El Estado en los tiempos de la 4t

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De alguna u otra manera, los gobiernos crean e impulsan una imagen de lo que, según ellos, es el Estado. Es una obsesión tan ilusa como justificada. Ilusa porque el Estado suele ser todo menos una sola cosa, una sola imagen. Al contrario, es el resultado histórico y contingente de un complejo entramado de actores, relaciones, intereses, negociaciones, mediaciones y violencia. Pero es justificado porque esa imagen construye para el gobierno en turno un conducto útil de legitimidad. Con ello, habilita la toma de decisiones y reafirma el poder del gobernante sobre los gobernados. Por eso los gobiernos se esfuerzan en construir una suerte de imagen dominante en ese gran rompecabezas que es el Estado. Todo cuenta cuando se trata de esa tarea. Desde discursos, prácticas y políticas públicas, hasta nuevos logotipos en papeles membretados o las más relevantes modificaciones constitucionales.

En contextos anti totalitarios, donde más actores participan políticamente, la oposición y otros agentes terminan influyendo en cómo se configura esa imagen. El resultado es una condensación generalmente desequilibrada entre ambos flancos: tanto lo que se quiere como lo que se logra proyectar. En sentido contrario, los totalitarismos suelen tener el camino libre. El nazismo, por ejemplo, fue tan exitoso en desmantelar la oposición que también lo fue para construir una imagen unificada del Estado alemán a partir de su régimen. Historias similares pueden contarse de la Unión Soviética, la Cuba castrista o las dictaduras sudamericanas. En ese sentido, el disenso respecto a la imagen del Estado es un síntoma deseable de democracia y política por medios no violentos. ¿Qué tiene que contar el México del siglo XXI al respecto? En los últimos años, el país ha transitado por gobiernos que entregan proyecciones heterogéneas del Estado.

AMLO y la 4t
Fuente: Forbes México.

El gobierno de Vicente Fox fue incapaz de sostener la narrativa democrática y de distinción del priismo basada en la transición con la que arrancó. Rápidamente, las prácticas de un hipotético pasado se mostraron más vigentes que nunca y, con ello, la desilusión. Posteriormente, el sexenio de Calderón se apresuró en proyectar una imagen de Estado en guerra. También al poco tiempo, el incremento en los niveles de violencia provocó una oportuna y suficiente presión para contrarrestar esa imagen. Peña Nieto, como Fox, también fue incapaz de sostener la imagen de un Estado eficiente y restaurado basado en el Pacto por México y el impulso de reformas de gran calado. Los escándalos de corrupción dinamitaron cualquier espacio de legitimidad y de eficiencia. ¿Cómo se está proyectando la imagen del Estado en la 4t (Cuarta transformación)?

Ciertamente, aún estamos en periodo de construcción. A pesar de eso, el presidente presume voluntaria e involuntariamente una obsesión por construir una imagen del Estado. En primer lugar, siempre ha dado muestras de tener conciencia y reflexión histórica, lo que se refleja en este punto. La imagen de figuras históricas como Juárez, Madero y Cárdenas en los logotipos del gobierno fueron sólo un primer guiño. Además, el hábito de pararse a diario, cada mañana, frente a la prensa tiene la función simbólica de unificar la voz del Estado mexicano. A la par, tiene la función práctica de marcar el ritmo, tono y consistencia de la agenda pública del país. Sin embargo, el gobierno ha comenzado a impulsar medidas que, precisamente, desvanecen la imagen del Estado. Por ejemplo, la intención de transferir hacia los beneficiarios los recursos de los refugios para mujeres víctimas de violencia o de las estancias infantiles. Son medidas que concesionan al propio Estado a privados en diferentes niveles.

AMLO, Juárez, Madero y Cárdenas
Fuente: El Universal.

Actualmente, un reiterado discurso sobre reivindicar a un Estado en transformación (por cuarta ocasión, nos dicen) contrasta con acciones para concesionarlo. López Obrador ha insistido en que se trata de resolver el problema de fondo: la corrupción y las políticas neoliberales. La tensión entre Estado y mercado se renueva. Aunque el diagnóstico es sugerente, la solución es aún ambigua. No existe una imagen ideal de Estado. Sin embargo, observar cómo se bosqueja sirve para analizar cómo se busca gobernar. En otras palabras, es un síntoma del tipo de gobierno que, quienes están a cargo, buscan implementar, y en buena medida también de las resistencias e inconsistencias que experimentan. A unos meses de la 4t, la imagen del Estado mexicano todavía deambula aunque claramente busca distanciarse de gobiernos predecesores. Sirve de mucho poner la lupa sobre la imagen que nos presenten. Ésa que se construye minuto a minuto, gracias y a pesar de quienes gobiernan.

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ANGELES VILLANUEVA

Muy de acuerdo con el artículo, creo que a éstas alturas si bien es poco tiempo para algunas cosas, se hace largo para no ver con claridad la línea de lo qué se va hacer, con acciones, impacto y resultados en el mediano y largo plazo, en el corto plazo y más aun en el día a día vivimos la incertidumbre (por decir lo menos) de esa no definición.

ANGELES VILLANUEVA

Y obviamente en lo individual, cada uno tenemos que seguir haciendo nuestra parte, nuestro trabajo y mejorarlo, que sigue habiendo mucho por hacer en ese terreno.

carlos treviño

creo que la nota se equvoca, con relacion a las victimas, ya que el Sr. Presidente lo aclaro prfectamente.

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