La Inteligencia Artificial: una carrera contra el tiempo

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El tema de la Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en un aspecto neurálgico del desarrollo futuro de la humanidad. Su evolución se ha precipitado a partir de que Deep Blue, una computadora jugadora de ajedrez desarrollada por IBM, derrotara al campeón mundial de ajedrez Gary Kaspárov en 1997. Ahora, las posibilidades que hace unas décadas eran impensables son los aspectos más candentes del desarrollo de la IA, o sistemas computarizados que imitan el pensamiento humano: el aprendizaje de las máquinas, en especial el aprendizaje profundo. Este último se inspira en las redes neuronales humanas para lograr el reconocimiento de voz, la visión a través de las computadoras o robots y el procesamiento del lenguaje, entre otras destrezas.

Aunque aún no hay una noción muy clara del alcance de la IA, en gran parte de la población e incluso entre altos ejecutivos de compañías, hay una premura por desarrollarla, especialmente en los países industrializados y en China. Si bien, de acuerdo a especialistas, estamos en una etapa inicial del desarrollo de esta tecnología, se prevé que su impacto será equivalente o aún mayor al de la electricidad o a las máquinas de combustión interna, es decir, con un efecto transversal disruptivo en todos los ámbitos sociales y económicos.

IA en China
Fuente: El Financiero.

Estados Unidos es el líder mundial de Inteligencia Artificial actualmente, mientras que la Unión Europea maneja los proyectos más importantes de estudio sobre la mente humana (Proyecto del Cerebro Humano y SPARC[1]) y Japón encabeza el desarrollo de la robótica.  Varios otros países como Alemania, Francia, Gran Bretaña y Corea del Sur tienen planes estratégicos de IA (Libro Azul de la Industria Mundial de la IA, 2018, Gartner). Pero es China el país que ha decidido avanzar más rápidamente en IA para llegar a ser el puntero mundial en este campo en 2030. El salto que pretende dar China en este terreno ha generado inquietud en muchos países, especialmente en Estados Unidos. Si bien su decisión de avanzar velozmente en ciencia y tecnología ha sido notoria en décadas recientes, en los últimos tres años China ha puesto el acelerador en el avance en IA a través de al menos 5 planes nacionales enfocados en este tema –todos con importantes financiamientos‒ y contemplando períodos cortos para su implementación, entre 2016 y 2030 (Deciphering China AI Dream, Jeffrey Dim, 2018).  Entre ellos está el Plan de Julio de 2017, “Plan de Desarrollo de nueva generación para la IA”, que da prioridad a este sector y pone como meta alcanzar una producción bruta de 150.8 mil millones de dólares de la industria de IA y diez veces más para las industrias relacionadas a la de IA en 2030.

He aquí, al menos en parte, el origen de la presión de diversos sectores en Estados Unidos porque la Casa Blanca dé mayor impulso a la IA en ese país para mantener su delantera y proteger su posición en el mundo. La semana pasada el presidente Trump firmó una Orden Ejecutiva (OE) para “Mantener el Liderazgo de Estados Unidos en Inteligencia Artificial” tanto en I&D como en el despliegue de la IA en el mundo. Mediante esta Iniciativa, en 4 meses, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Estados Unidos (NSTC, por sus siglas en inglés) tendrá que presentar un Plan de Acción, después de lo cual deberá ponerse en práctica. Las agencias federales serían las responsables de implementar acciones para fortalecer I&D en IA y su aplicación. Algunas críticas a esta iniciativa apuntan a que es algo vaga y que no se establece un presupuesto para financiarla. Sólo indica que las agencias involucradas tendrán que destinar más recursos propios a lograr elevar la IA a un nivel prioritario.

Trump e IA
Fuente: KoejuFM.

Los principios detrás de la iniciativa son promover las innovaciones en IA en el Gobierno Federal, la industria y la academia “para impulsar el descubrimiento científico, la competitividad económica y la seguridad nacional.” A la vez que esta Iniciativa pretende facilitar a las empresas el acceso a fuentes abiertas de datos y modelos computacionales y proveer becas que ayuden a formar a los especialistas que requiere la industria, favoreciendo a los ciudadanos estadounidenses. Bajo la orientación de la NSTC, se regularía el uso de IA con el fin de garantizar la privacidad, la libertad e inspirar confianza de la ciudadanía. También contempla la protección de su tecnología, evitando la adquisición de ella por parte de “competidores estratégicos y naciones adversarias”.

Así, se ha desatado una fuerte competencia entre las grandes potencias por contar con y ser artífices de los mayores y mejores avances en la tecnología de IA. Los motivos son los grandes alcances de esta tecnología, pero quizás lo que más inquieta a gobiernos y ciudadanos informados es que la IA se nutre sobre todo de la información y en muy grandes cantidades. De ahí que el uso que pueda darse a los datos quizá resulte ser muy benéfico para la humanidad, aunque también muy amenazante.

Y es que el avance de la IA es mucho más rápido que la regulación que pueda garantizar un uso totalmente legal, ético y bien intencionado de esta gran masa de información, que incluye nuestros datos personales. También hay un vacío en materia de acuerdos internacionales que generalicen estos valores para su uso a nivel transfronterizo e internacional. De hecho, ya ha habido numerosos escándalos sobre el uso de IA por parte de algunos países, por ejemplo, para intervenir sobre otros con el fin de influir en los resultados de elecciones internas.

IA en el mundo.
Fuente: etradeforall.org.

Los usos de la IA no pueden imaginarse enteramente todavía porque es una tecnología que se sigue desarrollando y su incorporación es aún incipiente, y se presta para fines muy diversos. Un estudio reciente del Foro Económico Mundial, “Harnessing Artificial Intelligence for the Earth” (Cómo aprovechar la Inteligencia Artificial para la Tierra), de enero de 2018, por ejemplo, provee una visión de cómo esta nueva tecnología podría ayudar a superar muchos de los problemas que enfrenta el planeta en temas como cambio climático, biodiversidad y conservación, océanos saludables, seguridad del agua, aire limpio, y resiliencia al clima y los desastres. Para todos éstos el uso de sensores y el procesamiento de la enorme cantidad de información que pueden proveer, podría ayudar a reducir la emisión de gases de efecto invernadero emanadas de ciudades que gracias a la IA se comportarían “inteligentemente” en el uso de energía, así como el mejoramiento de la vida de los océanos a través de la detección precisa de la pesca ilegal y la magnitud y ubicación de la contaminación, e incluso mejorar la calidad del aire con la instalación de purificadores que operen sobre la base de sensores. Esto es cierto en muchos otros campos, como el de la salud, en el que los avances en IA son asombrosos y sus beneficios tangibles.

Al mismo tiempo, el desarrollo del mal uso de la IA es ya un fenómeno continuo y creciente. El abuso de la información personal para usarse lucrativamente o para vigilar a la población por parte de diversos sistemas políticos, aunque se realiza subrepticiamente, ya es algo muy conocido. El problema es que el avance del uso malintencionado de la información, conforme avanza la tecnología de IA, es también acelerado. De acuerdo a un informe reciente “The Malicious Use of Artificial Intelligence: Forecasting, Prevention, and Mitigation”, elaborado por numerosos y prestigiosas universidades y think-tanks, analizan el potencial aumento y diversificación de los ataques cibernéticos y físicos a través de IA, así como los avances necesarios de la propia IA para mitigar estos usos adversos de esta tecnología. El estudio apunta a tres áreas de seguridad: la digital (ciberataques), la física (ataques a través de drones, por ejemplo), y la política (uso de información masiva e individual de la ciudadanía para persuadir y engañar).

La carrera por el dominio de la IA, ya desatada, tiene una dinámica propia, autoalimentada. Los científicos, los países, los delincuentes cibernéticos, los sistemas legales y de regulación corren todos contra el tiempo para bien y para mal. La colaboración entre investigadores y aquellos responsables de políticas públicas, el estudio de los potenciales malos usos del avance de la IA y la incorporación de mecanismos que inhabiliten su posible uso perverso, entre otros, podrían ayudar. Pero para ello tendría que haber una coincidencia sobre lo que sería un uso ético de la IA internacionalmente, que actualmente no parece existir.

[1] SPARC: Strategic Promotion of Ageing Research Capacity.

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Veronica

Estupendo artículo! Es más los inversionistas del mercado bursátil compiten por encontrar quien lleva la delantera en IA.

Marisol Granados Lombardi

Interesantísimo artículo.
Sólo esperar que seamos lo suficientemente hábiles para
anticiparnos y tener una regulación que garantice el uso ético de la IA . Los aspectos valóricos serán los que nos diferencien de las máquinas, por lo que si no queremos que nos fagocite … manos a la obra!!!

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