Un sol que no brilla para las pretensiones de Netflix

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LUIS MIGUEL, LA SERIE

El domingo 22 de abril a las 10 de la noche, Netflix ha estrenado la serie biográfica de Luis Miguel, uno de los más populares cantantes pop del siglo XX, con una historia que, ya sin el relumbrón publicitario, muestra sus irregulares en su primer capítulo.

Arranca con un exordio en donde Luis Miguel está por entrar a un concierto en Paraguay, en 1992, y alguien le avisa que su padre, Luis Rey, está muy grave en un hospital; no obstante, decide subir al escenario y entregarse al show. A partir de ahí, nos contarán, a través de flashbacks (saltos al pasado), su itinerante e inestable infancia, con una madre amorosa, pero tempranamente ausente, y un padre beligerante, drogadicto y controlador.

Diego Boneta y Luis Miguel

El segundo strike para la TV tradicional

El mecanismo de emisión apuesta por volver a retar a la televisión tradicional, no mediante una nueva modalidad o el consabido sello rupturista de invención propia (subir temporadas completas en fecha determinada), sino por recurrir a la esencia del paradigma de la televisión lineal: estrenar un episodio semanal a partir de un día y hora específica.

Ello en realidad no afecta a uno de los atractivos de la plataforma en la industria mundial (que el televidente/usuario decida cómo y en qué momento consumir el contenido); a lo que le está apostando Netflix es a sacudir (otra vez) el tablero de los jugadores tradicionales para demostrar que también puede competirles en terrenos, hasta ahora, aparentemente ajenos. ¿Anticipo de TV en vivo y deportes? ¿Querrá tajada comercial?

No olvidemos la batalla iniciada en el Festival de Cannes y lo que la OTT ha dejado filtrar, respecto a posibles adquisiciones en ese sector como salas de cine. Si la plataforma líder del streaming logra que sus visionados (o posicionar esta idea) rivalicen también, significativamente, con los volúmenes de un canal de paga, gradualmente estaría en condiciones de ponerse al tú por tú con la televisión abierta de cada país-región: bingo.

¿Estarán acusando de recibo en los pisos ejecutivos de una televisión mexicana aletargada y resistente al cambio? No vaya a ser 2015, no es por alarmarlos.

La serie y sus asegunes

Una serie puede mejorar o desplomarse a partir de su estreno. El que éste sea bueno no implica que la temporada mantendrá la expectativa o, por el contrario, si el arranque no es contundente, es posible que despunte. Aclarado lo anterior, esta crítica se realiza con base en el primer episodio. Para quien no sea fan de Luis Miguel, la serie puede dejarle la sensación de un desarrollo irregular, aburrido e incompleto.

Diego Boneta Luis Miguel

A Diego Boneta hay que reconocerle un admirable manejo de relaciones públicas como celebridad, porque aparece en medios aún sin proyectos en pantalla. No es un mal actor; lo que sucede es que la referencia de este personaje es tan fuerte que, para que la convención dramática funcione, se requiere de un actor que renuncie a la pose e interprete.

Lo que queda de manifiesto desde el principio es que veremos a una celebridad haciendo de otra celebridad, y eso puede resultar en un gran obstáculo para que la serie trascienda. No asume el poder del actor que le faculta a proponer una visión interpretativa para crear la magia requerida. Desearíamos ver a SU Luis Miguel, pasado por SU tamiz, y con SU verdad inspirada, ciertamente, en el personaje de la vida real. El español Óscar Jaenada (Luis Rey en la serie) lo logró con su Cantinflas, aún en una reprochable biopic (2014).

Una de las taras de las “bioseries” es propiciada cuando el personaje en cuestión dicta, desde atrás, qué sí y qué no poner, lo que suele coartar la libertad creativa, desde el argumento y los guiones. Luis Miguel aparece como uno de los productores ejecutivos.

Una serie que sabe a telenovela convencional

Lo anterior explicaría por qué Luis Rey se convierte en la piñata de la fiesta y el villano favorito de la historia, frente a un Luis Miguel víctima de todas las situaciones que, en este primer episodio, carece de mea culpa y autocrítica, lo que dramatúrgicamente es fuente para construir las fallas de carácter de personajes para una serie tipo anglosajona.

Este maniqueísmo convierte a los personajes, de esta producción y a su narrativa, en una telenovela noventera cara, más que en lo que se propone: una serie que rivalice en ambiciones con la más sofisticada de la oferta prime del catálogo de Netflix.

Si se advierte que el protagonista, evidentemente, no llega al virtuosismo vocal de Luis Miguel, una producción con estas ambiciones tendría que protegerlo con recursos que lo acerquen al encanto del intérprete de La Incondicional. Asombrosamente, emplean una versión con calidad de karaoke para replicar Cuando calienta el sol, uno de los mayores éxitos de la música en español que refrescó (y sofisticó) el sonido pop de la época.

El (brillo del) sol está en los detalles

Detengámonos aquí para prevenir el enfoque dramático y la calidad real que nos pretenden recetar. El álbum Soy como quiero ser (al cual pertenece Cuando calienta…), editado en 1987, no sólo significó un parteaguas para la carrera de Luis Miguel, sino para la industria latina del entretenimiento. Aquí hay omisiones sustanciales de tratamiento.

Fue el primer disco que aceptó producirle, a Luis Miguel, una leyenda de la música en nuestro idioma, Juan Carlos Calderón (sin la intromisión de Luis Rey), quien no sólo renovó esta canción con un poderoso remake (no olvidemos también Sunny) dotado de influencias R&B con arreglos que marcaron un hito, también impuso un estilo. Otro de los méritos de Calderón fue catalizar al otrora púber de Isabel a entregar ese magnético rango vocal y al sex symbol que moldeó el álter ego de Luis Miguel Gallego Basteri.

Quizá lo vintage del videoclip es lo mejor logrado, aunque todo esto tiene que ver con la cualidad del perfil de las audiencias. Si la producción fuera sólo para TV abierta no habría inconveniente, pero viene con la etiqueta y pretensiones de una marca vanguardista en la producción de ficción. Y ni el crédito del productor Mark Burnett la salva.

México: ¿usuarios de segunda?

Ante las recurrencias de las series mexicanas para la plataforma, no es ocioso cuestionar si los descuidos de los de Los Gatos, California, son eso, o en realidad nos están tratando como usuarios de segunda. Si Netflix no lo remedia, podrá seguir generando algunas producciones de popularidad relativa y efímera, pero que no logren, en el mercado panregional, la trascendencia y el impacto que sus producciones estrella a nivel mundial.

Si alguno de sus competidores emergentes entiende y aprovecha esta grieta, pudiera empezar a reventar los focos con los que fulgura la, hasta ahora, popular plataforma.

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Gilberto Velarde

Estoy de acuerdo con el comentario.
Es necesario producir series para mercados internacionales, no únicamente para los internos.
La época dorada de las telenovelas ya pasó.

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