inteligencia emocional

Inteligencia espiritual, necesidades espirituales y vida espiritual

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¿Qué relación puede tener la vida espiritual con la llamada inteligencia espiritual o trascendente y las necesidades espirituales?

Para explicar lo anterior es necesario partir del hecho que el ser humano, a diferencia de los animales, es capaz de preguntas, operaciones y movimientos que sólo se dan en su especie y que le permiten vivir intencionalmente en el mundo. Esto le libera no sólo de los condicionamientos del instinto, sino también le permiten superar los límites propios de su historia gracias a la inteligencia espiritual.

La inteligencia espiritual es absolutamente independiente de cualquier religión, aunque no por eso las niega. En ese sentido, es importante reconocer que las religiones son una forma sistematizada y comunitaria alrededor de una creencia específica. Es decir, toda religión gira en torno de un mismo universo conceptual en el cual se comparten ideas de origen, sentido y dirección de la vida humana que generan identidad, orientación y certeza. Estas características existen en toda vida espiritual, aun cuando sus conceptos no se compartan necesariamente con otros o se mantengan al margen de una divinidad o divinidades determinadas.

necesidad espiritual
Imagen: La Mente es Maravillosa.

Así, tanto la vida espiritual como la inteligencia espiritual son propias de hombres y mujeres, independientemente de las condiciones internas y externas de las personas y de las condicionantes del entorno, es un aspecto universalmente existente en el interior humano que necesita ser desarrollado y que se manifiesta como un anhelo, aun cuando no se sea del todo consciente, de integrar a la persona consigo misma, con su entorno y con algo más que queda en el misterio.

Las necesidades espirituales, por su lado, son un conjunto de deseos ajenos al cuerpo, las emociones y la mente, aun cuando se encuentren estrechamente relacionadas con ellas. En condiciones normales emergen sutilmente a lo largo de toda la vida y su satisfacción es más profunda y de mayor duración que la complacencia de las fisiológicas o las psicológicas. En momentos límite de la existencia se manifiestan con mayor intensidad dada la vulnerabilidad humana frente al fracaso, la limitación física, la enfermedad terminal y el dolor demandando vehementemente una vía que resuelva la situación junto con el miedo, la angustia y la incertidumbre que acompaña dichos momentos.

Las necesidades espirituales responden a aspectos fundamentales de la experiencia humana como es el sentido de la vida, la integración de la propia identidad, la vinculación con todo lo existente, el reconocimiento de un orden mayor que dirige todo, la aceptación de la realidad, la reconciliación con uno mismo, con la propia historia y con les demás.

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Imagen: Pinterest.

La satisfacción de las necesidades espirituales, el desarrollo de la inteligencia espiritual y la vida espiritual están íntimamente ligadas a dos sencillas prácticas: el silencio y la contemplación. Ambas presentes de manera natural en los menores de edad y que la dinámica de este tiempo perturba, oculta y modifica. En efecto, frente al mundo sobre-estimulado en el cual habita una parte importante de la población y las exigencias extremas para hacerle frente, el silencio y la contemplación aparecen como pérdida de tiempo o generan ansiedad ante la quietud. Sin embargo, superar las falsas creencias que las desacreditan, así como resistir la incomodidad de un inicio, descubren un espacio sin espacio, un tiempo sin tiempo que se abre a la eternidad y en donde se experimenta la plenitud.


*Este texto surgió gracias a la inspiración del libro de Francesc Torralba. Inteligencia espiritual. España: Plataforma, 2019.


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Padres afectivos y efectivos

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Los padres de mayor éxito en su misión son aquellos que tienen la rara habilidad de meterse detrás de los ojos del niño y que logran ver lo que él ve, pensar lo que él piensa y sentir lo que él siente. Al final, los que saben interpretar el significado que yace detrás de su comportamiento.

Ser padres es una de las más importantes y desafiantes tareas para los adultos de hoy. Amor intenso, frustración, gozo, desconcierto y vulnerabilidad son algunos de los sentimientos que desencadena esta misión.

Tal vez, responder a estas preguntas serviría como punto de partida para reflexionar sobre nuestra postura frente al reto que implica aprender a ser un coach emocional para nuestros hijos:

¿Cómo reaccionas cuando te enfrentas con los sentimientos de tus hijos?
¿Los escuchas, los descalificas, te asustan, reaccionas igual?
Cuando las emociones en tu familia se ponen álgidas ¿sabes manejarte adecuadamente, te evades o te desbordas?
¿Intuyes la importancia del “alfabetismo emocional” pero no sabes cómo aterrizarlo en la vida diaria?

La mayoría de los consejos que se dan a los padres en la actualidad sobre la educación de sus hijos ignoran las emociones: llenos de información sobre el manejo de sus malas conductas, pero sin tomar en cuenta los sentimientos detrás de dichas conductas.

El objetivo de la educación no es simplemente tener hijos obedientes y sumisos, la mayoría de los padres esperamos más de nuestros hijos: deseamos que sean responsables, que tengan la fuerza para tomar sus propias decisiones, que desarrollen sus talentos y que gocen de la vida. Esperamos también que tengan éxito en las relaciones interpersonales para que a futuro generen buenas amistades y una relación de pareja satisfactoria.

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Imagen: Brian Britigan.

El amor por sí mismo no es suficiente. Los padres dedicados, cálidos e involucrados tienen actitudes específicas en relación a las emociones propias y a las de sus hijos. Ser un padre emocionalmente inteligente radica en saber interactuar con los hijos cuando las emociones se ponen en juego.

El hombre de hoy se considera a sí mismo victorioso conquistador del universo. Conoce enigmas de las profundidades de los mares y ha conquistado el cielo y el espacio con su tecnología. Nunca antes, como ahora, la humanidad se había visto tan cerca de realizar sus sueños de bienestar y grandeza. El progreso científico sigue avanzando de manera espectacular. Con todo, la humanidad no ha podido apartar, ni siquiera suavizar, los males sociales que azotan la convivencia humana. Estos no disminuirán en número ni en gravedad mientras no se eduque mejor a las nuevas generaciones.

Los niños constituyen el recurso más preciado de la humanidad. Sin embargo, por el modo de proceder humano parecería que otros recursos fueran más importantes: se estudia afanosamente para construir casas, administrar negocios, interpretar leyes, hasta que un día se afronta en completa ignorancia la tarea de educar a nuestros hijos.

¿Improvisación o preparación?

La naturaleza humana es muy compleja, si las conductas de los hijos son incomprensibles, si no existen instintos educativos y el sentido común no es suficiente, es evidente que para ser padre o madre se necesita preparación. El engendrar y dar a luz no nos da los conocimientos necesarios para educar a nuestros hijos.

Hoy, de manera particular, como padres de familia enfrentamos retos que muy probablemente la generación de nuestros padres y abuelos no tuvieron que experimentar, y esto es debido al cambio acelerado del mundo en que nos ha tocado vivir.

¿Cuáles retos tendríamos que confrontar?

Las exigencias sociales y económicas.
La tensión inducida por el cambio, la competencia, la eficacia y la rapidez.
La celeridad de las comunicaciones. La influencia paterna ha disminuido debido a la entrada de los medios al interior de las casas (Internet, T.V., con la consecuente franqueza brutal que impera respecto al sexo, lo cual provoca en el niño un brusco despertar “inusitado en otros tiempos”, que lo obligan a afrontar estímulos impropios para su edad).
El cambio general operado en las relaciones humanas. Se ha pasado de una sociedad autocrática (jerárquica) a una sociedad democrática. Esto en particular se refleja en el seno de la familia (los niños intuyen que como seres humanos son iguales a sus padres en cuanto a su valor humano y su dignidad; merecen respeto, ser escuchados, aceptados…), si no la saben conscientemente, sí lo intuyen y lo manifiestan con palabras, actitudes y cuestionamientos. Por esto no se someten tan fácilmente a las técnicas tradicionales para obtener obediencia, que generalmente se refieren a la imposición, al premio y al castigo. A estas demandas de igualdad los padres de familia no hemos sabido responder: vemos los errores de nuestros padres y no queremos repetirlos en nuestros hijos, pero esto a veces se manifiesta en una situación de confusión, desorden e indisciplina.

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Imagen: Andrea Wan.

Ante este mundo cambiante la tarea primordial de los padres es ayudar al niño a desarrollarse plenamente, a lograr una madurez integral:

⋅ Habilidad para conocerse a sí mismo y al mundo. Conocerse y apreciarse en su justa medida, ni más ni menos. El conocimiento propio y del mundo debe llevar a la aceptación.
⋅ Capacidad de ser uno mismo en proximidad con la gente que amamos y nos interesa. Poder relacionarse afectivamente con familiares y amigos sin perder la auto dirección e individualidad: Equilibrio entre auto dirección y pertenencia.
Manejo adecuado de la afectividad. Descubrir el lenguaje de los sentimientos, capacidad de auto tranquilizarse, de no reaccionar ante lo que los demás hacen y de no reprimirse.
Hacerse responsable por uno mismo.
Tener un objetivo en la vida: un propósito.

Las investigaciones han demostrado que los niños educados por padres que valoran y guían sus emociones, pero que al mismo tiempo tienen límites claros, hacen un mejor papel en diversas áreas. Estos niños forman amistades más fuertes, se desempeñan mejor en la escuela, aprenden a lidiar más efectivamente con sus estados de ánimo (humor), tienen menos emociones negativas y se recuperan más rápidamente de eventos conflictivos, e inclusive, se enferman menos.

A todo esto, podríamos llamarle “Educar para la Vida”, y con este objetivo, destacar la importancia del “alfabetismo emocional” y de los límites.

Las emociones son como una “especie de radar” que capta lo de afuera, es decir, lo primero que impacta al cuerpo; la “continuación e intensidad” de este estado emocional, se debe a los sentimientos que genera, esto es: primero se desencadena una emoción, seguida de una acción y la generación de posibles sentimientos. Los sentimientos pasan por una elaboración cultural o de significado, es decir, que están mediados por nuestro sistema de creencias. Podríamos decir que lo que amenaza de afuera (emoción) le doy un significado (sentimiento). Sin embargo, en la realidad, las dos ocurren casi simultáneamente, “son dos momentos del mismo acto”.

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Imagen: Emily Eldridge.

Si lo que hacemos y aprendemos está moldeado por la forma en que sentimos, si hemos aprendido de nuestra cultura, padres, educación, etc., que los sentimientos y emociones no deben manifestarse, ni expresarse, por lo tanto, nos sentimos vulnerables ante ellos y no sabemos manejarlos cuando surgen en nuestro interior o cuando se manifiestan en nuestros hijos. Este “analfabetismo emocional” y de alguna manera sentimental, se debe generalmente a heridas de la infancia, y para no ser lastimados de nuevo, intentamos defendernos y no volvernos a exponer. De esta manera, es posible que construyamos mecanismos de defensa que tienen que ver justamente con la manera de suavizar la intensidad de nuestros sentimientos, llegando muchas veces a distorsionarlos.

Las emociones tienen todo un lenguaje propio que hay que escuchar o “saber mirar”, ya que de alguna forma resume lo que hemos vivido (grato o doloroso), refleja nuestra historia, preocupaciones actuales, anhelos y temores futuros. Si aceptáramos la voluntad que se requiere para escuchar nuestro mundo emocional, quizá nuestros sentimientos se conectarían más con la idea de armonía y paz. El lenguaje emocional, es decir, el reconocer la emoción que está detrás de un comportamiento, es el medio por el que nos comunicamos con nosotros mismos; si no logramos hacer esto nos resultará difícil comunicarnos con los demás. 

Confiar únicamente en el intelecto para conocer, es una estrategia limitada y a veces inhumana, “no sentir es no estar vivo”. Los sentimientos expresan experiencias de dolor o de gozo y el pensamiento es la explicación de la herida o del gozo.

Los sentimientos y emociones no reconocidas, expresadas y aceptadas, hacen que su efecto doloroso se prolongue, produciendo síntomas que nos controlan y nos drenan energía (agresión, represión, depresión).

Los sentimientos no están sujetos a juicio moral, no son ni buenos ni malos, simplemente son.  Lo que sí producen, son energía positiva o negativa, por lo cual hay que saberlos canalizar. La calidad de nuestras vidas depende en gran parte de la manera en la que enfrentamos nuestros sentimientos y emociones. “Una buena educación –según Spinoza– es organizar nuestras emociones, cultivar las mejores, eliminar las peores”.

Todos tenemos fuertes actitudes y creencias sobre nuestros sentimientos que comienzan desde nuestra niñez. La manera en la que nos sentimos con respecto a nuestras emociones, como las valoramos y enfrentamos, ayuda a determinar nuestro estilo de ser padres y de criar a nuestros hijos. Por tanto, es esencial identificar nuestro estilo de paternidad para cuestionarlo y mejorarlo.


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Liberar a la inteligencia escondida

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Roberto es experto en seguridad informática. Tal vez no lo sabe, pero es quien mejor conoce, en su empresa, los métodos, las técnicas y el marco normativo de su campo de trabajo. Por eso, lo invitan a las juntas donde se discuten los nuevos productos, servicios y procesos que se desarrollan en la organización. Sin embargo, Roberto suele pasar el tiempo de esas juntas callado, con la mirada baja y con la mente en otra parte. Un día, después de una de esas juntas, María, la jefa de Roberto, lo sorprendió en el área de café mientras le comentaba con sorna a su compañera: “esta idea de contrataciones en línea, obvio, no podrá salir a tiempo. Nuestros sistemas no cumplen con ninguno de los requisitos necesarios para que nos lo autoricen”.

María sintió un vacío en el estómago. ¿Qué habría pasado si no se hubiera enterado por casualidad? ¿Cuánto más habrá callado Roberto en esa y en otras juntas? ¿Y cuántas otras personas hacen lo mismo? ¿Qué costos habremos pagado y cuántas oportunidades habremos perdido por no saber lo que sabemos?

En las organizaciones existe una inteligencia escondida. Enterrada bajo el miedo, la timidez, el abuso de poder y de control, la dificultad para expresarse, el apego al statu quo, y quién sabe cuántas cosas más. Entre más autoritario sea el estilo de liderazgo en la empresa, el entierro es más profundo. Así, escondida, esa inteligencia no interviene en la toma de decisiones ni en la construcción del futuro de la organización. Las empresas pagan millones de dólares a consultoras para que les digan, a través de abrumadoras pilas de láminas de PowerPoint®, lo que sus propios colaboradores conocen mucho, mucho mejor.

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Imagen: Dribbble.

Casos como el de Roberto muestran que no basta con meter a las personas en salas de juntas para liberar su inteligencia y su conocimiento. Es necesario, en cambio, diseñar y conducir esas juntas de la manera adecuada. Con el aumento (irreversible) del teletrabajo y la consiguiente invasión de zoombies en el mundo corporativo, el problema, sin duda, va a crecer. En este contexto, la capacidad de liberar a la inteligencia escondida puede ser un factor crítico para florecer en el nuevo entorno laboral.

La buena noticia es que existen técnicas para resolver el problema. Un muy buen ejemplo es el que describen Henri Lipmanowicz y Keith McCandless en su libro “The Surprising Power of Liberating Structures”. Las “estructuras liberadoras” que el libro describe:

Son un conjunto de 33 métodos o formas de enfocar, conducir y organizar el trabajo en grupo, que ayudan a que todos los participantes se involucren, aporten y, por tanto, emerja el conocimiento colectivo del grupo.
Se pueden aplicar en grupos de diferentes tamaños y para actividades con diversos propósitos.
Funcionan en entornos presenciales y virtuales.
Y, lo mejor de todo, no exigen conocimientos especializados de facilitación, cualquiera de nosotros puede aprender a manejarlas con un poco de práctica.

La mayor parte del tiempo que pasamos en juntas y reuniones de trabajo (y en la escuela también, por cierto) hacemos 5 tipos de actividad (que Lipmanowicz y McCandless llaman “las cinco grandes”): presentaciones, discusión libre, discusión dirigida, lluvia de ideas e informes de seguimiento. Algunas de éstas, como las presentaciones o la discusión dirigida, centralizan demasiado el control y no dan espacio a la participación de los demás. Por el contrario, otras como la discusión libre o la lluvia de ideas, tienen tan poca estructura que fácilmente terminan en desorden, se desvían del propósito y son dominadas por las personas más poderosas o extrovertidas. Ninguno de esos extremos ayuda a liberar la inteligencia escondida.

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Imagen: Behance.

Las estructuras liberadoras están diseñadas para incluir a todos y liberar la contribución de cada persona al éxito del grupo. “Las estructuras liberadoras son métodos para un propósito: mejorar el desempeño… Puedes estar seguro de que sin importar con cuál estructura liberadora pruebes o en qué situación, generarás resultados sorprendentemente mejores de los que esperabas” (1: Lipmanowics & McCandless, The Surprising Power of Liberating Structures, 2014). Empiezan a surgir evidencias de que el trabajo en casa puede ser el más productivo (2: “Does working from home make employees more productive?”, The Economist). Sin embargo, como sabemos bien quienes hemos padecido una inmensa fatiga después de un día lleno de videoconferencias improductivas, la colaboración a distancia plantea retos que nos exigen mejores herramientas para diseñar y hacer el trabajo.

Ya sea que coordines a equipos de trabajo o que participes ellos, necesitas enriquecer tu caja de herramientas. Las estructuras liberadoras son un buen lugar para comenzar. Todo lo que necesitas saber para empezar a usar las estructuras liberadoras está disponible en internet. Aquí encontrarás instrucciones sobre cómo y cuándo usar cada una de las estructuras. Prueba alguna en tu próxima junta importante y déjate sorprender por las realidades que pueden emerger cuando se libera la inteligencia de tus colaboradores.


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Las emociones morales y sus fundamentos cerebrales

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Una de las mayores desgracias y oprobios de nuestro país es tener una de las más altas y ascendentes tasas de feminicidios del planeta. Se trata de una forma brutal de violación y asesinato que atropella y destruye a una persona por ser mujer. Al conocer casos particulares de este crimen es posible sentir vivamente muchas formas de emoción moral: compasión por la víctima, empatía con sus familiares, indignación y cólera hacia el perpetrador, desprecio a la mentalidad que lo fomenta, clamor de justicia a las autoridades supuestamente abocadas a prevenirlo y solucionarlo, condena a quienes solapan o atenúan los hechos, admiración y respeto por quienes investigan y denuncian, vergüenza y culpa por no hacer algo para remediarlos. Las emociones morales conforman fundamentos del conflicto social y político que se deriva no sólo de estos actos abominables, sino también de todo quebrantamiento de normas, valores y leyes morales que se consideran válidos.

feminicidio
El feminicidio constituye un quebrantamiento de normas morales de tal magnitud que suele evocar la mayoría de las emociones morales en quienes toman conciencia de las víctimas y las circunstancias en las que ocurre.

La empatía es un sentimiento fundamental para el desarrollo de comportamientos morales y éticos. Deriva de la alteridad, la noción que los demás seres humanos son otros yo y tienen estados mentales como los propios. Al motivar el cuidado por los otros, inhibiendo la agresión y facilitando la cooperación y la ayuda, la empatía condiciona aspectos importantes de la vida social y se considera una fuente crucial y ancestral del comportamiento moral y de la justicia. Además de la empatía, la compasión implica el deseo de ayudar a quien sufre y, cuando se identifica al causante del daño se suceden la indignación, el desprecio y la aspiración de remedio y justicia. Pueden también ocurrir otros tipos de emociones morales como son los sentimientos de admiración, gratitud o devoción a quienes muestran cualidades y conductas, así como la culpa, el pudor o la vergüenza en referencia a uno mismo cuando se siente que ha quebrantado o evadido una norma. Ahora bien, las emociones morales por sí mismas no son suficientes para integrar la conciencia moral, pues ésta requiere la incorporación de principios y valores que pueden ser aplicados en las acciones de protección y cuidado.

La edad de la empatia
Portada de “La edad de la empatía” de Frans de Waal, un estudio sobre los orígenes evolutivos de la empatía y otras emociones morales.

Gracias a múltiples estudios de imágenes cerebrales se han logrado visualizar ciertas áreas y procesos que subyacen a las percepciones, emociones, juicios y comportamientos morales. De estos estudios experimentales se desprende que la moralidad requiere de la participación de zonas y redes cerebrales de orden perceptivo, cognitivo y afectivo pues, como ocurre con prácticamente todos los sistemas de autoconsciencia, no hay un soporte neuronal único de las capacidades éticas y morales. Las investigaciones recientes reafirman la existencia de una red cerebral que responde a los dilemas morales y que este sistema está vinculado con los de identificación del sujeto con sus congéneres. También se ha encontrado que las cortezas orbital y ventromedial situadas en las zonas prefrontales del cerebro están implicadas en decisiones mortales con un fuerte contenido emocional. En algunos estudios sobre razonamientos o decisiones morales se ha detectado la participación de la parte anterior del cíngulo o la ínsula que se involucran durante estados de empatía.

Los estudios de las funciones cerebrales que ocurren durante las emociones morales tienen relevancia para precisarlas, pues revelan cuáles redes cerebrales se enganchan o se activan para cada una de ellas. Además, estos estudios no sólo ponen en evidencia los sustratos cerebrales de la cohesión social humana sino también los de sus contrapartes, las actitudes y comportamiento antisociales. En efecto, se ha encontrado que las redes neuronales implicadas en la empatía y la valoración moral presentan deficiencias en individuos con personalidades psicopáticas, quienes se caracterizan por tener poca o nula conciencia moral. Tanto la investigación como la teoría en la neurociencia social y la neuroética apoyan que la autoconciencia, en reciprocidad complementaria con la conciencia de otros, es un requisito indispensable de la moralidad y la ética.

libros sobre moralidad
Portada (izquierda) del libro sobre el cerebro moral acerca de los fundamentos neurobiológicos de la moralidad (2014), y (derecha) de otro volumen sobre el mito del cerebro moral (2016) que afirma lo que la moralidad implica pero no se limita a las funciones cerebrales ni se explica totalmente de esa manera. Trata este último sobre las propuestas de fomentar la moralidad mediante estimulación cerebral.

En un escrito de 2016 sobre el cerebro y la moralidad, el filósofo Jesse Prinz analizó y comentó los estudios de neuroimagen que muestran estructuras cerebrales que se activan y utilizan cuando las personas hacen juicios morales. A pesar de que Prinz aboga por un “sentimentalismo moral” en el sentido de que ciertas emociones se constituyen como juicios morales, propone que ambas, razones y emociones, intervienen en las decisiones morales humanas. El psicólogo social Jonathan Haidt, que ya hemos citado, ha recopilado experimentos propios y de colegas afines para proponer que gran parte del pensamiento político es un tipo de instinto moral envuelto o adornado por racionalización ideológica. Según esta tesis, cuando alguien dice que “el estado del bienestar es justo” o que “el aborto atenta contra la persona humana” está usando un lenguaje prestado para expresar sus actitudes viscerales orientadas a una o varias de las seis esferas morales: mal, justicia, lealtad, autoridad, libertad o santidad.

Si hemos de dar crédito a estas tesis, la identidad política no empieza con opciones ideológicas razonadas, sino con mutaciones genéticas y alambrados cerebrales de tal forma que la contienda política puede no ser tanto una batalla de ideas como una contienda darwinista. Pero ya hemos repetido que los intentos de reducir las capacidades sociales o mentales de los seres humanos a factores neuronales y estos a elementos genéticos es una forma sumaria de excluir las propiedades que emergen en cada nivel de organización de los organismos y sistemas naturales. No se puede dudar de la influencia que tienen los elementos genéticos y evolutivos en todas las manifestaciones de la vida humana, incluyendo la conducta ética y la ideología política, pero sabemos que estos fundamentos y tendencias que operan de abajo hacia arriba (desde las bases moleculares y celulares hasta la mentalidad y la conducta) se complementan con influencias inversas de arriba hacia abajo como los múltiples cambios cerebrales que condiciona la experiencia, el aprendizaje y el comportamiento.

adagio etico
Cartel sobre el adagio ético de la medicina “primero no dañar” (primum non nocere) (tomado de: EMS Solutions International).

Termino esta vista a las emociones morales recordando el principio de la ética médica primum non nocere, (lo primero es no dañar) atribuido a Hipócrates, pero mejor documentado como recomendación del médico inglés del siglo XVII, Thomas Sydenham. Si se toma literalmente, el principio sería en muchas ocasiones incompatible con la práctica médica que suele entrañar daño o sufrimiento, por lo que se ha reformulado como la necesidad de la medicina de evitar o paliar los efectos y secuelas indeseables derivadas de la práctica médica. Esto hace de la prudencia la virtud ética más necesaria del médico.

No habría conciencia moral o conducta ética si la persona humana no fuera capaz de entender que sus prójimos sufren y gozan, desean y se frustran, son libres o están sometidos. No sería posible sentir cuidado o responsabilidad por los demás sin un sentido de conexión y preocupación por otros seres sintientes y por los recursos necesarios para su vida y bienestar. Tampoco habría conciencia ética ni sentimientos morales sin la capacidad de observar, evaluar y modificar los propios estados mentales, pues la ética implica una conexión empática de la conciencia de sí con la conciencia del otro.


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La honestidad y el fin del mundo

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¿Hace cuántos minutos dijiste una mentira?

Si todas las personas fuéramos honestas y dijéramos lo que en realidad pensamos, el mundo se acabaría en un día. Pero sería un día real, auténtico.

¿Valdría la pena, o es que es mejor vivir en un lugar de hipocresía del que todos formamos parte?

24 horas ininterrumpidas en las que expresáramos nuestros pensamientos de manera libre y espontánea, sin restricción alguna.

Como si regresáramos a ser niños otra vez y contestáramos las preguntas que nos hacen con la más absoluta verdad y sin pena alguna.

honestidad y mentiras
“Beautiful Lies” – George Kordis.

¿Seríamos capaces de soportar que nos llamen tontos, incompetentes, feos, gordos, chaparros, insoportables…?

¿Podríamos escuchar verdades que duelen y lastiman sin hacer nada al respecto?

¿Perdonaríamos a quienes nos hacen sentir así?

Yo creo que no. No es que no sepamos lo que somos o cómo nos vemos, sino que a nadie le gusta oír lo que le incomoda.

Entonces pienso que después de atacar verbalmente a las personas que nos agreden con sus comentarios, probablemente nos iríamos a los golpes y sería difícil detenernos hasta que pudiéramos saciar nuestra ira, y para entonces, uno o más terminaríamos muertos.

Seguro es más agradable que en tu casa te digan que te ves muy bien con la ropa que te pusiste; que te aman más de lo que te amaban ayer; que valoran el trabajo que haces dentro o fuera de la casa.

honestidad y mentiras
Ilustración: Unbabel.

Que en el trabajo te feliciten por esas ideas tan brillantes que tienes; que contar contigo les da tranquilidad y certeza de que las cosas se harán bien.

También tus amigos, imagínalos diciéndote que eres el mejor amigo que alguien podría tener; el más inteligente.

Y así, mucha gente, los empleados de la tienda, en restaurantes, cine, teatro, o cualquier otro lugar que visites, al verte sonrían diciendo lo afortunados que son al tenerte con ellos en ese momento.

Que en los periódicos, revistas, programas y noticieros se hable de lo bien que está el mundo; que todo es perfecto y somos la mejor sociedad.

Entonces, ¿existen mentiras que aunque sepamos que lo son, en realidad lo que hacen es ayudar a mantener el orden de las cosas?


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Cuidados y atención emocional

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En estos momentos, por la situación que estamos pasando, entramos a la etapa en que estaremos aislados en casa, con niñas y niños sin acudir a la escuela durante un mes, por lo que necesitamos empezar a tomar previsiones para experiencias de este tipo.

Es muy importante entender que el periodo actual no es de vacaciones, por lo que debemos mantener una rutina de actividades que nos ocupe la mayor parte del día, tal y como ocurre en un entorno normal y sin descuidar nuestras actividades laborales o de estudio.

¡El cuidado emocional es tan importante como el cuidado sanitario! Así que no dejemos de levantamos a la misma hora, hacer ejercicio al interior de nuestro domicilio, bañarnos y vestirnos igual que siempre, y trabajemos desde casa, los que ya pueden, aprovechando la tecnología.

cuidado sanitario
Ilustración: iStock.

A partir de ayer los bancos en México empezaron a trabajar con el personal mínimo y a reducir el número de clientes que atienden en un solo momento.

La idea es evitar concentraciones de personas, lugares concurridos y posibles contagios en espacios cerrados.

Hoy podemos ordenar muchos productos y artículos vía electrónica, aprovechemos la oportunidad sin caer en compras de pánico que no sirven para nada ¡y sólo nos estresan! Tampoco permitamos sobresaturarnos de información. Desde luego, sí establecer horarios muy claros para ver o escuchar noticias, pero no estar todo el día pegados a la televisión y a la radio. También mucho cuidado con la redes sociales, en verdad pueden hacer gran daño las fake news.

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Imagen: CNN.

En el caso de nuestras niñas y niños –esto lo hemos aprendido en contingencias anteriores, por ejemplo, en los terremotos–, debemos primero: hablar con nuestros hijos y explicarles la situación sin alarmarlos; hacerles ver que ellos no son responsables de lo que sucede, que si mamá o papá están un poco estresados ¡no es por ellos! Sabemos que los niños sufren mucho estrés en este tipo de situaciones. Segundo: hay que fijar los mismos horarios para estudiar, para tomar los alimentos, y para poner actividades que permitan la convivencia familiar y la diversión, cuando ésta corresponde. Tercero: para quienes empiecen a sentir ansiedad, nerviosismo, y angustia por lo que leen o escuchan, la mejor receta es hablarlo en cualquier momento y las veces que sean necesarias.

Llámenos al 5511-8575-55 para recibir esos primeros auxilios emocionales que ayuden a sobrellevar el aislamiento social que necesitaremos reforzar en las próximas semanas, y también estaremos dando más guía y apoyo a lo largo de esta temporada, que actuado como sociedad y comunidad bien organizada, saldremos bien librados de ésta o cualquier situación difícil.


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Observa con el corazón

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He aquí mi secreto. Es muy simple:
no se ve bien sino con el corazón.
Lo esencial es invisible a los ojos.
“El Principito”, Antoine de Saint-Exupéry.

Para muchos esta frase es una de sus favoritas, pero ¿qué tanto lo hacemos?, ¿qué tan posible es ver con el corazón?

La neurociencia moderna ha estado haciendo algunos descubrimientos sorprendentes sobre el corazón humano. La idea de que podemos pensar con el corazón ya no es sólo una metáfora, sino que es, de hecho, un fenómeno muy real. La investigación en este campo está demostrando que el corazón es el principal centro de inteligencia en los seres humanos (Joseph Chilton Pearce).

Entonces estaríamos diciendo que literalmente hay un “cerebro” en el corazón, que podríamos llamar el “cerebro emocional”, pues está conectado a todos los órganos del cuerpo y nos permite expresar nuestras emociones.

Hay un diálogo entre nuestro corazón y cerebro del que no somos conscientes; ya se comprobó que nuestras emociones cambian los ritmos del corazón y afectan a nuestro cerebro. Todo en nuestra vida depende de nuestra respuesta emocional a cada cosa que nos sucede. Si nuestra respuesta es el miedo, nuestro mundo se cubrirá de miedo, así como nuestro cuerpo, si nuestra respuesta es el amor, nuestro mundo se llenará de amor.

tiras del corazon
Imagen: Pinterest.

Es fundamental tener respuestas emocionales positivas, sentirnos amados, aceptados, queridos, ya que esto afecta toda nuestra existencia. Podemos tener un nivel económico alto, un buen trabajo, un buen coche, casas, comodidades, pero si no tenemos por lo menos una persona que nos ame, de nada sirve lo demás, y no estamos exagerando, lo  que necesitamos es, buena comunicación, escucha atenta, mucho afecto, relaciones amorosas, movimiento corporal como el baile, contacto visual, sonidos amables y dulces, juegos divertidos, contacto de corazón a corazón.

¿Qué es lo que deseas? ¿Qué necesitas?

Necesitamos escuchar nuestro corazón y pensamientos, tenemos que ser capaces de traducir nuestras necesidades en palabras para comunicarlas y para que cuando los otros nos las digan podamos escucharlas y atenderlas.

Está demostrado que cuando escuchamos a nuestro corazón y lo atendemos, todo se armoniza y funciona mejor, pues éste posee una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas, que son aceptación, afecto, agradecimiento, alegría, amor, bienestar, diversión, entre otras. Para poder acceder a este tipo de emociones es indispensable liberarnos de las emociones negativas como el miedo, la angustia, el agobio, la culpa, de la necesidad de dominar a los otros, de la decepción, el estrés, la frustración. Debemos incitar y mantener emociones positivas.

casa de corazon
Imagen: Pinterest.

Y como ya te he dicho en otros de mis escritos, para lograr esto, el secreto está en verse, oírse y sentirse, o como dice Ken Wilber, en utilizar el testigo para escucharnos, observarnos y sentirnos, observar nuestras posturas, escuchar nuestros pensamientos, sentir nuestras emociones, sin juzgarnos, con el afán de aprender de nosotros y poder elegir las emociones positivas.

Debemos confiar en nuestra intuición y reconocer que el cambio no se encuentra en el mundo exterior, sino en mi mundo interior. En lo que pienso, en lo que siento y cómo eso se traduce en mi actuar.

Observa tu corazón, conoce y activa “el cerebro del corazón”, cultiva la capacidad de escucharte, abraza el silencio, contacta con la naturaleza, aprende formas de meditar, disfruta de tu propia compañía y conviértete en tu mejor amigo. El corazón no sólo es el centro del amor, también tiene una inteligencia superior.

No me creas, compruébalo por ti mismo.

Te abrazo de corazón a corazón.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome.


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