En México, ¿estamos listos para lo que sigue?

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Antes de responder la pregunta, podríamos analizar primero en qué contexto estamos para observar a lo que nos enfrentaremos en un futuro inmediato. El mundo está cambiando a una velocidad inesperada, y cada vez nos presenta nuevas situaciones que son difíciles de anticipar generando a su vez distracciones que nos alejan de las mejores soluciones. Mas allá de saber que algo sucede y seguir con nuestro día a día, ¿cuántos realmente estamos observando conscientemente?

Si le tomamos una foto a México reflejaría un país con rostro de esperanza. Esto gracias a un gran porcentaje de mexicanos que creen que el actual y nuevo cambio político les salvará de la desesperación del “no pasa nada”, y del contexto de una crisis de incertidumbre económica que muchos esperan que se resuelva. Y no se trata de negar la posibilidad de que suceda, la posibilidad e intenciones están. El tema es que se requieren cambios más profundos y que llevarán más tiempo del que este amplio grupo de mexicanos pudiera esperar.

Al final todo esto es percepción, mientras ayuda mucho para mantener un espacio-tiempo de tranquilidad. El reto más bien sería cómo mantener esta esperanza vigente para lograr cambios trascendentales si ya no se tiene tanto tiempo. Por lo pronto está el camino listo para que los liderazgos políticos, empresariales y sociales entren a un nivel de consciencia que les permita observar y actuar mas allá de sus intereses, para iniciar el viaje y llevar a nuestro país hacia un propósito colectivo que nos permita realmente avanzar.

Nuestro presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene un gran reto mas allá de los cambios que desea hacer y de la intención de pacificación de nuestro país. Requiere construir un liderazgo coherente y cohesivo que le permita iniciar una nueva evolución de la consciencia para entonces en co-creación con los ciudadanos, trazar la ruta hacia el nuevo destino de México. Las intenciones son buenas, el mensaje base puede ser correcto, sin embargo, hay un inconsciente colectivo al que se va a enfrentar y que lo medirá desde la esperanza y el miedo con la vara más alta.

Por supuesto, el mayor reto que se tiene como nación es no dejar al presidente solo. Romper el paradigma de la separación y competencia será clave para que otros liderazgos se unan y, sobre todo, exista una integración de nuestra sociedad que requiere ponerse las pilas para ser parte de este gran proyecto. Por ello, las señales que se den, y el enfoque de un liderazgo que conecte y permita impulsar un país más consciente son la clave para poder avanzar.

cambios
Foto: www.cabecera.mx

No es cambiar todo de tajo, es iniciarlo de forma consciente para motivar a la acción colectiva mas allá de las palabras. Es momento de aprovechar esa creatividad del mexicano y enfocarla;  pasarla de la comicidad al ámbito constructivo y colaborativo. En el momento que la consciencia empiece a crecer en México, no requeriremos de más crisis ni de catástrofes para aprender a sacar nuestros potenciales. Hoy el camino aún no está exento de ello.

Para lograr un cambio se necesita aplicar la auto-referencia para observarnos primero nosotros y dejar de culpar a las situaciones y personas externas de lo que vivimos. Se requiere también de sensibilidad para sentirnos unidos a todo lo que nos rodea y que forma parte de esta realidad para así poder cambiarla. Tendremos que aprender a detenernos para disfrutar más el presente y dejar que la velocidad y ansias del futuro se queden en una experiencia del pasado. Hacernos conscientes de que lo más básico de vivir puede ser un gran inicio para que despierten nuestros sentidos y podamos construir el camino a ese nuevo destino siendo más incluyentes y menos polarizados siendo lo que somos; un solo México.

Hoy en lo colectivo creo que no estamos listos para lo que sigue; ni siquiera lo vemos, por lo tanto, menos podemos anticiparlo. No es sencillo estar preparados mientras estemos en medio de este “inconsciente colectivo” que creamos entre todos y que nos presenta una y otra vez situaciones que nos disgustan. Por si fuera poco, tenemos retos como la integración con las nuevas generaciones y en un futuro corto el impacto que puede traer la inteligencia artificial.

Todo esto no será fácil resolverlo con la mente que tenemos; llena de paradigmas y un sistema de vida construido por el miedo y el enojo. Lo que sí es posible, es dar el primer paso desde una consciencia que nos permita aprender de los conflictos para entonces avanzar en nuestro camino, no sólo dejarlos atrás.

No es positivismo lo que México requiere, es CONSCIENCIA. Nos toca a todos involucrarnos en la solución y empezar hacerlo de forma individual para así sumar a lo colectivo. Es momento de sentirnos parte de la misma tierra y del mismo futuro que creamos entre todos día a día. Si hoy podemos ser conscientes en el presente, lo seremos en el futuro. Ahora sí, cada uno podemos responder la pregunta de forma personal, “¿estoy listo para lo que sigue?”.

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