Cualquier forma de arte es una forma de poder; causa impacto, puede
influir en los cambios: no sólo puede cambiarnos, sino que nos hace cambiar.
Ossie Davis (actor, director, poeta,
escritor y activista estadounidense).
El arte es una de las representaciones más hermosas de la historia de la humanidad. Dentro de “esta actividad donde el hombre recrea con una finalidad estética un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas, valiéndose de la materia, la imagen y el sonido”[1] destacan entre muchas formas, las pinturas de artistas famosos que siguen en el gusto del público por la capacidad de hacernos sentir emociones inimaginables. Hay personas que sienten más o menos por cierta obra, pero en realidad, de acuerdo a una gran mayoría, los cuadros donde hay personas viendo fijamente al espectador son los que nos hacen sentir, incluso, que nos siguen por todo el cuarto. ¿Lo han notado?
Este efecto ha sido una de las principales características de pintores europeos de todos los tiempos, por mencionar algunos, tenemos a Leonardo da Vinci con La Gioconda, o a Caravaggio en cualquier obra donde existan personajes viendo al frente. Esos ojos plasmados con tal realismo que parece que nos siguen en la dirección que vayamos, recibe el nombre de “efecto ubicuo” o también es conocido como “mirada fija ubicua”; la cual es una ilusión óptica, capaz de hacernos sentir que desde el punto que miremos el cuadro, cambian las expresiones faciales del personaje retratado. También, hace un par de años se compartió un video en donde se muestra un billete de $20 pesos con algunos dobleces, con los cuales parece que Benito Juárez está triste o sonriente.
Los expertos en arte afirman que es relativamente sencillo desarrollar una mirada ubicua, sólo es preciso detallar un poco de profundidad en los ojos y en algunas partes de la pintura. De esta manera, el cerebro las registra como imágenes en tercera dimensión, pero en realidad, los ojos y las expresiones no se mueven hacia ninguna dirección.
Somos nosotros quienes interpretamos de dicha manera las pinturas; de hecho, la Universidad de Ohio realizó una investigación sobre el tema y, en resumidas cuentas, afirmaron que “no importa desde qué ángulo mires una pintura, la pintura en sí misma no cambia, porque en sí, estás mirando una superficie plana, llena de color, profundidad y sombras”.
Así llegamos al 2019, llenos de ilusiones que nuestras mentes se van encargando de alimentar o de llevar a la realidad y funciona tanto para lo bueno como para lo malo. ¿Cuántas veces hemos puesto nuestras esperanzas en un proyecto que al final no se realiza, o cuyo resultado es mejor al que esperábamos en un inicio?; ¿Cuántas veces nos hemos dejado llevar por el imaginario colectivo en donde nos dicen “todo está mal” y lo creemos?
Señoras y señores: este país es de todos y por eso tenemos que aprender a reconocer como en las pinturas, esa mirada ubicua, ese efecto o ilusión. Porque sólo así podemos trabajar más con lo que tenemos, darle el valor que merece y sacar las mejores versiones que tenemos de nosotros mismos. Es necesario aprender a ver que en el plano donde estamos todo puede ser una pintura que, con tonos oscuros o claros, hacen o forman una realidad, posiblemente maravillosa o no, todo dependerá de tres variables:
- a) El tono de la pintura.
- b) El pintor o pintora.
- c) Uno mismo como espectador.
Referencia:
[1] Definición de Google.