La tristeza se desencadena a partir de una pérdida. Algo que teníamos que considerábamos nuestro y valioso, ya no lo tenemos, nos duele y nos produce tristeza.
Es una reacción completamente esperable y hasta sanadora, cuando nosotros nos permitimos sentir el dolor de la pérdida y lloramos por esta razón, el llanto nos libera. Recordemos que las emociones son energía y esa energía tiene que fluir de alguna manera, si no lo permitimos, si no nos damos permiso de llorar, entonces la tristeza se convierte en depresión, en pasividad, en un callejón sin salida; socialmente y en especial a los hombres, no se les permite llorar, sin ser consciente que la tristeza tiene muchas “caras”, entre ellas el enojo y la violencia.
Es por eso que yo considero fundamental conocer la tristeza y que, de ser un dragón, se convierta en un aliado.
Ya comentamos que la tristeza se origina de una pérdida y las pérdidas pueden dividirse en diferentes categorías que nos ayudan a poder entenderlas y enfrentarlas.
- La pérdida de un ser querido:
Puede experimentarse porque mi ser querido toma la decisión de hacer un gran viaje que le puede llevar meses, años, o un cambio de país que implica que no será la misma relación de cercanía ni todo el tiempo que pasábamos juntos durante la relación. También posiblemente se presente una disputa entre familiares o amigos que lleva a la ruptura definitiva de la relación, y la famosa y muchas veces devastadora separación amorosa cuando dos que se amaban terminan la relación.
- La pérdida de un objeto:
Puede ser un objeto que nos trae un recuerdo de un ser querido, un anillo, una cadena, un cuadro, etcétera, que, por algún motivo, en un descuido o robo, ese objeto desaparece. Esto evidentemente produce tristeza y sobre todo si le conferimos una carga emocional desmedida al objeto, ante lo cual no debemos olvidar que nuestro ser amado, no está en ningún objeto. La pérdida de nuestra casa, por ejemplo, al tener que cambiar de domicilio por necesidad económica o por buscar otra colonia, o si nuestro hogar fue destruido por una catástrofe natural, incendio, temblor, tsunami. Otro caso es la pérdida de un trabajo porque nos despidieron o por no haber sido valorado en éste.
- La pérdida del estado:
Este tipo de pérdida no tiene que ver con un objeto, se trata más bien de nuestra persona y es una pérdida muy dolorosa; cuando eres rechazado por un grupo, porque te consideran no apto, non grata, no aceptan quién eres y cómo te comportas, o no aceptan tus gustos y preferencias. También tiene que ver con un ascenso negado dentro del área laboral y que sabías tuyo, y justo te es negado sin razón aparente, o por falta de “apadrinaje”.
La pérdida del estado también tiene relación con la edad, perder la juventud, envejecer en esta sociedad donde le hemos perdido el respeto a nuestros mayores, envejecer se ha convertido en un estado que no se valora ni se respeta, lo cual me parece uno de los mayores errores y de las peores pérdidas de nuestra generación: la oportunidad de aprender, valorar y escuchar la sabiduría de nuestros adultos mayores.
Perder alguna de nuestras capacidades también forma parte de esta clasificación, perder la vista, el movimiento, el oído, etcétera, nos produce tristeza y la necesidad de adaptarnos a una nueva realidad.
La pérdida de la libertad, por estar tras las rejas, por estar secuestrado, física o emocionalmente, por vivir en un estado donde no existen las libertades individuales.
- La pérdida de nuestros valores y objetivos:
Tener una profunda desilusión profesional, esperar que los resultados vayan en un sentido y que salgan en otro, esto nos produce tristeza por el esfuerzo puesto en el trabajo y los resultados finales. También, una desilusión política, estar apostando a un candidato, senador, puesto político, o a un partido y no ganar, muchas esperanzas, ilusiones y sueños se pierden en estas contiendas. Hacer un esfuerzo prolongado para llegar a un objetivo y al final no lograr nada, o que no sea valorado el resultado, nos pone igualmente tristes. Tener una profunda sensación de fracaso con respecto a nuestros propios valores, que sean pisoteados, o que no sintamos que podemos vivirlos.
5. ¿Qué nos enseña la tristeza?
A protegernos mejor en el futuro, vivir más atentos, a planear mejor para poder así evitar situaciones de pérdidas innecesarias. También nos enseña a poder hacer mejores elecciones, con más elementos y cuidado, a escoger con prudencia un trabajo, a conocer mejor a una persona antes de decidir formar pareja; a dejar de actuar de forma irresponsable y reflexionar sobre nuestros errores para tomar mejores decisiones. La tristeza también nos ayuda a atraer la atención y la simpatía de los demás. Cuando nos permitimos mostrar nuestra parte vulnerable, sin miedo y con honestidad, los otros se sienten atraídos y con ganas de ayudar.
6. ¿Cómo la puedo regular?
Siempre recuerda que todas las emociones son normales, que no hay nada de malo en sentirlas y expresarlas de manera adecuada, así que obviamente lo mismo pasa con la tristeza. Acepta que estás triste e identifica el porqué, ¿cuál es tu pérdida? Expresa la tristeza en un lugar seguro rodeado de personas en las que confías, mantente ocupado aunque no tengas muchas ganas; llama a tus amigos y familiares y forma una red de apoyo; busca ayuda y escucha consejos; muchas veces cuando estamos tristes, no tomamos las mejores decisiones, por eso es importante que encuentres un respaldo seguro y confiable.
Permítete llorar, te aseguro que no será para siempre (aunque en el momento eso sentimos que va a pasar) y una vez que acabes de llorar te sentirás muchísimo mejor.
En mi próxima entrega hablaré del tercer dragón a vencer, el enojo.
¡Hasta la próxima!
Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome. Gracias.
Todos tenemos dragones a vencer, tu claridad ayuda mucho para reflexionarlos!
Gracias!!
Es importante saber definir ¿porqué estamos tristes? Tú columna ayuda mucho y facilita aclararlo… Muchas gracias