Una máscara funeraria y una estructura con cráneos, nos acercan nuevamente a lo que a veces se considera tan alejado en el tiempo y en la historia. Además, nos aproximan a concepciones distintas sobre la vida y la muerte, la guerra y el poder; no sólo entre ellas, sino con la manera en que hoy vemos estos elementos de nuestra cotidianidad.
Ciudad de México (elsemanario.com).- El Museo Nacional de Antropología e Historia ha comenzado con una exposición desde el día jueves en donde la naturaleza, la divinidad, la vida y la muerte, desde la concepción maya, son presentadas a través de la Máscara de Calakmul, una pieza mortuoria de mosaico de jade, concha y obsidiana, encontrada hace unos ayeres en una de las tumbas de la zona arqueológica llamada del igual manera. La antigüedad de esta pieza se ubica entre el 660 y el 750 d.C.
“La cosmogonía maya no es un pensamiento lineal; en ella, la naturaleza y la divinidad, lo animal y lo humano, la vida y la muerte, son planos que se entrelazan y conviven continuamente. Los tres niveles del cosmos, son estratos que tienen fronteras claras, pero que están en permanente conjunción“.
Así se refiere a la exposición su curadora, Pilar Cuairán, quien también explica que el jade es uno de los elementos principales de las máscaras funerarias de los soberanos mayas:
“El ajuar funerario les otorgaba la identidad que debían portar en su paso al inframundo, y la máscara les daba el rostro del dios del maíz“.
Si le interesa visitar la exposición en el MNA, tiene hasta el mes de octubre para hacerlo.
Pero esto no es todo, saltando a otra de las culturas madre mesoamericanas: los mexicas, 7 días antes a la inauguración museográfica descrita, se encontraron los vestigios de un Tzompantli justo detrás de la Catedral de la Ciudad de México, en la calle de Guatemala no. 24, tras los trabajos realizados de febrero a junio de este año.
Este hallazgo data de la sexta etapa constructiva del Templo Mayor, entre 1486 y 1502, en el que también se encontró una ofrenda que integra tres piezas de travertino blanco y otra ofrenda con 21 cascabeles de cobre, entre otras cosas.
Los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, encargados de dar a conocer este descubrimiento, describen una estructura rectangular con un conjunto de cráneos unidos por cal, arena y tezontle, que se localiza a dos metros de profundidad y que los expertos han identificado como el gran Tzompantli de México-Tenochtitlán.
Y, ¿qué es eso?
“Es un muro de tezontle con un recubrimiento de estuco y piso de lajas, orientado de norte a sur, que presentaba asociados mandíbulas y fragmentos de cráneos dispersos sobre la plataforma y un elemento circular elaborado de cráneos humanos unidos con argamasa, de los cuales preliminarmente pueden observarse 35“.
Son las palabras de Raúl Barrera, director del Programa de Arqueología Urbana y coordinador del grupo de investigadores que dieron con este vestigio, quienes también indican que los cráneos pertenecen a hombres jóvenes y adultos, aunque hay algunos de mujeres y niños.
Eduardo Matos Moctezuma, arqueólogo mexicano que desde finales de los setenta se encarga de las excavaciones en el Templo Mayor, menciona que
“Por su ubicación, creemos que se trata del Huey Tzompantli, es decir, el Tzompantli mayor de Tenochtitlan. Esta estructura tenía un simbolismo específico y muchos de estos cráneos podrían ser de enemigos de los mexicas que eran capturados, sacrificados y decapitados, como una advertencia de su poderío“.
¿Cuántas veces usted pasó caminando por ahí y lo que vio fue solamente uno de esos viejos edificios del Centro histórico? ¿Cuándo imaginó que bajo esa edificación, habría de encontrarse este tesoro para los que hoy pisamos la ciudad de México?
Evidentemente, no muchas. A veces somos absorbidos por el hoy y el ahora hasta que este tipo de sucesos nos recuerdan que hay otras cosas en el pasado de lo que pisamos en el presente. De igual manera que con la máscara maya, el acercamiento a lo que significa o representan este tipo de culturas y los hallazgos hechos en nuestra contemporaneidad son lo que nos recuerdan la vasta belleza que como país poseemos y representamos, y que antes de nosotros, hubo distintas maneras de concebir el mundo.
