Tal parece que el transporte aéreo en el mundo se dividirá entre las megatransportadoras y sus filiales nacionales con servicios selectos y las empresas de bajo costo que también pinta para ser de grandes alianzas.
Desde luego será en los próximos años donde se irá gestando este nuevo rostro pero no falta mucho para que empecemos a ver grandes alianzas de empresas de bajo costo que, en rigor, deberían llamarse de costos laborales recortados.
Por estos días, la mayoría de los sindicatos de la aerolínea española Iberia finalmente decidieron aceptar –casi en su totalidad- el plan de reestructura, merced a los buenos oficios de un conciliador que el Ministerio de Transporte de la madre patria llamó para interceder cuando las huelgas en la empresa empezaron a hacer mella.
Falta todavía que el sindicato más poderoso, SEPLA, el de pilotos, acepte la propuesta aunque la holding IAG que agrupa a Iberia y a British Airways, ya lo da por concluido, con lo cual se prevé la baja de costos laborales y la reducción de varios vuelos de Iberia, unos para que los tome British y otros para dejarlo en manos de las empresas de bajo costo.
Qué tan atinada será en el futuro esta medida, tiene qué ver con esa recomposición que estamos comentando.
Hace unos días, el mexicano Herminio Blanco, candidato a presidir la Organización Mundial de Comercio (OMC), planteó la necesidad de incluir los acuerdos de libre comercio regionales y sus diversos grados de apertura y sectores dentro de la OMC. El asunto es que en muchos de ellos se asienta el transporte aéreo como sector de servicios, y al escalarlo a la OMC saldría del ámbito de OACI, lo cual haría una enorme revolución en el sector.
Tal vez no sea algo que suceda pronto. De la propuesta a la concreción pasa muchas cosas, además de que en realidad es difícil saber quién será el nuevo presidente de OMC (se dice que Blanco no tiene tantas posibilidades) lo cual implica que la agenda no está clara.
Pero no dudemos que el tema está en la antesala de ser considerado. Ya la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha pronunciado sobre el tema diversos puntos de vista tendientes a hacer del transporte aéreo la asignatura que sigue en la liberalización de servicios.
No se ve por lo pronto que esto sea fácil, máxime cuando revisamos la agenda del Acuerdo de Cielos Abiertos entre le Unión Europea y los Estados Unidos, detenida por la crisis económica y cuestiones más urgentes.
Lo cierto, sin embargo, es que estamos asistiendo al final de un esquema y de una forma de comprender el transporte aéreo. La tendencia hacia las megatransportadoras, a pesar de que encuentra sus muchas dificultades (ahí está el caso de Iberia y British) también tiene sus éxitos: US Airways y American Airlines, aunque no debemos pasar por alto que ésta última pertenece a un solo país.
Peor hay otros casos: ahí está Avianca y su acción concentradora en América Latina, el esfuerzo de LAN y TAM, más los muchos ejemplos del mundo que se multiplican.
Lo que todavía no vemos es una asociación entre aerolíneas de Bajo Costo. Tal vez el modelo hace difícil la integración. No obstante, Ryan Air ya salió de compritas para renovar su flota y Southwest mismo ha buscado alianzas allende las fronteras de los Estados Unidos (que, dicho sea de paso, no han tenido éxito).
Pero todo es cuestión de empezar. Basta con que empiece el primero y de ahí se seguirán los demás. Desde luego que estamos hablando de algo diferente: el bajo costo como modelo parte de la máxima utilización de los aviones y de su uso austero porque son vuelos de corto alcance, lo que implica que habría que buscar un modelo “reestructurado” que cumpla con las bondades de este sistema.
No obstante, queda el modelo de en medio. Es decir, el que ve al bajo costo como bajo costo laboral, no como una alternativa para hacer conexiones entre puntos que usualmente no se tocan pese a que hay mercado, o como una manera de darle nueva vida a aeropuertos buenos pero en desuso, o como una forma de usar los aviones de forma eficiente, sino como una forma de ganar más dinero pagando menos y utilizando a la fuerza laboral como en la película de los tiempos modernos de Chaplin, es decir, como piezas desechables.
El asunto es que si este modelo se enseñorea en el mundo, sucederán dos cosas: no habrá aviación tradicional que deje resquicios para que el modelo de bajo costo viva de los excedentes y estará en franca contradicción con la economía del conocimiento que –se supone- es la que traerá el crecimiento de los siguientes años.
La aviación ha crecido como una industria del conocimiento. La experiencia y la documentación de casos ha permitido que sea la industria más segura del mundo. Bajar los costos no para que vuelen más personas a menores precios, sino para ganar más a costa de esa experiencia y ese conocimiento, es –cuando menos- muestra de ignorancia y en el peor de los casos es un suicidio y un atentado contra los usuarios.
En todo caso, lo que suceda con Iberia y British sentará un precedente al que habrá que seguirle la pista. Gestionar este tipo de alianzas no será fácil pero el modelo comenzará a duplicarse.