Buena conducta

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Nobel al mejor portado, al que no altere el orden social, al que no contradiga las buenas costumbres, al que enaltezca los valores que estén de moda, ecología, multiculturales, integracionistas, anticomunistas, y moderados, porque los extremistas están descartados. El valor literario está supeditado a que el autor tenga una biografía impecable y que su obra contenga únicamente buenas intenciones. La literatura, la ficción, la reunión alrededor de la fogata para escuchar los relatos orales de aquellos que podían describir la realidad y transformarla con sus palabras, poco a poco fueron inventando distintos géneros y argumentos. La poesía, la filosofía, el cuento, vienen de las voces primigenias. El misterio de la palabra y el pensamiento está infectado por el virus políticamente correcto.

En la elección de los actuales premios Nobel, con el escritor austriaco Peter Handke, el jurado cayó en su propia trampa. Handke se caracteriza por una sencillez naif que a los jurados del Nobel les encanta porque la ven muy correcta, su elección se parece a la elección de Le Clézio, el hombre blanco europeo que admira la simplicidad del mundo, eso es muy apropiado. Lo que olvidaron los jueces es que la corrección estaba acompañada de una posición política antiética, porque él apoyó a los genocidios de Milošević en la ex Yugoslavia, asistió a sus funerales y declamó una elegía. En el extremo le otorgan el otro Nobel a la polaca Olga Tokarczuk, una escritora que es un compendio de la corrección política imperante, ella tiene limpio su expediente, y además escribe fantasía con valores ecológicos, feministas, buenismo; aunque su pensamiento sea de un alcance muy corto, lo más importante es que no transgrede. En eso los dos escritores son iguales, producen libros y visiones que no alteran el pensamiento.

Premio Nobel.
Ilustración: La Voz.

¿Qué están buscando con estos premios? ¿Literatos o líderes de autoayuda? Si la exigencia va a ser que cada libro y autor sean impolutos, que su obra sea un manual de buena conducta, va a desaparecer la literatura. En estos días, imposible premiar a Shakespeare, ¡cómo!, sus obras de teatro con asesinatos entre familiares, incestos, traiciones, descripciones racistas, y con lo poco que sabemos de su biografía, menos. A García Márquez lo descalificarían de un plumazo: cosifica a las mujeres, hace un erotismo masculino o lo que se les ocurra a los vigilantes del puritanismo. No ven la diferencia entre ficción y realidad. Los lectores somos un grupo que ejerce su criterio y no necesitamos una guía pedagógica cada vez que leemos un libro. Los jueces creen que deben cuidar nuestra pureza intelectual, y librarnos de los escritores peligrosos, como si careciéramos de la capacidad analítica de comprender lo que estamos leyendo. El paternalismo puritano va a acabar con la literatura y el pensamiento. Somos afortunados de que existan escritores que nunca van a premiar y de tener siglos de valiosa y bella literatura que nunca pasó por un concurso, ni por un jurado censor.

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