QUIMIOPREVENCIÓN oportunidad para revertir cáncer

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El cáncer es una enfermedad compleja, de hecho existen más de 100 tipos de cáncer y cada uno de ellos tiene un comportamiento clínico diferente. La mayoría de ellos, desafortunadamente, no ocasionan síntomas hasta que se encuentran muy avanzados y cuando los manifiestan tempranamente, éstos son tan inespecíficos que difícilmente son identificados por el médico.

 

La meta primaria del personal de salud, principalmente oncólogos e investigadores en cáncer, así como del gobierno y la sociedad civil, es reducir la incidencia y mortalidad de esta enfermedad. Las vías por las cuales se puede lograr este objetivo son: primero, la prevención primaria que  busca la modificación de los estilos de vida para impedir o disminuir las probabilidades del cáncer; segundo, la prevención secundaria o diagnóstico temprano para aumentar las probabilidades de curación y tratarlo eficazmente y por último, el tratamiento, que paradójicamente es al que se destina más recursos económicos y humanos. Si bien es elemental, desde el punto de vista de la salud pública es el menos eficiente para abatir la mortalidad.

 

Se debe incentivar la prevención primaria, pues está científicamente demostrado que modificando favorablemente los siguientes nueve factores -obesidad y sobrepeso, dieta, vida sedentaria, tabaquismo, alcoholismo, infección por el virus del papiloma humano, contaminación atmosférica, humo doméstico y jeringas contaminadas- se reduce la ocurrencia del 30 por ciento de las neoplasias malignas.

 

Una acción que pasa desapercibida en comparación a otras para reducir la incidencia y mortalidad por cáncer es la QUIMIOPREVENCION, que se define como el uso de sustancias naturales, sintéticas, o biológicas para revertir, suprimir o prevenir el desarrollo de cáncer.  Este enfoque se utiliza en las personas que tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer, incluidos los que tienen un cáncer anterior, un síndrome de cáncer hereditario, o antecedentes familiares de cáncer.

 

El riesgo se refiere a la probabilidad de que una persona desarrolle cáncer; así algunas personas con diversos factores de riesgo nunca desarrollan cáncer, mientras que otras sin factores de riesgo conocidos, sí lo hacen. Por ejemplo, el descubrimiento de que los fumadores tienen un mayor riesgo de cáncer de pulmón que las personas que no fuman fue el origen de las campañas antitabaco a nivel mundial.

 

En el caso particular de la quimioprevención es muy importante saber que significa el “riesgo”; ya que de su cuantificación depende por un lado, el que se prescriba o no algún agente quimiopreventivo, y por el otro, genera herramientas para diseñar estudios clínicos para descubrir nuevos agentes.

 

Los riesgos pueden ser absolutos o relativos. El riesgo absoluto es la probabilidad de que una persona desarrolle una enfermedad durante un período de tiempo determinado y frecuentemente se expresa en porcentajes. Por ejemplo, que una de cada ocho mujeres (12,5%) desarrolle cáncer de mama durante su vida, describe el riesgo absoluto de la población general de mujeres.

 

Sin embargo, éste número sólo se refiere a la población general y no se puede utilizar para identificar el riesgo en particular de una persona; por ejemplo, las mujeres mayores de 70 años tienen un mayor riesgo absoluto de cáncer de mama que las mujeres más jóvenes, porque el riesgo de cáncer de mama aumenta con la edad.

Por otra parte, el riesgo relativo compara el riesgo entre un grupo de personas que tienen un factor de riesgo en particular y los que no lo tienen; por ejemplo, si comparamos dos grupos similares (edad, género, estilos de vida, etc.) de 100 personas y sólo uno de los grupos tiene un factor de riesgo en particular, al monitorear a los grupos por un tiempo, se observará que dos personas del grupo con factor de riesgo y una persona del grupo sin factor desarrollan el cáncer; por lo tanto los del primer grupo tienen dos veces el riesgo que el segundo grupo, es decir, un aumento del 100 por ciento en el riesgo relativo.

 

El riesgo absoluto, sin embargo, sería del 2% o 2 de cada 100 personas. Sabiendo que el factor de riesgo aumenta el riesgo relativo de una persona de desarrollar cáncer en un 100 por ciento puede parecer elevado. Pero el riesgo absoluto (una de cada 100 personas en comparación con dos personas de cada 100) proporciona una información más real del riesgo.

 

A pesar de que se han realizado estudios de quimioprevención para varios tipos de cáncer como el de mama, próstata, pulmón, etc., actualmente el cáncer de mama es del que se tiene suficiente información para su uso clínico.

 

Un ejemplo de ello es el tamoxifén, un antiestrógeno que ha demostrado que reduce el riesgo de desarrollar cáncer de mama en mujeres de alto riesgo; sin embargo en México no existe información para determinar el porcentaje de mujeres que pudieran tener alto riesgo, y por lo tanto candidatas para recibir quimioprevención; así como tampoco se puede determinar qué tan extendida es su prescripción con este fin.

 

En Estados Unidos, una encuesta de la “National Health Interview Survey” en 2010, encontró un uso muy bajo del tamoxifén con este fin, lo cual puede deberse a un insuficiente conocimiento de su uso y/o temor por parte de los médicos y pacientes a los inconvenientes de su uso.

 

Los progresos en la lucha contra el cáncer requieren de la utilización de todos los recursos médicos disponibles cuyo valor es científicamente demostrado. La quimioprevención del cáncer de mama es una oportunidad de intervención que no debe de soslayarse, por lo que requerimos conocer ampliamente la situación de su uso en nuestro país.

 

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