El Premio Planeta es mi favorito. ¿Por qué uno se decanta por algo hasta hacerlo favorito? Las razones pueden ser más bien subjetivas o emocionales.
El Premio Planeta me parece especialmente importante porque premia una obra inédita y firmada con seudónimo. Lo que le da ese rasgo de absoluta actualidad es que se premia una obra que no ha sido publicada. Los grandes premios literarios premian a un autor por la totalidad de su obra, su historia literaria, etc.
Éste, el Planeta, que siendo un premio literario es también un premio editorial: está organizado y dotado por una empresa editorial, buscando muchas cosas, como promover la venta del libro premiado y, en general, de toda la colección de la editorial, lo que me parece positivo, porque si no se distribuyen y venden los libros no hay lectores, y la literatura pierde su sentido.
Hay otras dos razones que siempre me han llamado la atención: se otorga, además del premio al ganador, un segundo lugar, al que llaman finalista; la otra es que siempre ha sido el premio mejor dotado económicamente, el monto se ha ido ajustando con los años, y actualmente es de 600,000 euros para el triunfador y 150,000 para el finalista.
Se estableció en 1952 y se ha dado sin pausa, anualmente, desde entonces. En España se otorgan muchos premios literarios, algunos con las características del Planeta, además de ser organizados por una compañía editorial, como el Nadal, que se otorga desde 1944, organizado por Grupo Destino, que también pertenece al Grupo Planeta, es tanto o más prestigiado que El Planeta, tiene una dotación mucho menor (18,000 euros), y recientemente se retiró el premio al segundo lugar (finalista).
Los premios tienen su magia para algunos autores. Además de resolver algunos problemas económicos, les abre las puertas editoriales y los hace conocidos para el gran público. Aunque no siempre sucede así; la primera ganadora del Premio Nadal fue Carmen Laforet con Nada y, después de esta novela, no volvió a escribir nada relevante. No son pocos los casos en que esto sucede.
Yo soy seguidor del Premio Planeta desde 1977, en que le fue otorgado a Jorge Semprún, por su obra Autobiografía de Federico Sánchez, una obra reveladora sobre los conflictos de un personaje interesantísimo (Federico Sánchez es el seudónimo que usaba Jorge Semprún para trabajar como comunista en la España franquista) que, después de haber vivido el holocausto, trabaja como agente comunista. Esta obra revela sus conflictos con los partidos comunistas europeos y desenmascara muchas de las acciones terribles de sus dirigentes; esto lo hace especialmente con Santiago Carrillo, uno de los patriarcas del comunismo español. Tuvo un éxito de ventas extraordinario y alcanzó una difusión inusitada. Quizá haya tenido que ver con la inesperada derrota del Partido Comunista Español en las primeras elecciones democráticas.
Muchas obras que después se han vuelto muy importantes han obtenido el Premio Planeta: La muchacha de las bragas de oro de Juan Marsé (1978); No digas que fue un sueño de Terenci Moix (1986); El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina (1991); Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa (1993); La Hermandad de la Buena Suerte de Fernando Savater (2008); Riña de gatos. Madrid 1936 de Eduardo Mendoza (2010).
Un solo escritor mexicano ha sido merecedor del premio: Jorge Zepeda Patterson por Milena o el fémur más bello del mundo en 2014, una obra muy interesante que, al final, resultó la intermedia de su trilogía sobre “Los Azules”, un grupo de estudiantes al inicio, y después, ya de adultos, de los que se sirve para narrar los graves conflictos de la sociedad mexicana o, cuando menos, capitalina.
Pocas discusiones han sucedido al otorgar el premio; sin embargo, en el 2005, Juan Marsé, que se había venido desempeñando en el jurado, renunció por la baja calidad de las obras premiadas ese año y el anterior, quejándose de que los lectores(previos) entregaban obras al jurado de baja calidad; difícil tarea para este grupo de lectores, seleccionar, entre tantas obras, algunas, de cinco a diez, y entregarlas al jurado. Este año se presentaron 640. Además de esto, no se han suscitado otros escándalos alrededor del Premio Planeta.
En los últimos años, me parece muy difícil que el jurado desconozca realmente el nombre del autor al otorgar el premio. Tal es el caso de Lituma en la obra de Vargas Llosa, personaje único y reiterativo en la obra del escritor peruano. Con poco que se conozca de la obra y la vida de Savater se puede reconocer que La Hermandad de la Buena Suerte está escrita por él, lo mismo sucede con la obra de Dolores Redondo, premiada en 2016. Esto no quita el valor literario de los escritos, pero hace difícil creer que los miembros del jurado no adivinaran el nombre del autor.
Quizá sea el mismo caso del premio otorgado en noviembre de 2017. Lo obtuvo Javier Sierra con Fuego invisible. La obra va en la misma construcción y temática de sus obras anteriores, que, por cierto, son muy buenas, y en ellas destaca el autor su enorme cultura, su gran capacidad para buscar datos históricos, sociológicos y religiosos, con los que construye, con su capacidad literaria probada, obras encantadoras que encantan al lector, lo atraen, lo llevan por donde el autor les conduce. La parte grave es que al final uno puede acabar creyéndose que las fantasías literarias son reales, tal es su capacidad de construcción y de escritura.
El fuego invisible es un thriller religioso que va con el Grial, aunque la búsqueda de la copa mágica al final tiene que ver con que confiere unas capacidades sui generis a quien lo posee (o, incluso, sólo con tocarlo), para analizar los conocimientos y poderlos escribir. Aunque es religioso, tiene sus muertos, sus asesinatos y sus persecuciones, por los personajes que tratan de impedir llegar al cáliz. Muy en el tono de los escritos de Sierra, nos brinda un conocimiento de los escenarios, que resulta privilegiado, el paseo por los museos, las iglesias y, en general, por el Pirineo aragonés y catalán, resulta maravilloso.
Además de que, el libro, una vez que uno lo empieza, no hay manera de dejarlo, al final nos trata de convencer de que la imaginación y el entendimiento pueden ser otorgados por la copa sagrada y que ésta efectivamente existe.
Yo prefiero el concepto, ya mencionado por Santa Teresa, y alguna vez por Vargas Llosa, pero bien descrito y analizado por Rosa Montero, que la imaginación es “La loca de la casa”, una cualidad absolutamente laica que se produce en cada quien, en algunos privilegiados, por supuesto, mucho más, y que hay que permitir y fomentar para que se desarrolle.
En unos días les comentaré sobre el Premio Alfaguara 2018, que este año es particularmente interesante e importante.
Lecturas recomendadas:
http://www.premioplaneta.es/historia/ganadores.htmlhttp://www.premioplaneta.es/
Juan Marsé. Mi nefasta experiencia como jurado. El País, 14 de febrero 2017.
Carmen Laforet. Nada. Editorial Destino. Barcelona, 1944
Jorge Zepeda Patterson. Milena o el fémur más bello del mundo. Editorial Planeta. México, 2014.
Jorge Semprún. Autobiografía de Federico Sánchez. Editorial Planeta. Barcelona, 1977.
Javier Sierra. La dama Azul. Editorial Planeta. Barcelona, 2008
Javier Sierra. El ángel perdido. Editorial Planeta. Barcelona, 2011.
Javier Sierra. El maestro del Prado. Editorial Planeta. Barcelona, 2013.
Javier Sierra. El fuego invisible. Editorial Planeta. Barcelona, 2017.
Rosa Montero. La loca de la casa. Alfaguara. México, 2009.
Dr Manuel este semanario es como quien alguien te regalará una bolsa de dulces deliciosos porque nos has dado más que un libro sino 50 años de una casa editorial que da premios a muy interesantes. 100 ? libros efelicidades y gracias.
Muchas gracias Dr Ramiro aprendo y disfruto sus artículos. Hoy miércoles ya lo empezaba a extrañar.
Saludos
En su colaboración en El Semanario, el Dr Ramiro da a conocer la historia del Premio Planeta, que se estableció desde el año de 1952, en el que se premia la obra literaria que es considerada la más relevante, además económicamente es remunerada. Como es costumbre del Dr y dado sus grandes conocimientos de autores y obras hace una relación de algunas obras premiadas como la de Jorge Semprum, Autobiografía de Federico Sánchez, en la que se revela los conflictos con los partidos comunistas europeos y sus dirigentes, otras premiadas como las de Fernando Savater, La hermandad de la buena suerte. Este premio solo lo ha recibido un mexicano Jorge Zepeda Patterson por Milena o el fémur más bello del mundo. Destaca que a pesar de usar seudónimve, es difícil que el jurado no sepa quién es el verdadero autor como son los de Vargas Llosa, Savater, Dolores Redondo, ésto no quita su valor literario, pero por su estilo y temática no es difícil reconocer
Excelente reseña sobre el premio, muchas gracias Doctor!