“Noreste”: la virtud de la sutileza

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Este espacio no está dedicado a la crítica de cine pero al ver la obra “Noreste” no puede dejar de pensar en el alboroto que causó la película mexicana “Heli”. Ambos trabajos hablan de la violencia social y sus desastrosas consecuencias, el primero desde la palabra y el otro desde el poder de la imagen.

“Heli” cuenta la historia de un joven mexicano que al rescatar a su familia de caer en el poder del narcotráfico acaba envuelto en una venganza donde se enfrenta a los sicariosa quienes trataba de eludir. La película es un retrato donde la ley es la del más fuerte sin importar los aparatos jurídicos. La violencia se presenta como una enorme espiral donde todos caen, nadie se salva.

Este trabajo, dirigido por Amat Escalante, recibió atención por el alto nivel de crudeza en las imágenes. Hay una escena de quince minutos donde vemos, sin reserva alguna, cómo Heli es sometido a una tortura física. La película tiene todos los elementos para ser grande (hasta entrañable) pero al final no lo logra porque cae en la obviedad.

 

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Para conmocionar a la audiencia se necesita más que imágenes explícitas de maltrato físico porque lejos de reconocer el fenómeno, emocionarse y reflexionar aquélla se cierra ante lo visto en pantalla. Los grandes críticos mexicanos alabaron la película porque habla de la violencia “sin pelos en la lengua”; unos afirman que habla de México “con verdad” y algunos cuantos consideran “indiferente e indolente” a quien no le guste.

Para mí Escalante cayó en el viejo truco del oportunismo y suculentas prácticas exhibicionistas. En cambio, “Noreste” es una obra que habla del mismo tema pero con recursos más sofisticados. La experiencia es teatral y la palabra se vuelve fundamental para crear la ficción. Cuenta la vida de tres mujeres atrapadas en un acto terrorista checheno para exigir la liberación de tropas rusas de su país.

Comparo teatro con cine pero poner en perspectiva estos dos trabajos deja a la  luz la importancia del teatro en nuestra sociedad más allá de las particularidades del lenguaje de cada medio. La anécdota de “Noreste” es lejana a nosotros en tiempo y espacio pero estoy seguro que es mucho más impactante y conmovedor que lo visto en “Heli”.

Y la razón radica en contar el verdadero conflicto humano más allá de los golpes, las matanzas y la sangre. ¿Qué sucede en la mente de un sicario? ¿Qué se siente ser una víctima? ¿Cómo se sobrelleva al dolor? ¿Se puede escapar del odio?

“Noreste” es una obra importantísima porque Rusia es México o cualquier ciudad donde no existe el amparo de la ley y se vive a expensas de los caprichos del poderoso. La vida de una madre, una esposa y una terrorista se entrelazan en esta historia para mirar a las madres, las esposas y las terroristas mexicanas.

 

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En este caso tiene sentido hablar de la violencia porque la reconozco como cercana e implacable. Nadie se puede cerrar ante ella porque lo que veo en escena me causa empatía, me puedo ver reflejado en el drama de cada una de las mujeres. Y no necesito mostrar golpes, piel quemada o rostros desfigurados; necesito ver las entrañas de la víctima y el verdugo porque el público puede ser los dos.

A nivel de dramaturgia hay un gran guiño a las tragedias griegas porque nada se ve, todo se cuenta. Las protagonistas narran la angustia de estar atrapadas en un acto terrorista pero en ningún momento se ve el acto terrorista. El efecto dramático es más poderoso y la conmoción inminente porque la expectativa del público está al límite. Es más desgarrador imaginar la herida que tenerla frente a ti.

Para algunos les costará trabajo seguir este tipo de lenguaje porque estamos acostumbrados a las imágenes visuales (a la televisión y al cine precisamente)pero al final se entra a la convención. A pesar de que la historia se tarda en plantear conflicto después hay precisión dramática en todo momento.

El montaje logra simular el acto terrorista porque éste consiste en secuestrar un teatro en plena función para convertir a los asistentes en rehenes. Ignacio Flores De La Lama aprovecha todo el espacio escénico: no se necesita más que tres butacas en el escenario para envolver al espectador en una atmósfera asfixiante y catastrófica en todos los sentidos.

El uso de una pantalla para enfatizar ciertas transiciones logra muy buena composición visual con el espacio escénico pero en la mayoría de los casos le estorba a la acción dramática. La iluminación es impecable; maneja ambientes propicios para conectar con la historia. La presencia de un músico ayuda a potencializar el drama de la historia.

“Noreste” necesita a tres actrices altamente entrenadas porque si no fuera así la obra se caería. De La Lama fue atinado al elegir a Claudia Ríos, Aurora Gil y Paula Watson por su capacidad técnica y poética. Tienen un fantástico manejo del ritmo y construyen personajes interesantes en cada escena. Paula Watson merece una mención especial porque hace el personaje de la terrorista con una conmovedora humanidad.

No se necesita de excesos para impactar a la audiencia. “Noreste” es un afortunado ejemplo de sutileza y profundidad simultáneas. Este espectáculo mantiene al público al borde de la butaca y lo logra estremecer hasta el final. Cuando sales de la sala es imposible no mirar nuestra violenta (y dolorosa) realidad y llegar a la conclusiones a las que debemos (necesitemos) llegar.

 

 

“Noreste”

De: TorstenBuchsteiner

Dirección: Ignacio Flores De La Lama

Teatro El Granero (Centro Cultural del Bosque. Reforma y Campo Marte s/n, metro Auditorio)

Hasta el 29 de septiembre de 2013

Jueves y viernes 20:00 hrs., sábados 19:00 hrs. y domingos 19:30 hrs.

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