“Fue cuando nos dijimos: ‘A los hombres les tomaron el pelo o están jugando con ellos, porque no vemos acciones’. Allí es cuando decidimos armarnos de valor y ser nosotras las que encabezáramos la lucha”
Rosalva Crisóstomo, habitante de San Isidro
Ciudad de México.- En septiembre de 2004, tras un año de lucha, las mujeres mazahuas decidieron tomar el mando del movimiento; armadas simbólicamente con herramientas de labranza y fusiles de madera, formaron el Ejército Zapatista de Mujeres Mazahuas en Defensa del Agua, sobre la base de una estrategia no violenta.
El inicio
En 1976, el gobierno federal propuso un trasvase del río Lerma -tras haber realizado uno previamente- a la Ciudad de México, desde el estado de Michoacán para poder crear el Sistema Cutzamala.
Para poder realizar este proyecto, se utilizaron ocho presas del Sistema Hidroeléctrico Miguel Alemán, que con anterioridad, habían inundado las mejores tierras de las com unidades mazahuas.
María Cruz de los Reyes, campesina de San Miguel Xoltepec, señaló:
Prometieron cosas que nunca cumplieron. Los abuelos perdieron las mejores tierras y quedaron desprotegidos. Y a nosotros sólo nos quedan las tierras altas… que no alcanzan para todos”.
El orgullo nacional por esta obra hidráulica, la más importante del país, ocultó sus impactos sobre la vida de los campesinos: contaminación de ríos, desecación de manantiales, desaparición de flora y fauna, enfermedades por aguas contaminadas y expropiación de terrenos con compensaciones injustas o, en el peor de los casos, sin siquiera compensaciones. Nunca se evaluó el impacto social y ambiental.
Ante tal impacto y devastación, Martha Flores Reyes, habiatante de San Felipe Santiago, declaró
Ya no hay agua como antes. Antes había una laguna con papas de agua, quelites, pescados, cosiles, la papa blanca y la mazatete, esta flor blanquita que usábamos para hacer un postre, el camote. Pero ya no hay nada , sólo unos cuantos pescados contaminados por los desechos químicos”.
La movilización
En septiembre de 2003, los campesinos mazahuas de Villa de Allende vieron inundadas 300 hectáreas de cultivos por el desbordamiento del río Malacatepec, proveniente de la presa de Villa Victoria del Sistema Cutzamala.
Por esta desgracia, la Comisión Nacional del Agua, ofreció compensaciones, lo que pronto derivó en un conflicto con el gobierno del Estado de México y con el gobierno federal.
En febrero de 2004, las mazahuas relizaron su primera marcha de antorchas, ¿por qué antorchas? “porque las antorchas son el símbolo del despertar de las conciencias”.
Mujeres, hombres y niños mazahuas permanecieron día y noche frente a la planta depuradora durante más de un año.
Sin embargo, las acciones se intensificaron cuando las mujeres decidieron tomar el mando: marchas en la Ciudad de México, huelgas de hambre, plantones, siempre acompañadas de su cultura con sus hermosos trajes y con sus hijos a la espalda.
Autonombradas “comandantas” y armadas simbólicamente con herramientas de labranza y armas de madera, las mujeres mazahuas decidieron dialogar sólo con funcionarios de alto rango con capacidad de decisión.
Las movilización terminó con acuerdos negociados, la gente volvió a su comunidad a trabajar, pero con una advertencia, una latente movilzación si los acuerdos no se cumplían.
Las mujeres mazahuas son un ejemplo de lucha y esfuerzo, supieron vincular el movimiento de mujeres, el movimiento indígena y el movimiento ambientalista en la lucha por el derecho humano al acceso a agua potable.