Los amigos están ahí en todo momento, nos ayudan a solucionar los problemas más difíciles de la vida, no importa que sean de carne y hueso o imaginarios, ambos son igual de necesarios.
Ciudad de México.- Quizás tú no lo recuerdas, pero como quiera, tu madre pasa buenas risas cada vez que cuenta en las comidas familiares lo mucho que solías querer a ‘don cohete’, tu amigo imaginario.
Ahora has crecido, tienes tus propios hijos y ellos… ¡tienen sus propios amigos imaginarios! Esta bien, podrías aprovechar esta oportunidad para burlarte de ellos o bien, para al fin comprender de una vez por todas ¿de qué van los amigos imaginarios?
Amigos imaginarios ¿realidad o mito?
Un poco de ambos. Aproximadamente el 65% de los niños mantiene lazos con un ‘amigo imaginario’ -especialmente entre los tres y siete años de edad- afirma la Facultad de Ciencias Psicologicas de la Trobe en Australia, sin embargo, solo un 20% de los padres se da cuenta.
La especialista estadounidense Margaret Svendsen define al amigo imaginario como “un personaje invisible con quien el niño juega durante varios meses, que tiene un aire de realidad para el pequeño, pero ninguna base objetiva aparente”.
Independientemente de la naturaleza física que adopte cada amigo imaginario, suelen mantener elementos definidos como rasgos físicos determinados y una personalidad propia que le permite ‘actuar a voluntad’. Dichos elementos favorecen la interacción que los niños tienen con su amigo pues les permite entablar conversaciones, conocer nuevas facetas suyas e incluso discutir.
Los amigos imaginarios suelen surgir en la etapa más difícil de sobrellevar de la vida del niño, de acuerdo con el doctor Ed Baines, profesor titular de psicología en el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, ayudan a los niños a elaborar los sentimientos que tienen dificultad de expresar.
De acuerdo con C.G. Jung, el ser humano al desarrollarse crea una división entre los lados conscientes e inconscientes de su personalidad -en muchas ocasiones se trasladan al exterior los sentimientos negativos que podamos mantener-, un amigo imaginario sirve al niño para procesar no solo esto, también lo cura de la herida temprana de soledad y aislamiento que sufre al ir creciendo y darse cuenta del mundo real.
Para Jung, la imaginación y su manifestación a través de la creación de amigos imaginarios representa una de las formas mas saludables de expresión de la realidad interna de un niño.
Los amigos imaginarios responden a idealizaciones que el niño mantiene, de esta forma, tienen la capacidad de satisfacer sus deseos y anhelos, cosa que su entorno habitual no logra, compensándolo por carencias afectivas o sociales.
Aun cuando no se le debe de decir al niño que su amigo imaginario es falso y tratarlo con hostilidad hasta que deje de lado esa idea, tampoco se debe congratular la idea de un amigo imaginario que lo resuelve todo. Este comportamiento no debe ser alentado y lo más recomendable es que, sin participar demasiado, se indague en las funciones que el amigo imaginario tiene para nuestro hijo -y de esta forma conocer cuales son sus dificultades y carencias para lograr apoyarlo como hasta ahora quizás no se ha hecho-.
Conductas como retraimiento y pérdida de contacto con sus pares por preferencia al amigo imaginario, pueden ser señales de un problema de interacción con nuestro hijo. Aunque la idea del amigo imaginario ira desvaneciéndose con el tiempo -aproximadamente solo un 30% de los niños conservan a sus amigos hasta los trece años– los padres deben permanecer atentos por sí el niño busca evadir responsabilidades excusándose en su amigo o sí se observa que no logra establecer un adecuado limite entre fantasía y realidad.
