Sin excepción, cada una de las ya famosas conferencias matutinas del presidente es nota en la prensa nacional. Desde el día en que asumió la presidencia, Andrés Manuel López Obrador se postra muy temprano frente a un micrófono y filas de periodistas. Todo antes de que se asome el primer rayo del alba. ¿Por qué? Es todo menos una necedad o un gusto malsano por madrugar. El presidente entiende –y entendió desde hace ya mucho tiempo– la importancia de incidir en la discusión pública, de marcar la agenda. No se trata sólo de quién habla, en la definición de lo público, es mucho más importante de qué se habla, en qué tono y en qué momento. La construcción del relato público se hace todos los días, y tiene más resonancia si se hace en ayunas.
El nuevo gobierno aún no cumple ni un mes y medio. Sin embargo, a través de esas conferencias se han tratado ya un sinfín de temas. Por ejemplo, la discusión del recorte a los salarios del poder judicial, ocurrido apenas el mes pasado, parece lejanísimo respecto a la del desabasto de gasolina del que López Obrador habla en las conferencias de estos días. Durante estos rituales mañaneros, el presidente permite y responde preguntas. Pero el ejercicio es mucho más profundo. Es, ante todo, un espacio en el cual el presidente participa como protagonista en la definición de la agenda, es decir, de qué hablaremos. Y cuando eso resulta problemático, porque la agenda es demasiado imponente por sí misma como para evadirla, entonces al menos le da al presidente oportunidad para incidir, primero que nadie, en la discusión.
De esa forma, la madrugada le juega a favor al presidente para ponernos a discutir a partir del ritmo y tono que su declaración sugiera. Él es el parámetro. Ciertamente, esta práctica ya la realizaba cuando era jefe de gobierno del entonces Distrito Federal. De hecho, durante la última campaña presidencial, el hoy presidente también entendió y ejecutó de manera magistral el ejercicio de la definición de la agenda. Fue él quien dictó de qué y en qué tono se hablaba. El resto de los candidatos se veía obligado a seguir esa conversación para no resultar marginado de la discusión y, por tanto, de las preferencias electorales. Sin duda, el presidente está convencido de la relevancia de continuar marcando el paso de la discusión pública.
El contraste con la administración pasada, generalmente ausente de la definición de la discusión pública, es enorme. A finales de septiembre de 2014, después de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el expresidente Enrique Peña Nieto comenzó un ayuno de declaraciones públicas y decidió desaparecer de la discusión pública en un momento clave en que la indignación crecía cada minuto. Además de indolencia, el expresidente evidenció un desdén por la relevancia política de la definición de la agenda. No se trataba de salir a hablar por hablar, pero sí a evidenciar un liderazgo rumbo a una solución, así como la empatía mínima con las víctimas. A poco más de un mes de gobierno, suena inviable una ausencia aletargada del nuevo presidente, como lo hubo apenas el sexenio pasado. Sin embargo, los riesgos son otros.
Hace unos días, López Obrador entró en discusión con el diario Reforma durante una de estas conferencias matutinas. La publicación había salido esa misma mañana con una nota que indicaba un repunte de 65 por ciento en los asesinatos ocurridos durante la nueva administración, respecto al último mes de la presidencia de Peña Nieto. Andrés Manuel utilizó su intervención madrugadora para descalificar al medio. Sin embargo, en las siguientes mañanas se vio orillado a argumentar más y descalificar menos. Así presentó y explicó sus propias cifras de homicidio que contrastaban con las de Reforma. El encontronazo derivó en un ejercicio fresco de democracia. En la medida en que otras investigaciones periodísticas oxigenen la discusión pública con información, el presidente estará siendo orillado a transformar las conferencias matutinas en diálogos y debates. El esfuerzo vale la pena, pues construiría una plataforma para discutir y dialogar con el funcionario público más alto del país.
Al PRI concedimos años para pedirle infructuosamente resultados, pero exigimos al gobierno actual resultados inmediatos… ¿Estamos dispuestos a combatir la corrupción, la cual trae consigo injusticias y delincuencia cuyos resultados son pobreza e inseguridad? O… ¿Preferimos continuar solamente quejándonos y obstaculizar? La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué puedo hacer Yo por mi país? y… ¡USAR NUESTRA CREATIVIDAD!…
¿Conocemos el significado de Área de Oportunidad? Ciudadanos de países como Japón, China, Alemania, Singapur, etc., ya se hubieran organizado para trabajar y transportarse en equipo y buscar alternativas aprovechando lo que tuvieran disponible. Precisamente en las crisis como la actual escasez de movilidad de gasolina, es cuando surgen las mejores ideas y progresan países y personas…
totalmente de acuerdo con su comentario, saludos!!