mente

El gran encierro

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A veces uno se queda sin palabras. Piensa y piensa qué decir o escribir y nada, nada aparece con nitidez. No hay un concepto, un olor, un sonido, un sabor, una sensación del momento o un recuerdo del cual colgarse para abrir el diálogo interno o interpersonal. 

A todos nos ha pasado. De tiempo en tiempo nos habitan emociones y sentimientos, pero no hay capacidad de hacer encajar lo que se vive con lo que se puede expresar. Y uno se pregunta, inevitablemente, si hay algo mal, si no funcionamos bien, si nos quedamos en silencio por alguna incapacidad o porque, en verdad, lo que vive en nosotros es un gran vacío, una oquedad que creíamos con contenido.

El estupor es así, también lo es el asombro. La experiencia del desconcierto, del dolor, del espanto y del otro lado, el deslumbramiento, el amor y la pasión nos pueden llevar a la misma percepción de aislamiento. 

“Algo late aquí dentro”, nos decimos, no sabemos bien qué es, incluso si es real; pero está ahí, estático o como un torbellino, sacudiéndonos incluso en nuestra parálisis. ¿Tiene forma, tiene límites, tiene un nombre? Nos agobia y nos inquieta, pero también nos impulsa.

gran encierro
Imagen: Mind Journal.

La energía psíquica es un universo en permanente sístole y diástole, en expansión y recogimiento. Vivimos en ella y con ella. Le buscamos límites y siempre lo rebaza; intentamos amoldarla a normas sociales y convenciones culturales, formulamos hipótesis y teorías para describir y, sobre todo, predecir su comportamiento; y nada, siempre se sale, de una manera u otra forma, con la suya. Sigue una lógica que no es nunca la nuestra.

Persistimos, seguimos creyendo poder atraparla, domesticarla y, así, sostenernos de algo más seguro que el lenguaje. Creamos palabras y estamos hechos de palabras. Pero ¿qué es lo que en verdad buscamos?, ¿control, sosiego, estabilidad?, ¿o todo esto se trata de una apuesta, de un juego imposible de ganar, pero magnífico de experimentar?

El gran encierro que con frecuencia nos deja mudos, probablemente, no es más que el agujero negro que está del otro lado del paraíso, de ese del cual se dice que, afortunadamente, alguna vez fuimos expulsados. Del jardín botánico perfecto, estable, seguro y tibio, en el que todo estaba resuelto y en el que, por lo tanto, el vértigo de la creatividad no tenía lugar. 

Bienaventurados entonces todos nosotros, porque de los desterrados es el Reino de la Imaginación.


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La conducta moral: evolución biológica y desarrollo humano

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El potencial ético humano tiene varios fundamentos: el filogenético de conductas ancestrales seleccionadas por su valor adaptativo pro-social; el ontogenético en desarrollo durante la infancia, la adolescencia y la maduración, y el psicosocial estipulado en mecanismos mentales de acatamiento o desobediencia a tradiciones, códigos, normas, mandamientos o leyes. Estos factores convergen en una función neuropsicológica compleja y cambiante que constituye la conciencia moral y marca en buena medida la expresión, las decisiones y la trayectoria de cada individuo.

En referencia a la teoría evolutiva, es importante referir que, a principios del siglo XX, el geógrafo y anarquista ruso Piotr Kropotkin argumentó que la ayuda y el apoyo mutuo durante la hominización fueron más efectivos como fuerzas evolutivas que la competencia y la prevalencia del más fuerte, y esgrimía esta base biológica y evolutiva como fundamento de una sociedad anarquista  en contraposición al darwinismo social, sostenido por apologistas como Herbert Spencer para justificar la industria y la explotación capitalistas. Por su parte, a finales del siglo XX el filósofo alemán Jürgen Habermas propuso que las intuiciones morales de los seres humanos probablemente tienen un componente evolutivo que se expresa en los principios que regulan la interacción social de agentes competentes en todas las sociedades. Y en el presente siglo, la filósofa mexicana Juliana González manifestó que la conciencia moral humana requiere de una capacidad para el juicio ético necesariamente enraizada en la evolución biológica de substratos neuronales.

conducta moral Piotr Kropotkin
Portada de una edición reciente de “Ayuda Mutua” de Piotr Kropotkin, con fotografía del autor a edad avanzada, hacia 1915.

Además de los argumentos evolutivos, diversos datos empíricos se han vuelto muy relevantes para comprender mejor los orígenes de la conciencia y el comportamiento moral de los seres humanos. Un conjunto de ellos es etológico y se refiere a las conductas cooperativas observadas en diversas especies animales; otro consiste en el desarrollo cognitivo del comportamiento y la conciencia moral durante la infancia y el tercero a las bases psicológicas y cerebrales de la ética y la moralidad. La presencia de comportamientos morales en otras especies ha sido ampliamente analizada desde principios de este siglo por diversos autores, entre quienes destacan el etólogo y primatólogo holandés Frans de Waal y el ecólogo conductual Marc Bekoff, autor de “La justicia salvaje, la vida moral de los animales” y otros libros sobre el tema. La forma más extendida y elemental de comportamiento animal que puede ser calificado de moral es el conjunto de conductas cohesivas y pro-sociales, como son muestras de reciprocidad en beneficio mutuo, de ayuda a otros ante el peligro, el consuelo en condiciones de estrés y la respuesta a faltas de equidad. Este tipo de conductas se observan especialmente entre los simios, pero también ocurren en otros primates, en manadas de lobos y en perros.

Marc Bekoff
Portada de “Justicia salvaje. Las vidas morales de los animales” y foto del autor Marc Bekoff con amigo canino.

En lo que se refiere a la investigación cognitiva del desarrollo moral en humanos, ésta fue iniciada por el propio Jean Piaget, en los años 30 y fue continuada y extendida por el psicólogo de Harvard, Lawrence Kohlberg, en los años 60, quien propuso los siguientes tres niveles de maduración moral. (1) La etapa preconvencional ocurre en los niños antes de los 9 años y se caracteriza porque los infantes no tienen un código moral personal y en general aceptan el de los adultos cercanos, usualmente los padres, aunque observan y se dan cuenta de que los criterios morales difieren. (2) La etapa convencional es típica de la adolescencia y continúa en la edad adulta implicando la internalización de valores de acuerdo con normas de grupo. (3) La etapa post-convencional ocurre cuando la persona realiza juicios morales según principios que elige y pueden ir en contra de las convenciones o de la ley. Kohlberg llegó a la conclusión que los principios que motivan el juicio y la conducta moral, como la noción de justicia, igualdad o cuidado, varían entre las etapas y que muy pocas personas llegan al nivel más elaborado de desarrollo moral.

conducta moral Lawrence Kohlberg
Portada de un número de la Revista Iberoamericana de Psicología sobre la psicología moral de Lawrence Kohlberg y este autor a la derecha.

McLeod ha resumido los problemas con el método y las conclusiones de Kohlberg pues sus investigaciones se basaron en dilemas narrados y no necesariamente operan las mismas decisiones en situaciones reales. Por otra parte, los estudios fueron realizados en varones y se encontró posteriormente que los hombres suelen basar sus juicios morales en nociones de ley y justicia y las mujeres en criterios de compasión y cuidado. Entrevistar a niños y adultos de diferentes edades no garantiza hablar de desarrollo, porque esto habría requerido analizar la variación de los mismos individuos a lo largo del tiempo. A pesar de estas dificultades, los estudios posteriores realizados con mayor control avalaron en lo general las etapas de Kohlberg, aunque varios encontraron que las personas modifican sus criterios de acuerdo con el caso y las circunstancias, más que en reglas adquiridas en etapas delimitadas. El punto más problemático tiene que ver con que el juicio no necesariamente se expresa en la conducta pues existe una brecha entre valores y virtudes en el sentido de que las personas pueden y suelen aceptar ciertas normas y valores como válidos y moralmente justos, pero encuentran dificultades en ponerlas en práctica en situaciones reales de la vida y actuar en consonancia con esas demandas.

En sus estudios con infantes pequeños, el psicólogo del desarrollo Philippe Rochat afirmó que una parte importante del sentido de lo moralmente bueno y malo surge muy temprano en referencia al sentido de posesión y los conflictos interpersonales que se derivan de ella. Este investigador encontró que el desarrollo de la postura ética en los infantes es inseparable de un sentido del propio ser como es percibido y valorado por los otros. Los infantes aprenden a explorar y evaluar la mirada de los otros, a controlar su atención a distancia y movilizarla hacia sus propias actividades. Estas capacidades en conjunto favorecen el desarrollo de la reputación, una facultad plenamente humana de darse cuenta de la mirada evaluativa de los demás hacia uno mismo y que se desarrolla más tarde como el concepto del honor, la cualidad moral de cada persona que constituye su dignidad y parte central de su autoconciencia.

Jonathan Haidt
Portada de “La mente de los justos” del psicólogo social Jonathan Haidt y el autor.

Finalmente, es importante referir a Jonathan Haidt, psicólogo social actualmente en la Universidad de Nueva York, pues a partir de sus investigaciones empíricas en humanos ha sostenido que las decisiones morales se basan en intuiciones automáticas de tipo emocional más que en razonamientos lógicos, lo cual otorga a las emociones un papel relevante en la evolución y expresión éticas además de proporcionar credibilidad a las propuestas de moralidad animal. Con base en sus investigaciones Haidt y sus colaboradores han desarrollado una teoría de fundamentos morales que postula la existencia de seis pares de emociones sociales innatas: cuidado-daño, justicia-engaño, libertad-opresión, lealtad-traición, autoridad-subversión y santidad-degradación. Esta última sugerencia es polémica pues es poco creíble que varias de estas complejas emociones sociales se adquieran sólo por herencia genética y es más probable que, en efecto, existan tendencias innatas pero que éstas requieran de una modulación socialmente aprendida, de una depuración por la práctica y de razonamiento verbal.

La noción del progreso moral es antigua. En “El arte de la prudencia” publicado en 1647, Baltasar Gracián apuntó:

No se nace hecho. Cada día uno se va perfeccionando en lo personal y lo laboral, hasta llegar al punto más alto, a la plenitud de cualidades, a la eminencia. Esto se conoce en lo elevado del gusto, en la pureza de la inteligencia, en lo maduro del juicio, en la limpieza de la voluntad.

Es posible que no veamos la perfección humana con tanto optimismo, pero también reconocemos que somos mejorables y este potencial ético requiere de introspección, autocrítica, decisión, estrategia, voluntad y constancia, aspectos de la autoconciencia que hemos venido revisando.


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¿Decido lo que quiero?

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¿Controlo a mi mente, o mi mente me controla a mí?

Los pensamientos positivos o negativos que tenemos todos los días, ¿son puestos por nosotros en nuestra mente o puestos por nuestra mente en nosotros?

¿Tenemos control sobre la mente?

En un día, tenemos alrededor de 60 mil pensamientos. Estos pensamientos, ¿de dónde vienen? ¿Nuestro cerebro piensa en ellos naturalmente, o son implantados?

Las “brillantes” cuestiones de “a qué me voy a dedicar cuando termine de estudiar”, “qué negocio voy a abrir”, “en dónde viviré”, “cuántos hijos voy a tener” (…),  ¿es una idea nuestra o es algo que nuestra mente nos impone?

De ser algo impuesto, entonces, ¿nuestras decisiones de vida le pertenecen a alguien más?

Pensemos por un momento en las profesiones. Algunos de nosotros desde pequeños ya sabemos a qué nos vamos a dedicar cuando seamos grandes, ya sea porque simplemente lo sabemos, porque nuestros papás y mamás se dedican a eso, porque lo hemos visto en la televisión, o por cualquier otra razón.

control mente
Imagen: Pinterest.

Algunos otros lo decidimos ya siendo adolescentes, tomando en consideración el sueldo que paga, el horario flexible que ofrece, el tipo de vestimenta que hay que usar, o el grado de estudio que se requiere.

En el mundo existen cientos de profesiones distintas, de las cuales algunas que conocemos dejarán de existir, y otras que no existen lo harán en un futuro cercano o lejano.

Por más extraña que pueda llegar a ser una profesión, siempre habrá muchas personas que se dediquen a la misma. De tal manera que en el planeta tenemos cubiertas todas las necesidades de la población.

Contamos con doctores que nos curan, abogados que nos defienden, contadores que se encargan de los números, ingenieros que desarrollan soluciones, arquitectos que diseñan, constructores que construyen, policías y bomberos que nos cuidan, actores y deportistas que nos entretienen, etcétera.

¿Es entonces en realidad una decisión nuestra lo que hacemos, o es una elección de alguien más?

¿Controlo a mi mente, o mi mente me controla a mí?


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Identidad laboral: ¿vocación o destino; gusto o destreza?

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Dígame usted: ¿de qué vive, a qué se dedica?, ¿cuál es su forma de vida, su trabajo, ocupación, quehacer, cargo, profesión, oficio, negocio, chamba, empleo o carrera? Las abundantes respuestas a estas preguntas suelen adoptar la expresión en primera persona de “yo soy…” seguidas por una o pocas palabras que en alguna medida definen a un adulto independiente en términos de identidad laboral, uno de los puntales de la autoconciencia, del yo.

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Imagen del antiguo Egipto de un arado tirado por bueyes (1,200 a.C.), una manifestación temprana de un trabajo humano (tomada de Wikimedia).

Para que un trabajo resulte eficiente, productivo y satisfactorio debe cumplir varios requisitos, entre los que destaco los siguientes: (1) su remuneración debe ser suficiente para satisfacer las necesidades de sí mismo y sus dependientes; (2) su práctica debe ser un reto y un aliciente al requerir conocimientos, habilidades, ingenio y disciplina; (3) su producto ostensible debe conferir al trabajador un rol en la sociedad por el cual sea reconocido de acuerdo a sus méritos y capacidades; (4) su ejercicio creativo, provechoso y honesto debe fortalecer su autoestima, orgullo, dignidad y valor. Desgraciadamente, la funesta historia humana de esclavitud y explotación pone de relieve la imposibilidad de la mayoría de los seres humanos para emprender o lograr una vida digna a pesar de su esfuerzo y sufrimiento. Aún en el momento actual, no es fácil alcanzar estas circunstancias laborales porque no sólo dependen de la inteligencia, la decisión y la voluntad, sino de factores sociales y económicos que exceden y limitan las intenciones, capacidades y posibilidades de los individuos. Entre estos factores restrictivos están los que hemos revisado de sexo, raza, cultura y clase social, de tal forma que paliar y eliminar las desigualdades debe constituir un objetivo político elemental y universal, porque el esfuerzo del trabajo debe evolucionar del sufrimiento al bienestar.

Aunque la vida humana no se reduce al trabajo, la labor que una persona desempeña es su manifestación y su ser público más ostensibles. Además de que su trabajo revela la persona a la sociedad, revela a sí misma a la persona. La dedicación a un trabajo suele requerir de todas las capacidades humanas, desde las sensitivas y motoras propias de su cuerpo y manos en actividad, pasando por las facultades cognitivas de atención, razonamiento, memoria o inteligencia, las habilidades sociales de trato, persuasión o equidad, hasta las de la voluntad, que son las más esenciales. En efecto, el trabajo implica un esfuerzo múltiple y sostenido de la voluntad. A este rubro pertenece la elección prudente y certera de las acciones para mejorar en pericia y eficiencia, para conseguir metas de acuerdo con las circunstancias, para persistir frente a los escollos o fracasos o para redefinir el rumbo.

lienzo vocacion de san luis
El lienzo Vocación de San Luis Gonzaga de Giovanni Francesco Barbieri, Il Guercino (1630) ilustra el significado religioso de vocación como llamada de Dios a profesar una vida religiosa.

Vayamos ahora a los factores que condicionan la identidad laboral, un tema polémico entre la vocación tomada como motivación endógena y el destino como condicionante circunstancial, histórico y sociocultural, para defender que ambos son necesarios para el desarrollo del carácter. El término vocación (del latín vocatio: llamada) se aplicó originalmente al llamado de Dios para profesar una vida religiosa y otras actividades de servicio como la medicina o la abogacía. Actualmente indica la inclinación a realizar una actividad particular, sea en los oficios, las profesiones, las artes o las ciencias e implica tanto aptitud como gusto. Vocación suele indicar una orientación innata que predispone a la persona para ejercer una labor particular y se expresa como el impulso para entrenarse en las labores que le son peculiares, así como en la facilidad y el placer de ejercerlas. Es muy conocida la propuesta de Howard Gardner (1995) de ocho tipos de inteligencia que predisponen a labores y dedicaciones particulares: verbal-lingüística, lógico-matemática, visual-espacial, corporal-cenestésica, musical-rítmica, intrapersonal-introspectiva, interpersonal-social y naturalista.

inteligencia multiple
Diagrama de las inteligencias múltiples de Howard Gardner.

Ahora bien, además de una motivación natural, ocurre un reforzamiento por la práctica de tal manera que el aprendiz no sólo hace bien lo que le atrae, sino que le atrae lo que hace bien: la labor idónea tiene componentes de placer y de pericia que se van reforzando mutuamente en el desarrollo de la persona. Hemos revisado que, según la teoría del habitus de Bourdieu, la apropiación de esquemas de percepción, pensamiento, juicio y acción que los sujetos adoptan en su vida marcan de cierta manera su forma de ser y su actividad. Podría pensarse que estos hábitos eliminan la idea de vocación al imponer sobre el sujeto creencias, actitudes y comportamientos ya establecidos y ejercidos en la cultura, pero sucede que el sujeto elige en mayor o menor medida tomar ciertos hábitos y, dentro de sus restricciones, darles diferente curso de acuerdo con su carácter e iniciativa. Vocación y destino son factores complementarios en el desarrollo de la actividad humana y la identidad laboral.

Al formular la metáfora o el mito de la bellota, el fruto del encino cuyo destino es convertirse en un espléndido ejemplar de la especie, el psicólogo junguiano James Hillman subrayó que la vocación provee a la vida humana de misión e imperativo. Argumenta Hillman que hay algo más que biología y medio ambiente en el que se ubica la persona para definir su destino: una impronta o arquetipo que determina la forma en que se desarrolla hasta producir un individuo único. Esta interpretación platónica de los arquetipos de Jung no me convence pues supone la existencia de fuerzas o entidades organizadas y organizadoras, pero me parece que llama la atención sobre un aspecto crucial de la autoconciencia y el yo que intento revalorar en estos escritos. La metáfora de la bellota puede interpretarse en su sentido más patente de la siguiente manera: el resultante de la interacción entre los factores genético-biológicos y los ambientales-culturales constituye un proceso emergente, un ser cambiante que constituye la autoconciencia que la persona identifica como “yo”.

James Hillman
El psicólogo junguiano James Hillman y su libro sobre la vocación, el carácter y los arquetipos como forjadores del trayecto laboral.

Ofrezco un argumento para fortalecer esta idea invocando la autorreflexión retrospectiva que se hace al evaluar la vida. Las personas inquisitivas suelen buscar referencias culturales, históricas o arquetípicas de la ocupación que tienen o han tenido y de esa manera encuentran sentido a su carrera, actividad o vocación, más allá de constituir un trabajo y un modo de vida. Muchas personas ancianas relatan metafóricamente su vida como un camino que, a pesar de los accidentes, desvíos, fracasos y obstáculos, a la postre define un sendero que confiere propósito a su existencia y de esta manera conforma esa intangible pero vigorosa entelequia que denominan su ser. La palabra propósito en esta última frase no evoca un papel predestinado, sino un camino elegido y recorrido por un agente con deliberación, persistencia y objetivo. Así, al reconsiderar su existencia, las personas sienten que han cumplido un destino y adquieren un sentido personal de provecho y dignidad. La palabra propósito cristaliza el sentido que la persona imprime a su existencia aprovechando sus talentos y las circunstancias en la que le ha tocado vivir para alcanzar objetivos que ha definido y ajustado a lo largo de su trayecto. De esta manera, el ser o el self viene a coincidir con ese trayecto en curso y la relevancia del proyecto de vida se manifiesta en aquellos sucesos que se graban en la memoria como momentos cruciales y marcas indelebles que van definiendo el camino. Decía Borges: “Al fin he descubierto/ la recóndita clave de mis años.”

simbolos de vida
Símbolos del trayecto de vida. El unalome oriental a la izquierda representa un camino sinuoso y ascendente, y a la derecha el laberinto como símbolo occidental de una trayectoria difícil.

Al asentar estos pensamientos sobre la identidad laboral, me ha inundado y guiado el recuerdo de mi padre, Luis Díaz González, emigrante gallego, carnicero en México durante 50 años y hombre de notable voluntad, quien enseñó a propios y extraños que, al final de una senda laboriosa, previsora y honrada, el trabajo desemboca en dignidad, serenidad y contento.


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La construcción de la memoria y del mundo conocido

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Más que duplicados de experiencias pasadas, los recuerdos son recreaciones que, si bien no conservan la nitidez y el detalle del evento original, suelen ganar en conocimiento y relevancia. Una forma automática de recuperación es la ecforia, término poco usado para identificar un suceso frecuente. A parte de acuñar el término de engrama a principios del siglo XX, Richard Semon subrayó el papel de las claves sensoriales para recuperar información almacenada en la memoria y denominó ecforia a este evento. El ejemplo paradigmático es el recuerdo de Marcel, el protagonista de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, cuando el sabor de una magdalena le evoca una escena infantil que da origen al relato. Semon teorizó sobre la existencia de engramas latentes en el cerebro que se recuperan de improviso cuando ocurre el mismo estímulo sensorial que les dio origen.

La ecforia ha permitido recientemente estudiar los fundamentos neuronales de la reactivación del engrama en animales de experimentación. Dado que muchos engramas se conforman por claves ambientales externas y estados internos, la recuperación sucede cuando las claves implicadas en la conformación de la red correspondiente al engrama aparecen de nuevo como estímulos. Algunas técnicas actuales de la neurociencia han permitido identificar los ensambles neuronales que constituyen los engramas de ciertas memorias en roedores de laboratorio. Con estas técnicas se logra marcar poblaciones de neuronas que están activas durante la codificación en la memoria, se modulan una vez establecido el engrama y es posible sondear cómo se reactivan durante el proceso de recordar. Esta línea de investigación ha confirmado que un engrama se forma por la facilitación de las sinapsis que conectan una red de neuronas y por la formación de otras nuevas que engarzan y consolidan la red.

mnemosyne memoria
Mnemosyne (1881) del pintor prerrafaelita Gabriel Dante Rossetti, representa a la musa de la memoria y madre de las 9 musas de las artes. En su mano derecha tiene una fuente de luz y en la izquierda una linterna de aceite que ilumina una flor de pensamiento, símbolo del recuerdo.

En estos y otros casos similares, la memoria constituye una facultad sensitiva porque almacena datos sensoriales de origen externo, pero también puede ser una facultad imaginativa cuando recoge figuraciones de origen interno. En efecto, las evocaciones sensoriales, las escenas del pasado, las ensoñaciones o las fantasías retenidas, reaparecen en el recuerdo como representaciones visuales, auditivas, táctiles o de sabores, pero elaboradas de varias formas. Para empezar, la experiencia memorizada adquiere consolidación y plenitud gracias a una integración de modalidades sensoriales e imaginativas que en la antigüedad se conocía como “sentido común” y que tiene una base en los sistemas de integración sensorial: las áreas y mecanismos cerebrales que conectan y asocian a las zonas que reciben y conciertan la información de cada uno de los sentidos. Esta elaboración acomoda, almacena y recupera la información de manera sistemática y no se restringe a combinar de manera congruente los datos y cualidades de los sentidos, sino que los confecciona con ingredientes cognitivos para integrarse en la memoria.

neuronas de memoria
Con técnicas como la optogenética se logran visualizar las neuronas involucradas en la codificación de una memoria y verificar cómo se reactivan para dar lugar al recuerdo (imagen tomada de: El Tiempo).

Además de la ecforia que recupera escenas del pasado cuando el sujeto percibe un estímulo similar al que precipitó la memoria original, en muchas ocasiones la persona volitivamente busca y recupera un dato, un personaje o una escena de su pasado en los archivos de su memoria. Ciertas evidencias de la conducta y de la fisiología neuronal sugieren que los recuerdos pueden ser recuperados mediante el escaneo de un mapa o representación que se encuentra comprimido en el tiempo. De vez en cuando el esfuerzo para recordar el nombre de un lugar o de una persona no tiene éxito, a pesar de que el sujeto tiene la seguridad de que la información está allí. Éste es el fenómeno de “punta de la lengua,” que suele remediarse cuando ya no se aplica el esfuerzo. Este tipo de experiencias indica que los engramas difieren en accesibilidad, lo cual refleja cambios en la organización de la red neuronal: se trata de engramas no siempre disponibles, a veces denominados silenciosos o latentes, como lo hizo el propio Semon.

Es importante definir a las reminiscencias como aquellos recuerdos que no son simples recuperaciones de datos sensoriales, sino que incluyen un sentido del tiempo, de la distancia, del movimiento y de otras categorías cognoscitivas. Santo Tomás denominó experimentum a la combinación de los elementos de la memoria en un esquema de organización cognitiva superior que ya es propia del conocimiento. Esto implica que en el dominio del conocimiento personal hay algo más que un catálogo de memorias, recuerdos y datos: hay una organización de elementos en un discernimiento organizado que al ser puesto en práctica mediante la inteligencia permite al ser humano adaptarse y sobrevivir. En este mismo contexto del conocimiento y del experimentum, se puede decir que la visión y el concepto que tiene un sujeto de sí mismo y del mundo no sólo están influidos por lo que recuerda y discierne de su vida pasada sino también por cómo recuerda los eventos vividos y cómo utiliza esa información.

jardin del etten
Memoria del jardín de Etten (1888) de Vincent van Gogh, depositado en el Museo Hermitage. Representa a su madre y su hermana al frente y una campesina atrás cargando flores en un camino, una escena recreada por el pintor unos años después de su estancia en Etten. Es un lienzo simbolista porque desde la imaginación y la memoria recrea una experiencia más significativa que un retrato de la naturaleza o que un recuerdo fotográfico de una escena.

Las opiniones, las creencias y los objetivos que tiene una persona influyen en cuáles recuerdos recupera de su vida pasada y en cierta medida en cómo se presentan. Mahr y Csibra propusieron que la memoria episódica implica una actitud epistémica de conocimiento hacia los eventos que se registran, y se recuerdan de tal forma que los contenidos de los recuerdos episódicos se suelen reconstruir de acuerdo a justificaciones explícitas de ciertas creencias. Esta operación supone una capacidad generativa o creativa de la recolección en el sentido de que lo recordado se acomoda a lo que se cree y esto permite representar y comunicar las razones que justifican tanto las creencias como los recuerdos. La manera como la persona se construye a través del tiempo está al servicio de crear una imagen coherente de sí misma, que suele ser favorable y propicia. Como dice el dicho “recuerdas lo que te conviene,” al que cabe agregar: “y como te conviene.” Ahora bien, este acomodo tiene límites, porque el conocimiento y la conciencia de la propia historia implican asegurar lo que ocurrió en el pasado, y para sostener esta autoridad el sujeto justifica sus recuerdos en el ámbito público por la referencia explícita a eventos pasados, que pueden ser comprobados o refutados por otros y por fuentes externas.

mi primer recuerdo
“My first memory”. La autora dibuja su primer recuerdo en el que observa un tren eléctrico a los 3 o 4 años. Nótese que la imagen incluye a la niña que observa la escena, una perspectiva desde fuera del cuerpo. Muchos recuerdos incluyen al sujeto y ponen en evidencia la creatividad imaginativa de la memoria más que la reproducción de una experiencia (imagen tomada de: SketchPort).

No se ha estudiado con suficiente amplitud el papel que juega la imaginación en la memoria. Una de las formas de enfocar este tema es considerar los dos tipos de recuerdos que mencionamos arriba: aquellos que se refieren a vivencias externas, o sea experiencias de la persona en el mundo, y aquellos que se originan como vivencias internas, como pueden ser las fantasías o los sueños que se almacenan en la memoria episódica. Se puede pensar que la persona distingue claramente unos de otros, pero no siempre es así. En la recuperación de los primeros recuerdos, muchas personas admiten que no pueden distinguir entre lo que ocurrió, de fantasías que pudieron agregarse o del papel que puede haber jugado una foto o un relato familiar. La noción misma de “realidad” está en juego, aunque las fuentes internas de memoria no dejan de ser realidades verificadas en su aparato mental. Esto lleva a considerar no sólo el papel que juega la imaginación en la memoria de cada individuo, sino el que juega el imaginario social en la construcción de la historia.


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Cajal tenía toda la razón al proclamar que cada persona esculpe su cerebro de manera particular por las experiencias, aprendizajes, destrezas y capacidades que adquiere en su vida. Pero este hecho instaura múltiples incógnitas en referencia a cuándo, cómo y dónde, porque sería necesario averiguar dónde y cuándo se encuentran los engramas de la memoria, cómo se establecen las modificaciones del cerebro y cómo se reactivan para dar lugar a los recuerdos. Mucha de la información al respecto se enriqueció con el estudio minucioso de algunos pacientes en el curso de los últimos dos siglos y sólo me referiré a un ejemplo notorio.

En los anales de la neuropsicología destaca el caso de H.M. (identificado como Henry Molaison después de su fallecimiento), un paciente estudiado durante décadas y cuyo hipocampo cerebral fue extraído quirúrgicamente en 1953 para tratar una epilepsia grave. El hipocampo es una región muy antigua del cerebro situada en la profundidad del lóbulo temporal. Si bien se curó de la epilepsia, H.M. perdió la capacidad de formar memorias a largo plazo, en especial hechos, nombres o imágenes propios de la memoria declarativa y esto constituye una amnesia anterógrada, la que se manifiesta a partir de la lesión. Otras funciones cognitivas y recuerdos previos a la operación permanecieron intactos. De éste y otros casos similares, se derivó que el hipocampo es necesario para la formación de memorias a largo plazo a partir de las de corto plazo, pero que no es el lugar de almacenaje y no participa de la memoria operativa y de procedimientos. La evidencia experimental reciente indica de que las memorias episódicas inicialmente requieren una plasticidad veloz en el hipocampo y gradualmente se consolidan en redes de la neocorteza. En la neurología se sabe que la falta transitoria de irrigación sanguínea o isquemia en el hipocampo produce una amnesia global transitoria durante el cual el paciente desconoce su paradero y pregunta: ¿dónde estoy? 

cerebro henry molaison
El paciente Henry Molaison (H.M.) y su cerebro. La extirpación del hipocampo para tratar su epilepsia le produjo un trastorno de memoria extensamente estudiado (Figura tomada de: Research Gate).

En 1971 O´Keefe descubrió que algunas células del hipocampo se activan cuando la rata de experimentación se encuentra en cierta localidad de un laberinto y por ello las llamó neuronas de lugar. Estas células seguramente forman parte del engrama del laberinto en la rata. En 2005 los esposos Moser identificaron en la región vecina de la corteza entorinal, neuronas que generan un sistema de coordenadas para navegar y hacer camino en un espacio. Es probable que el espacio y el tiempo se procesen inicialmente en diferentes redes de neuronas, pero sus señales convergen en el hipocampo para crear un marco espaciotemporal que es propio de la memoria episódica. 

La abundante investigación sobre el papel de varias estructuras cerebrales en la memoria ha aclarado el papel del hipocampo y sus zonas vecinas en la cara medial de los lóbulos temporales del cerebro. Las evidencias de la neuropsicología, de los estudios de conducta y de la neurofisiología en animales, han mostrado que el hipocampo participa en la memoria espacial de las formas y dimensiones de los lugares, así como de la orientación y movimiento del organismo en el espacio. Además de la consolidación de las memorias episódicas, se conoce que esta región funciona para integrar tales funciones mediante sus conexiones con otras áreas. Por ejemplo, las interacciones entre el hipocampo y la corteza prefrontal son fundamentales en la modulación de las acciones dirigidas a una meta o a la obtención de un resultado particular. Las redes del hipocampo mapean múltiples dimensiones de la experiencia para organizar las formas de conocimiento que integran a la persona con su mundo.

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Arquitectura del hipocampo revelada por medios histoquímicos. El pliegue de la estructura sobre sí misma sugirió la del hipocampo de mar (derecha). El hipocampo es crucial en la memoria espacial y en la consolidación de las experiencias (Figura tomada de: Departamento de Histología y Embriología).

Ahora bien, es importante destacar que otras formas de memoria involucran diferentes partes del cerebro. Por ejemplo, la investigación de LeDoux destaca el papel crucial que realizan los núcleos amigdalinos del lóbulo temporal en las respuestas condicionadas de miedo en la rata. En este mismo rubro, vale la pena citar la prolongada investigación del psicobiólogo mexicano Roberto Prado, quien inicialmente demostró la participación del caudado, un núcleo profundo del cerebro involucrado en la regulación y coordinación del movimiento en la memoria de una conducta aprendida por miedo. Las ratas en estudio evitaron para siempre entrar en una zona obscura de la caja experimental después de haber recibido un toque eléctrico en las patas, la primera vez que la exploraron. Se trata de un aprendizaje emocional producido por un solo evento que es relativamente fácil de provocar y de analizar una vez establecido. Por razones teóricas y experimentales, Prado consideró que el engrama de esa conducta estaba localizado en el núcleo caudado hasta que una experiencia más intensa de aprendizaje (un choque eléctrico más potente) rebasó esta estructura y protegió a esta conducta contra fármacos que contrarrestan la memoria. Ésta es una evidencia de que una experiencia emocional y puntual se codifica en diversas estructuras cerebrales y que su engrama puede moverse en el cerebro.

neurona
La “neurona de Jennifer Aniston” se refiere a una neurona que responde no sólo al reconocimiento de un rostro particular, sino a esa persona en cualquier atuendo y circunstancia. Es una neurona de concepto que forma parte crucial de un engrama (Figura tomada de: Medium).

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico argentino que investiga en Inglaterra, ha logrado registrar la actividad de neuronas individuales en cerebros de humanos conscientes sometidos a neurocirugías. Al presentar a estos pacientes fotos de diversas celebridades, encontró neuronas en el lóbulo temporal que sólo disparan cuando el sujeto reconoce a una celebridad en particular. Estas células fueron llamadas “neuronas de Jennifer Aniston,” porque se detectaron con fotografías de esta actriz. Seguramente diferentes neuronas están involucradas en el reconocimiento de otros conocidos y el importante hallazgo permite concluir que esas neuronas localizan cierta información necesaria para identificar a una persona conocida, y forman parte de una red involucrada en ese reconocimiento. Es muy probable que la memoria episódica utilice varios indicios y dominios para operar. Por ejemplo, se ha postulado una distinción entre trazas de memoria y ubicación en el tiempo. Las trazas o huellas son representaciones de episodios que se han vivido, en tanto que la ubicación en el tiempo integra estas escenas en un marco espaciotemporal para su comprensión, su narración y para proyectar posibilidades a futuro. 

Por éstas y muchas otras evidencias, se puede afirmar que ciertos engramas están distribuidos y abarcan redes neuronales de varias regiones del cerebro, tanto de la corteza como de núcleos subcorticales. Cada una de estas regiones codifica información específica del evento, como pueden ser cualidades sensoriales, afectos, información de tiempo y lugar. Es muy posible que las regiones nodales para un engrama cambien a lo largo del tiempo y esto se manifiesta en las modificaciones que sufre el recuerdo a lo largo de la vida. Estos factores forman parte de la memoria episódica del individuo y proveen de una información muy relevante de cómo se almacenan las escenas del pasado en el cerebro. Diversas zonas y redes neuronales intervienen para fundamentar aspectos de la identidad personal; ya hemos mencionado que la planeación de acciones futuras involucra al lóbulo frontal, la reflexión a la red basal o default del cerebro. Las conexiones entre las redes que procesan aspectos de la propia identidad en el espacio y el tiempo son fundamentales para integrar la diversa información sobre uno mismo en una autoconciencia formada por múltiples caretas.

cerebro engrama
El engrama como una red neuronal que se activa durante el aprendizaje, se consolida perdiendo actividad y se renueva y reconsolida con cada nueva recolección o recuerdo. Figura tomada del artículo: Josselyn, S., Köhler, S. & Frankland, P. “Finding the engram”. Nat Rev Neurosci, 16, 521–534 (2015).

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Expresión verbal de la propia mente: reparos y requisitos

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Las personas frecuentemente expresan en palabras dichas o escritas lo que sienten, piensan, creen, recuerdan o desean y esto configura una forma de comunicación humana primordial, aunque compleja e insegura. Desde el punto de vista de la ciencia, estos discursos naturales son muestras valiosas del lenguaje utilizado en diversos sectores y poblaciones, pero son muy variables y poco sistemáticos para constituir un registro de lo que acontece en la mente de quien los emite, pues todo depende de qué fidedignas sean tanto la introspección necesaria para elaborarlos como su formulación en palabras y conceptos.

Es posible dudar de la veracidad de la introspección y de su expresión pues quien informa lo que sucede en su mente puede mentir deliberadamente o equivocarse debido a una incapacidad, a una inadecuada comprensión del significado de las palabras o al hecho de que los eventos mentales sean demasiado veloces o poco claros para ser reconocidos y puestos en palabras. Incluso los informes de experiencias tan aparentes como son los sueños, los dolores o las emociones pueden estar sesgados de diversas maneras. En un sentido similar se puede apuntar que uno de los principios de la teoría psicoanalítica es que los individuos muchas veces no tienen acceso a sus verdaderos deseos, creencias, recuerdos, emociones o decisiones por el hecho de ser inconscientes.

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Las personas expresan sus estados mentales frecuentemente en sus encuentros interpersonales. ¿Son estas expresiones verbales registros fidedignos de lo que ocurre en su conciencia? Fotograma de John Gilbert y Greta Garbo en una película de cine mudo.

Otro reto al informe introspectivo concierne a la autoconciencia. En efecto, Thomas Natsoulas, psicólogo emérito de la Universidad de California, argumentó en 1993 que el informe verbal de una experiencia privada, como puede ser un simple dolor de muelas, no podría ocurrir si la persona no posee una “conciencia de segundo orden” de haber experimentado este dolor, donde la conciencia de segundo orden sería la propia descripción de la experiencia. Esta conciencia de segundo orden coincide en alguna forma con la distinción realizada por Karl Jaspers entre la auto-observación, el auto-entendimiento y la auto-manifestación de lo que ocurre en la propia mente, como hemos señalado previamente. Concuerda también con la idea de David Rosenthal de que la autoconciencia consiste en un pensamiento de mayor jerarquía sobre lo que ocurre en la propia mente. Estos análisis implican que el sistema de observación e interpretación de los propios contenidos mentales no es tan directo, inmediato y a prueba de error como se pensaba.

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Contorno de una mujer en el contexto de las palabras y el discurso que las personas suelen emplear para expresar su identidad y sus estados mentales. https://bit.ly/38Z5R1q

En los últimos años el filósofo Peter Carruthers ha argumentado que el acceso a la propia mente es interpretativo por naturaleza. Si bien los seres humanos tienen una aproximación privilegiada a sus propias mentes, la interpretación que hacen de sus contenidos puede ser errónea o estar sesgada por condicionantes que el sujeto ha acumulado y adoptado en su vida. Esto ocurre en la percepción habitual, pues las personas ven las cosas de acuerdo a una interpretación del mundo que han adquirido por costumbre. Por ejemplo, ven los relieves de una misma figura como cóncavos o convexos dependiendo si se encuentra o no de cabeza, pues asumen que la luz llega desde arriba. Existe evidencia de que la gente puede confabular respecto a su propia mente, por ejemplo, atribuyéndose pensamientos que nunca pudieron tener, una forma de auto-engaño más elemental que el convencerse a sí mismo de algo que no es verdadero.

Cuando un sujeto escucha e interpreta el discurso de alguien más llega a una representación de su actitud y condición mental porque se enfoca sobre la gramática que utiliza, la prosodia o entonación de su discurso, los gestos y otras conductas que acompañan a su expresión. El observador puede concluir que el otro es sincero o que miente, pero no hace lo mismo cuando valora sus propios procesos y contenidos mentales, pues infiere que no puede estar equivocado al registrar un recuerdo o una creencia propios. Carruthers plantea que el mismo proceso de evaluación opera cuando se trata de mentes ajenas y de la propia mente, de tal forma que el sujeto puede equivocarse respecto a lo que sucede en su propia conciencia.

Peter Carruthers.
Carátula del libro sobre lenguaje, pensamiento y conciencia de Peter Carruthers.

La cuestión es determinar si toda descripción de lo que ocurre en la propia mente implica un acto de interpretación sujeto a errores. Las experiencias originales o primarias, como es el caso de la cualidad lacerante y aversiva de un dolor de muelas, quizá resulten imposibles de conocer fuera de ese mundo privado y prístino de la experiencia personal. Vemos ahora que este proceso primario no se puede poner adecuadamente en palabras tal cual se presenta y esto implica que el conocimiento de la propia mente es un conocimiento muy peculiar. Este ámbito, llamado noesis en la fenomenología “pura” de Husserl, no se puede negar y un observador externo no puede tener acceso directo y fidedigno a ese mundo íntimo, frágil, efímero que es la conciencia de su interlocutor. Pero también es necesario aceptar que por ahora sólo se puede inferir el proceso y el contenido consciente de una persona por sus informes verbales, y debido a esto se hace necesario examinar sus características y depurar su análisis y tratamiento. Se trata de un procedimiento indirecto que no es del todo ajeno a la ciencia; por ejemplo, los científicos infieren y modelan a los hoyos negros, los quarks subatómicos, la energía oscura, la información o incluso una cultura por sus efectos, pues se trata de sucesos o eventos inaccesibles a la observación directa.

Para determinar si los informes introspectivos en primera persona proporcionan información pertinente y válida sobre los procesos conscientes y sobre la autoconciencia, es necesario cumplir varios requisitos difíciles. Así, hay que discernir las diferentes formas en las que se formulan los informes introspectivos, también hay que contar con criterios definidos para elegir aquellos informes verbales que puedan considerarse más fidedignos y finalmente tener un procedimiento adecuado para extraer de estos textos la información pertinente para contabilizar, analizar y valorar los estados mentales involucrados en su elaboración.

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El Diario íntimo de Miguel de Unamuno es un ejemplo notable de la expresión verbal directa y sincera de lo que ocurre en la mente de una persona, un texto fenomenológico que se ha usado para inferir procesos conscientes y la estructura temporal de la conciencia (Díaz, 2007 y 2013).

Desde hace tiempo hemos propuesto un método narrativo para el análisis de los informes en primera persona que convoca a disciplinas académicas de orden cognitivo, narrativo, neurobiológico, psicológico, lingüístico y filosófico. Este método plantea criterios para la producción, selección y transcripción de textos que describen experiencias subjetivas y con ello para interpretar y representar la estructura y dinámica de la conciencia. Los supuestos centrales de este programa son los siguientes: (1) las expresiones orales o escritas de procesos conscientes pueden ser obtenidos, seleccionados y analizados de tal forma que satisfagan progresivamente varios requerimientos de un método científico en evolución, (2) ciertos tipos de narrativas denominadas textos fenomenológicos, como son las transcripciones de informes introspectivos obtenidos en entrevistas médicas, psiquiátricas o psicoterapéuticas, así como diarios o monólogos interiores en la literatura, constituyen expresiones privilegiadas de procesos conscientes; y (3) un análisis sistemático de estos textos permite establecer modelos tentativos de los contenidos y las formas de los procesos conscientes. Conforme avancen los recursos metodológicos será posible depurar la introspección y el método narrativo para comprender mejor los procesos conscientes y la autoconciencia necesaria para detectarlos y expresarlos.

El requerimiento científico de la introspección

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La mayoría de las disciplinas científicas emplean procedimientos cuyo objeto de investigación puede ser observado públicamente por cualquier investigador. En la filosofía de la ciencia se dice que este tipo de escrutinios y mediciones constituyen “métodos en tercera persona” implicando que pueden ser corroboradas por otros. De acuerdo a la doctrina positivista, este es uno de los requisitos obligados del método científico. Ahora bien, desde los orígenes de la psicología y la psiquiatría, la introspección se ha utilizado en la clínica y en experimentos de varios tipos. Estos estudios se catalogan como “métodos en primera persona” porque el procedimiento y el objeto en estudio son privados y accesibles directamente sólo para quien realiza la introspección. Ejemplos de métodos en primera persona son las experiencias de sufrimiento o dolor que expresan los enfermos en protocolos de investigación médica o los estudios sobre la experiencia sensorial, como la diferencia en la intensidad de una sensación que se obtiene en experimentos de psicofísica.

Wilhelm Wundt
Wilhelm Wundt hacia 1898 (tomada de Wikimedia).

La introspección metódica fue utilizada en el primer laboratorio de psicología por Wilhelm Wundt y sus alumnos en la segunda mitad del siglo XIX. Los sujetos entrenados fueron considerados aptos para informar sobre sus procesos mentales en protocolos que usualmente incluían la resolución de un problema y se analizaban los procesos mentales empleados, tal y como eran reportados por los sujetos experimentales. Es interesante considerar porqué la técnica introspectiva prosperó durante una era científica muy influida por el positivismo que desdeñaba todo lo subjetivo. La respuesta estriba en la confianza que se otorgaba a la capacidad de los científicos entrenados para informar sobre sus procesos mentales en forma objetiva porque habrían dominado la esencia misma del método científico positivista y que consistía en poder realizar una observación imparcial libre de prejuicios y de sesgos en uno u otro sentido.

Sin embargo, las técnicas introspectivas de Wundt y sus colaboradores fueron criticadas y no se generalizaron. Esto sucedió a partir de una controversia entre dos grupos de investigadores en referencia a si la solución de problemas requiere o no el uso de imágenes mentales. Esta falta de coincidencia de los datos obtenidos con la misma técnica fueron las razones que John B. Watson, el padre del conductismo en la psicología, empleó desde 1913 para catalogar a la introspección como un procedimiento no científico. Este ataque se apoyó también en una posición teórica antimentalista muy propia del conductismo y que lo condujo a proclamar a la psicología como la ciencia de la conducta y no la ciencia de la mente.

Espiral
La espiral suele asociarse con la introspección al sugerir un procedimiento de concentración e inmersión (Imagen: https://bit.ly/2OWaqA3).

A pesar del éxito de esta crítica en la psicología experimental, la introspección se siguió utilizando de varias maneras. La psiquiatría clínica continuó explorando las mentes y las conciencias de otros mediante el “examen mental,” consistente en una entrevista sistemática, que no es solamente introspectiva sino un “método en segunda persona,” en el cual un psiquiatra o psicólogo entrenado interroga a un sujeto para detectar y evaluar sus procesos y estados mentales. La introspección es necesaria por parte del sujeto de exploración quien, en respuesta a las hábiles preguntas de su interlocutor, examina y declara procesos de su propia mente. Este procedimiento sigue constituyendo la base del diagnóstico en psiquiatría, en psicopatología y en varias instancias en la medicina clínica que dependen en alguna medida de la anamnesis, es decir de la introspección y la memoria por parte del paciente recabadas con fines diagnósticos por un especialista. El uso de la introspección ha sido abundante en la investigación de la mente no sólo para desarrollar teorías o hipótesis, sino para obtener datos y realizar interpretaciones de cómo funciona el aparato psíquico. Es cierto que estos procedimientos no se han ajustado a un método definido o riguroso y que los académicos lo practicaron de maneras muy variables según su destreza, entendimiento, perspectiva teórica y expectativa doctrinaria. En tiempos recientes han ocurrido intentos de lograr una aproximación más sistemática a la introspección que incluye un análisis de los problemas inherentes a su ejercicio.

Anamnesis
Portada de la revista filosófica Anamnesis del Colorado College de 2016. La figura sugiere la duplicidad de un observador sobre la propia mente (https://bit.ly/2DrNBiA)

Una objeción tradicional a la introspección es su carácter privado. Aunque esta característica es indiscutible, las investigaciones actuales intentan compensarla con la aplicación de protocolos estrictos y la comparación de los resultados entre muchos sujetos experimentales. El replicar y verificar los datos no resulta más difícil para estos estudios que para otros procedimientos de la psicología experimental. Otra crítica se refiere a que la introspección interfiere con el proceso básico y habitual de la mente, de tal manera que no se supone posible realizar una observación de los contenidos y procesos mentales sin modificarlos. En alguno de sus momentos de gran lucidez el poeta y pensador francés Paul Valéry escribió lo siguiente: “Estos pensamientos que escribo no son los pensamientos que tengo”. La brillante noción plantea que el pensamiento primario, el que tiene lugar espontánea y directamente en la mente, no es necesariamente de naturaleza verbal o bien que, aun si implica palabras en la mente, no se presta a ser correctamente detectado y expresado por el sujeto. Esta posibilidad no se puede rechazar empíricamente y es necesario conformarse con la expresión verbal de quien realiza la introspección, pero con salvedades y requisitos. Diversos autores han analizado reportes introspectivos y han concluido que la vida mental privada se presta a la expresión verbal sea en forma espontánea o en sujetos entrenados en la introspección a la manera de la fenomenología.

Paul Valery
Paul Valéry en actitud introspectiva. Óleo de 1923 por Jacques-Emile Blanche. Se evoca en este capítulo su siguiente reflexión: “Estos pensamientos que escribo no son los pensamientos que tengo” (tomado de Wikipedia).

Hace unos lustros en mi libro La conciencia viviente, abordé el tema de la introspección como herramienta para investigar los procesos mentales conscientes y llegué a la idea de que los informes introspectivos en primera persona no son científicos cuando se profieren en la vida diaria, como sucede cuando una persona le expresa a otra sus pensamientos, emociones, sueños o intenciones. Pero pueden llegar a ser de un valor científico variable dependiendo de los métodos que se utilicen para obtenerlos y analizarlos. De esta manera, los recuentos en primera persona sistemáticamente estructurados y obtenidos en condiciones controladas constituyen datos crudos que pueden someterse a codificación sistemática, análisis cuantitativo, acuerdo entre evaluadores, tratamiento estadístico, representación gráfica y divulgación por los medios habituales de la ciencia.

Este tipo de informes se utilizan para llevar a cabo experimentos en las ciencias cognitivas, la psicobiología o la neurociencia. Más aún: tales métodos constituyen fuentes de información y datos para elaborar modelos de la estructura no sólo de ciertos procesos conscientes, sino de la autoconciencia, pues los informes verbales de lo que acontece en la propia mente requieren que el sujeto realice una introspección deliberada, es decir de una reflexión de la mente sobre sí misma. En suma, si bien las metodologías en tercera y primera persona se han considerado incompatibles, desde hace unos lustros se tienen como complementarias, en especial cuando se combinan en protocolos y procedimientos en segunda persona. En la próxima entrega examinaremos con mayor detenimiento los requisitos y los problemas metodológicos que surgen al emplear los informes introspectivos en primera persona, en particular en términos de la autoconciencia necesaria para producirlos.