De mitos y chiquillos héroes

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Ayer se volvió a conmemorar el asalto al Castillo de Chapultepec por los norteamericanos, en 1847, y con ello la muerte de los famosos Niños Héroes, que ni eran tan niños y ni tan héroes.

En alguna ocasión Germán Dehesa dijo en su programa de radio: “El insostenible mito de los Niños Héroes de Chapultepec es una pura invención fabricada para explotar el patrioterismo y las manipulaciones de los políticos que padecemos.” El gobierno lo censuró y multó, como multaba al viejo Loco Valdés cuando en su programa Ensalada de Locos llamaba Bomberito Juárez al sacrosanto Benemérito oaxaqueño.

niños héroes
Imagen: http://eldecidor.com.mx

Pero Dehesa tenía razón: la historia de nuestro país se manejaba a antojo de cada sexenio. Hoy en día es más difícil por el gran acceso a la información que tenemos, pero las entonces versiones históricas oficiales, como ésta de los Niños Héroes en búsqueda de romantizar y sublimar el espíritu patrio, llegaron a ser verdaderamente ridículas. Por ejemplo: ¿seis cadetes “niños” enfrentaron a mil doscientos hombres armados y entrenados profesionalmente? Esto significa que cada uno de los nenes patrios, que además tenían un promedio de veinte años, se encargaron de nalguear a doscientos güeros cada uno. ¿Acaso eran ninjas?

Hoy en día los historiadores ‒no afiliados al gobierno‒ nos dicen que el famoso guiso de los Niños Héroes contra los norteamericanos no fue como nos lo enseñaron. Primero: “Aquel 13 de septiembre había poco más de ochocientos soldados mexicanos, que fueron apoyados por el batallón activo de San Blas con cuatrocientos hombres más y medio centenar de cadetes del Colegio Militar, no sólo seis”, comenta el divulgador de historia Alejandro Rosas.

Chapultepec
Imagen: www.taringa.net

Sin embargo, el hecho de que sí, en efecto, murieron muchos chamacos entregados de corazón a la causa patria, fue usado por los políticos en turno para ensalzar fervores patrios, lágrima incluida. Hasta el poeta del momento, Amado Nervo, se la creyó y se arrancó con su famoso poema titulado Los niños mártires de Chapultepec (1903) en donde canta:

Morían cuando apenas el enhiesto

botón daba sus pétalos precoces,

privilegiados por la suerte en esto:

que los que aman los dioses mueren presto

¡y ellos eran amados de los dioses!

¡Salchichas!, yo quiero morir así. Pero la verdadera historia nos dice que al final de la batalla de Chapultepec más de cuatrocientos soldados mexicanos salieron por patas desertando y alrededor de seiscientos murieron, chiquillos patrios incluidos. Entonces ¿por qué nada más tenemos que festejar la muerte de seis?, ¿y los otros?

La historia “oficial” nos cuenta que el cadete Juan Escutia prefirió envolverse en la bandera mexicana y aventarse del cerro antes de que el gringo la profanara. Pues nada, en primera no era cadete del Colegio Militar, sino un soldado del batallón de San Blas que se llamaba Juan Bautista Pascacio Escutia Martínez, quien además era un tirador apostado en la ladera y que al ser baleado cayó desde lo alto: “Escutia no murió por un salto ni envuelto en una bandera, cayó abatido a tiros junto con Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca cuando intentaban huir desde arriba hacia el jardín Botánico”, vuelve a comentar Alejandro Rosas. Al final de la trifulca, la bandera mexicana sí la capturaron los norteamericanos y fue devuelta a México hasta el sexenio del presidente José López Portillo (1976-1982).

niños héroes
Imagen: www.mexicoescultura.com

Sería durante el periodo del presidente Miguel Alemán (1946-1952) que el gobierno se apresuró a sacar algo de su “closet de conveniencia histórica” para engrandecer el orgullo patrio, esto a raíz de que por primera vez en la historia un presidente norteamericano, Harry Truman, pisaba nuestro país en 1947. Además se conmemoraban cien años de la paliza que nos pusieron en Chapultepec, así que fue buen momento para sacar el conejo del sombrero de copa, y qué mejor que el cuento de la chiquillería caída en manos güeras. Así se mandó a construir el hoy conocido monumento a los niños héroes, en donde el presidente norteamericano, para tratar de caernos bien, colocó flores y dijo: “Un siglo de rencores se borra con un minuto de silencio”.

Vuelve Alejandro Rosas a decir: “El homenaje tocó las fibras más sensibles del nacionalismo mexicano y desató el repudio hacia el vecino del norte, a tal grado que, al caer la noche, cadetes del Colegio Militar retiraron la ofrenda del monumento y la arrojaron a la embajada estadounidense.”

niños héroes
Castillo de Chapultepec (Foto: www.capital21.cdmx.gob.mx).

Lo peor vino después, cuando el gobierno de Alemán, dando patadas de ahogado, mandó a decir que de pronto a pie del peñón de Chapultepec se encontraron seis calaveras, pertenecientes estas a los seis chiquillos héroes: “La supuesta autenticidad fue apoyada por varios historiadores y por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Nadie se atrevió a contradecir la verdad histórica, avalada por el presidente, con un decreto donde declaró que aquellos restos pertenecían indudablemente a los niños héroes.” O sea: entre los cientos de muertos regados por todos lados, seis de ellos amanecen sepultados en el mismo lugar “para gloria de México”. Ahora díganle NO al Presidente.

Desde entonces la leyenda de los Niños Héroes sigue vigente y aunque sabemos a ciencia cierta que la historia oficial y sus calaveras son un “fraude óseo”, la creencia en la historia bonita del héroe tierno caído ante el perverso enemigo nos sigue mitificando las tremendas ganas de justificar nuestras pérdidas y, como dijo el poeta Carlos Pellicer, nuestras dos obsesiones como pueblo: el gusto por la muerte y el amor por las flores.

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Alfonso

Hola Gerardo.
Excelente análisis del evento histórico mañosamente deformado por las autoridades educativas, con el aval de los gobiernos, que se aprovechan de la ignorancia y buena fé de muchos mexicanos para exacerbar el “amor a la patria”, dejando de lado hechos verdaderos que convenientemente no se incluyen en las clases de historia, como por ejemplo como los distintos gobiernos que hemos padecido se han encargado de darle en la progenitora a este país.
Y la tan llevada y traida “reforma educativa” ¿considerará hacer algo al respecto? o solamente seguirá la linea de ocuparse de los “maestros”, sus demandas y reclamos, dejando de lado a nuestros niños, solamente para justificar que “juntos haremos historia” (ellos, los del nuevo gobierno).
Gracias.
Un abrazo.

Gerardo Australia

Muy atinado su comentario, don Alfonso, toda la razón!!!
Muchas gracias por leer y un abrazo de regreso!!

Alfonso Cervera

Excelente nota como siempre mi querido amigo.
Todos hemos crecido con la enorme manipulación de los libros de la SEP, sobre todo desde los años 50 hasta los años 80, donde ha sido más determinante para las creencias de los que alguna vez no teníamos otras fuentes de información.
En mi caso, sabía que era un mito, pero siempre conocer los detalles de la manera en que los colocas, es enriquecedor y divertido el aprendizaje.
Muchas más notas por favor!

Un gran abrazo!
Alfonso Cervera

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