ÉRASE UNA VEZ, en México “El país de la X”, un pueblo mágico, conocido en el mundo por sus playas, por su música, por su literatura, por su comida y, especialmente, por la calidez de su gente. A ese pueblo mágico tengo el gusto de pertenecer. Lo he recorrido por 50 años, por tierra, por aire y por mar; de Sonora a Yucatán, de Chetumal a Tijuana, en sus pueblos y sus ciudades. A ese pueblo me debo, me enorgullece pertenecer, y lo conozco profundamente.
En los últimos 50 años, México ha culminado su transformación. De un país basado en el campo es ahora uno de ciudades y metrópolis. Hemos pasado de ser hacendados y campesinos, a empresarios globales y empleados profesionales orientados a prestar servicios. Hemos pasado también de un México autoritario a uno democrático, donde después de 200 años de vida independiente, podemos pasarnos el poder político sin revoluciones y cuartelazos. En una frase, por fin, ese México Mágico ha arribado a su madurez.
Estas palabras nostálgicas nos remiten necesariamente a la sabiduría popular que acuñamos muchas veces en “Las palabras del Abuelo”, porque como él decía, “Hacía atrás… Ni para agarrar impulso”. Qué importante es conservar esa sabiduría, porque si bien es cierto que “Las escaleras se barren de arriba para abajo”, también es cierto, que “Las escaleras se suben, escalón por escalón”.
En estos años he trabajado profesionalmente desde el gobierno y frente a él; desde el municipio a la federación; con gobiernos de todos los colores; con políticos de rancio abolengo partidista y con “chapulines mutantes”. En todos ellos he encontrado la diversidad de nuestra nación; sus mejores virtudes y sus peores defectos, tanto de la izquierda como la derecha. Y créanme, ninguno es mejor que otro.
Por eso, lo que puede garantizar que México avance es la continuidad de sus políticas públicas. especialmente aquellas orientadas a cerrar la enorme brecha de desigualdad entre ricos y pobres, entre la ciudad y el campo, y, no menos importante, las que le permiten a nuestra gente gozar de sus libertades, gozar de su propio país, a través de su diversidad de climas, gastronomía y cultura.
Estos eran los objetivos del Programa de Pueblos Mágicos, un programa de la Secretaría de Turismo orientado a embellecer una centena (121) de pueblos dispersos a lo largo y ancho del país. La visión estratégica de este esfuerzo fue, desde 2001, incrementar el turismo tierra adentro, tanto de nacionales como de extranjeros. Esto permitiría arraigar a la gente en sus pueblos creando empleo local bien remunerado y mejoraría la experiencia turística de los millones de mexicanos que, hoy por hoy, recalan al terruño campirano cada fin de semana o cuando las vacaciones en su empleo en la ciudad se lo permiten.
Con la desaparición de este programa en el Presupuesto Federal 2019, el Gobierno de la República echa por tierra 18 años de esfuerzo continuado (tres sexenios), renunciando a la rectoría de una política pública exitosa, reconocida por propios y extraños, por nacionales y extranjeros.
EN PERSPECTIVA, como se suele decir, las prioridades de un gobierno se ven en su presupuesto. Quiero creer que la nueva administración federal no fue informada con suficiencia de las implicaciones sociales de su decisión, y/o fue presionada por la estrechez de maniobra impuesta por el presupuesto. Sin embargo, en este sector como en otros, aún hay espacio para un poco de “HONESTIDAD VALIENTE”. ¿No lo creen?
Acertada tu observación, lastimosa la deducción, ojalá haya reconsideración se siga apoyando a los pueblos que lo necesitan
Así lo esperamos Mario, aunque se ve poco probable.
Más valdrá que los propios Pueblos Mágicos den continuidad a este esfuerzo con sus propios recursos.
Roberto es cierto que las prioridades se ven en el presupuesto y en este caso es lamentable dejar afuera a tan importante programa que le dio visibilidad a muchos municipios que estaban en el olvido. Buen análisis.
Así es Alejandro. Aprecio tus palabras.
Que mal que no se considere todo el esfuerzo de años por darle vida a estos pueblos y a nosotros como mexicanos que nos ha abierto los ojos de visitar y conocer nuestra cultura , pero pues esta administración tiene como prioridad dar dinero a quien no del todo lo necesita en fin no nos queda más que impulsar y no olvidarnos de visitar y seguir conociendo nuestro país bueno si es que nos deja empleo porque es preocupante que heche a la borda el esfuerzo de muchos años de política bien encaminada al desarrollo. Un gusto saludarlo y a su vez felicitarlo por su columna , saludos de una paisana arriba Ixpalino !! No tuve el gusto de conocer a su padre pero mi padres si un gusto saber de quién no abandona sus raíces saludos !!
Que agradable sorpresa Fabiola!
Sus palabras me caen tan bien.
Mi padre nos enseñó a amar a Ixpalino, Sinaloa como a nuestra propia tierra. Y guardo lo mejores recuerdos del pueblo, de la rama familiar Aguilar y derivados.
Sinaloa tiene tanto que ofrecer turisticamente hablando, más allá de sus hermosas playas; pero hay que trabajarle mucho.
Reciba un abrazo afectuoso!
Hola Roberto, asi es muy lindo pueblo y me da gusto que no se olviden de el a pesar del tiempo y la distancia, y si los Aguilar excelentes personas. Un saludo fraterno y lo que necesite en Mazatlan, ya sabe quedamos a la orden.
Saludos!!