Me hubiera gustado que el presidente Peña Nieto hubiese firmado un decreto donde transforme el actual proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en el Nuevo Aeropuerto Internacional de Estado de México (NAIEM), o de Toluca, financiado por la iniciativa privada.
Soy usuaria frecuente de aeropuertos y estaba (sigo aún) muy ilusionada con el proyecto del NAICM. Cuando me encuentro en sitios como Atlanta y detecto la ventaja de las múltiples conexiones entre los vuelos, espacios amplios, confortables, servicios de calidad, sueño en que pronto tendremos un aeropuerto de primer nivel para el Valle de México; no sólo para mí, para mi familia y los viajeros frecuentes, sino para los turistas que son una fuente importante de divisas para nuestra nación; más vuelos, más conexiones, mayor comodidad. Me deprime pensar que de ahora en adelante cada vez que siga tomando un vuelo o regrese por la Terminal 1 del AICM, me rodeará a mí y al resto de las personas la pestilencia de las alcantarillas.
Después de lo que considero “una votación amañada”, se tomó la decisión de cancelar el NAICM. Me sentí frustrada, cansada, engañada. Ya se había iniciado la construcción del aeropuerto de Texcoco por expertos, donde no había un lago idílico, sino una extensión salobre. Una parte del financiamiento se había cubierto con las Afores, esto es, con dinero de los trabajadores mexicanos, recursos que ahora quieren echarse a la basura, por lo que se devaluarán y no permitirán vivir una vejez digna. De esta manera, nuestros impuestos tendrán que pagar las multas que habrá por cancelaciones.
He escuchado críticas en el sentido de por qué me quejo de tener que viajar dos horas de Santa Lucía a Toluca para cambiar de avión, si hay tantos millones de trabajadores que vienen del Estado de México a trabajar a la ciudad y se la pasan más de cuatro horas al día en el transporte público. Tal vez si las preguntas de la votación hubiesen sido: prefieres trenes ligeros, metros y teleféricos que comuniquen a Puebla, Tlaxcala y Toluca a la CDMX de manera segura y eficiente, o modernizar y ampliar los aeropuertos de Santa Lucía, Toluca y el AICM, la que se refiere al transporte urbano hubiese ganado y sería lo justo beneficiar a los más necesitados, que es lo que haría un gobierno realmente de izquierda, y con el que yo comulgaría.
Así que propongo lo que señalé arriba. Todavía tenemos un presidente en México, él podría ponerse del acuerdo con el gobernador del Estado de México para que asumiera la responsabilidad de concluir la construcción del aeropuerto de Texcoco. Ambos gobernantes son del PRI, podrían colaborar sin trabas políticas. Yo no voté por ellos, pero pienso que tienen una gran oportunidad de mostrar que, a pesar de la corrupción, la injusticia, la inseguridad, son capaces de gobernar para el bien de México. El Estado de México es libre y soberano.
La iniciativa privada ya ha declarado que está dispuesta a financiar el proyecto, así que ¡adelante! Recordemos que gran parte de los aeropuertos mexicanos son de la iniciativa privada y funcionan bien. El NAIEM sería un negocio, lo cual garantizaría su eficiencia. Desafortunadamente el Estado mexicano no ha sido buen administrador de empresas, no es su función. En cambio, la iniciativa privada ha tenido gran auge y ha permitido que el país siga adelante a pesar de la baja producción petrolera, mediante el impulso a la industria y el turismo, por lo que se merecen nuestra confianza.
Pienso que cuando uno cree que el gobierno comete un error o una injusticia es válido protestar, quejarse, denunciar. Si un gobierno se precia de ser democrático no debería organizar votaciones dudosas, ni tirar a la basura los recursos que no le son propios sino de la población.
Tengo muchos amigos y conocidos en la nueva administración a quienes admiro y apoyo por sus ideas progresistas para el bien de la mayor parte de los mexicanos. Espero que tengan éxito y que si realmente se cancela el proyecto de Texcoco sea una buena decisión, aunque yo no la comprenda.
Estoy de acuerdo que una obra de esta envergadura, con años de planeación y con un futuro promisorio no debería de suspenderse sin valorar todos los aspectos que la rodean (económico, social, cultural,ecológico). y si es necesaria la inversión privada adelante. El suspenderla, después de haber invertido y dejar a tanta gente sin trabajo, me pregunto ¿no es un acto de corrupción?