Estados Unidos y su fiscal cliff

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Uno de los principales problemas en materia económica en Estados Unidos es su nivel de endeudamiento, el cual se encuentra en niveles cercanos 70% del PIB y su déficit fiscal, que está en niveles de 9% del PIB, según la Oficina del Presupuesto del Congreso.

Debido a esto, desde el año pasado, republicanos y demócratas discutieron acerca de cómo reducir los niveles del techo de endeudamiento (que es la deuda que llega a vencimientos y que necesita ser renovada), para no incrementar los ya de por sí altos niveles de deuda pública y déficit fiscal, pues legalmente se había llegado al límite permitido. Los demócratas querían aumentar los impuestos, pero los republicanos se oponían. Los republicanos querían recortar el gasto social, pero los demócratas no estaban de acuerdo. Al final, ninguna de las partes se puso de acuerdo y al no hacerlo, la ley establece una serie de medidas automáticas que abarcan mayoritariamente una reducción en el gasto gubernamental, aunque también contempla la no renovación de políticas de excepción de impuestos en diversos programas.

Consecuencias de tener una deuda pública alta

Las consecuencias de tener niveles de endeudamiento y déficit fiscal altos para cualquier país es una reducción en los ahorros nacionales, afectando las inversiones en capital productivo y disminuyendo el ingreso futuro. Asimismo, los pagos de interés por la deuda consumen una mayor parte del presupuesto federal, lo cual ocasiona mayores impuestos o reducción de los beneficios y servicios por parte del gobierno. Niveles de deuda altos también limitan las posibilidades para usar los impuestos en políticas de gastos para responder a retos inesperados, como una crisis económica internacional, y aumentan la probabilidad de una crisis fiscal, en la cual se pierde la confianza de los inversionistas en la habilidad del gobierno de administrar su presupuesto, incrementando las tasas de interés que se deben pagar para poder fondearse de recursos.

Por estos motivos, nadie cuestiona la necesidad del gobierno de Estados Unidos de reducir sus niveles de deuda. El problema está en que llevar a cabo los recortes automáticos previstos tendrá fuertes repercusiones en el crecimiento económico del 2012 y especialmente del 2013. Sin embargo, de no llevarlo a cabo el crecimiento en el PIB sería mayor, pero también en los niveles de endeudamiento, forzando finalmente a realizar nuevas medidas de reducción de la deuda. Por ello, veamos cada una de las situaciones.

Aplicar las medidas de reducción automáticas

Si se llevan a cabo las reducciones automáticas planteadas, se lograría reducir el déficit fiscal entre este y el próximo año debido a que los ingresos serían considerablemente mayores en el 2013 en relación con 2012 y el gasto en el 2013 sería menor que en el año previo. Según estimaciones de la oficina del presupuesto del congreso (CBO), la aplicación de éstas políticas reducirá el déficit fiscal en 607,000 millones de dólares, o 4% del PIB entre el año fiscal del 2012 y 2013, logrando un importante avance al pasar de un déficit fiscal estimado de 7.6% en el 2012 a 3.8% en el 2013.

Sin embargo, lo más probable es que junto con los recortes en los gastos del gobierno y la no renovación de programas de excepciones de impuestos también se tenga un impacto negativo en los recursos obtenidos por el gobierno, ya que las familias reducirían sus gastos, las empresas sus ventas e ingresos, el desempleo aumentaría, y el crecimiento económico sufriría una desaceleración.

Según la proyección del CBO, si se toma en cuenta este impacto haría que el déficit se redujera en 560,000 millones de dólares entre el 2012 y 2013 de año fiscal, en comparación con los 607,000 millones que se tendrían si no se toma en cuenta un efecto negativo en la economía. En un mediano plazo, los ingresos recolectados por el gobierno federal podrían caer por debajo del gasto federal. Asimismo, la CBO estima que la aplicación de las reducciones conllevaría a un crecimiento del PIB, ya ajustado a la inflación, de tan sólo 0.5% en el 2013, en contraste con el crecimiento de 4.4% que se tendría si las medidas de reducción no se llevaran a cabo.

Sin embargo, de no llevar a cabo la disminución de la deuda de una vez…

Si las acciones automáticas para reducir el déficit fiscal no se llevan a cabo, el crecimiento estimado en el PIB en el 2013 sería de 4.4%. Sin embargo, la acumulación de la deuda seguiría en aumento e incrementaría las dudas acerca de si la reducción del déficit de largo plazo realmente tendría efecto, además de reducir el ingreso en el largo plazo relativo a lo que ocurriría si las restricciones fiscales permanecieran en pie. Esto llevaría a un crecimiento en la deuda pública mayor al crecimiento del PIB, lo cual no podría ser sostenido indefinidamente y nuevos recortes en el gasto e incrementos en impuestos volverían a ser necesarios.

Mientras más se incremente la deuda y los ajustes necesarios se prolonguen por más tiempo, mayores serán las consecuencias negativas, lo cual a la larga tendrá mayores costos económicos, haciendo necesario mayores cambios en las políticas para reducir el límite de endeudamiento.

Entonces, ¿qué hacer?

Hay básicamente tres posibilidades. La primera es dejar los recortes actuales sin cambios, aceptando los costos económicos en el corto plazo de reducir la deuda con el objetivo de poner el presupuesto federal en una trayectoria sustentable en el largo plazo. La segunda es congelar los recortes por un tiempo indefinido, aceptando los costos y riesgos de largo plazo de un nivel de deuda mayor. Sin embargo, ninguna de estas posibilidades deja de complicar el escenario, ya sea en el corto o largo plazo. El problema entonces radica en encontrar una forma de reducir el déficit rápidamente sin afectar el crecimiento de la economía, o bien, aplazar los recortes automáticos sin incrementar el de deuda. Una posibilidad intermedia es extender algunas pero no todas las medidas, identificando los recortes que tienen mayor impacto, tanto en la disminución de la deuda como en la desaceleración de la economía, y buscar un punto de equilibrio en donde se disminuya el déficit sin tener un impacto tan negativo en el crecimiento económico de corto plazo. El problema es que esta posibilidad se tuvo y se perdió en el 2012 cuando los legisladores no pudieron ponerse de acuerdo. Lo que sigue buscando el gobierno de Obama es un incremento adicional en los impuestos a los ricos, el cual genere mayores ingresos y que no afecte el crecimiento económico. Sin embargo, podemos esperar que dichos acuerdos sólo sean posibles una vez pasadas las elecciones, en noviembre y diciembre. Si no se logra un nuevo balance que busque reducir el déficit fiscal y a la vez mantener niveles de crecimiento económico, podremos que esperar un duro golpe en el crecimiento de la economía estadounidense, que afectará también a la economía mexicana.

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