Pero de repente algo cambió, el tricolor presentó su proyecto de Reforma laboral y, oh sorpresa, era casi idéntico al panista. Josefina Vázquez Mota, entonces coordinadora de su fracción en la Cámara de Diputados, en sesión, y muy emocionada, los conminaba a sacarla ya; se las firmó en este instante, decía. En el PRI no tenían prisa, su mayoría absoluta era utilizada únicamente para repartir dinero entre los gobernadores. Se venían tiempos electorales, convenía el inmovilismo.
Ahora, sin embargo, la situación es otra. Es momento de reformas, dicen los flamantes coordinadores priistas en el Congreso de la Unión. “El nuevo PRI”, en voz de Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, está dispuesto a “transformar la realidad mexicana”. Quieren hacer valer su mayoría, quieren implementar un “cambio”. Tales palabras, venidas de tan singulares individuos, no pueden resultar más que cómicas y alarmantes.
La realidad política de México es de verdadera risa loca, y es que ahora el dinosaurio se presenta como agente del cambio: “no es cuestión de edad, sino de actitud” dice Gamboa. “Si tuviera otra cara la daría, pero esta es la única que tengo” dice Beltrones.
Muy bien, pues la primera acción de estos reformistas, de este nuevo PRI, será impulsar la reforma laboral. Con el apoyo de Calderón, y como producto de las negociaciones que actualmente se están concretando, el PRI y el PAN tratarán de sacar la susodicha reforma incluso antes de que tome posesión Peña Nieto. Una ofrenda del presidente saliente al presidente entrante. Calderón asumiendo el costo político a cambio de benevolencia y buen trato en los años venideros. Y es que la cola es larga, no quiere que se la pisen.
¿Pero en qué consiste la reforma impulsada por el PRI y el PAN? ¿Qué puntos son los que más les importa impulsar? El argumento, por supuesto, es el mismo que en países como España: se necesita flexibilizar el mercado laboral, para incentivar la generación de empleos y atraer capital e inversión privada. Lo anterior describe mucho pero no dice nada. Para que nos demos una idea de lo que esto significa, a continuación se enumeran las medidas más polémicas contenidas en el proyecto PRI-PAN:
• Períodos de prueba de trabajo de hasta 180 días, al final el patrón podrá dar por terminada la relación laboral sin responsabilidad para éste.
• Modificación sustancial al pago de salarios, con el fin de que se pueda realizar por hora: reforma al artículo 83 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) para que el salario se pueda cubrir de manera proporcional al tiempo laborado, lo cual se traduciría en la virtual desaparición del salario mínimo; ya no sería obligación de los patrones pagar el mínimo completo, sólo pagarían por hora (7.47 pesos la hora).
• El monto de bonos, incentivos y comisiones pueda ser determinado por las compañías de manera unilateral.
• En los juicios laborales sólo se podrá pagar hasta un máximo de un año de salarios caídos.
• Aumenta las causales de despido y permite los ceses libres, pues no será obligatorio entregar a los trabajadores el aviso de rescisión.
En el proyecto de reforma no se incluye nada concerniente a la democratización de los sindicatos, a transparentar la vida sindical o a incluir mecanismos de selección como el voto secreto. Es decir, el PRI gustosamente apoya la flexibilización del mercado laboral, la implementación de nuevos esquemas de contratación, con una sola condición: que no se toque al régimen corporativista. Esa herencia maldita que los mexicanos venimos cargando por décadas.
Una verdadera reforma laboral debería tener como principal objetivo desarticular el poder caciquil con que los líderes sindicales se perpetuán en las dirigencias; debería obligar a los sindicatos a respetar la libre asociación y el probo manejo de los recursos. Una vez más el destinatario de estas medidas será el ciudadano de a pie, el joven que para obtener su primer trabajo tendrá que soportar laborar 6 meses en completa indefensión, sin derechos y pudiendo ser despedido sin consecuencia alguna.
Esta supuesta reforma no significa nada más que una perversa continuación del corporativismo de estado, auspiciado por caciques y grupos de poder que impunemente se enriquecen a expensas de los ciudadanos mexicanos. Pero en fin, son hechura de ese viejo régimen que ahora nos dice que no es cuestión de edad, sino de actitud. Que ésta es la única cara que tiene. Y sí, es la única.