De los Tarahumaras y el triunfo de las ciudades

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En las pasadas semanas las demandas urgentes de las comunidades pobres golpeadas por la sequía han provocado una importante movilización social y también gubernamental. En especial, los esfuerzos se enfocaron a tratar de proveer a la población Tarahumara de algunos bienes de consumo que le permitan transitar por este periodo en mejores condiciones. No obstante, más allá de esta situación coyuntural, el hecho es que amplios grupos de la población se encuentran en altos niveles de pobreza y no existen condiciones para prever que esta situación vaya a cambiar en el corto plazo, ni en el largo plazo si no se toman medidas drásticas.

Un libro que se publicó el año pasado titulado “El Triunfo de la Ciudad” de Edward Glaeser resume años de investigación respecto a cómo las ciudades generan progreso. El autor narra de una forma muy amena cómo las ciudades están asociadas y son causantes de mejores niveles de educación, riqueza, salud y felicidad.

El economista Glaeser hace énfasis en que las ciudades no son infraestructura -vías de comunicación, o conjuntos de edificios- sino que son grupos de personas que en su interacción diaria, en el intercambio de ideas, generan innovación; innovación que genera productividad y progreso. Así, el autor minimiza la ventaja de las ciudades debido a las economías de escala, la provisión de bienes públicos, y otras condiciones que las ciudades permiten, y enfatiza, el rol del capital humano.

Una de las conclusiones del autor es que las autoridades deben de promover ciudades densas en las cuales se garantice la interacción de múltiples personas de distintas disciplinas. Ciudades en las cuales se invierta en instituciones de educación que atraigan a los talentos.

Estas ciudades vibrantes en las cuales se está generando innovación y progreso y en general mejores niveles de bienestar no son los lugares donde viven los Tarahumaras, ni otras comunidades pobres del país. Según datos del CONAPO, de los 849 municipios que registran un alto o muy alto índice de marginación, 816 son municipios de menos de 50,000 habitantes. Del total de municipios de muy alta marginación, casi la mitad son municipios de menos de 5,000 habitantes. Como ejemplo contrario, todos los municipios que tienen más de 1,000,000 de habitantes todos tienen un índice de marginación muy bajo.

Habiendo dicho lo anterior ¿Qué sigue? Creo que lo primero que sigue es reconocer que el rostro de la pobreza en México no va a cambiar significativamente si no se acentúa el proceso de urbanización y que las comunidades que permanezcan alejadas, como los Tarahumaras, están condenadas a la pobreza, aún si el gobierno pudiera invertir en centros de salud, infraestructura pública como drenaje y mejores escuelas.

Lo segundo es encontrar opciones para mejorar el nivel de vida de la población. Una lección muy clara es que los gobiernos, especialmente los gobiernos locales, deben de llevar a cabo políticas públicas que sigan promoviendo ciudades vibrantes. La decadencia actual de Detriot y la dinámica de Nueva York indican que el destino de ciudades enfrentadas a los mismos cambios estructurales y retos de la economía global puede ser muy distinto de llevarse a cabo políticas públicas que incentiven la educación e inventiva de sus habitantes.

Recordemos que ambas eran ciudades manufactureras hasta la mitad del Siglo XX, la primera en el sector automotriz, y la segunda en la industria del vestido. Hoy Detroit sigue siendo una ciudad de una sola industria, muy disminuida en términos de población y productividad y Nueva York es, ahora enfocada en los servicios financieros, una de las ciudades con los mayores niveles de salarios de Estados Unidos, además de ser como dice Glaeser, un “parque temático” en sí misma, que ha dado lugar al transito inverso (personas que viven en Nueva York y trabajan en los suburbios).

Un último punto difícil de resolver es qué hacer con los grupos de personas que viven en lugares alejados, como los Tarahumaras. La respuesta de los economistas se desprende de los argumentos resumidos en los párrafos anteriores. Se tienen que generar incentivos para su migración a grandes ciudades. Si esto no es posible, por lo menos, para garantizarles un nivel mínimo de provisión de servicios públicos, se debe buscar conglomerar a familias que viven en lugares dispersos en comunidades más grandes. La Ciudad Nuevo Juan de Grijalva en Chiapas es un esfuerzo en este sentido que vale la pena evaluar.

Las opiniones de estas comunidades, así como de otras disciplinas, como los antropólogos, sociólogos, o de los políticos, reconozco pueden ser diferentes. Así, pesimistamente termino como empecé, no creo que la situación de pobreza de estas comunidades vaya a cambiar significativamente ni en el corto ni en el largo plazo.

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