“Los acontecimientos venideros, proyectan su sombra por anticipado” advertía el paleontólogo, filósofo y sacerdote jesuita francés, Teilhard de Chardin. Y es cierto; nadie podría afirmar que los analistas fracasaron en sus proyecciones políticas con respecto a los procesos electorales de gran impacto geopolítico de este año. Se anticipaba, en Estados Unidos, el triunfo demócrata en la Cámara Baja y el refrendo republicano en el Senado, así como la reelección del presidente de Rusia, el cambio de paradigma político en México, la elección de un nuevo presidente en Cuba y la consolidación indefinida del liderazgo de Xi Jinping en China.
Esas jugadas entre significativos actores, sólo confirmaba que el mundo se resignaba a tener a Donald John Trump en la Casa Blanca. Y, por tanto, se disponía a jugar con el magnate-presidente en el gran tablero geoestratégico global.
Entre las pocas certezas de este 2018, está la reconfiguración de las derechas y el neoconservadurismo, hábiles jugadores ante la ineficiente actuación de las izquierdas y centro-izquierdas. También constata la desconfianza que los partidos políticos han generado en la sociedad.
Una mirada sensata del juego de Estados Unidos revelaría que la economía mejora y el desempleo desciende. Eso, a pesar de que no ha cesado la acometida contra Trump de demócratas y grandes medios, por los coletazos del “Russiagate”. A esa trama de una supuesta complicidad con Moscú para ocupar la presidencia, se sumaba la rústica arrogancia del multimillonario y ocasionaba la remoción de más del 60 por ciento de su gabinete.
Al exterior, este año mostraría el aislamiento global de Estados Unidos. En tres casos Donald Trump mostraría su falta de oficio diplomático y desataría la polémica: 1) Por la Guerra Comercial con China, al imponerle fuertes aranceles; 2) Al ampliar las sanciones contra Rusia, expulsar a sus diplomáticos y retirarse del Tratado que prohíbe los Misiles Nucleares de Alcance Medio (INF); y 3) Al trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
Con México, el magnate mantendría su discurso dual en la relación. Por su insistencia de que nuestro país abone para construir el Muro, se suspendía el único encuentro de Estado que habría tenido con el presidente Enrique Peña Nieto. No obstante, Trump dedicaba frases afables al que era candidato de centro-izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tras su elección.
Todo ello ocurría en medio del avance de dos caravanas de inmigrantes centroamericanos hacia la superpotencia. Será en 2019 cuando se midan Estados Unidos y México en dos temas clave: el debate en el Congreso para ratificar o no el nuevo tratado comercial (T-MEC) y las medidas económicas del gobierno para contener la emigración y la delincuencia.
En 2018 el mundo atestiguaba el reposicionamiento de China y Rusia, los otros dos actores mundiales. La implacable diplomacia de seda de Beijing lograba acercarse a Japón y Filipinas en un giro que afianzaba su protagonismo regional y retaba la hegemonía en Asia de Estados Unidos.
A la vez, Rusia sorteaba con relativo éxito la artificiosa reedición del conflicto con Ucrania, a pesar de que Occidente recrudecía las sanciones en su contra. El Kremlin consolidaba su soberanía en el mar Negro y se reposicionaba en el este europeo al afianzarse en el puerto de Sebastopol hasta el 2040.
El largo desencuentro entre la Unión Europea (UE) y Donald Trump explotaba con la propuesta del presidente francés de un Euro-Ejército. “El problema es que Emmanuel (Macron) tiene muy bajo índice de aprobación” y usó esto para distraer, aseguraba Trump.
Sin embargo, el jefe del Elíseo recibía el respaldo de la canciller alemana Ángela Merkel, quien semanas después dejaba la dirigencia de la Unión Demócrata-Cristiana, tras 18 años al frente. Entretanto, el Reino Unido sellaba su escisión del bloque europeo. Airosa tras debates críticos, la primera ministra Theresa May, definía la forma del Brexit a partir del 29 de marzo.
En noviembre detonaba la crisis generalizada en Francia, con protestas de trabajadores y estudiantes contra el alto coste de la vida y el aumento a impuestos en combustibles y electricidad. Como símbolo de su rechazo, y mientras bloqueaban fronteras y grandes vías, los inconformes usaban chalecos amarillos (de uso en emergencias de tránsito).
Esa presión pondría en jaque al gobierno que posponía seis meses el aumento. Mientras tanto, la izquierda mostraba su debilidad y se limitaba a desempeñar el rol de años anteriores: acompañar el descontento social, explica el analista León Cremieux. En 2019 la ultraderechista Marine Le Pen podría capitalizar esta crisis y el descenso de Macron.
Para América Latina éste fue un año complejo. La condena a prisión del expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva abría la puerta al neoconservador Jair Bolsonaro y, a la vez, llegaba la derecha a Colombia, Chile, Honduras y Costa Rica. Se prevé la reconfiguración política de América del Sur en los comicios de 2019. El conflicto en Nicaragua podría dar un vuelco a la derecha, y si Evo Morales superara a Carlos Meza en octubre, sólo Bolivia y Venezuela mantendrían el proyecto progresista en esa región con Cuba en el Caribe. Todo ha ocurrido y todo puede suceder.