De propaganda a basura electoral

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La propaganda electoral que aún queda en el ambiente urbano, nos cuenta la historia de la derrota o de la victoria; depende de cómo le haya ido en la feria al partido o candidato en cuestión. Ahí siguen las sonrisas de los y las candidatas, deslavándose con la lluvia o cubriendo alguna coladera de la ciudad de México. Ahí sigue tanto dinero que se desperdició en recursos de este tipo.

Ciudad de México (elsemanario.com).- Cuando uno está acostumbrado al paisaje visual urbano –sea como caminante, ciclista, automovilista, etc.-, al andar cotidiano en esta ciudad, solemos identificar distintos componentes del mismo: baches, puestos de comida, tránsito pesado y contaminación visual. En este último sentido, ¿cuántas veces nuestras pupilas han sido invadidas por propaganda electoral que no se retiró en su momento?, ¿cuántas sonrisas y promesas de campaña permanecen inertes en postes o bardas de nuestras calles y colonias?

Después de las votaciones del pasado 7 de junio, con las derrotas o victorias de los candidatos y partidos, comienza no sólo la cuenta regresiva para lo que sucederá en 2018, sino un desmonte de los recursos empleados para llegar a más ciudadanos en las campañas.

¿Su candidato ganó?, ¿usted votó o decidió participar de alguna manera en lo acontecido el 7 de junio?, ¿sigue viendo propaganda de algún partido o candidato en las calles o avenidas de la ciudad?

¿A dónde va la propaganda electoral después de su uso racionalizado en las elecciones como las que se vivieron en la capital del país el 7 de junio pasado?

La propaganda que se alcanza a retirar debería tener un fin agradable para ella y para el medio ambiente. Una de las reglas principales en las campañas era que la propaganda debería respetar al medio ambiente y al paisaje urbano, además de ser fabricada con materiales biodegradables; a lo anterior se suma que los partidos debieron presentar un plan de reciclaje de la propaganda que utilizaron durante su campaña.

Nada más en el Distrito Federal (D.F.) se generaron 90 toneladas de residuos de propaganda de este tipo y aunque por ley la basura electoral comenzó a retirarse durante los primeros 7 días posteriores a la elección, reportándose que trabajadores del Gobierno del D.F. comenzaron con la limpieza, en el andar cotidiano aún se encuentran lonas, pendones o bardas emotivas de los comicios más recientes.

Muchos anuncios siguen ahí, en los lugares donde se les permitió ponerse. Después del bombardeo visual en las calles, de sonrisas y rostros “photoshopeados” de propuestas, de “más de lo mismo” -y de malos climas, por supuesto, electorales- las lluvias y trombas que nos acompañan en estos días causan que los pendones que aún cuelgan de algún poste o las lonas que siguen por ahí caigan y obstruyan coladeras, lo que ocasiona encharcamientos y demás problemas, consecuencia de lo anterior.

La propaganda electoral nos cuenta la historia de la derrota o de la victoria; depende de cómo le haya ido en la feria al partido o candidato en cuestión. Ahí siguen las sonrisas de los y las candidatas, deslavándose con la lluvia o cubriendo alguna coladera de la ciudad de México. Ahí sigue tanto dinero que se desperdició en recursos de este tipo.

Por Alberto Cedeño.

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