Recarga de acuíferos

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Durante años, tanto el agua residual que generamos por nuestras actividades propias, como aquella agua que cae producto de la lluvia, han sido captadas y conducidas a través de ductos al exterior del Valle de México, la mayor parte de ellas hacia el estado de Hidalgo, sin darle algún aprovechamiento útil al vital líquido.

Por otra parte, el agua para consumo la traemos una parte del Estado de México, a través del Sistema Cutzamala, y una gran parte la extraemos del subsuelo de la ciudad, a través de pozos profundos de extracción.  Sin embargo, éste último hecho dio pie a que el hundimiento en la ciudad se acelerará, con la consecuente aparición de tuberías fracturadas, desniveles en vialidades, y edificios que año con año pierden su verticalidad.

En un ámbito natural,  el agua guarda su justo equilibrio, lo que cae del cielo escurre por ríos y lagos, una parte permanece estanca, otra se infiltra al subsuelo y otra se evapora nuevamente a la atmósfera.  Es el ciclo natural del agua.  Una vez que interviene el hombre, la utiliza para su consumo, rompiendo el equilibrio y provocando que el ciclo regenerativo del agua se complete.  Lo anterior sin tomar en cuenta los cambios que se están dando a nivel climático global.

Es necesario cambiar la política de disposición del agua, y dejar de sacarla del Valle de México, pensando en tratarla y conservarla en cuerpos de agua que sirvan de reguladores y de infiltradores naturales de recarga del acuífero.  Es urgente adoptar una cultura de reuso, para dejar de utilizar agua potable para riego y para servicios.

Si no se toman medidas extremas y urgentes, y se actúa para preservar este preciado líquido, las consecuencias pueden ser lamentables.  Transformemos nuestras costumbres y nuestra forma de convivir con la naturaleza.

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