En medio de la preocupación manifestada públicamente por el Fondo Monetario Internacional (FMI) de que Europa podría enfrentar una deflación, esa institución financiera internacional dio a conocer, el pasado 16 de julio de 2012, su visión sobre la economía mundial. Las dos informaciones dan clara evidencia de que aún estamos lejos de que la tormenta financiera amaine y que la nave económica mundial pueda llegar a buen puerto para su reparación urgente.
Relevantemente, las dos noticias se dan dentro de un claro enfrentamiento entre las prescripciones y recomendaciones del FMI y las ideas y políticas prevalecientes, particularmente ancladas en la trinchera alemana y el campo de batalla electoral republicano norteamericano. En tanto el FMI urge emprender medidas expansionistas de gasto y de aumento de la liquidez, tanto en Europa como en estados Unidos (EU), las recetas impuestas políticamente en ambos casos van en sentido opuesto. Dentro del reporte sobre las perspectivas económicas mundiales, no demerita temáticamente la desaceleración y amenazas que se ciernen sobre las economías emergentes, concretamente las identificadas como BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sud-África).
El FMI ha insistido que el Banco Central Europeo (BCE) debe comprar directamente bonos de deuda soberana para, se entiende, puedan bajar los costos de la deuda pública y dejar de hacer más ajustes fiscales, es decir de reducción del gasto público. De igual manera, se ha enfatizado que el apoyo financiero y de capital a los bancos privados se debe hacer de manera directa para dejar de abultar la deuda pública, por lo que el Fondo ha remarcado la necesidad de establecer una estructura bancaria de la Zona Euro robusta y una integración fiscal.
Se esperaría, así, romper con un círculo vicioso: contracción de la demanda-recesión-ajuste fiscal-baja de la demanda-recesión; círculo anunciado desde hace casi ya un año en esta revista. Las medidas urgidas por el FMI, además, prevendrían una deflación que puede llevar a otro círculo vicioso, posiblemente más grave. La temida deflación advertida por el FMI, que no es más que una contracción en el nivel general de los precios y servicios durante dos trimestres seguidos. La deflación, opuesta a la inflación entendida como el aumento generalizado de precios, es normalmente la consecuencia lógica de la recesión. La mecánica de la deflación es que ante la recesión y la baja en la demanda, los oferentes de bienes y servicios bajan generalizadamente los precios, pero lo consumidores ante la expectativa de mayores rebajas se esperan a comprar, lo que agudiza la recesión y baja en la demanda.
Con la deflación termina dándose el absurdo de que cada día el poder adquisitivo del dinero aumenta, por lo que resulta mejor conservarlo que gastarlo, guardándolo bajo el colchón o en el banco, aunque su ganancia financiera pueda ser nula. Se puede así caer en lo que se ha llamado la preferencia por la liquidez o la trampa por la liquidez, toda vez que el optar por mantener la liquidez frente al gasto hace que la demanda siga cayendo y la precios se depriman más.
Esta conducta estructuralmente negativa se puede enraizar si desde el propio gobierno se ajusta la demanda. En un primer caso, porque la baja en el gasto público contrae la demanda agregada de la economía. En un segundo caso, dado que el aumento de los impuestos resta disponibilidad de ingresos a los consumidores. Por ello la deflación puede entrar en una espiral imparable, afectando perniciosa y crecientemente la producción y el empleo. Frente a la inflación que, en todo caso, puede redistribuir generalmente el ingreso de los pobres a los ricos, la deflación significa perpetuar una baja en la producción y el empleo por la falta de consumo e ingresos.
La receta convencional contra la deflación, para sorpresa de los legos, es un mayor gasto público y la generación de inflación. En el primer caso se aumenta la demanda y las expectativas de los negocios mejoran, generando más producción y empleo. En el segundo caso, se alienta que los potenciales consumidores dejen de guardar su dinero y gasten. Obviamente, tales recetas simplistas pueden aplicarse a economías con capacidad de producción y empleo, que puedan por la vía recaudatoria sanear en el mediano plazo el aumento de su deuda pública, pero fundamentalmente que puedan aumentar su productividad por la vía del mercado para ser competitivos.
En tanto las autoridades comunitarias europeas siguen dormidas en sus laureles a pesar de las alarmas internacionales, las expectativas económicas adversas de la Unión Europea (UE), previstas en la revista El Semanario desde fines del año pasado, se refuerzan con los indicadores adversos difundidos por el FMI. Por ejemplo, informó que la Gran Bretaña para este año crecerá apenas 0.2%, Francia 0.3% y España, Grecia y otros países seguirán en recesión. Esto sin que se vislumbre una pronta estabilidad financiera y mejoría en la situación fiscal y monetaria global.
Por otra parte, EU enfrenta una crisis que parece no ceder, aún cuando fue inmediatamente atacada con mayor gasto desde 2007-2008. Sus resultados recientes han sido limitados en relación a los esperados, por dos grandes contradicciones. Una contradicción es que el Partido Republicano impuso al presidente Obama una limitación al crecimiento de su deuda, a la par de que le obligó a lograr amplias reducciones fiscales, después de que éste concedió extender beneficios fiscales favorables a la población de más altos ingresos, equivalentes casi al monto de las reducciones fiscales inmediatas a lograr.
La segunda contradicción que parece hacer rancia la crisis en EU, es que la Reserva Federal (FED), según el diario New York Times (17 de julio), en voz de su titular, ha admitido que a pesar de que los indicadores de empleo no mejoran, la reserva está a la espera de que la situación económica empeore antes de inyectar mayor liquidez a la economía. Tal situación, duda no cabe, se presentará en la medida que las economías emergentes comiencen a profundizar su desaceleración, como es previsto por el FMI y ha patentado The Economist.
El FMI dio a conocer un reporte pesimista del crecimiento mundial, indicando que el Producto Interno Bruto (PIB) crecería 3.5% este año, siendo el más bajo desde 2009. Tal crecimiento sería consecuencia de la desaceleración de algunas de las grandes economías emergentes, como consecuencia de los problemas que enfrenta Europa y USA acrecentados por las medidas contraccionistas aplicadas.
El reporte de las perspectivas económicas mundiales del FMI es, a raíz de la profundidad de la crisis, un reporte integral que considera de manera funcional la estabilidad financiera internacional y las condiciones fiscales y monetarias prevalecientes (Transcript of a Press Conference on Updates of the International Monetary Fund’s World Economic Outlook, Global Financial Stability Report and Fiscal Monetary, Washington, D.C., Monday, July 16, 2012). Esta visión integral hace más creíble la visión de una institución financiera que hasta la presente crisis se ha caracterizado por la falta de pertinencia y certeza en sus pronósticos económicos y financieros.
En su reporte, el FMI reconoce explícitamente que de acuerdo con sus previsiones de abril pasado la recuperación global continúa pero de manera débil, tal como lo señala el bajo crecimiento y el empleo en EU, siendo el crecimiento de la zona euro casi cero. En este último aspecto, se ha enfatizado que en los países periféricos a la zona euro, en general hay un decrecimiento económico. De igual forma, en la conferencia de prensa en la que se presentó el Reporte se dijo que en países emergentes como China, India y Brasil hay una desaceleración, sin dejar de enfatizar que el mayor riesgo primariamente viene de Europa.
Más allá de el casi vademécum de prescripciones económicas y financieras que ha generado la actual crisis lo relevante del Reporte es que revela el efecto desfavorable que la lenta recuperación de EU y la situación europea han tenido finalmente sobre las economías emergentes vía el comercio internacional. Tal hecho pone finalmente en el centro del problema a la economía real, es decir la producción y el empleo; no a sus manifestaciones financieras y a las instituciones abocadas a tales menesteres.
En efecto, la desaceleración que presentan los BRICS se debe a que su crecimiento económico ha estado sustentado en las exportaciones hacia los países desarrollados y al comercio entre ellos, especialmente por la demanda de China de materias primas y alimentos. Otro factor negativo, ha sido la falta de un mercado interno-nacional robusto que haga auto-sostenible el crecimiento de la producción y prevenga amenazas de inflación de activos, como ya sucede en China con el aceleramiento de la construcción de viviendas. Todo ello ha llevado a una caída de la inversión, que por los niveles previos observados es probable que haya creado una capacidad ociosa y de baja productividad. Así, de acuerdo al The Economist (July 21st 2012 | HONG KONG | from the print edition) las perspectivas de crecimiento pueden ser ilustradas por el Cuadro 1.
El único país que parece mantener su crecimiento es Rusia, que desde hace años, fuera de las exportaciones de gas y petróleo, ha mantenido un crecimiento sostenido de su mercado interno y alertado del efecto negativo que la crisis europea puede tener sobre el resto de las economías. De esta manera, los pronósticos del FMI de crecimiento para las economías emergentes cayeron en casi la mitad a lo pronosticado en abril.
Adicionalmente, varios países emergentes presentan problemas en sus instituciones bancarias, como desde hace tiempo se había dicho, a raíz del crecimiento del crédito a las familias. Por ello se han acrecentando los niveles de cartera vencida. Buena parte de la cartera crediticia se ha concentrado en la vivienda, como una antesala de lo que puede pasar si los desbalances económicos se acrecientan y la capacidad de pago de los deudores se ve menguada. La dinámica de endeudamiento en países relevantes se puede observar en el Cuadro 2.
Aún cuando el FMI ha desestimado el riesgo de un posible colapso bancario, alegando que los créditos malos y los vencidos están bajo control, el crecimiento anual de los préstamos ha sido elevado. Por ejemplo, el incremento neto entre 2002 y 2011 de los préstamos en Polonia representó 30% del PIB, que es superior a todo lo prestado por la banca mexicana en relación al PIB en 2011. El caso de Brasil también es de llamar la atención porque los créditos representan casi 100% del PIB.
Las perspectivas económicas mundiales son que la crisis seguirá en el corto plazo, en tanto no se cambien las políticas vigentes en EU y en Europa, en tanto el pasado boom económico de los países emergentes difícilmente regresará, mientras no se reactive la demanda de los países desarrollados y se fortalezca el mercado interno. Las sombras de una crisis financiera y de desbalance de pagos acechan a los países emergentes, en medio de un proteccionismo y aumento en el precio de los alimentos, lo que no parece nada favorable para México. Esperamos que la próxima administración federal mexicana entienda que el entorno internacional no es promisorio para el país y que el voluntarismo y las prescripciones librecambistas no conducen muchas veces al puerto esperado. Hay que ser realistas y pensar en lo mejor posible para México, la realidad es muy necia.