En últimas fechas la palabra populismo ha resonado con fuerza en el lenguaje de la política nacional. Dicho adjetivo se ha tornado como un vocablo para desacreditar partidos y personajes que se enfocan en el “supuesto bienestar del pueblo”. En términos generales podríamos definir al populismo como la política que pretende salvaguardar los intereses de la población.
Por su parte podemos referirnos al conservadurismo como la práctica política de preservar el actual estado de las cosas. Es decir, el gobierno imperante y el sucesivo sistema, digamos el partidismo, busca escudar la condición flagrante para su conveniencia; de este modo, no importa si el sistema es bueno o malo, ya que no es una cuestión de moral, lo importante es mantenerse vigente.
Desde el asentamiento de los Estados, el populismo y el conservadurismo se han manifestado de diversas formas. Por tal motivo, los gobiernos han tenido que recurrir a justificaciones epistémicas que validen su actuar.
En su obra Razón y Revolución, Heber Marcuse, da testimonio del declive del conservadurismo occidental tras la Revolución Francesa. Los Estados europeos como el antiguo imperio alemán de Federico Guillermo IV, pretendían justificar a través de corrientes de pensamiento como el positivismo estatal de Friedrich Julius Stahl, su gobierno tripartito que consistía en Dios-rey-autoridad.
El temor de que los ideales populistas de la Revolución Francesa terminaran con los beneficios de los señores feudales, era tal, que el gobierno instauró el discernimiento de Stahl como la doctrina de pensamiento oficial del imperio alemán. De este modo podría derogar los ideales populistas de la teoría del derecho natural.
La dialéctica que se ha gestado a través de los siglos entre populismo y el conservadurismo, tuvo su auge en los países latinoamericanos tras las guerras de independencia de las naciones de esta región. En México, posterior a la instauración de la joven democracia institucional, los líderes del partido luchaban porque el populismo que encarnó Francisco I. Madero en 1910, no resurgiera.
Durante el mandato de Lázaro Cárdenas, las reformas populistas como la repartición de tierras, la nacionalización de la industria petrolera y el proteccionismo sindical, dieron cuenta de un populismo sin precedentes en el país. Al mismo tiempo, Tomás Garrido Canabal, destruía iglesias, quemaba a los pobladores y proclamaba el trabajo como la principal fuente de progreso de Tabasco; muestra de un conservadurismo radical de izquierda.
A diferencia del conservadurismo, el populismo tiende a estar encarnado en un sujeto que personalice el arquetipo de la lucha, un portavoz que demande las necesidades del pueblo y que genere un sentimiento proteccionista. En la actualidad nacional, el populismo que fuese representado por un partido político vestido de color, denota una contradicción que muestra que el menester del populismo nacional es el preservar el sistema que le dio nacimiento.
El populismo y el conservadurismo en nuestro país es tan ambiguo que tal parece los conservadores hacen uso del discurso populista y los populistas desean conservar los mismos derechos que sus antagonistas. Ambas posturas terminan imponiendo una esclavitud a la población, reduciéndose a un mecanismo para preservar el poder y no generar bienestar.
Se vislumbra que el populismo y el conservadurismo no son más que una simple dialéctica hegeliana del amo y el esclavo, una disputa eterna en donde siempre alguien mandará y el otro obedecerá luchando por emanciparse. Una dialéctica confusa, que en nuestros días parece más una especie de simbiosis.
¿Qué nos espera para el 2018?
Samuel Podolsky
@sampodol
spodolsky@elsemanario.com
Un artículo interesante el cual denota cuán adentrado s encuentra el autor del artículo en este tema.
Quiero comentar que la Caída del Muro de Berlín en 1989 es el fin del Socialismo. En ese momento, creí que los demás países satélites apoyados por la extinta URSS cambiarían de sistema político.
Los paises socialistas de la Europa oriental fueron los primeros en cambiar su régimen. Yo esperaba lo mismo de China, Corea del Norte y Cuba. No fue así. Años posteriores China decidió abrirse y se convirtió en potencia.
En Latinoamérica líderes de pseudo izquierda, empezando por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y, en México Andrés Manuel Lopez Obrador nos hablan de políticas de izquierda.
Si la matriz del socialismo se derrumbó con todo y tener una filosofía producto de pensadores como Marx, Engels, Lenin y otros; como consecuencia de corrupcion. Que les espera a los paises con esos ingenuos izquierdistas que no cuentan con el bagaje cultural que tuvo Rusia. Hacia donde piensan llevar a sus países, si no tienen una visión amplia de lo que buscan implementar en sus países.
Solamente son políticos apócrifos que llevarán a la catástrofe a sus países, y como muestra tenemos a Venezuela.
Hay en este momento una tendencia inaudita, peligrosa: el ciudadano como ser responsable en las elecciones es cada vez más ignorante en relación a lo que realmente necesita en su cercano futuro y que y cómo exigir de sus elegidos para que cumplan en lograrlo. Esta terrible tendencia está marcadamente presente tanto en Europa, América Latina, Estados Unidos, Oriente Medio y un centenar y medio más, siendo México uno más de tantos. Toda recomendación es bien venida.