El reset (obligado) de la televisión mexicana

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El apabullante resultado del pasado proceso electoral en favor del candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Andrés Manuel López Obrador, ha sacudido a la nación mexicana desde Baja California Norte a Quintana Roo. El Instituto Nacional Electoral ha computado que casi el 53 por ciento de los votos, 30 por ciento arriba de su más cercano contendiente, le dieron desde las primeras horas de la noche del domingo una victoria contundente.

El partido larga y tradicionalmente hegemónico durante casi todo el siglo pasado, y una fracción del presente, ha quedado reducido a mínimos otrora impensables. Hay estados como en Tabasco, donde el domingo pasado obtuvo una participación casi tan marginal como cualquier partido satélite. La debacle absoluta.

Este fenómeno debe ser entendido y comprendido más allá del ámbito político y social, también en materia de medios de comunicación, particularmente en lo que respecta a la generación de contenidos y de análisis de audiencias que todavía no permean orgánicamente en la producción de televisión en México.

televisión en México

El mandato de las audiencias

¿Cuál es el mandato de la gente (audiencia)? Estamos en la obligación de decodificarlo, sin prejuicios de ningún tipo, de lo contrario observemos la campaña presidencial y los errores tácticos y estratégicos de los partidos tradicionales y sus seguidores, así como su incapacidad de reacción, no digamos de pro acción.

En lo que a la televisión se refiere, casi como en el esquema político, las grietas datan desde la década de los noventa. Tuvo un breve respiro en los dosmiles (coincidiendo con la “alternancia”) para luego caer en picada, casi de manera irremediable, a partir del 2010.

Un ejemplo sintomático y evidente son los ratings de los partidos del Mundial de Fútbol FIFA 2018 celebrados en Rusia. Los contenidos propios extra futbolísticos de la TV que otrora generaban interés, más allá de si calificaba o no la siempre decepcionante Selección Mexicana, hoy están difuminados.

Viven de un formato de viejas glorias en fondo y forma. Y la diferencia, según la medidora  IBOPE-Nielsen, entre Televisa y TV Azteca en las emisiones de frecuencia abierta han llegado a registrar apenas una diferencia de 50 mil tele-espectadores. Nada en términos de televisión nacional.

En cuanto al talento, particularmente Chapultepec ha quedado desprovisto de una auténtica renovación en comedia, por ejemplo, gracias a las decisiones de programación que no sólo fulminaron injustificadamente su exitosa y necesaria barra cómica del prime time del Canal 2, tampoco han sido capaces de generar nuevos talentos en este sentido.

barra de comedia televisión mexicana

TV Azteca, por su parte, aún no se ha decidido a despejarse del “lo mismo pero más barato”, que al abaratarse la producción de la casa de enfrente, parece que eso le ha ayudado reciclando talentos y formatos del pasado sin ninguna propuesta contundente innovadora a la vista. Las televisoras hacen como que programan y como que se ponen en sintonía con un nicho que en realidad es un microcosmos.

La Televisión y el acontecimiento

La historia es cíclica, y así como hace justo un siglo pudimos establecer una Constitución que adoptara un nuevo marco formal que aglutinara el sentir de las mayorías y una revolución institucionalizada que bien o mal logró aglutinar a todo tipo de sectores y encauzar a una nación, evitando nuevos conflictos armados, hoy ese papel parece tomarlo el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Un detalle que no es una ociosidad histórica sino una revelación contextual para entender la dinámica.

Para que la gran televisión funcione, debe recuperar su esencial carácter de gran acontecimiento, eliminar la paja, que el monopolio arbitrario le permitió imponer y en cuyo vicio se terminó regodeando. Hoy eso ya no es posible ante las innumerables opciones de plataformas y estímulos.

televisoras mexicanas

La televisión del nuevo siglo debe comprender su nueva posición, advertir sus capacidades y asumirlas a cabalidad. ¿De qué lado de la historia desea estar, querido lector: en el pasado o en un presente que forja el futuro?

No es por intrigar pero ya viene el Mundial del 2026, en el que México será una de las sedes. El tiempo corre, porque lo mismo sucede en la ficción dramática (de lo que hablaré la próxima semana). La industria de la televisión se ha quedado sin artillería y caballería fuerte. Lo que se ve es lo que hay porque también existe un abismo generacional de productores y creativos que, quienes destacan, lo hacen navegando como excepciones en el mar burocrático de sus corporaciones.

La industria de la televisión mexicana hoy navega a pesar de su condición geopolítica excepcional, en lugar de, precisamente, hacerlo y crecerse gracias a ésta. Lo síntomas, contextos e indicadores, están ahí para quien los quiera revisar. No vaya a ser julio 2018.

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Bethel Flores

Es verdad, a las televisoras se les ha olvidado quién es el verdadero “cliente”, que es quien enciende el televisor y sintoniza un canal. Los ejecutivos “creen” saber qué quiere el espectador, pero no le tienen el mínimo respeto, por lo tanto no investigan realmente y no conocen sus necesidades ni sus gustos. Las televisoras viven separadas de la gente a la que le ofrecen su programación esperando, simplemente, atinarle a lo que quieren o que ocurra un milagro con el raiting. Y sí, hay algunos milagros, pero al no conocer la causa, al no tener certeza en cuanto al público, simplemente se esfuman. Es tan simple como adoptar la modernidad, usar los nuevos formatos, las plataformas, integrarse a la ola transmedia, pero en cuanto al fondo del contenido, reencontrarse con lo básico, que es pensar que, detrás de cada televisor, hay un ser humano. La pregunta, básicamente sería: si las televisoras no quieren y respetan al público, por que el público va a querer a las televisoras y sus programas?

José Luis Rodríguez

Estimado Daniel: casi totalmente de acuerdo con tu análisis que haz hecho de la otrora “caja idiota” (dixit Rius); pero en lo único que no concuerdo es que veo muy, pero muy díficil que la TV mexicana cambie su forma y manera de pensar y hacer nuevos contenidos, adaptándose a los nuevos tiempos de la comunicación de masas. No lo van a hacer…..4 razones: las concesiones; citando otra frase con letras de oro: “Hago TV para idiotas” (dixit Tigre-Azcárraga); no creo que sean capaces porque no tiene la más minima intención de cambiar y, por si fuera poco, tienen conductores-analistas impresentables. Después de varios años sintonicé el noticiero de Carlos Moret Jr. y a una semana posterior a las elecciones aún no digiere el triunfo de AMLO, por el tipo de preguntas que hace a sus entrevistados y asi podemos seguir con todas las cadenas (Ciro Gómez en Imagen, patético, etc, etc.). Es cierto que, en el caso de televisa, no ha habido renovación en sus cuadros de cómicos, pero también les urge renovar nuevas y nuevos conductores.

adán García Arias

Ya basta de mediocridad y hacer más ignorante a la sociedad. Ese medio tan eficaz de llegar a las multitudes debería servir para darnos educación y capacitarnos para salir de ésta apabullante ignorancia y pobreza. Confío en López Obrador para realizar los cambios necesarios y quite privilegios a los medios para que evolucionen y retiren tanta basura de su programación.

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