Castaneda y el Hotel California; competencia desleal

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En un año son múltiples los litigios que transitan por las intrincadas rutas de los tribunales. Cada uno suele imponer pruebas de diverso tipo y naturaleza a los órganos jurisdiccionales encarados de su resolución. Algunos casos, los menos, cuando transitan el camino completo hasta llegar a las instancias judiciales superiores, permiten definir criterios tan novedosos como los planteamientos mismos que les dieron origen. En casos como los aquí relatados, resulta sorprendente que, a cinco décadas de ciertos hechos culturales singulares, hoy se siga lucrando con los efectos de su notoriedad.

El primero de ellos es el del afamado “Hotel California”, que inicia con la disputa que por largo tiempo sostuvo el grupo musical “Eagles” en contra del hotel mexicano poseedor del nombre “California”, y que concluyó recientemente con un acuerdo. Dicho así, el asunto no pasaría de ser uno más de los cientos de litigios que diariamente se plantean ante los tribunales para resolver algún tema de imitación de marcas o de competencia desleal. Lo que tiene este caso de particular no es sólo la notoriedad de los protagonistas, sino las muy particulares características del conflicto.

banda
Eagles (Foto: www.todomusica.org).

La reclamación presentada por “Eagles” ante una Corte en Los Ángeles buscaba limitar los beneficios del hotel al vincularse al grupo, haciendo suponer a sus clientes que ese lugar habría inspirado la imaginativa letra de la icónica canción. A través de la construcción de la “leyenda”, el establecimiento promovía no sólo la ocupación de sus habitaciones, sino también la venta de toda clase de memorabilia y souvenirs alusivos al hecho. Lo cierto es que no hay evidencia histórica para suponer que los autores de la canción se hubiesen inspirado en el apartado hotel para su mundialmente conocida melodía. Los dueños del hotel siguen argumentando que las coincidencias son tan notables entre una cosa y la otra, que es seguro que, al menos en sueños, Don Henley y Glenn Frey estuvieron ahí.

¿Es el romanticismo una forma de competencia desleal? Parecería que la ocurrencia de los nuevos propietarios del Hotel California, dos canadienses que lo adquirieron en 2001, no habría trascendido a los laberintos judiciales de no haber sido por la mala idea de sus abogados de tratar de convertir el mito en marca registrada. La solicitud de registro presentada ante la Oficina de Marcas de Estados Unidos encendió las alertas y fue el precursor de la reacción del grupo musical que pudo interpretar ese hecho como una agresión en su propio territorio. A partir de ese momento, la confrontación se puso corbata.

Lo anecdótico del caso pasa por preguntas que jurídicamente siguen exigiendo respuestas. Desde preguntarse si es un caso extremo de derecho de imagen, hasta cuestionar si se puede dar un escenario de competencia desleal entre “no competidores”; o bien, si el engaño a los consumidores es legalmente irrelevante cuando éstos compran el sueño de haber dormido en el lugar “sagrado”, en una decisión íntima que, aun así, causa el IVA.

Por lo pronto, estoy seguro, el Hotel California incrementará su notoriedad y sus ventas por haber soñado que era la inspiración de “Eagles”, y por haber sostenido con ellos un litigio muy famoso de Propiedad Intelectual.

El otro asunto por demás representativo del aprovechamiento de la fama de un personaje icónico y que sigue generando atención y dinero, es el del autonombrado “Instituto Castaneda”, que ha pretendido erigirse en el heredero cultural del afamado antropólogo “Carlos Castaneda”, explotando su imagen y reinterpretando algunos de sus célebres textos.

antropólogo mexicano
Carlos Castaneda (1925 – 1998) (Foto: http://lamanzanadoradaeris.blogspot.com).

La propia borrosa y anónima biografía de Castaneda ha abierto este espacio en el que, a falta de herederos específicos que revindiquen sus derechos, un puñado de “intelectuales” se han apropiado de las marcas y los símbolos del personaje, incluyendo los títulos de algunos de sus libros. A falta de una contraparte que defienda las posiciones desde los derechos hereditarios, estos empresarios están monetizando de manera exponencial la imagen del investigador a través de cursos, talleres, textos, sitios de internet, etcétera, avisando de las amplias lagunas que los sistemas jurídicos suelen manifestar en relación al derecho a la imagen.

Aunque en este segundo caso no existen aún litigios en curso, existen ya voces que denuncian la usurpación del nombre de Castaneda, bajo consideraciones de competencia desleal, uso ilegal de marcas o abuso de los consumidores. Todas, acusaciones difíciles de perfilar en un sistema normativo como el nuestro.

Una vez más, en la mirada retrospectiva que estos conflictos producen hacia nuestra condición jurídica, queda para nosotros una sensación de vacío. ¿Cuándo tendremos una legislación que permita ventilar decentemente controversias de competencia desleal? ¿Cuándo verá la luz una regulación medianamente moderna del derecho a la imagen? ¿Deberemos esperar a que un tratado internacional nos imponga la necesidad de mejorar nuestras leyes?

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