, sosiego, estabilidad?, ¿o todo esto se trata de una apuesta, de un juego imposible de ganar, pero magnífico de experimentar?

El gran encierro que con frecuencia nos deja mudos, probablemente, no es más que el agujero negro que está del otro lado del paraíso, de ese del cual se dice que, afortunadamente, alguna vez fuimos expulsados. Del jardín botánico perfecto, estable, seguro y tibio, en el que todo estaba resuelto y en el que, por lo tanto, el vértigo de la creatividad no tenía lugar. 

Bienaventurados entonces todos nosotros, porque de los desterrados es el Reino de la Imaginación.


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Cuando ellos despertaron… todo seguía siendo política

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#CuandoDespertaron

Había una vez un dirigente de un partido quien, mientras dormía, soñaba que le habían encomendado ganar una elección a como diera lugar. Al tratarse del partido que detentaba el poder, este dirigente recibía órdenes de sus superiores. No procedía solo y su margen de decisión era, por no decir poco, casi nulo. Pero eso iba a cambiar, en los sueños, todo era posible.

Mientras soñaba, el dirigente revisaba los perfiles de los precandidatos y encontró que, en un estado del sur de país, uno de los precandidatos había sido acusado por violación. Su indignación era total.

—¡Cómo era posible que siquiera pudiera registrarse como precandidato una persona acusada de semejante delito!, pensaba el dirigente.

Seguía su sueño y se veía como todo un super héroe (con capa y toda la cosa) y que, levantando el vuelo cual superman, llegaba al palacio de su superior y le informaba sobre su hallazgo. Su superior, indignado, le ordenaba que por ningún motivo permitiera que ese precandidato siquiera participara en la elección interna. Había muchas personas valiosas en ese estado que perfectamente podrían ser los candidatos, sin esa sombra de duda que aquejaba al precandidato mencionado. Reconfortado, el dirigente voló de regreso y rápidamente anunció a todo lo largo y ancho del país, que retiraban a ese precandidato y que, si quería ir a la contienda, no lo haría arropado por su partido. La ovación no se hizo esperar, sobre todo la de las mujeres de ese estado del sur del país quienes, agraviadas, se sentían liberadas de no tener la posibilidad de que su gobernante fuera un violador.

El dirigente despertó de su sueño y estaba muy contento, se sentía reconfortado; pero unos momentos después, se miró al espejo y recordó quién era. Ya no tenía la capa, ni parecía súper héroe. Recordó que el personaje violador, que veía en su sueño, no había sido detenido y que el partido que aquel dirigente encabezaba, lo arropaba. Se deprimió entonces.


Había una vez un hombre supremo quien, mientras dormía, soñaba que todo funcionaba bien en el país que gobernaba. La pobreza no existía, el desarrollo económico era impresionante y el empleo crecía de forma exponencial. La violencia e inseguridad eran cosas del pasado y su combate a la corrupción había sido tan efectivo, que ahora todas las compras de gobierno eran concursadas, informadas en el preciso momento en que se llevaban a cabo y perfectamente registradas. Este hombre supremo vio entrar, por la ventana de su palacio, a un súper héroe vestido de capa. Era el dirigente de su partido. Lo recibió con júbilo y, cuando escuchó sobre el hallazgo de aquel hombre que osó registrarse como precandidato del partido donde ellos militaban, aun siendo acusado por violación, el hombre supremo le ordenó a su dirigente que, por ningún motivo permitieran que ese precandidato siquiera participara en la elección interna.

El hombre supremo despertó de su sueño y estaba muy contento, se sentía reconfortado, después se miró al espejo y recordó quién era. Estaba convencido de que todo lo que hacía estaba bien, y que lo que había soñado era lo que estaba pasando en el país que gobernaba. Lo único que no le cuadraba del sueño era por qué le había ordenado a su dirigente que no permitiera que ese precandidato violador participara en la elección interna. Se regocijó de recordar que eso sólo lo había soñado y que efectivamente, para él, lo importante es quién pueda llegar a ganar una elección y no qué antecedentes tenga.


sueno bestia

Había una vez un candidato a un gobierno de un estado del sur de un país quien, mientras dormía, soñaba. Para él era un sueño dulce, pero para cualquiera que viera lo que soñaba, era una pesadilla. En el sueño, sometía a mujeres, las amedrentaba. Las violaba una y otra vez. Aparecían más mujeres afectadas, en la medida en que el candidato tenía más poder. Se regocijaba del poder y lo usaba para tener más mujeres sometidas, asustadas y vulnerables. Su risa era una carcajada malévola. Se sentía un animal poderoso y bufaba estruendosamente mientras las mujeres trataban de huir sin conseguirlo. Las pisoteaba, las tomaba del cuello y las engullía como un monstruo hambriento. Después, veía en su sueño cómo todo se le venía abajo, porque un super héroe llamado dirigente y su superior lo dejaban solo y no apoyaban su candidatura.

El candidato despertó de su sueño y estaba muy angustiado, su corazón palpitaba aceleradamente y sudaba.

—“¡Cómo es posible que me quitaran mi candidatura!”, pensaba.

Se miró al espejo y recordó quién era. Se sintió tranquilo y en paz, seguía siendo candidato y sus sueños se harían realidad. Por lo menos eso pensaba él.


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Fábula del reino de Toropiara

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Había una vez, en una tierra muy lejana, un reino llamado Toropiara. En él reinaba un monarca llamado “Paco el cruel”, por sus detractores, y “Paco el salvador” por sus seguidores. Años atrás, se había peleado con su hermano Manuel el Rojo por el trono y lo había matado. De haber vencido, Manuel también habría matado a Paco. Los seguidores de Manuel fueron encarcelados o huyeron a reinos limítrofes. Como el monarca fratricida era impotente, decidió que su sucesor sería el hijo de un primo lejano llamado Julián C. Bobon. Pero, eso sí, él educaría a su sucesor. Por supuesto, el pueblo rebautizó a su futuro monarca como Julián “el bobo”. En efecto, en la familia del futuro monarca abundaban las uniones incestuosas y no se podía decir de sus antepasados que fueran unas lumbreras. Peor aún era escucharlo, su voz tipluda y trastabillante confirmaba los peores recelos. Y cuando quería dárselas de culto y hablaba en la lengua del rey Arturo, los traductores sufrían para descifrar sus palabras. Los años pasaron y una buena mañana todas las campanas doblaron, pues el rey Paco había muerto. Sus enemigos celebraron grandes fiestas, mientras que sus seguidores quedaron sumidos en el mayor de los desconciertos. Su líder infalible había muerto y no tenían la menor esperanza en su sucesor.

Con lo que nadie contaba en el reino, era que el nuevo monarca fuese muy consciente de sus limitaciones. Sus instructores y Paco se lo hacían ver todos los días. Por no tener, no tenía ni siquiera los ánimos belicosos y conquistadores de sus antepasados. Por ello, sabedor de que no sería capaz de dirigir el reino, Julián “el bobo” decidió instaurar el puesto de primer ministro y supo elegir a un hombre de la región de la Piara (el reino se componía de las coronas de Toro y Piara) para que llevara a cabo todas las políticas del reino. Eso sí, desde el primer día quedó claro que el monarca tendría todos los privilegios sin ninguna responsabilidad. De esta forma, él podía destituir a su primer ministro y asesores según su capricho, apropiarse de las arcas públicas y, por supuesto, tenía derecho de pernada entre todas las mozas del reino. Ese derecho había sido abolido por su antecesor bajo la premisa de que, si el rey no podía gozar en el lecho con una dama, nadie podía salvo si estaban casados.

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Imagen: Patryk Hardziej.

Por fortuna, el noble elegido; Rodolfo Juárez, era un hombre bondadoso. Al poco tiempo de tomar el poder, permitió el retorno de todos los exiliados y convenció al monarca para que perdonase a todos los seguidores encarcelados de “Manuel, el Rojo”. De igual manera, anuló el derecho a recurrir al juicio de Dios en los juzgados. Más de una vez en los juzgados, los burgueses presentaban quejas ante los tribunales por desmanes cometidos por los caballeros y los jueces les daban la razón. Entonces, el caballero recurría al juicio de Dios y, como el burgués no sabía combatir, acababa pidiendo perdón al noble ofensor. Finalmente, Juárez abrió las puertas de su reino al comercio con otras naciones e incluso permitió que los trovadores y heraldos reemprendiesen su oficio durante tantos años prohibido por el rey Paco.

Los primeros años fueron de bonanza y todo el pueblo estaba contento con la prosperidad creciente. Solo el califa de Anguila, hombre probo y coherente, renegaba de los “derechos” del monarca y sus amigos a violar las plebeyas del reino y exigía transparencia en las cuentas de la corona. Por supuesto, fue vilipendiado por todos los heraldos del reino y castigado con el exilio donde moriría pobre y abandonado. Todo parecía ir bien en el reino de Toropiara, cuando una plaga de langostas arrasó todas las cosechas en un tiempo tan veloz, que apenas se pudieron almacenar cereales. Como la dieta del reino dependía en gran medida de los cereales, pronto empezaron a morir los vasallos de hambre. Mientras, sus amos seguían alimentándose de carne y pescado todos los días. Fue entonces que surgieron numerosos imitadores del califa que, si bien nunca lograron llegar al puesto de primer ministro, sí consiguieron mermar su popularidad hasta tal punto que el rey, temeroso de la ira popular, decidió despedirlo. Sus sucesores fueron una serie de mentirosos, oportunistas y ladrones que se vanagloriaban falsamente de mejorar la situación del reino y de haber encontrado la solución ideal a los problemas de plagas. Por aquella época, apareció en la vida del rey una cortesana de nombre Karina que, a decir de sus defensores, era una hechicera que le anuló con embrujos el juicio. Los detractores del monarca, no obstante, acabaron queriéndola, pues a través de ella los vasallos adquirieron conocimiento del gran gusto del monarca por vaciar periódicamente las arcas.

10 años pasaron de la invasión de las langostas. Cuando el reino empezaba a recuperarse, llegó la peste bubónica y quedaron sin cosechar los campos por temor al contagio, el primer ministro de turno volvió a mostrar su consabida incompetencia. Para colmo de males, el monarca se encontraba en el reino de Rocafuerte divirtiéndose en una orgía a la que había sido invitado por su primo el monarca vecino. El rey, haciendo nuevamente gala de su falta de carácter, decidió permanecer en Rocafuerte hasta que la plaga hubiese desaparecido. Fue entonces cuando los vasallos de Toropiara se hartaron de tanta incompetencia y corrupción y decidieron que no necesitaban un padre de la Patria. Se levantaron en armas y expulsaron con gran facilidad a los seguidores nobles del monarca. Se repartieron las tierras entre los labradores y, tras la desaparición de la plaga, volvió la gente al trabajo y después de un año de ardua labor empezó a mejorar la situación.

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Imagen: Pinterest.

Pese a las restricciones, todo era felicidad en aquella época, pues todo el mundo se sentía dueño de su propio destino. Sin embargo, el rey y su séquito no descansaban. Con la ayuda de sus vecinos levantó un ejército de 10,000 hombres que, a mediados de la primavera, empezó a marchar hacia la frontera. Los toropiáricos se enteraron de ello por unos artistas ambulantes y reunieron de forma desordenada, una armada numerosa, pero compuesta de jóvenes que nunca habían blandido un arma. Los oficiales de este ejército apenas habían visto un combate en su vida. Ambos ejércitos avanzaron a marchas forzadas con el fin de luchar en un terreno más favorable a su causa. El sitio elegido por el destino fue el valle de “las tres cumbres”. Sería una batalla a la antigua usanza donde todo dependería de la puntería de los arqueros y el arrojo de la infantería. La batalla se dirimiría en un valle no muy angosto.

Al despuntar el amanecer, la tierra pareció temblar ante el avance impetuoso de los 2 ejércitos. Durante un par de horas, los toropiáricos resistieron con tenacidad al enemigo, pero cuando éste desplegó su inmensa caballería, la suerte parecía estar echada. Media hora después los restos del ejército retrocedían en desbandada, cuando se oyó a lo lejos un cuerno. Por un momento, todas las miradas se dirigieron al Norte. Ninguno de los dos ejércitos esperaba refuerzos. Un tercer ejército compuesto por decenas de miles de ciudadanos de Rocafuerte que acometieron a las tropas monárquicas. Por su parte, el ejército toropiárico aprovechó el reposo para recomponer sus filas y volver a la carga. En menos de una hora los monárquicos se habían rendido. El líder de los plebeyos de Rocafuerte se dirigió a los toropiáricos.

—Hemos visto su decisión de quitarse las cadenas de su monarca opresor y hemos decidido hacer lo mismo. O nos deshacemos conjuntamente de nuestros opresores o estos acabarán volviendo.

Ambos pueblos se fundieron en un abrazo. A partir de ahí, los soldados del ejército perdedor fueron indultados. En cambio, los dirigentes y los dos reyes fueron condenados al exilio en las islas afortunadas. Ambas repúblicas viven hermanadas y felices de poder elegir a sus dirigentes desde entonces.


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Padres afectivos y efectivos

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Los padres de mayor éxito en su misión son aquellos que tienen la rara habilidad de meterse detrás de los ojos del niño y que logran ver lo que él ve, pensar lo que él piensa y sentir lo que él siente. Al final, los que saben interpretar el significado que yace detrás de su comportamiento.

Ser padres es una de las más importantes y desafiantes tareas para los adultos de hoy. Amor intenso, frustración, gozo, desconcierto y vulnerabilidad son algunos de los sentimientos que desencadena esta misión.

Tal vez, responder a estas preguntas serviría como punto de partida para reflexionar sobre nuestra postura frente al reto que implica aprender a ser un coach emocional para nuestros hijos:

¿Cómo reaccionas cuando te enfrentas con los sentimientos de tus hijos?
¿Los escuchas, los descalificas, te asustan, reaccionas igual?
Cuando las emociones en tu familia se ponen álgidas ¿sabes manejarte adecuadamente, te evades o te desbordas?
¿Intuyes la importancia del “alfabetismo emocional” pero no sabes cómo aterrizarlo en la vida diaria?

La mayoría de los consejos que se dan a los padres en la actualidad sobre la educación de sus hijos ignoran las emociones: llenos de información sobre el manejo de sus malas conductas, pero sin tomar en cuenta los sentimientos detrás de dichas conductas.

El objetivo de la educación no es simplemente tener hijos obedientes y sumisos, la mayoría de los padres esperamos más de nuestros hijos: deseamos que sean responsables, que tengan la fuerza para tomar sus propias decisiones, que desarrollen sus talentos y que gocen de la vida. Esperamos también que tengan éxito en las relaciones interpersonales para que a futuro generen buenas amistades y una relación de pareja satisfactoria.

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Imagen: Brian Britigan.

El amor por sí mismo no es suficiente. Los padres dedicados, cálidos e involucrados tienen actitudes específicas en relación a las emociones propias y a las de sus hijos. Ser un padre emocionalmente inteligente radica en saber interactuar con los hijos cuando las emociones se ponen en juego.

El hombre de hoy se considera a sí mismo victorioso conquistador del universo. Conoce enigmas de las profundidades de los mares y ha conquistado el cielo y el espacio con su tecnología. Nunca antes, como ahora, la humanidad se había visto tan cerca de realizar sus sueños de bienestar y grandeza. El progreso científico sigue avanzando de manera espectacular. Con todo, la humanidad no ha podido apartar, ni siquiera suavizar, los males sociales que azotan la convivencia humana. Estos no disminuirán en número ni en gravedad mientras no se eduque mejor a las nuevas generaciones.

Los niños constituyen el recurso más preciado de la humanidad. Sin embargo, por el modo de proceder humano parecería que otros recursos fueran más importantes: se estudia afanosamente para construir casas, administrar negocios, interpretar leyes, hasta que un día se afronta en completa ignorancia la tarea de educar a nuestros hijos.

¿Improvisación o preparación?

La naturaleza humana es muy compleja, si las conductas de los hijos son incomprensibles, si no existen instintos educativos y el sentido común no es suficiente, es evidente que para ser padre o madre se necesita preparación. El engendrar y dar a luz no nos da los conocimientos necesarios para educar a nuestros hijos.

Hoy, de manera particular, como padres de familia enfrentamos retos que muy probablemente la generación de nuestros padres y abuelos no tuvieron que experimentar, y esto es debido al cambio acelerado del mundo en que nos ha tocado vivir.

¿Cuáles retos tendríamos que confrontar?

Las exigencias sociales y económicas.
La tensión inducida por el cambio, la competencia, la eficacia y la rapidez.
La celeridad de las comunicaciones. La influencia paterna ha disminuido debido a la entrada de los medios al interior de las casas (Internet, T.V., con la consecuente franqueza brutal que impera respecto al sexo, lo cual provoca en el niño un brusco despertar “inusitado en otros tiempos”, que lo obligan a afrontar estímulos impropios para su edad).
El cambio general operado en las relaciones humanas. Se ha pasado de una sociedad autocrática (jerárquica) a una sociedad democrática. Esto en particular se refleja en el seno de la familia (los niños intuyen que como seres humanos son iguales a sus padres en cuanto a su valor humano y su dignidad; merecen respeto, ser escuchados, aceptados…), si no la saben conscientemente, sí lo intuyen y lo manifiestan con palabras, actitudes y cuestionamientos. Por esto no se someten tan fácilmente a las técnicas tradicionales para obtener obediencia, que generalmente se refieren a la imposición, al premio y al castigo. A estas demandas de igualdad los padres de familia no hemos sabido responder: vemos los errores de nuestros padres y no queremos repetirlos en nuestros hijos, pero esto a veces se manifiesta en una situación de confusión, desorden e indisciplina.

educacion para padres
Imagen: Andrea Wan.

Ante este mundo cambiante la tarea primordial de los padres es ayudar al niño a desarrollarse plenamente, a lograr una madurez integral:

⋅ Habilidad para conocerse a sí mismo y al mundo. Conocerse y apreciarse en su justa medida, ni más ni menos. El conocimiento propio y del mundo debe llevar a la aceptación.
⋅ Capacidad de ser uno mismo en proximidad con la gente que amamos y nos interesa. Poder relacionarse afectivamente con familiares y amigos sin perder la auto dirección e individualidad: Equilibrio entre auto dirección y pertenencia.
Manejo adecuado de la afectividad. Descubrir el lenguaje de los sentimientos, capacidad de auto tranquilizarse, de no reaccionar ante lo que los demás hacen y de no reprimirse.
Hacerse responsable por uno mismo.
Tener un objetivo en la vida: un propósito.

Las investigaciones han demostrado que los niños educados por padres que valoran y guían sus emociones, pero que al mismo tiempo tienen límites claros, hacen un mejor papel en diversas áreas. Estos niños forman amistades más fuertes, se desempeñan mejor en la escuela, aprenden a lidiar más efectivamente con sus estados de ánimo (humor), tienen menos emociones negativas y se recuperan más rápidamente de eventos conflictivos, e inclusive, se enferman menos.

A todo esto, podríamos llamarle “Educar para la Vida”, y con este objetivo, destacar la importancia del “alfabetismo emocional” y de los límites.

Las emociones son como una “especie de radar” que capta lo de afuera, es decir, lo primero que impacta al cuerpo; la “continuación e intensidad” de este estado emocional, se debe a los sentimientos que genera, esto es: primero se desencadena una emoción, seguida de una acción y la generación de posibles sentimientos. Los sentimientos pasan por una elaboración cultural o de significado, es decir, que están mediados por nuestro sistema de creencias. Podríamos decir que lo que amenaza de afuera (emoción) le doy un significado (sentimiento). Sin embargo, en la realidad, las dos ocurren casi simultáneamente, “son dos momentos del mismo acto”.

padres emociones
Imagen: Emily Eldridge.

Si lo que hacemos y aprendemos está moldeado por la forma en que sentimos, si hemos aprendido de nuestra cultura, padres, educación, etc., que los sentimientos y emociones no deben manifestarse, ni expresarse, por lo tanto, nos sentimos vulnerables ante ellos y no sabemos manejarlos cuando surgen en nuestro interior o cuando se manifiestan en nuestros hijos. Este “analfabetismo emocional” y de alguna manera sentimental, se debe generalmente a heridas de la infancia, y para no ser lastimados de nuevo, intentamos defendernos y no volvernos a exponer. De esta manera, es posible que construyamos mecanismos de defensa que tienen que ver justamente con la manera de suavizar la intensidad de nuestros sentimientos, llegando muchas veces a distorsionarlos.

Las emociones tienen todo un lenguaje propio que hay que escuchar o “saber mirar”, ya que de alguna forma resume lo que hemos vivido (grato o doloroso), refleja nuestra historia, preocupaciones actuales, anhelos y temores futuros. Si aceptáramos la voluntad que se requiere para escuchar nuestro mundo emocional, quizá nuestros sentimientos se conectarían más con la idea de armonía y paz. El lenguaje emocional, es decir, el reconocer la emoción que está detrás de un comportamiento, es el medio por el que nos comunicamos con nosotros mismos; si no logramos hacer esto nos resultará difícil comunicarnos con los demás. 

Confiar únicamente en el intelecto para conocer, es una estrategia limitada y a veces inhumana, “no sentir es no estar vivo”. Los sentimientos expresan experiencias de dolor o de gozo y el pensamiento es la explicación de la herida o del gozo.

Los sentimientos y emociones no reconocidas, expresadas y aceptadas, hacen que su efecto doloroso se prolongue, produciendo síntomas que nos controlan y nos drenan energía (agresión, represión, depresión).

Los sentimientos no están sujetos a juicio moral, no son ni buenos ni malos, simplemente son.  Lo que sí producen, son energía positiva o negativa, por lo cual hay que saberlos canalizar. La calidad de nuestras vidas depende en gran parte de la manera en la que enfrentamos nuestros sentimientos y emociones. “Una buena educación –según Spinoza– es organizar nuestras emociones, cultivar las mejores, eliminar las peores”.

Todos tenemos fuertes actitudes y creencias sobre nuestros sentimientos que comienzan desde nuestra niñez. La manera en la que nos sentimos con respecto a nuestras emociones, como las valoramos y enfrentamos, ayuda a determinar nuestro estilo de ser padres y de criar a nuestros hijos. Por tanto, es esencial identificar nuestro estilo de paternidad para cuestionarlo y mejorarlo.


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El amor es, acaso, la única utopía que nos va quedando

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La frase no es mía, es la de un poeta, que azarosamente fue mi padre.

En tiempos tan difíciles de vivir y mucho menos de entender, son pocas las ideas o las palabras que pueden darnos certezas, seguridad o sentido.

Y aunque es cierto que todo tiene un lado oscuro, incluyendo al amor, no cabe duda que arriesgarse en él, es por lejos, la mejor apuesta que podemos realizar. Es probable que nos vaya mal, que fracasemos y nos sintamos derrotados no pocas veces, y pese a todo, maldiciendo la vida, volvamos a insistir y a entregarnos a ese juego irracional y contradictorio.

Las utopías nos son fundamentales ya que sin ellas el precipicio por el que habitualmente transitamos se nos haría imposible de tolerar. Pero así también, es ese abismo el que nos hace seguir adelante, no dejarnos vencer y superar todo lo que nos ocurre, por difícil o imposible que pueda parecer.

amor utopia
Imagen: Joey Yu.

Es cierto, las utopías pueden estar en aparente retirada, puede que muchos piensen que la era del pragmatismo se ha instalado por sobre nuestras vidas, que el “amor romántico” sea una institución demodé y que, en su nombre, se haya abusado o maltratado. Pero, al mismo tiempo, hay algo que subyace en nuestros inconscientes y en nuestro ADN psíquico más profundo: nuestra enorme necesidad de sentirnos menos solos en el universo y en nuestras vidas cotidianas.

El amor responde a lógicas y leyes que tienen un física propia; no hay, afortunadamente, reglas o respuestas universales para esta experiencia. Si la homogeneidad se instalara en nuestro registro afectivo, sería el fin no sólo del amor, sino que muy probablemente del impulso más importante del ser humano: el deseo.

Es verdad, casi no nos quedan utopías y sueños, estamos cansados y descreídos. Pero el deseo, esa fuerza gigantesca, sexual y trascendente al mismo tiempo, es la clave por la que nos seguimos movilizando y buscando, muchas veces sin saber qué y por qué, pero con la certeza de que hay algo que debemos hacer que calce en nuestras vidas, que nos de sentido y pertenencia. Que nos apasione y estabilice, que nos haga mejores personas, que nos permita, a momentos tocar la felicidad.


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La Iglesia de San Ignacio De Loyola a 60 años de su inauguración

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Aunque la idea de construir la iglesia de San Ignacio de Loyola en la esquina de Horacio y Molière en Polanco, como capilla del prestigiado Instituto Patria se gestó en 1951, no fue sino hasta el 31 de julio de 1961 que se logró inaugurar. En efecto, en 1953, el padre Rodolfo Mendoza, S.J., encargado de la obra y primer capellán de la iglesia, comunicó al eminente arquitecto Juan Sordo Madaleno la invitación para ser el director de la obra. Asimismo, el padre Mendoza invitó al prestigiado contador público Wilfrido Castillo Miranda para encargarse de la tesorería, al señor arquitecto Luis Girault Esteva para encabezar la comisión técnica y al entonces pasante de ingeniería Jorge de la Mora Llaca para que actuara como secretario ejecutivo, quien se hizo apoyar de su hermano Luis y del arquitecto José Adolfo Wiechers, socio de Sordo Madaleno. El equipo acordó pedir a don Salvador Ugarte, director del Banco de Comercio, actuar como presidente y al licenciado Raúl Valdés Villareal como secretario del patronato de Fomento Cultural AC, que finalmente se constituyó junto con otros integrantes.

También se solicitó la opinión del arquitecto Alonso Mariscal, entonces director de la facultad de arquitectura de la UNAM, quien aunque hizo ciertas aportaciones, siempre dio su lugar al arquitecto Sordo Madaleno. Según señaló el padre Rodolfo Mendoza en su reseña con motivo de los 50 años de la construcción de la iglesia, también destacó la intervención de Virginia Armella de Aspe, quien “se ingenió para adornar la iglesia con tal acierto y distinción, que sentó la tradición de buen gusto en los adornos que han sido de tanta satisfacción para cuantos asisten… para orar en la sencilla austeridad, en la mística penumbra, como en los templos góticos, en la discreta sinfonía de luces con que bañan su altar los vitrales, que sin decir ninguna plegaria las dicen todas”. Matías Goeritz calificó la iglesia como “el más alto exponente de la arquitectura religiosa moderna… Al entrar a ella se siente uno inclinado a orar, a meditar”.

El arquitecto Sordo Madaleno fue quien encontró en Madrid, España, al artista Pablo Serrano, quien realizó la escultura del polémico Cristo que preside el altar. “De modernísimo estilo expresionista, resultaba nuevo y desacostumbrado en una Iglesia y como objeto de culto”. En palabras del propio padre Mendoza:

El Cristo de Pablo Serrano
El Cristo de Pablo Serrano.

El mensaje que se percibe más inmediatamente es el del holocausto redentor del Hijo de Dios: su cuerpo de larguísimos brazos, que nos abrazaron a todos los hombres, a los miles de millones que vivieron, que vivimos y vivirán; con manos crispadas de dolor y grandes para dar; de piernas largas, cansadas de moverse por los senderos escabrosos interminables de la malicia y de la volubilidad humana; su cuerpo, todo él en ademán de entrega total y sin reservas, de una entrega ofrecida y donada. Y ese rostro maravilloso que expresa el dolor y el amor infinitos de Dios; tiene tristeza y dolor pero sin reproche ni condenación; tiene amor sin medida pero con la Suprema dignidad de Dios. Pocos rostros, si es que alguno, expresan tan magistralmente el perdón”.

Cabe mencionar que durante algún tiempo, a instancias del padre Manuel Ignacio Pérez Alonso, la iglesia albergó unos fantásticos cuadros que Miguel Cabrera pintó para la casa de formación de los jesuitas en Tepotzotlán, pero fueron devueltos a su lugar de origen puesto que interrumpió la escena minimalista concebida por el arquitecto Sordo Madaleno. También son de destacar los espléndidos vitrales concebidos por el mencionado arquitecto Adolfo Wiechers. La réplica de la imagen original de Nuestra Señora de Guadalupe, colocada a la derecha del altar, fue donada por la señora Carmen Riba de Cervantes.

Luego de 56 años de intenso funcionamiento, el entonces Rector de San Ignacio, el padre Joaquín Gallo Reynoso, identificó filtraciones de agua en las paredes de la iglesia y a sugerencia del actual Rector, el padre Carlos Vigil Ávalos, se invitó al ingeniero Francisco Escamilla Llano de la Universidad Iberoamericana, para planear y ejecutar los trabajos de conservación y mejora que actualmente se están llevando a cabo, conforme a la autorización que dio el Instituto Nacional de Bellas Artes. El padre Vigil nombró como su asesor para la supervisión de los trabajos al ingeniero José Antonio Cortina Suárez, con cuya ayuda se ha logrado mantener el proyecto dentro del presupuesto inicialmente establecido. De los 30 millones de pesos faltan aún por recabar 3 millones.

Los trabajos de conservación y mejora incluyeron el arreglo de la cimbra de cemento y Siporex, sobre la cual se apoya la emblemática cerámica de color amarillo que cubre el exterior de la iglesia, material que fue proveído originalmente por el dueño de la mencionada empresa, Rolph Anderson y su directivo, mi tío Álvaro Yarza Alonso. Al momento se ha concluido el 95% de los trabajos en el interior de la iglesia y se espera que la cerámica exterior quede colocada totalmente hacia finales de mayo próximo. Se espera poder llevar a cabo en la iglesia las celebraciones de Semana Santa y la reinauguración oficial el 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola, a los 60 años de la Bendición original, a la cual se espera asista el Emmo. Sr. Cardenal Carlos Aguiar Retes.

Quienes hemos estado cerca de esta iglesia no podemos dejar de recordar la labor pastoral y de diálogo espiritual del padre Fernando Suárez, el último director de primaria del Instituto Patria, cuya voz privilegiada lo llevó muchos años a Radio Vaticana y cuyos sermones aún son recordados. Hoy día la marcha de la iglesia al mando del padre Carlos Vigil Ávalos se ha dinamizado con la pastoral del padre Daniel Stevens y el grupo de empresarios que analiza su papel a la luz del evangelio, proyecto a cargo de Francisco Palafox Padilla, los cuales no han cesado con motivo de la pandemia. Quiera Dios que la Iglesia de San Ignacio de Loyola retome aliento en esta nueva fase de su historia, en beneficio de los feligreses de la zona.

Quien tenga interés en contribuir con la conclusión de los trabajos de conservación y mejora de la iglesia, pueden depositar en la cuenta de la Fundación San Ignacio de Loyola, A.C., CLABE 002180701077526747, en Banamex.


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Saber y tiempo

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La noción de posteridad apela a personas y futuro. Por una parte, la posteridad denota al conjunto de personas que vivirá después de cierto tiempo y, por otro, hace referencia a lo que vendrá. 

En general, los seres humanos, en nuestro antropocentrismo, exaltamos nuestra importancia hasta alturas desmesuradas. Es por ello por lo que la conciencia de límite que supone el sabernos mortales nos hace tan bien; saber que somos finitos nos obliga a aprovechar al máximo nuestro tiempo, buscarle sentido a la existencia y pensar siempre con un ojo puesto en el pasado y otro en el futuro. Es cierto, este ejercicio puede hacer que descuídenos el presente, que en verdad es lo único cierto, pero ¿qué es el aquí y el ahora?, de pronto estamos con toda nuestra lucidez en el hoy y un instante después ese mismo momento no es más que pasado.

Es interesante lo que produce la noción de tiempo en nuestra especie. Le damos una dimensión, unidad de medida, intentamos asirlo, pausarlo o incluso congelarlo, pero no podemos, él siempre gana. Camina más rápido que nosotros, no se detiene y, por tanto, no tiene fin y, tal vez, tampoco comienzo. En el sentido en que nosotros entendemos nacimiento y muerte, el tiempo responde a una lógica distinta, irritante y absurda, dolorosa, deslumbrante, fugaz y eterna.

ilogica del tiempo
Imagen: Sugarman.

¿Tiene sentido molestarle por darle forma y comprensión a un fenómeno en permanente movimiento y transformación?, absolutamente, el conocimiento teórico explica el devenir y éste le abre las puertas al asombro y, por tanto, a la creatividad, es decir a la mejor faceta del ser humano.   

Saber y tiempo, ambos infinitos, ambos actuando como remolinos o laberintos por los que transitamos, y en los que, inevitablemente, nos diluimos. El dejar de ser, más que una tragedia constituye una oportunidad para hacernos responsables y asumirnos parte de una cadena, de una lógica que nos excede, pero que también nos hermana, en nuestra fragilidad e ignorancia, y de la misma manera en nuestra ambición y triunfo. 

La transformación que recorre el planeta, desde el cambio climático a la política contingente, de la que somos testigos, protagonistas, víctimas y victimarios, abre un abismo de dudas e incertidumbres. ¿Cuándo terminará todo esto? (tiempo), ¿cómo hacemos para vivir de una forma tan disímil a la que conocíamos? (saber). Un cúmulo de preguntas se apila frente a nosotros mientras vamos transitando día a día, momento a momento, por el filamento histórico en que nos encontramos hoy, siete mil ochocientos millones de cerebros y corazones que piensan y laten buscando respuestas.


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El beso de la Tosca

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Esa tarde no debía haber estado en el Palacio de Bellas Artes. Tenía una reunión con los miembros de la revista en Coyoacán y no me daba tiempo para cubrir ambos compromisos. No obstante, quiso el destino que los jefes del güero no se fueran a Valle de Bravo en esa ocasión, por lo que tuvimos que cambiar de sede y hora. Nos reuniríamos a la 1:00 p.m. en casa de Toñito y, tras leer los textos  para el siguiente número y proponer algunos cambios, nos quedaríamos a comer, para luego echarnos unos tragos quien quisiera. Sin embargo, esa tarde la cosa sería suave, ya que al día siguiente había que trabajar e ir a clase. El caso es que nuestro nuevo punto de encuentro estaba en un sitio estratégico; a unos cuantos pasos del Monumento a la Revolución y a dos paradas de metro de la ópera. Además, la representación iniciaba a las 5:00 p.m., por lo que, tras comer y echarme una cuba, emprendería mis pasos para reunirme con mi novia. Por supuesto, el plan teórico se fue al garete por la impuntualidad de mis compañeros. El más tempranero llegó a la 1:00 y media, y no fue sino hasta las 2:00 que tuvimos quórum. Incluso, Alma, que se presentó a las 2:15, dijo sorprendida “¡Ay!, qué pronto llegaron todos”, pues creía que el encuentro era a las dos de la tarde. 

No fue sino hasta las cuatro y media que terminamos de leer los textos. Rechacé quedarme a comer y salí corriendo en busca de un taxi que surgió rodeado de en medio de dos peseras, como profeta divino abriendo las aguas del mar Rojo. A la chingada, ya no había comido ni chupado. Ésas eran las vicisitudes del noviazgo y del buen gusto musical. Al final de la obra me tomaría algo en la cafetería. Como el viernes anterior había cobrado la quincena, me sentía poderoso, aunque sabía que a finales de mes tendría que ajustarme el cinturón cuando no vendía algunos tomos de la casa de mis abuelos a algún librero de viejo. Una vez que ellos habían vuelto a La Paz, me había quedado solo en el “depa” y dueño de todo lo que hubiera dentro, que no era mucho. Diana y yo nos encontramos a la entrada del Palacio de correos, como solíamos hacer siempre para evitar el bullicio en Bellas Artes.

palacio de bellas artes
Imagen: Thomas Kelner.

La obra avanzó sin pena ni gloria hasta el momento en que Cavaradossi recibe la confirmación de su sentencia de muerte en carta debidamente sellada. Mis tripas empezaban a rugir, pero tenía que aguantar el tipo y simular interés. En algún momento, se me escapó un bostezo, pero estoy seguro de que ella no se percató. Imitando a Plácido Domingo en la grabación hecha en Sant Angelo; mejor que la interpretación actoral de Pavarotti que parecía haber visto la derrota de su equipo de futbol al recibir la noticia, el tenor avanzó unos pasos absorto en el único pensamiento de su cercana muerte. Se podía leer en su cara su consternación ante la cercanía de su ejecución, así como cierta incredulidad. Empezó a sonar entonces esa melodía dulce y triste en la que el protagonista recuerda cómo conoció a su amada.

Cuando se aprestaba el tenor a cantar la famosa aria E lucevan le stelle, la tierra empezó a temblar. Diana y yo nos encontrábamos en el gallinero. Era lo más que nos podíamos permitir. En aquel entonces éramos estudiantes pobres y gracias al carnet de maestra de la tía de mi antigua novia podíamos ir un par de domingos al mes a la ópera. Ambos supimos, desde el primer momento, que nunca llegaríamos a salir en caso de derrumbamiento. Por eso, a diferencia de los espectadores histéricos que corrieron a las escaleras, en un absurdo intento de bajar 5 pisos en 30 segundos, nosotros nos quedamos sentados oyendo el lamento de Cavaradossi. Quizá la única forma en que supimos comunicarnos en ese momento fue dándonos la mano e intercambiando un beso de amor y miedo. Nunca me sentí más unido a ella. Nos habíamos quedado tan solos que, por un momento, vislumbré la idea de hacer nuestro contacto más íntimo. Iba empezar mi ataque, cuando ella me dijo sorprendida:

—Escucha. Siguen tocando.

Tosca, Opera

Eso fue lo que más nos impresionó aquella tarde dominical. Pese al temblor y el movimiento de los espectadores, la orquesta siguió tocando. Y, no sólo la orquesta. En ese momento, Cavaradossi entonaba emocionado “l’ora è fuggita e io muoio disperato”.

Finalmente, el movimiento telúrico cesó, al tiempo que el tenor exhalaba con la voz desgarrada su “nunca he amado tanto a la vida”. Cuando terminó la representación, los espectadores que nos habíamos quedado aplaudimos a rabiar. La emoción era tal que saltábamos pidiendo un bis. Fue entonces que ocurrió lo inesperado. Un foco de la iluminación se cayó yendo a dar directamente a la cabeza del tenor. Ante tal conmoción fuimos inmediatamente desalojados. Mientras íbamos hacia fuera, le dije a Diana: “Al final sí lucieron las estrellas para Cavaradossi, pero no como él pensaba”. No sé si fue el chiste de mal gusto, mi bostezo o la impresión que le produjo a ella saber que el cantante había muerto esa misma tarde. El caso es que, al día siguiente, cuando la telefoneé para quedar, Diana me dijo que habíamos terminado y hasta el día de hoy la echo de menos. 


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