Es hora de pensar en la muerte que queremos tener

Lectura: 8 minutos

En los últimos días ha circulado la noticia de que David Goodall, un científico de Australia que acababa de cumplir y celebrar sus 104 de vida, tomó la decisión de viajar a Suiza para poder suicidarse con la ayuda de la organización Life Circle. Goodall murió el 10 de mayo tal como quería y aunque en su viaje y hasta sus últimos momentos estuvo acompañado por sus nietos, hubiera preferido, como él mismo declaró, morir en su país si en Australia tal ayuda fuera legal. Es posible que, sin necesidad de trasladarse a Suiza, él hubiera podido conseguir clandestinamente los medicamentos letales para terminar con su vida, pero posiblemente decidió que su último acto de vida sirviera para promover una discusión que ayude a modificar las leyes de tantos países que impiden a las personas, que así lo quieren, tener el control de su vida hasta el final. Un control que significa que las personas tengan la posibilidad de decidir cómo y cuándo dejar de vivir y poder hacerlo en las mejores condiciones; esto es, que tengan una muerte segura, sin dolor y acompañadas por quienes decidan. Goodall era miembro de Exit International, una organización australiana que promueve este derecho.

Al leer comentarios sobre la muerte de Goodall, me sorprende encontrar que haya personas que les resulte extraño que alguien en su situación, decida, con toda lucidez, concluir su vida debido a las limitaciones que su edad le impone, mismas que inevitablemente aumentarían con cada día de vida adicional. Para quien ha reflexionado sobre la vida y su inevitable fin, es más fácil asumir que la única decisión que en realidad está en nuestras manos es cómo vivir y cómo no vivir, porque no morir no es una opción, por mucho que nos desagrade la idea.

Ron Silverio no tuvo la oportunidad de David Goodall para decidir cómo y cuándo dejar de vivir. Este hombre de Delaware, Estados Unidos, murió en enero de este año de cáncer de próstata deseando y promoviendo que la legislación de su estado cambiara. De acuerdo a sus palabras, una legislación que regula la muerte asistida permite a las personas con una enfermedad terminal ocuparse de la vida que les queda, en lugar de estar preocupadas por la forma en que van a morir.

David Goodall 104 años

La muerte asistida (eutanasia cuando un médico realiza una acción que causa la muerte de un paciente que le pide ayuda para morir; suicidio médicamente asistido cuando un médico proporciona al paciente los medios para terminar con su vida), además de ser un tema muy controvertido y de dividir las opiniones en posiciones extremas que parecen irreconciliables, está lleno de malos entendidos que es necesario aclarar para ver si hay algunos puntos en los que pueda haber acuerdos. Por eso, lo primero en lo que hay que insistir es que una legislación que permita a las personas decidir el final de su vida y contar con ayuda para morir bien, aplicará sólo a quienes quieran contar con esa opción. Quienes no quieran, no tienen que pedir ayuda para morir. Lo mismo sucede con los médicos: los que no estén de acuerdo en dar una ayuda así, no tendrán que hacerlo. Por eso, lo que hay que cuestionar es por qué ahora sólo se respalda la decisión de los que no quieren esa ayuda y no la de los que sí quieren contar con ella. ¿Se ha demostrado que permitir la muerte asistida para quienes la quieran pondría en riesgo a las sociedades? No. Únicamente se ha pretendido hacerlo mediante falacias sobre la pendiente resbaladiza y aduciendo argumentaciones que generan temor y amenazan con la pérdida de la confianza en la sociedad. Con tales razonamientos viene a decirse, de diferentes formas, que concediendo que la muerte asistida puede justificarse en algunas situaciones, es inevitable que, al permitirse en algunos casos, se abuse de ella y se termine con la vida de personas vulnerables que querrían vivir. Esto se repite y se repite pretendiendo hacerlo verdad, pero los datos de los lugares en que alguna forma de muerte asistida se ha permitido, no lo han demostrado. Por otra parte, no hay que olvidar que algunas iglesias, y principalmente la católica, ejercen una gran influencia para oponerse a cambios políticos orientados a permitir la muerte asistida. Éste es sin duda el principal obstáculo que enfrentamos en la región de América Latina.

Si hay algo que conceder a las advertencias de quienes se oponen a legislar sobre la muerte asistida es que se trata de un reto sumamente complejo, porque hay que establecer con mucho cuidado y claridad los criterios bajo los cuales debe permitirse una ayuda así y los controles para vigilar su aplicación. Por mencionar algunos puntos, hay que decidir qué tipo de pacientes tendrán acceso a esta ayuda y en qué situaciones; si sólo se permitirá ayudar a los enfermos que tengan una corta expectativa de vida o también a los que, sin ser terminales, padezcan grandes sufrimientos físicos o psíquicos; si los menores podrán recibir ayuda para morir, lo mismo que las personas que se encuentran en una etapa temprana de demencia. Si, por volver al caso del que partimos, tendrán acceso a la muerte asistida personas que quieren morir porque su edad avanzada les impone una vida que ya no pueden disfrutar. De hecho, todos estos criterios varían notablemente en las jurisdicciones en que ahora se permite ayudar a morir a una persona que desea terminar con su vida.

La eutanasia está permitida en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia (en el estado de Victoria, en Australia, se aprobó el año pasado, pero la legislación entrará en vigor hasta el próximo año). El suicidio médicamente asistido (médicamente se refiere a que la ayuda la da un médico, con medios médicos y los motivos para querer morir responden a una condición médica, igual que sucede con la eutanasia) se permite en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y en ocho estados de Estados Unidos: Oregon, Washington, Vermont, Montana, California, Colorado, Washington D.C. y Hawaii, en donde recientemente fue aprobado. Cabe señalar que en estos estados no se habla de suicidio médicamente asistido, sino de ayuda para morir debido al fuerte estigma que conlleva el término suicidio, el cual suele evocar una muerte irracional y violenta, todo lo contrario a lo que caracteriza una muerte asumida, decidida y asistida que es la que las leyes de estos estados apoyan. Es importante señalar que en todos ellos está prohibida la eutanasia.

Países que permiten muerte asistida

Por su parte, lo que se permite en Suiza es el suicidio asistido, lo que significa que no tienen que ser médicos quienes proporcionen la ayuda ni se tienen que utilizar medios médicos ni la causa para morir tiene que ser médica (la eutanasia está prohibida). Ahora bien, lo que sucede en la práctica en ese país es que existen asociaciones como Life Circle que, amparadas en un código penal que sólo castiga la ayuda al suicidio cuando ésta se da por motivos egoístas, pueden ayudar a suicidarse a personas siguiendo los criterios que el gobierno ha establecido para estas agrupaciones.  Si bien la ayuda no tiene que ser por medios médicos, dado que estos son los que mejor garantizan una muerte segura y sin dolor, son los que suelen utilizarse, para lo cual las asociaciones requieren que un médico valore que la persona que solicita ayuda es mentalmente capaz de tomar la decisión y entonces prescriba los fármacos letales. Quienes acompañan y asisten a las personas a terminar con su vida son voluntarios de estas agrupaciones.

Como antes señalaba, los criterios bajo los cuales se permite ayudar a morir varían mucho entre los países. Suiza es el que tiene los criterios más amplios y ayuda a personas como David Goodall quien eligió morir debido a las limitaciones que le imponía su avanzada edad, una condición que se está discutiendo en Holanda, pero aún no acaba de definirse. En Suiza, Holanda y Bélgica se puede ayudar a morir a pacientes con enfermedades psiquiátricas y en una etapa temprana de demencia siempre que conserven la capacidad mental para decidir. En Holanda y Bélgica se permite la eutanasia en menores, lo cual acaba de ser aprobado también en Colombia, aunque en este país falta establecer la regulación. Fuera de Suiza, Holanda y Bélgica, las regulaciones de todas las jurisdicciones establecen que a la persona que reciba ayuda para morir le quede poco tiempo de vida, con lo cual quedan fuera condiciones que pueden implicar un gran sufrimiento, pero con las que se puede vivir mucho tiempo como sucede con algunas enfermedades neurodegerativas.

No deja de resultar extraño que sean tan pocos los lugares en que las personas puedan tener la tranquilidad que da saber que, llegado el momento, podrán, si así lo quieren, contar con ayuda para morir y dejar de vivir en condiciones que les resultan indignas o les causan un sufrimiento que vuelve insoportable su vida. Aun cuando los cuidados paliativos ofrecen una atención con la cual muchas personas encuentran alivio de síntomas físicos, psicológicos, sociales y espirituales para vivir en condiciones que consideran aceptables hasta que la muerte se presente, hay síntomas que los cuidados paliativos no pueden aliviar. Además, son pocos los países en que la mayoría de los pacientes tienen acceso a los cuidados paliativos, de manera que en muchos partes sólo en teoría representan un alivio, pues en la realidad muchas personas no reciben tal atención. Es necesario un mayor desarrollo de los cuidados paliativos, lo cual implica ampliar la formación de personal que brinde estos cuidados y educar para que los pacientes, familiares y los mismos médicos comprendan la importancia de recurrir oportunamente a ellos, en lugar de seguir aplicando tratamientos que buscan curaciones imposibles y, lejos de ayudar, añaden más sufrimiento en el final de la vida.

Actualmente, en España se discute una iniciativa de ley para permitir la eutanasia. En el Reino Unido se han rechazado en los últimos años varias iniciativas para permitir el suicidio médicamente asistido. En años pasados, también en México se han presentado iniciativas para permitir la muerte asistida, pero no han prosperado. Avanzar hacia la regulación de la muerte asistida es, sin duda, una empresa políticamente complicada, pero no puede ignorarse que las encuestas demuestran en la mayoría de los países, incluido el nuestro, que entre el 70 y 80% de la población está a favor de que un paciente en una situación terminal pueda recibir ayuda para morir si así lo decide.

Para discutir este tema, del 21 al 25 de marzo de este año nos reunimos en Las Vegas, Nevada, representantes de diferentes asociaciones comprometidas con la defensa del derecho a morir con dignidad (right-to-die organizations) en el congreso Dying in the Americas 2018, organizado por Final Exit Network.  Por parte de México participó Por el Derecho a Morir con Dignidad, DMD. Lo innovador en este congreso que venía celebrándose entre Estados Unidos y Canadá, fue que se convocó a participar a países de América Latina para escuchar acerca de lo que está sucediendo en esta región en que es preponderante la influencia de la Iglesia Católica.

El congreso fue un espacio privilegiado para discutir y reflexionar sobre cómo se muere en el siglo XXI y, especialmente, sobre lo que podemos hacer para morir mejor, para que el miedo a la muerte no nos impida hablar de ella y así poder pensar y compartir con otros (que a lo mejor tienen que decidir por nosotros) qué queremos y qué no queremos al final de la vida. Sólo así podremos prepararnos para enfrentar ese momento en que, asumiendo que la muerte no puede evitarse médicamente, hay que tomar decisiones de las que dependerá morir con menos o con más sufrimiento, de manera digna o indigna, acompañados de personas o rodeados de apoyo tecnológico ya inservible.

Por el compromiso compartido de estas asociaciones, el congreso también sirvió para establecer puentes de apoyo que permitan avanzar en el objetivo de ayudar a las personas a tener control en el final de su vida, incluyendo la posibilidad de adelantar su muerte cuando ésta es la única forma de evitar el sufrimiento y la indignidad.

Y en México, ¿hasta dónde queremos que lleguen nuestras posibilidades de elegir sobre el final de nuestra vida? Es hora de pensar seriamente en el tema para darnos respuestas, no exclusivamente sobre la muerte que queremos tener y defender, sino sobre lo que es necesario hacer y exigir para conseguirla.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
19 Comentarios
Más viejo
Nuevo Más Votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
Antonio Prida

Bienvenida a estas páginas de El Semanario, estimada Asunción. Propones un tema pertinente que tarde o temprano llevará a las sociedades a muertes masivas. Primero la de enfermos terminales o suftientes y luego la de personas que así lo decidan, aun no encontrándose en esas circunstancias extremas. Tus lectores se sorprenderían si revisan la posición de la Iglesia Católica manifestada en la Encíclica Humanae Vitae de 1868 en la que su preocupación principal se centra en el “encarnizamiento terapéutico” que prolonga la agonía del enfermo y no cuestiona el uso de barbitúricos y analgésicos, aun cuando hagan perder la conciencia o aceleren el proceso de muerte.

Antonio Prida

La mencionada Encíclica es naturalmente de 1968.

Asunción Álvarez

Gracias Antonio. No entiendo muy bien a qué te refieres con que llevará a muertes masivas; la gente, en general, desea vivir a menos que lo haga en condiciones muy adversas. Y sí, tienes toda la razón en que se ignora que los católicos pueden, de acuerdo a lo que ha establecido la jerarquía de su iglesia, recibir medicamentos para aliviar el dolor, aun cuando esto haga perder la conciencia o acelere el proceso de muerte.

Alfonso García

Estimada Asunción:
Muy interesante su artículo que nos invita a reflexionar sobre el tema de las condiciones en que quisieramos morir.
¿Alguna obra escrita de Usted en que se pueda profundizar más sobre el tema?.
Muchas gracias.
Saludos.

Asunción Álvarez

Gracias. Práctica y ética de la eutanasia del FCE, Un adiós en armonía en colaboración con Elvira Cerón de Grijalbo. Ambos se consiguen en ebook.

Antonio Prida

Me refiero a que el secularismo prevaleciente en las sociedades mas civilizadas del mundo contemporáneo, llevará muy probablemente a la generalización del suicidio asistido por el Estado, ya que no parece justificable a la luz exclusiva de la razón, sufrir una dolorosa enfermedad terminal si no se cree en una trascendencia. Desde esta perspectiva, una legislación permisiva facilitaría la llamada muerte digna que seguramente sería deseable para muchos. Los creyentes en dicha trascendencia solemos reparar mas ante el suicidio.

Luis Itriago

“Lo innovador en este congreso que venía celebrándose entre Estados Unidos y Canadá, fue que se convocó a participar a países de América Latina para escuchar acerca de lo que está sucediendo en esta región en que es preponderante la influencia de la Iglesia Católica”.
Mucho le agradecería me informara, que países asistieron y cuales fueron sus posturas al respecto ?

Asunción Álvarez

Asistieron representantes de Canadá y Estados Unidos. Desafortunadamente, no asistieron otros representantes de América Latina para participar como ponentes, por lo que me pidieron a mi que presentara la información sobre la región (que le puedo compartir con mucho gusto si le interesa y me manda su mail). Pero sí hubo asistentes que viven en los Estados Unidos originarios de diferentes países de América Latina: Colombia, Perú, México.

Luis Itriago

Agradecido por su respuesta. Me contenta que no asistieran representantes de América Latina, ya que la razón que motivó mi pregunta, es la de que siendo yo médico, con 40 años en el ejercicio activo profesional – la mayoría de ellos en el área oncológica – desarrollados tanto a nivel privado como hospitalario ( en centros de referencia ) , puedo dar testimonio de no haber recibido nunca ninguna solicitud de eutanasia o muerte asistida . Prácticas estas, que de más está decir, considero totalmente deshumanizadoras, y por ende radicalmente distantes de la verdadera ética médica basada en el alivio y acompañamiento del paciente, hasta que se desencadene la muerte natural. Por esto concluyo que nuestras acciones deben orientarse al pronto desarrollo de los cuidados paliativos y a la exclusión de la eutanasia en L.A.

Eduardo Fuentes

Dr. Luis. Un cordial saludo. Me hace “ruido” que en su propio discurso hable de la ética médica y la muerte natural, a la vez que considere la opción de la eutanasia o el suicidio medicamente asistido como algo deshumanizador. Creo que la ética no pertenece estrictamente al médico y si así lo fuese tendrían que tomar en cuenta las perspectivas sobre el actuar de la medicina y sus avances tecnológicos. Todo en beneficio del paciente, de su familia y buscando el alivio a su dolor crónico e inecesario. Humanizar al personal de la salud y deshumanizar a un ventilador mecánico, eso sería un buen comienzo para la dignidad de la condición crítica en una persona, latinoamericana o norteamericana.
Se trata de concluir y acordar no de excluir.

Robert Allen

Estoy es perfectas condiciones fisicas y mentales..pero, prefiero que antes que mis facultades empiecen a decaer..quiero ser dueño absoluto de mi cuerpo..en plenas facultades y decidir el lugar, dia y hora en que termine mi vida.
Parece que solamente en sociedades altamente civilizadas consideran este acto voluntario legal..no en Mexico.
“Soy dueño absoluto de mi cuerpo”..no olvidar ese pensamiento y derecho legal

Asunción Álvarez

Yo considero que en México también debemos de poder tener esa opción. En realidad son pocos los lugares que ahora permiten tener ese control, pero eso debe cambiar

Asunción Álvarez

Robert Allen, yo considero que en México también debemos de poder tener esa opción. En realidad son pocos los lugares que ahora permiten tener ese control, pero eso debe cambiar

Pamela Walls, gracias por tu comentario. Sí, hay que hablarlo más.

Pamela walls

Un tema que da miedo, una manera tan clara expuesta por Asuncion. Necesitamos hablarlo más, desmitificarla palabra muerte, hacerlo con nuestra pareja, hijos, papás, amigos cercanos. El peso de la iglesia es fuerte, pero hay que seguir en este camino. Personas como ustedes, pensantes, compasivas, informadas, con experiencia, nos deben ayudar a poner el tema sobre la mesa. Gracias por este magnífico artículo!

Zoila Trujillo

Querida Asuncion: excelente artículo porque clarifica lo que si es (eutanasia y suicidio asistido vs muerte médicamente asistida) la decisión del dr Goodall de morir: cuando, como y estar con quisiera acompañarlo es una excelente lección que nos permite compartirla, tengo pacientes de más de 99 años a 102 que ya quieren partir pero la familia insiste en que deben vivir. Gracias por enseñarnos tanto

Luis Muñoz Fernández

Querida Asunción:
Tu artículo es esclarecedor. Desde luego que es un tema que despierta sentimientos encontrados. Pienso que la mayoría de quienes se oponen a tener la opción de escoger el momento y la forma de morir hablan desde el paradigma de la vida como don sobre el que no tenemos derecho a renunciar cuando se vuelve demasiado omerosa y contrario a nuestra dignidad. El sufrimiento inútil no tiene ninguna trascendencia ni añade valor a la existencia.

Raquel Chávez Torres

Estimada Dra. Asunción:
Gracias por abrir el debate sobre este tema tan vital: eutanasia, suicidio asistido y muerte médicamente asistida. Mas temprano que tarde, todos nos confrontaremos con esta realidad, en la salud o en la enfermedad. Como derecho humano, tenemos derecho a una vida pero también a una muerte digna, sin dolor, ni sufrimientos, ni a una penosa y larga agonía o sujeta a la obstinación terapéutica en la soledad y aislamiento absoluto y teniendo por compañía algunos tubos y aparatos sofisticados de “última generación”. Lo expreso desde una perspectiva médica, como pediatra y al presidir un comité hospitalario de bioética, en la que se debate un buen número de dilemas bioéticos, difíciles y complejos, con los pacientes pequeñitos, sus padres y el personal de salud.
Y en lo personal, tener la absoluta libertad de decidir lo que cada una anhele al final de su vida. Comulgo con Ud., en que se abra el abanico de posibilidades, en una sociedad emancipada, plural, incluyente y laica.
Muchas gracias por compartirnos sus reflexiones, argumentos y su postura.

Mtro. Arturo de Jesus Alfaro Palma

Estimada Sra. El articulo es gratificante y enriquecedor en todos sus datos y apreciaciones, agradecere profundamente si comparte los resultados del congreso al que hace referencia. Saludos.

Leonor

Hola, acabo de ver su participación en el canal 11,y leer su articulo, por lo cual me atrevo a preguntar lo siguiente.
Cómo puedo yo rechazar el uso de mecanismos agresivos como lo es la respiración mecánica en un caso necesario, no sólo por el maldito virus, sino por cualquier otra emergencia.??
Le cuento, en algunas cirugías realizadas, he tenido rechazo a sutura, canalización, y sonda van rol, así que no quiero imaginar lo que algo como lo que introducen para la respiración mecánica, provocaría pienso, la muerte de todos modos; por lo tanto me preocupa no poder ejercer mi derecho a una muerte digna o voluntad anticipada, ya que vivo en el estado de Sinaloa y no está permitida la misma.
Espero me pueda orientar, ya dirigí mi problema a algunas diputadas de acá, según en el INAPAM me orientarían, pero no me han contestado ya…
Bueno, disculpe mi atrevimiento, pero deseo saber cómo, qué hacer en un momento dado, para ejercer mi derecho…
Buena tarde.

19
0
Danos tu opinión.x