¡Ah cómo hemos satanizado la práctica de la pereza y el tiempo dedicado al ocio! Y a pesar de nuestra conocida fama internacional de holgazanes, resulta que somos la sociedad que más horas dedica al trabajo (2,255 horas anuales. Fuente: OCDE). Esto significa más de ocho horas efectivas diarias sin descontar los días no laborables. Asunto aparte es la productividad per cápita que alcanzamos a nivel nacional.
Lo que ocurre es que hasta para holgazanear se necesita saber y hacerlo con sentido.
En realidad, soy uno de los que creen que en el futuro México debe comenzar a ocuparse primordialmente de mejorar la calidad de vida y el bienestar de nuestra gente. Lo anterior no excluye el crecimiento económico, pero claramente no debe ser el meta-objetivo que oriente el esfuerzo nacional.
Ahora bien, ¿cómo lograr eso? Bueno, como en todo. No dejemos algo tan fundamental en manos del gobierno. Tomemos las riendas de nuestro propio bienestar y empecemos realizando pequeños cambios en nuestro estilo de vida, revalorando lo que tenemos sobre aquello de lo que carecemos. Y aprovechando las circunstancias para mejorar nuestra calidad de vida, porque para nuestro consuelo “Calidad de Vida es Percepción”. Es lo que hemos descubierto en la Sociedad Mexicana de Estudios de Calidad de Vida, así que trabajemos en mejorar nuestra percepción de nuestra situación y el bienestar vendrá solo.
Esa obsesión por la productividad tiene que cesar, en tanto no sea parte de una estrategia integral de mejoramiento del bienestar de las personas en el largo plazo.
Como lo dice Laurence Shorter, en su libro The Lazy Guru’s Guide to Life, hay un tipo de holgazanería que es positiva. Es eso que los orientales llaman el “Wu Wei” o el “no hacer”. Es claro que cuando sufres estrés o estás por enfrentar un gran reto, ocurre lo que otros autores llaman el “Overthinking”, que significa que nuestra mente se revoluciona constantemente, evitando que seamos capaces de enfocarnos y desploma nuestra efectividad.
Diversos autores coinciden en qué revolucionar la mente en exceso, al grado de abrumarnos, no sólo no nos ayuda a resolver nuestros problemas, sino que distorsiona la percepción de la realidad, nubla la mente y reduce el bienestar subjetivo o calidad de vida.
La teoría de Shorter sostiene que la mente subconsciente es capaz de lidiar con una serie de cuestiones con la misma facilidad con la que controla una compleja variedad de funciones vitales. El punto es: ¿cómo activamos ese mecanismo natural de solución de problemas? Pues como diría Cantinflas, “Ahí está el detalle”, mi apreciable lector.
Ese mecanismo natural de solución de problemas ocurre cuando logramos entrar en lo que los especialistas llaman “estado de fluido”. ¿Qué estás diciendo Roberto? ¿Te has vuelto loco? ¿Crees que mis problemas se van a resolver por el sólo hecho de ponerme a holgazanear? Bueno, no es precisamente así, mi estimado lector, pero seguramente te sentirás en mejores condiciones para solucionarlos. Para facilitar la comprensión, permítame darle un ejemplo.
Una persona acostumbrada a hablar en público no está pensando constantemente en la siguiente idea a expresar ni tampoco trae un puñado de tarjetas para guiar sus argumentos, simplemente su discurso fluye inconscientemente. Y lo mejor de todo, es que lo hace libre de estrés. ¡No es acaso una maravilla!
Y es que desde la perspectiva de Shorter, no todo es trabajo puro y duro. Ni es la única manera de hacer las cosas. La mejor manera de resolver problemas y tener alta productividad es estar enfocado en el asunto a resolver con todos nuestros sentidos, con todos nuestros conocimientos, y así poder entregar una atención de máxima calidad que arrojará los mejores resultados.
A veces resulta mejor dar unos pasos atrás, esperar un poco, y regresar al problema más frescos, con más energía y más concentrados.
Si tienes estrés, hay diversas maneras de combatirlo, Shorter recomienda usar estos tres hábitos:
- Pulsa el botón de pausa. Detén lo que haya estado estresándote o entristeciéndote.
- Cambia de canal. Cambia de tema y concéntrate en cómo te sientes.
- Libérate. Acepta la información y las conclusiones que obtengas a partir de tus sensaciones. Por ejemplo, puedes descubrir que algo que deberías hacer no está funcionando, lo cual permite abrir todo un abanico de nuevas posibilidades.
EN PERSPECTIVA, estimado lector, acepta estos tres hábitos y mejorarás tu calidad de vida sintiéndote inspirado. Si quieres conocer algunas otras prácticas para mejorar tu bienestar, no te pierdas la siguiente colaboración en este tu diario El Semanario.
Felicidades Roberto, Los jesuitas dicen que para seguir nadando debemos sacar la cabeza y tomar aire.
Asumo las sugerencias:
Pulsa el botón de pausa. Detén lo que haya estado estresándote o entristeciéndote.
Cambia de canal. Cambia de tema y concéntrate en cómo te sientes.
Libérate. Acepta la información y las conclusiones que obtengas a partir de tus sensaciones. Por ejemplo, puedes descubrir que algo que deberías hacer no está funcionando, lo cual permite abrir todo un abanico de nuevas posibilidades.