El empleo en las plataformas digitales: ¿oportunidad o condena?

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El cambio acelerado en el mundo del trabajo como consecuencia de la revolución digital y la inteligencia artificial es un tema recurrente y ya no muy novedoso. Percibimos claramente que hay nuevas profesiones y nuevas especialidades técnicas que no existían, como los expertos en big data, los desarrolladores de aplicaciones híbridas (Apps), los expertos en ciberseguridad, los especialistas en bioimpresión en 3D, entre muchas otras.

Sin embargo, hay un mundo nuevo de actividades atomizadas que son mucho menos visibles que las anteriores, pero que están dando forma a un enorme y dinámico mercado de trabajo de ocupaciones vinculadas a las plataformas digitales, o la economía gig (o “economía de los pequeños encargos”). Las plataformas digitales o las aplicaciones móviles (Apps) operan como intermediarias en el Internet, obteniendo beneficios por vincular a contratistas y a las personas que pueden llevar a cabo tareas específicas.

Apps.
Imagen: Shutterstock.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) distingue dos componentes en este mercado: uno conformado por plataformas de trabajo digital que operan dentro de la web y que reúne la labor de individuos dispersos en todo el mundo (crowdwork o “trabajo en grupo”) para hacer microtareas (por ejemplo, Amazon Mechanical Turk, Samasource, Crowdflower), y el otro está vinculado a las Apps que se enfocan en un área geográfica específica dentro de la cual los trabajadores contratados proveen servicios muy diversos (se necesitan individuos que puedan manejar vehículos, transportar personas, repartir comida, realizar encargos, proveer alojamiento, pasear perros o limpiar casas (Uber, Cabify, Uber Eats, Rappi, Airbnb, Taskrabbit). En general, las tareas llevadas a cabo en esta economía gig no requiere de gran preparación, pues las actividades demandadas son en su mayoría básicas y repetitivas. En otro nivel, también se busca a personas freelance mediante otras plataformas (Freelancer, Info Jobs Freelance, Upwork, entre otros) para hacer trabajos de mayor envergadura, por mayor tiempo, tales como servicios profesionales y tareas técnicamente más complejas, que son más parecidos a empleos tradicionales, al menos en el tipo de trabajo que realizan.

El Instituto McKinsey en su estudio “Un mercado laboral que funciona: Conectando talento y oportunidades en la era digital”, de 2015, ofrece una visión muy optimista de esta nueva forma de empleo. Plantea que entre 30 y 45% de la población mundial está desempleada, inactiva o trabajando tiempo parcial y estima que para 2025, 540 millones de personas podrían beneficiarse de las plataformas de talento en línea (https://mck.co/2YNVE5G). En realidad, la información estadística de esta actividad es muy difícil de recopilar pues no se recoge en las encuestas nacionales laborales o de hogares, ni existe forma de obtenerlas de todas las plataformas digitales mundiales, pero hay indicios de que crece a un alto ritmo. Un estudio de Merrill Lynch de 2018 atribuye la pronunciada caída del desempleo en la Zona Euro desde 2013 a la creación de nuevos empleos atípicos como aquellos obtenidos a través de Internet (https://on.ft.com/31lVDDu).

Uber.
Fotografía: La Voz.

Para ver las entrañas de este nuevo mercado laboral, el de microtareas, el estudio de la OIT (2019) “Las plataformas digitales y el futuro del trabajo: Cómo fomentar el trabajo decente en el mundo digital” es muy útil (http://bit.ly/2YAVGOa). Esta investigación se llevó a cabo entre 2015 y 2017, período en el que se hicieron dos encuestas a 3,500 personas en 75 países, que han trabajado en una o más de cinco grandes plataformas digitales escogidas: Amazon Mechanical Turk (AMT); CrowdFlower y Microworkers, de Estados Unidos; Clickworker de Alemania; y Prolific del Reino Unido. Las encuestas fueron complementadas con entrevistas y otros estudios cualitativos realizados por investigadores del sindicato alemán de trabajadores IG Metall.

Las ventajas evidentes de este tipo de trabajo, como muestra este estudio, es la flexibilidad que ofrece respecto del horario; el poder trabajar desde casa, favoreciendo aquellas personas que tienen responsabilidades de cuidado en su hogar; a las que quieren complementar sus ingresos con un trabajo adicional; así como aquellas que tienen alguna discapacidad que les dificulta la movilidad.

Las condiciones laborales, sin embargo, recuerdan algunas de las pesadillas de los trabajadores durante la revolución industrial de fines del siglo XIX, especialmente por no poder influir sobre las condiciones negativas de su actividad, pero en el contexto de la más avanzada tecnología. La gestión de estos trabajos se hace casi enteramente por algoritmos (contrato, supervisión, evaluación y pago), cuya naturaleza es desconocida para los trabajadores. Todas las condiciones están predeterminadas en un contrato generalmente escrito en forma compleja y que tienen que aceptar o rechazar sin que haya posibilidad de negociación. El personal es considerado como proveedor de un servicio, es decir, no es un empleado propiamente tal y no tiene derecho a protección social (seguro de salud, o de accidentes, jubilación, etc.). Si es que los trabajadores de las plataformas cuentan con tal protección, según el estudio de OIT, es gracias a otro trabajo fuera de Internet, a empleos de sus familiares o a programas públicos.

Empleo.
Imagen: Observatorio Educativa.

Muchas de las pequeñas tareas asignadas a grandes grupos de personas son aquellas que la inteligencia artificial no está aún en condiciones de hacer. Entre otras actividades, de acuerdo al mismo estudio, están la categorización de imágenes y productos, etiquetado, análisis de opinión, moderación de contenidos, encuestas de investigación, reacciones a campañas de marketing, datos para la capacitación de inteligencia artificial, investigaciones en Internet, evaluaciones sobre la calidad de videos, transcripción de documentos, de videos y audios, responder a encuestas, entre otros.

Del listado anterior, hay actividades cuya finalidad es muy clara, como etiquetar miles de fotografías en un lapso muy corto de tiempo, pero hay otras microtareas cuya legitimidad es dudosa y que no pasarían fácilmente las normas o leyes de un país en particular. Estas pueden hacerse sin mayor problema a nivel supranacional, porque no hay legislación que les aplique límites. Por ejemplo, lo que se llama “consulta de contenidos” está explícitamente diseñado para generar un tráfico artificial a ciertos sitios web para promover algunos productos y servicios. Lo mismo puede ocurrir con las investigaciones de mercado, pues a los trabajadores se les puede solicitar su opinión sobre la calidad de productos o servicios recibidos sin que sean realmente usuarios de ellos. También pueden ser contratados para escribir reseñas imaginarias, según los lineamientos recibidos, sobre lugares diversos como restaurantes u hoteles que nunca han visitado. Es decir, se contrata a gente, en principio honesta, para realizar microtareas cuya ética es muy cuestionable.

La actividad de “moderación de contenidos” también presenta serios problemas pues requiere que los trabajadores analicen y filtren una gran cantidad de textos, imágenes y videos que se exhiben en sitios web, de acuerdo a criterios predefinidos para eliminar aquellos que pueden ser ilegales o inmorales en los lugares geográficos donde se muestran. Ésta no es una actividad cuestionable en sí, pero somete a los trabajadores contratados a un gran estrés. Los contratados no tienen entrenamiento para realizar esta labor, ni soporte psicológico, por lo que, además, la calidad de su intervención da resultados muy pobres.

Una vez concluida la tarea asignada, las personas contratadas en estas diversas microtareas son evaluadas por un algoritmo. Si la evaluación es negativa, no se le paga y queda registrado su mal desempeño que eventualmente puede impedirle acceder a otros trabajos de este tipo. Las posibilidades de discutir estas circunstancias y obtener una revisión de la evaluación es prácticamente nula. El trabajo de la OIT señala que “Casi nueve de cada diez encuestados señalaron que su trabajo había sido rechazado o que algún cliente se había negado a pagarles. De este grupo, apenas el 12 por ciento afirmó que estos rechazos eran justificados”.

Alogaritmos
Fotografía: Adecco Institute.

Otro problema que presenta este tipo de trabajo es que no paga realmente todo el tiempo que le dedica el trabajador para una completar una tarea (por ejemplo, necesita prepararse para ella leyendo instructivos, tomar breves descansos, revisar). Entonces, el trabajador realiza un trabajo remunerado y otro no remunerado. Los salarios son bajos en el universo de la encuesta: en 2017, la tarifa horaria promedio era de US$4,43 dólares considerando únicamente el trabajo remunerado pero se reducía a US$3,31 si se tomaba en cuenta también el trabajo no remunerado. En general, ni siquiera se paga el salario mínimo nacional, que es el caso de dos tercios de los trabajadores de la plataforma de Amazon Turk de Estados Unidos. La situación de los trabajadores alemanes en Clickworker era similar. La remuneración promedio a los trabajadores de los países en desarrollo contratados a través de las mismas plataformas es considerablemente menor para hacer iguales tareas y hay actividades como revisión y creación de contenido, mejor pagadas, que sólo se ofrecen a personal en Estados Unidos. Es decir, este sistema laboral reproduce las desigualdades salariales a nivel mundial que existen. La falta de regulación laboral a nivel supranacional permite a las empresas contratistas pagar menos de lo debido, pero también el costo adicional de la intermediación por parte de las plataformas debe incidir sobre estos bajos salarios.

Los reducidos niveles de ingreso descritos para el promedio de los trabajadores de plataformas digitales son preocupantes porque para 56% de los encuestados el principal ingreso individual provenía de esta actividad (en 2017). Considerando el panorama presentado anteriormente, sorprenden los altos niveles de preparación de los trabajadores de las plataformas estudiadas por la OIT. La cuarta parte de estos trabajadores contaban con certificado técnico o tenían alguna educación universitaria, mientras el 57% tenían título universitario o de posgrado. Un agravante del cuadro presentado es que las personas dedicadas a las microtareas no sólo no tienen ninguna garantía de continuidad en el trabajo, sino que no pueden progresar profesionalmente por esta vía pues no hay posibilidades de ascenso, de capacitación para mejores trabajos, de mejorar su currículum, etcétera.

Plataformas de empleo.

Por lo pronto hay que considerar que estamos en la etapa más incipiente de la adopción de medidas para reducir la vulnerabilidad y subvaloración de los empleos descritos. La Unión Europea acaba de aprobar nuevas reglas para proteger a los trabajadores de la economía gig y otras muy vulnerables (16/04/2019). Esta ley exige a los contratistas informar los aspectos esenciales del trabajo al empleado desde el primer día, incluyendo: fecha de inicio y pago; cuál será el estándar de trabajo diario; monto de compensación si se cancela el trabajo a última hora; compromiso de exigir sólo un período de prueba de máximo seis meses; y permitir al empleado tener otros trabajos, prohibiendo, por tanto, las cláusulas de exclusividad (https://bbc.in/2GUdmtN). Éste debería ser un punto de referencia importante para todos los países, incluyendo México. Hay iniciativas importantes que están ayudando a los trabajadores de la economía gig a conocer mejor a sus contratistas y evaluarlos, entre otros, Turkopticon vinculado a AMT; o bien, establecen códigos de conducta voluntarios, como en Crowdsourcing de Alemania; incluso algunas plataformas junto con IG Metall, han creado instancias de defensorías donde los afectados pueden llevar casos de disputas con operadores de plataformas.

Ya existen reacciones de inconformidad manifiesta a las plataformas digitales. Google reaccionó a fines de marzo de 2019 anunciando que requerirá a las empresas que contratan personal a través de su plataforma que paguen por lo menos US$15 por hora y que den protección de salud a los trabajadores. Asimismo, las nuevas reglas de Google exigirán a terceras compañías que usan su plataforma laboral, dar 12 semanas de permiso de maternidad o paternidad y US$5,000 de reembolso al año de matrícula para estudios que permitan a los trabajadores adquirir nuevas destrezas.

En un país como México donde sólo 17 de cada 100 jóvenes que no estudian tienen un salario suficiente para vivir (BID) y donde está creciendo la economía gig, aunque se desconoce su tamaño, es muy importante que se establezcan derechos básicos para estos trabajadores.

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