Narcos por todos lados… ahora en teatro

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Amigos queridos:

La semana pasada, mi querido Beto Juárez me invitó al ensayo general con público de El Narco Negocia con Dios, que se estrenó el pasado 15 de junio en el Foro Shakespeare. Ciertamente es raro, pero ahora sí, no estuvimos de acuerdo. A él casi nada le gustó, mientras que a mí me pareció una comedia ligera lo que denomino: teatro palomero.

El texto es de Sabina Berman y dirige Ana Francis Mor, quien realizó un buen trazo escénico. Hubo ciertas escenas en que, para mi gusto, perdía ritmo. No sé si atribuírselo a que era el ensayo, o que el texto es muy largo o los lugares comunes en que cae el personaje del Narco, lo tornan tedioso. En general las actuaciones son muy buenas y la de Haydeé Boetto, está bárbara, personificando a una mujer provinciana, de esas de las “buenas conciencias” y con su gran capacidad histriónica la convierte, a mi gusto, en la protagonista entrañable de la obra.

Es la historia de un matrimonio en el que ha muerto la pasión, pero sobrevive el amor. La hermosa esposa tiene un amante, quién resulta ser un gran capo del norte. Ella cuenta con el beneplácito de su marido, un intelectual deprimido a quién visita su conservadora hermana de Celaya, que nada sabe de los enjuagues maritales y los va desvelando dado el inminente arribo del Narco. Pese a lo inverosímil de la trama, los diálogos y la acción en escena la hacen divertida. Creo que cumple, sin ser la quinta esencia del teatro.

Me llama la atención la velocidad con que se han multiplicado los personajes de narcotraficantes humanizados en novelas, telenovelas y teatro. No es de extrañar, dado que las artes son un reflejo de la sociedad, sin embargo, el romanticismo con que son planteados en la mayoría de los casos, es lo que no deja de sorprenderme.

De pequeña, acompañaba a mi abuela al Bella Época y recuerdo que me encantaban las películas de James Cagney. En aquél entonces no leía con la velocidad suficiente y ella se limitaba a darme los generales, para no interrumpir a la gente, aunque medio adivinaba la trama. Me encantaba su presencia escénica, el sombrero ladeado y esta forma peculiar que tenía de masticar apresuradamente las palabras. Siempre había una redención de sus fechorías y expiaba sus crímenes con la cárcel o con la vida.

Después me enamoré de El Padrino con las dos primeras películas; luego descubrí a Puzo, a quién considero el padre de este género, si es que podemos llamarle así. En todas las novelas, el protagonista se encuentra fuera de la ley, pero no de manera gratuita, por el contrario, se justifica dada una sociedad que lo oprimió cuando trató de ser legal y ahora se rige por sus propias leyes… La Omertà*. Dentro de las distintas tramas hay luchas de poder, amor, pasión, todos los ingredientes para tenerte encantado con la historia, pero siempre hay un respeto por la sociedad civil. Plantea la doble moral en los sistemas de gobierno en que servidores públicos de cualquier escala, son tipos sin escrúpulos y de algún extraño modo los mafiosos son erigidos héroes. Algunos para mí, sí lo fueron, como es el caso de El Siciliano, basada en hechos reales.

En nuestro país, mis primeros acercamientos a estos tópicos fueron los narcocorridos, donde se narran historias de traficantes expuestos como personajes heroicos al son de banda; la melodía suele ser pegajosa, de esas que te quedas tarareando por horas y la historia, generalmente ingeniosa. Hará unos diez años inspiraron a Pérez Reverte, quién escribió La Reina del Sur, donde la heroína es una traficante, quien obvio se ve obligada por la circunstancia a delinquir, y la verdad le tomé afecto desde el primer momento. Hoy se ha convertido en una famosa telenovela, que no he visto, pero mi madre dice que esta buenísima.

No tengo señal de televisión, pero me enteró de que hay varias series de este género en donde además, los narcos son representados todos con botas, empistolados, con pésimo gusto para decorar sus mansiones. Son ridiculizados al extremo, alcanzando caricaturas simpáticas, como si en la vida real no estuvieran completamente mimetizados con la sociedad, pasando por respetables hombres de negocios. Algo así como si trajeran un anuncio de: Soy Narco. Si fuera así, quizás no serían tan peligrosos.

Me pregunto el motivo por el cual, nos damos a la tarea de convertir a estas personas en personajes románticos ¿Por qué buscamos justificarlos?, ¿Por qué nos atraen tanto? Por otro lado, padecemos la ola de violencia que aqueja a nuestra nación, con los enfrentamientos abiertos de los cárteles, en los que fallecen tantos civiles inocentes ¿No nos quejamos todos los días de los secuestros, de las extorsiones a los comerciantes y demás arbitrariedades que realizan?

¿No nos estaremos volviendo un poco cómplices de este sistema al ensalzarlos, permitiendo que nuestros jóvenes los idealicen? o ¿Se trata acaso de una denuncia social y tan solo es un reflejo de lo que ocurre en realidad?

No tengo una respuesta que me satisfaga, pero sin duda me ha dado mucho que pensar.

Foro Shakespeare ubicado en Zamora 7 Col. Condesa
funciones viernes 20:45, sábado 19:00 y domingo 18:00.
Temporada del 15 de junio al 3 de agosto 2012.

Les mando un fuerte y apretado abrazo,
Claudia

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