Nicolás de Aguascalientes

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Nos recordó un festejo de los muchos que hacen falta para enderezar el rumbo taurino de México en el que la frescura de Nicolás, varios muletazos del hidalguense Rodrigo Ochoa y el buen juego de los novillos de Marco Garfias que nos hicieron salir contentos de Insurgentes.

 

Ciudad de México.- El domingo 2 de agosto de 2015 en la novillada celebrada en La México, como diría José Alfredo Jiménez, el presente nos llevó al recuerdo:

La grata actuación de Nicolás Gutiérrez nos refresca la memoria de lo importante que resulta para el porvenir, que escuelas taurinas como la de Espectáculos Taurinos de México que dirige Claudio Huerta y que preside don Alberto Baillères, sigan invirtiendo en los noveles, lo que hizo en el ruedo el novillero hidrocálido deja constancia de conocimiento, valor, actitud de triunfo, de formación humana y taurina adecuada.

La novillada de Marco Garfias, al gran ser que lo fuera el arquitecto potosino, quién en espíritu presenció el muy buen juego que en conjunto propiciaron sus novillos y el sentimiento de nostalgia que brotó de sus hijos Roberto y Marco cuando al finalizar el festejo y antes de irse en hombros de la plaza Nicolás, nombre de su padre, ellos con sus hijos dieron la vuelta al ruedo capitalino. Roberto es quién se hace cargo de la ganadería en la actualidad.

La presencia de Ernesto Belmont en los micrófonos de la transmisión de la novillada que semana a semana conduce Carlos Yarza por Televisa.com, nos recordó las grandes temporadas novilleriles del coso capitalino como la de 1948, denominada como la de los Tres Mosqueteros y D´Artagnan, integrada por Rafael Rodríguez, Manuel Capetillo, Jesús Córdoba y el cuarto, Paco Ortiz de Apam, por cierto, de los cuatro sobrevive entre nosotros y siempre es un gusto recordar al gran torero que es Chucho Córdoba.

La presencia de César Pastor con el novillero Luis Miguel Cuéllar que sufrió una cornada a la temporada novilleril de 1978, con él El Pana y el madrileño Ángel Majano, quienes convocaron en gran número a los aficionados.

La temporada de 1982-83, se mantuvo el alarido a la afición con la tercia integrada por Valente, Manolo Mejía y el referido Ernesto Belmont, además de otros nombres como Luis Fernando Sánchez, Sergio González (hoy brillante subalterno), la reaparición de Carlos Serrano El Voluntario, de los mencionados en el ruedo estuvo Sergio, Luis Fernando como representante de Nicolás, Manolo en el callejón y en el tendido vimos a Rafaelillo, hoy maestro, torero de gran sello.

Esta semana se recuerda el aniversario de la desaparición física de Valente, hijo de Valente Arellano Flores y Sonia Salum Chávez. Valente nació en Torreón, Coahuila, el 30 de agosto de 1964 y desde su infancia tuvo contacto con los toros, gracias a la desbordante afición de su papá, que incluso fue aficionado práctico. La primera vez que se toreó a una becerra tuvo lugar en 1974, cuando tenía diez años de edad. El suceso ocurrió en la hacienda Chichimeco, donde el maestro Fermín Espinosa “Armillita” preparó una tienta para despedir a su hijo Fermín, quién se marchaba a España, para realizar una campaña novilleril.

Actúo en los festejos novilleriles que organizaba la Peña don Difi (cuya cabeza era el inolvidable torero y posteriormente estilista Heriberto Cuevas) en la plaza de La Florecita del Estado de México, para presentar prospectos valiosos. Valente posteriormente se presentó en la Plaza México en la temporada de novilladas, el domingo 26 de septiembre de 1982, ejecutando con su segundo novillo de Rodrigo Tapia una estocada recibiendo, para impactarnos y así obtuvo dos trofeos y consiguió así su primera salida en hombros, del coso capitalino.

El 7 de noviembre del mismo año, al lado de Manolo Mejía y Ernesto Belmont, la Plaza México vibró intensamente. Valente obtuvo orejas y rabo del novillo Pelotero de Felipe González y la rivalidad con sus alternantes, quienes en conjunto conformaron una trilogía memorable. El cartel fue repetido semanas después, con gran éxito, al salir en hombros Valente en compañía de Belmont, mientras Manolo obtenía una oreja de uno de los buenos novillos del encierro de La Venta del Refugio del inolvidable José Luis Gómez.

En La México su última actuación como novillero lo fue el 13 de marzo de 1983. Ese año fue complicado pues a la par de los éxitos, llegaron los percances y las lesiones graves. Primero, sufrió rotura de ligamentos de rodilla; al recuperarse y volver a los ruedos, sufrió la fractura de la clavícula izquierda.

El 4 de junio de 1984 recibió la alternativa en Monterrey Nuevo León, su padrino Eloy Cavazos y el testigo Miguel Espinosa Armillita, con toros de San Miguel de Mimiahuapám, posteriormente fueron ocho festejos más los que Valente Arellano cumplió como matador de toros. Exactamente dos meses en agosto después de la alternativa, tuvo lugar el fatídico suceso con su motocicleta que terminó con su vida terrenal en Torreón.

Valente fue un vendaval de afición, que apostaba cada tarde con vital alegría; un torero a carta cabal, en las casi 150 novilladas que sumó entre 1979 y 1984, así como en las pocas corridas que actúo como matador de toros. Todo eso nos recordó un festejo de los muchos que hacen falta para enderezar el rumbo taurino de México en el que la frescura de Nicolás, varios muletazos del hidalguense Rodrigo Ochoa y el buen juego de los novillos de Marco Garfias que nos hicieron salir contentos de Insurgentes.

Ganaderos de marco garfias
Ganaderos de Marco Garfias. Imagen: Twitter

Twitter: @Carazo_TDN

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