La frivolidad del arte y del hacer de libros
Hace un tiempo que trabajo en la Unidad de Posgrado de la UNAM en Ciudad Universitaria. Es un espacio holístico. Reúne en un edificio moderno, funcional y yo creo que muy agradable, la organización de los estudios de posgrado de diversas disciplinas, lo que conduce a la interdisciplinariedad.
Hace unos días la División de Posgrado en Artes y Diseño realizó un encuentro sobre Restauración, como suele suceder en estos casos, en uno de los amplios espacios del recinto se colocaron –ordenadamente– libros a la venta. Aunque gran parte de la oferta estaba dirigida a los especialistas expertos en la Restauración, en los diferentes tenderetes se ofrecían algunos libros muy interesantes para los legos; yo compré un libro excelente de Vermeer, contenía prácticamente toda su obra en una edición no muy reciente, sin embargo, en condiciones parecidas al de un libro nuevo, y muy barato. Al seguir observando la lista de libros me encontré con uno extraordinario que no pude resistirme en irme sin comprarlo (también a un precio muy bajo): Caballitos de Balancín. Guía del coleccionista para seleccionar, restaurar y disfrutar de caballitos de balancín nuevos y antiguos. Un libro de Tony Stevenson y Eva Mardsen. Tony Stevenson es un restaurador experto que tiene en Reino Unido un taller junto con su hermano gemelo Marc, dedicado a la restauración u construcción de caballitos de balancín. Eva Mardsen es una escritora inglesa que, además es experta en antigüedades y desde que conoció a los Stevenson se volvió una entusiasta sobre los caballitos de juguete.
El libro de 78 páginas, espléndidamente editado con fotografías extraordinarias, está específicamente dedicado a los expertos, coleccionistas, fabricantes y restauradores; pero para quienes no lo somos, constituye una ocasión espléndida para acercarse a algo bellísimo, muy interesante, que no sólo puede ser una maravillosa oportunidad de aprender (lo cual siempre es posible), sino además, de aprehender algo tan hermoso, aunque pueda parecer fútil, frívolo y quizá fuera de época.
En la parte inicial del libro nos enteramos de la historia del caballito de balancín y de sus fabricantes, que se remonta al principio del siglo XVII y que tuvo una época de gran difusión, los hay propiamente de balancín, aunque hay ejemplares muy bonitos también para empujar o arrastrar, todo está hecho para posibilitar al niño la fantasía de transportarse montando. Pareciera que desde mucho antes, este juguete formaba parte del armamentarium lúdico, pero no se conservan piezas representativas. Los coleccionistas buscan en las piezas la firma del autor o la placa metálica con que individualizaban cada pieza, existen algunas tallas en madera que son unas verdaderas obras de arte. Al final del libro hay un capítulo dedicado a los restauradores con algunos lineamientos que quizá resultan fundamentales.
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Oscar Wilde, considerado como el prototipo de lo snob y frívolo, decía que adoraba los placeres sencillos, que son el último refugio de los hombres complicados y que no había nada más indispensable que la frivolidad. Yo pienso que la frivolidad puede resultar dañina o perversa cuando con el acto se daña a otros o uno mismo, pero si resulta inocua, realmente puede ser muy divertida y hasta enriquecedora. Voltaire decía que nos hemos vuelto frívolos para olvidarnos de nuestras miserias. Creo que el libro puede ser muy divertido, enriquecedor e incluso creativo, aunque las piezas de coleccionista alcanzan un gran valor, que no se acerca para nada, a los zapatos o tenis que comentábamos en columnas pasadas.
Hay quien separa la frivolidad de la futilidad, llamándole futilidad a la superficialidad que tiene consecuencias negativas. A mí me parece que cada acción puede tener un valor y que se requiere individualizarlo.
Sobre la actualidad de los caballitos de balancín, en la época de los juguetes electrónicos que cambian y crecen constantemente y que además transportan a los niños (y aquellos no tan niños) a atmósferas cada vez más complicadas, lejanas y en ocasiones violentas, quizá tenga todavía un lugar por su sencillez que permite al niño buscar y conseguir todo el trabajo de la fantasía. Todo lo que se vende en Internet es actual y en la página de Mercado Libre se ofrecen a la venta varios cientos de caballitos de balancín y en Amazon otros tantos.
El título de este escrito debió ser Todo cabe en un libro y de casi cualquier cosa se puede hacer un libro, pero resultaba muy largo. Mientras se sigan escribiendo libros que nos despierten, nos diviertan y nos enseñen, podremos mantener el optimismo.
Les dejo un verso que me encontré –que no sé de quién es– junto con el fragmento de un cuento de J.M. Riley que fue escrito en 1986:
Caballito de madera,
con cerebro de aserrín,
le lleva a soñar
con ser un potro de verdad,
sobre la pradera galopar.
Un vaquero con espuelas
sobre su lomo se montará.
Irán juntos a ver las estrellas
y por el día vigilarán
a las vacas pastar.
A los indios conocerá;
sus plumas al viento ondearán;
sus cascos, el ritmo de sus cantos
seguirán, mientras el águila,
en lo alto, dará su conformidad.
¿Quién es realmente amigo, fiel constante?
Un amigo, siempre allí, siempre que lo necesites,
preparado para ir a comprar, viajando con la mente,
ningún amigo mejor se podría encontrar,
mi caballito de balancín, mi caballito de balancín corcel.
Consumido por la impaciencia, preparado para saltar
El fiel amigo, siempre allí para montar.
El corcel vigoroso, hecho de madera,
mi caballito de balancín sabe… y comprende
que después de soñar permaneceremos en casa.
Hay una luna que visitar, e incluso las estrellas, quizá
China, España, también Plutón y Marte.
Viajando por los caminos del aire, raudo y veloz,
nuestros viajes, encantadores, no tienen obstáculos.
Mil gracias Dr Ramiro un escrito precioso y lleno de movimiento.
Saludos