Al fin nos llegó….El Final

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Amigos queridos:

Mi estimado amigo el Dr. Soto, me recomendó esta obra y lo hizo de una manera tan espontánea que me convenció. Muy serio me dijo: “Mi’ja ayer fui al teatro, un monólogo largo… de esas cosas que aburren, pero tan bien hecho que me gustó.”

Efectivamente, el conocido como teatro del absurdo puede parecer de esas cosas que aburren si no es contado magistralmente. Esta corriente surgió en Europa durante la post guerra y buscaba romper con los patrones artísticos conocidos hasta entonces. Como era difícil cambiar las formas, los autores decidieron hacerlo desde el texto mismo. Usualmente son escenografías muy pobres(digamos nulas), la historia no tiene una trama que te envuelva con sucesos importantes para los personajes(aparentemente nada pasa), pero en el interior de los mismos ocurre el todo, la manifestación de universos significativos, de cuestionamientos profundos sobre el sentido o sin sentido de la vida misma.

Uno de sus principales exponentes es el maestrísimo Samuel Beckett, premio Nobel de Literatura, tal vez recuerden Esperando a Godot, quizás la pieza teatral más conocida no sólo del autor, sino de la corriente misma. Sin embargo, algunos críticos catalogan El final cómo la más emblemática del irlandés.

El final de Samuel Beckett, escrita en 1946, ha sido montada por vez primera en México por Piedad Teatro, bajo la dirección de Ana Graham e interpretada por Arturo Ríos y creo que de verdad valió la pena esperar… me pareció magnífica.

La obra fue escrita originalmente en francés y el título es Fin de Partie aludiendo al jugador de ajedrez, que ante la posición de las piezas en los escaques del tablero, adivina su inminente derrota en algunos movimientos… pero el personaje de Beckett no tira a su rey cantando su derrota, sigue sin lamentos la jugada dejando pasar la vida, transformándose en la más baja miseria humana, resignado, con un dejo de dignidad que le brinda estar consciente del proceso. Nunca se victimiza, nunca despierta la compasión o la ternura a través de la sensiblería barata, simplemente te narra el final de su partida.

Pese a lo fuerte de la trama, el texto es casi un poema que te regala imágenes maravillosas con frases bien logradas. La actuación del señor Ríos me deja sin palabras, pocas veces he presenciado un trabajo actoral tan pulcro. El mayor acierto de la dirección, a mi gusto, es la simpleza de elementos escénicos que permite brillar al actor y al autor.

Lo más impactante para mí es la vigencia de la historia, pese a los casi setenta años transcurridos, el vacío interno sigue ahí y los clásicos para confrontarnos con los valores y el tipo de sociedad que estamos perpetuando, pese a los cambios aparentes de la forma.

 

Les mando un fuerte y apretado abrazo,

Claudia

 

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