Mestizaos los unos a los otros

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No hay cultura que no sea cultura de la migración, que la condición humana natural es la migración.

 

Ciudad de México.- Es política la semana, el mes, el año y el día. Cada hora se hace política en todas sus acepciones y variantes. Este mes de septiembre la política es Nacional –aunque muchos se pregunten ¿si hay de otra?- temprano amanece el mes con la cosa del Informe, un documento que se anuncia con mea culpas y triunfalismos.

Los nuevos diputados estrenan la política del mes ocupando sus curules y peleando sus comisiones. Los partidos siguen mandando en el congreso y son quienes reparten el pastel y lo reparten entre ellos. La novedad es que ahora si parece haber alguien más.

Los independientes suenan y pese al esfuerzo descoordinado pero armónico en su diversidad, de los partidos, hay una voluntad clara de eliminar esa cosa de los independientes que no esta gustando precisamente porque está gustando.

¡Hay de otra pues! Si que hay de otra y aunque implique meterse en broncas, allí vemos emerger en el norte y en el centro una que otra posibilidad de innovación política. Vamos a ver cómo les va a estos muchachos: A ver si como roncan duermen, lo cierto es que en las agendas panistas y priistas, sobretodo eso de los independientes, como que no anda gustando.

Cincuenta millones de personas viven con menos de 2,500 pesos al mes, muchos con menos. La zona de pobreza extrema se está ampliando, el número de pobres aumenta en la medida que el diferencial gini (OCDE) se ensancha, mostrando crecer las desigualdades en el país.

Si, es cierto, el Presidente tiene razón en señalar que hay un aumento en las inversiones y en el interés del capital por el país, pero ese factor se concentra en un México que es cada vez más claramente otro México.

La migración que es en estos días la noticia mas señalada en el mundo, debiera considerarse como el primer problema interno en el país, México es un país de migrantes, medio en serio medio juguetón lo señaló hace unos días Pedro Ferriz, en su arrinconado pero escuchado programa, en México 90% de quienes lo habitamos somos migrantes.

100 millones de Mexicanos, cien, en número y en letra, andamos aquí sólo desde el siglo XVI, migrando de Veracruz a Chihuahua, de Veracruz a Puebla, de Progreso a las haciendas yucatecas, de Acapulco a Mexicali, de Boston a Tamaulipas, de Ellis Island a Monterrey, de Aztlán a Tenochtitlan y de Tula a Chichén, somos migrantes y mestizos, aunque no todos quieran reconocerlo.

Otros llegaron a sus tierras, también como migrantes hace seis, diez o 15 mil años, llegaron de la estepa asiática unos, de las islas del Pacífico sur otros, de África algunos, de Escandinavia pocos y los mas recientes de Europa.

El mundo es migrante (Völkerwandreung) mestizo, aunque por períodos se haya esforzado en no serlo, estableciéndose (Oeikoumene) primero en las riberas de ríos y lagos, en las costas, luego en los valles altos marcando siempre dominancia sobre el territorio.

Las diferencias son menos genéticas que climáticas entre los seres humanos. Nos adaptamos al clima, al medio ambiente a las condiciones del espacio en que nos establecemos y a término, a largo, plazo, estos factores influyen sobre nuestro color de piel, sobre nuestra fisionomía, sobre el carácter. Nos diferencian pero también enriquecen esa unidad biológica que somos los cromañones -señoras y señores- del planeta.

No, no estamos hablando de antropología, ni de etnología, estamos hablando de humanidad, humanidad que olvida su origen y su destino. Somos humanidad y somos unidad de sentido. No hay proyecto cultural ni social que no sea proyecto humano y no hay política social o cultural que valga –a plazo- que no sea específicamente humana.

En este sentido, afirmamos alegres que no hay cultura que no sea cultura de la migración, que la condición humana natural es la migración, que el actual es un periodo de migración y que la humanidad debe hacer lo necesario para poder alegrarse de él y asumirlo.

Alemania lo hizo hace tiempo, en el norte habitan minorías escandinavas, frisonas y romanís que lucharon contra Roma en el siglo primero para más tarde emigrar a Inglaterra, Sindis que llegaron desde India y Paquistán desde la temprana edad media y Romanís, llegados de la República Checa, de Hungría, Rumanía y la antigua Yugoslavia, cada cual con su propia cultura, lengua e identidad. Europa los aceptó desde el Magreb en las décadas posteriores a la guerra de Argelia. Los Estados Unidos se enriquecieron con el melting pot incluido el ingrediente mexicano y latino.

Reglas de recepción si, pero violencia y represión no, dicen los carteles de las manifestaciones de este fin de semana en Francia, mientras algunos lectores leídos pero no instruidos y mucho menos humanamente cultivados, señalan la falta de gobernanza en África como una responsable de la situación.

La migración ha pasado del mediterráneo occidental al mediterráneo central después de la Primavera Árabe y al mediterráneo extremo oriental más recientemente.

Las corrientes migratorias en la zona europea van en aumento, en América las rutas hacia el Brasil, México y los Estados Unidos se mantienen.

En México, el mestizaje de alguna manera se ha detenido desde el señalado aumento radical en los índices de desigualdad y el aumento de la pobreza. Así las cosas, la mejor ingeniería social pudiera abocarse a la solución de los problemas sociales vía el mestizaje.

Si, tomémoslo en serio y acompañemos la reflexión que nos guía hacia una recomposición social vía una ingeniería del mestizaje, más por la vía de la seducción natural, de la coquetería de las clases, de la buena alimentación –no de la sabrosa y adictiva-, de la buena salud y de la prevención, a través de una educación emancipadora y sensible, diferencial y que reconozca el conocimiento ancestral y ambiental, a través de una economía que promueva salarios dignos, de una política que asegure la igualdad de posiciones, de una justicia expedita y generalizada, a través de una austeridad republicana digna de la realidad que vivimos. El respeto inter-clases, la curiosidad por el otro, el conocimiento de las altas identidades étnicas.

Hace casi 200 años Augusto Comte, escribió en sus Opúsculos de Filosofía Social”, la lista de trabajos científicos, necesarios al desarrollo de la sociedad. Quizá sea tiempo que comencemos a provocarnos con tales lecturas.

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