El requerimiento científico de la introspección

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La mayoría de las disciplinas científicas emplean procedimientos cuyo objeto de investigación puede ser observado públicamente por cualquier investigador. En la filosofía de la ciencia se dice que este tipo de escrutinios y mediciones constituyen “métodos en tercera persona” implicando que pueden ser corroboradas por otros. De acuerdo a la doctrina positivista, este es uno de los requisitos obligados del método científico. Ahora bien, desde los orígenes de la psicología y la psiquiatría, la introspección se ha utilizado en la clínica y en experimentos de varios tipos. Estos estudios se catalogan como “métodos en primera persona” porque el procedimiento y el objeto en estudio son privados y accesibles directamente sólo para quien realiza la introspección. Ejemplos de métodos en primera persona son las experiencias de sufrimiento o dolor que expresan los enfermos en protocolos de investigación médica o los estudios sobre la experiencia sensorial, como la diferencia en la intensidad de una sensación que se obtiene en experimentos de psicofísica.

Wilhelm Wundt
Wilhelm Wundt hacia 1898 (tomada de Wikimedia).

La introspección metódica fue utilizada en el primer laboratorio de psicología por Wilhelm Wundt y sus alumnos en la segunda mitad del siglo XIX. Los sujetos entrenados fueron considerados aptos para informar sobre sus procesos mentales en protocolos que usualmente incluían la resolución de un problema y se analizaban los procesos mentales empleados, tal y como eran reportados por los sujetos experimentales. Es interesante considerar porqué la técnica introspectiva prosperó durante una era científica muy influida por el positivismo que desdeñaba todo lo subjetivo. La respuesta estriba en la confianza que se otorgaba a la capacidad de los científicos entrenados para informar sobre sus procesos mentales en forma objetiva porque habrían dominado la esencia misma del método científico positivista y que consistía en poder realizar una observación imparcial libre de prejuicios y de sesgos en uno u otro sentido.

Sin embargo, las técnicas introspectivas de Wundt y sus colaboradores fueron criticadas y no se generalizaron. Esto sucedió a partir de una controversia entre dos grupos de investigadores en referencia a si la solución de problemas requiere o no el uso de imágenes mentales. Esta falta de coincidencia de los datos obtenidos con la misma técnica fueron las razones que John B. Watson, el padre del conductismo en la psicología, empleó desde 1913 para catalogar a la introspección como un procedimiento no científico. Este ataque se apoyó también en una posición teórica antimentalista muy propia del conductismo y que lo condujo a proclamar a la psicología como la ciencia de la conducta y no la ciencia de la mente.

Espiral
La espiral suele asociarse con la introspección al sugerir un procedimiento de concentración e inmersión (Imagen: https://bit.ly/2OWaqA3).

A pesar del éxito de esta crítica en la psicología experimental, la introspección se siguió utilizando de varias maneras. La psiquiatría clínica continuó explorando las mentes y las conciencias de otros mediante el “examen mental,” consistente en una entrevista sistemática, que no es solamente introspectiva sino un “método en segunda persona,” en el cual un psiquiatra o psicólogo entrenado interroga a un sujeto para detectar y evaluar sus procesos y estados mentales. La introspección es necesaria por parte del sujeto de exploración quien, en respuesta a las hábiles preguntas de su interlocutor, examina y declara procesos de su propia mente. Este procedimiento sigue constituyendo la base del diagnóstico en psiquiatría, en psicopatología y en varias instancias en la medicina clínica que dependen en alguna medida de la anamnesis, es decir de la introspección y la memoria por parte del paciente recabadas con fines diagnósticos por un especialista. El uso de la introspección ha sido abundante en la investigación de la mente no sólo para desarrollar teorías o hipótesis, sino para obtener datos y realizar interpretaciones de cómo funciona el aparato psíquico. Es cierto que estos procedimientos no se han ajustado a un método definido o riguroso y que los académicos lo practicaron de maneras muy variables según su destreza, entendimiento, perspectiva teórica y expectativa doctrinaria. En tiempos recientes han ocurrido intentos de lograr una aproximación más sistemática a la introspección que incluye un análisis de los problemas inherentes a su ejercicio.

Anamnesis
Portada de la revista filosófica Anamnesis del Colorado College de 2016. La figura sugiere la duplicidad de un observador sobre la propia mente (https://bit.ly/2DrNBiA)

Una objeción tradicional a la introspección es su carácter privado. Aunque esta característica es indiscutible, las investigaciones actuales intentan compensarla con la aplicación de protocolos estrictos y la comparación de los resultados entre muchos sujetos experimentales. El replicar y verificar los datos no resulta más difícil para estos estudios que para otros procedimientos de la psicología experimental. Otra crítica se refiere a que la introspección interfiere con el proceso básico y habitual de la mente, de tal manera que no se supone posible realizar una observación de los contenidos y procesos mentales sin modificarlos. En alguno de sus momentos de gran lucidez el poeta y pensador francés Paul Valéry escribió lo siguiente: “Estos pensamientos que escribo no son los pensamientos que tengo”. La brillante noción plantea que el pensamiento primario, el que tiene lugar espontánea y directamente en la mente, no es necesariamente de naturaleza verbal o bien que, aun si implica palabras en la mente, no se presta a ser correctamente detectado y expresado por el sujeto. Esta posibilidad no se puede rechazar empíricamente y es necesario conformarse con la expresión verbal de quien realiza la introspección, pero con salvedades y requisitos. Diversos autores han analizado reportes introspectivos y han concluido que la vida mental privada se presta a la expresión verbal sea en forma espontánea o en sujetos entrenados en la introspección a la manera de la fenomenología.

Paul Valery
Paul Valéry en actitud introspectiva. Óleo de 1923 por Jacques-Emile Blanche. Se evoca en este capítulo su siguiente reflexión: “Estos pensamientos que escribo no son los pensamientos que tengo” (tomado de Wikipedia).

Hace unos lustros en mi libro La conciencia viviente, abordé el tema de la introspección como herramienta para investigar los procesos mentales conscientes y llegué a la idea de que los informes introspectivos en primera persona no son científicos cuando se profieren en la vida diaria, como sucede cuando una persona le expresa a otra sus pensamientos, emociones, sueños o intenciones. Pero pueden llegar a ser de un valor científico variable dependiendo de los métodos que se utilicen para obtenerlos y analizarlos. De esta manera, los recuentos en primera persona sistemáticamente estructurados y obtenidos en condiciones controladas constituyen datos crudos que pueden someterse a codificación sistemática, análisis cuantitativo, acuerdo entre evaluadores, tratamiento estadístico, representación gráfica y divulgación por los medios habituales de la ciencia.

Este tipo de informes se utilizan para llevar a cabo experimentos en las ciencias cognitivas, la psicobiología o la neurociencia. Más aún: tales métodos constituyen fuentes de información y datos para elaborar modelos de la estructura no sólo de ciertos procesos conscientes, sino de la autoconciencia, pues los informes verbales de lo que acontece en la propia mente requieren que el sujeto realice una introspección deliberada, es decir de una reflexión de la mente sobre sí misma. En suma, si bien las metodologías en tercera y primera persona se han considerado incompatibles, desde hace unos lustros se tienen como complementarias, en especial cuando se combinan en protocolos y procedimientos en segunda persona. En la próxima entrega examinaremos con mayor detenimiento los requisitos y los problemas metodológicos que surgen al emplear los informes introspectivos en primera persona, en particular en términos de la autoconciencia necesaria para producirlos.

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