La conformación de la Guardia Nacional no ha transcurrido tersamente, primero su establecimiento jurídico tuvo muchas discusiones, inclusive objeciones, hasta que finalmente la ley pudo transcurrir, aunque las reglas de operación, cuando menos todas, no están todavía listas. Una enorme dificultad ha consistido en hacerla, o cuando menos, que parezca un órgano civil del Estado. El nombramiento del jefe de la Guardia Nacional, fue una sorpresa, de hecho para él mismo, sus primeras declaraciones nos hicieron notar que su nombramiento no se le había notificado con la antelación necesaria, y su renuncia como general de brigada del Estado Mayor ni siquiera ha sido tramitada (aunque ahora ya se encuentra en trámite), lo cual era un requisito fundamental –sin embargo, considero que un General con las características profesionales de Luis Rodríguez Bucio, debe dejar su cargo de militar cuando pase el retiro–. Pero todo esto sólo nos habla de la rapidez, o quizá precipitación, con la que el nuevo cuerpo policíaco tuvo que ser conformado.
La Guardia Nacional es un cuerpo con características particulares sin parangón a nivel internacional. Mucho se ha querido comparar con la Guardia Civil española o la Gendarmería italiana, pero no es así. En España existe una policía municipal, una policía comunitaria –que podría ser equivalente a la policía estatal–, luego una policía nacional y finalmente la Guardia Civil, cada una con funciones particulares. Nuestra Guardia Nacional fusiona la policía nacional y la guardia civil. De ahí que la carrera dentro de las diversas policías (teniendo ciertas similitudes) tengan un desarrollo diferente. Pero quizá la diferencia mayor es que tienen otras funciones.
Es muy probable que ante la amenaza inconmensurable que la violencia constituye en todo nuestro país, en prácticamente toda su extensión y que afecta a todos sus habitantes sin respetar diferencias sociales ni económicas, una decisión como la que se está tomando no solamente era necesaria sino impostergable, pero su implementación debió ser –desde mi punto de vista–, mucho más meditada y mejor planeada. La fusión entre la Policía Federal y las Policías Militares no está siendo depurada, no se han podido amalgamar las virtudes de ambas corporaciones, la capacidad de investigación y desarrollo de una, y la amplitud, disciplina y lealtad de la otra. Tampoco se ha conseguido vencer dificultades, que ante la magnitud de la tarea, resultan menores: salarios, condiciones de trabajo, uniformes, asignación de tareas, las cuales no me parece que el General Rodríguez Bucio sea el principal responsable. Seguramente las declaraciones emitidas en el sentido de que una de las policías era corrupta e indisciplinada, y la intención de hacer desaparecer al Ejército, y probablemente a todas las Fuerzas Armadas, contribuyeron a que la Guardia Nacional no se haya podido establecer plenamente y mucho menos funcionar; hasta ahora solamente ha servido como guardia migratoria. La violencia campa a sus anchas, estando todo tipo de delitos violentos a la alza.
Si se tenía la certeza que la Policía Federal era corrupta e ineficiente, debió haberse disuelto, o cuando menos, depurado antes de intentar fusionarla con las policías militares y fundar la Guardia Nacional. Se ha creado un problema que fundadamente o no, ha propiciado una circunstancia que genera desconfianza e impide el arranque de una institución que estaba planteada como la única opción que podía acabar con la inseguridad –que independientemente de las encuestas acarrea consecuencias individuales y sociales gravísimas–.
Ya adelantaba algo, pero el 1° de julio, el señor presidente declaró su intención de desmantelar al Ejército –no sé si a todas las Fuerzas Armadas–, porque nuestro país es una “nación pacífica”. Agregó que en caso de necesidad, todos estaríamos dispuestos a defender a México. No me queda claro si fue una declaración realizada a bote pronto ante las preguntas sobre la necesidad de un cuerpo de seguridad, o es una reflexión meditada y realmente piensa que las Fuerzas Armadas pueden o deben desaparecer. En este caso ignora dos situaciones, primero, que el Ejército y la Marina Armada tienen pleno sustento Constitucional y sus funciones están íntegra y claramente marcadas, y que desde ese punto de vista, son insustituibles. Segundo, que la sociedad, a través de su gobierno, ha dado la facultad al Ejército y la Marina Armada para cumplir estas funciones, ya que siempre han cumplido sus funciones con ejemplaridad, destacando su participación en los planes de Desastre Nacional (DN).
El Ejército y la Marina han tenido un desarrollo notable, partiendo del desorden que las diversas batallas y bandos en la Revolución mexicana habían desembocado en un instituto armado con ciertas informalidades y quizá algunas irregularidades, en donde convivían oficiales, jefes y generales, unos formados de la manera más estricta y otros que habían obtenido los galones y las insignias al fragor de las batallas. Sin embargo, pronto se reestructuró y se consiguió una educación muy formal, primero a través del Colegio Militar y la Escuela Naval en Veracruz, posteriormente la educación militar se fue ampliando y perfeccionando, hasta tener en la actualidad un sistema educativo muy eficiente donde egresan los oficiales, no sólo del Ejército o la Marina, sino que cubre también otras necesidades, como áreas de medicina, ingeniería, odontología, derecho y otras más. La formación de tropa y marinería está establecida de manera muy estructurada. En el ámbito puramente militar la educación militar cuenta con estudios de posgrado, la que se realiza en la Escuela Superior de Guerra, donde los alumnos obtienen el Diplomado en Estado Mayor y la Maestría en Dirección Estratégica. En 1944, la Secretaría de Guerra y Marina se convierte en dos, una de la Defensa Nacional y otra de la Marina Armada. El Ejército y la Marina se han mantenido con una marcada lealtad y fidelidad al gobierno y al Estado; varias pruebas pueden mencionarse al respecto: una de ellas podría ser que desde el gobierno de Adolfo López Mateos, hasta la actualidad, sólo ha existido un Secretario de la Defensa Nacional, y uno de Marina en cada periodo gubernamental –con excepción de una ocasión en que fungieron dos en Marina–; otra es que las transiciones en los partidos políticos que han ocupado la Presidencia del Ejecutivo, no ha habido una sola muestra de escisión en las Fuerzas Armadas, una muestra de ello fue el cambio de comandantes el pasado 1° de diciembre, que se llevaron a cabo con la mayor sobria formalidad.
Mientras escribo esta nota, me entero de la renuncia del Secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzua, por diferencias en las políticas económicas con el titular del Poder Ejecutivo. No sabemos –porque los militares son muy discretos–, cómo hayan caído en los diversos contingentes algunos cambios y declaraciones sucedidos recientemente: la desaparición del cuerpo del Estado Mayor Presidencial, la conversión de sus funciones a las puramente policíacas, y sobre todo lo dicho por el presidente acerca de su intención de desaparecer al Ejército. Desde luego, ni el Secretario de la Defensa Nacional ni el de la Marina Armada, van a renunciar.
Lecturas recomendadas:
Miguel Carbonell. El Rol de las Fuerzas Armadas en la Constitución Mexicana Ius et Praxis, 2002; 8 (1): 35-51.
Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos. Diario Oficial de la Federación el 26 de diciembre de 1 986. Última reforma publicada en el DOF el 6 de noviembre de 2014 http://www.ordenjuridico.gob.mx/Documentos/Federal/pdf/wo13238.pdf
Ley Orgánica de la Armada de México. Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de diciembre de 2002. Última reforma publicada DOF 19-05-2017
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/249_190517.pdf
Excelente artículo Dr., Soy militar y se la forma en que somos adiestrados y la lealtad que le tenemos al país,faltó mencionar a la fuerza área mexicana que también pertenece al ejército, es una pena que se tire por la borda , la dignidad del militar y se vea menguada la moral , todo esto genera confusión y pánico ante lo que se ve llegar, gracias por sus acertados comentarios .
Nuevas ocurrencias seguirán sucediendo, es muy posible que tanta ocurrencia nace de las peores pesadillas del señor presidente o bien de sus más dulceros dueños, cambiemos las mañaneras por vespertinas o nocturnas para ver si encuentra el rumbo
stimado Dr. Ramiro:
Nuevamente una exposición concisa y aguda.
Es claro que el Ejecutivo se ha caracterizado en ocasiones por buenas ideas (o al menos aceptables muchas de ellas), con pésimos procesos de implementación, lo que lleva a medidas apresuradas (haciendo evidente la falta de estructura, planeación, ponderación, análisis de riesgos, costos, consecuencias y beneficios, etc.).
Aunado a lo anterior, se cae en argumentos carentes de lógica, de conocimiento, de dominio del tema y de capacidad, para tratar de defender lo indefendible, y que terminan en expresiones desafortunadas si no es que a veces hasta vergonzosas.
Creo que podría crearse un nuevo término: “descomposción intelectualoide” que puede preceder a “equívovos de implementación” para terminar en una verdadera “podredumbre por ineptitud”
Un abrazo
Raúl
Me pregunto, será que fue un mal sueño del que da las mañaneras o su deseo de destruir todo lo construido por los mexicanos en el pasado , o bien nosotros no entendemos nada y como dijo en el amlofest, tiene otros datos y todo ahí es maravilloso
Estupenda exposición. El ejército mexicano con todo y los bemoles que podamos encontrarle, el más difícil de tragar es el de haber sido el apoyo incondicional del PRI por tantos años. Sin embargo, es quizá la única institución que da fortaleza al estado, y ha contribuido en forma heroica en desastres. Me parece muy peligroso “dar patadas al pesebre” yo personalmente temo una reacción por parte de los generales ante tanta amenaza.
Estimado Dr. Curiel.
Gracias por su comentario. Hay que tomar en cuenta que las fuerzas armadas se han mostrado fieles y leales al gobierno establecido, al Estado mexicano, durante todo el periodo posrevolucionario y hasta la fecha no importando, en los últimos 20 años, los cambios del partido en el poder, lo cual es un mérito considerable en la Latinoamérica en la que estamos incrustadas. Sobre su último comentario: ¿y si fueran los coroneles?, como está escrito, vaticinado sin cumplir, en la última novela de la serie La costumbre del poder, La víspera del trueno, de Luis Spota.
Gracias.