JOKER

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Cornudos, médicos, abogados, mentirosos, nobles, cortesanos, mujeres famosas, criados abusivos, la debilidad humana víctima de Moliere. “¡Se está burlando de mí¡”, “Es un vulgar difamador”, “¡Excomunión para el maldito!”, aullaban desde las gradas entre el rugido de las carcajadas. La comedia es antisocial, se regodea con la enclenque vanidad y egolatría humana, al presenciar el patetismo de los personajes de Moliere todos se sentían aludidos, se veían ridiculizados en cada escena, y el autor murmuraba despectivo, oculto detrás del telón: “¿De qué se ríen imbéciles?”. El dolor nos enaltece, el martirio nos santifica, limpia nuestras culpas, pero la comedia no, esa nos aniquila, descubre lo que ocultamos, y lo señala con el escarnio grotesco de un payaso. Enemigo social, en la película Joker de Todd Phillips, interpretada por Joaquín Phoenix, la risa del personaje es su propia tragedia, esa carcajada estridente y molesta, detona el odio. La felicidad y el optimismo son una enfermedad social, nos obliga a ver la existencia como una agotadora satisfacción y no alcanzarla nos hace culpables de vivir. Joker padece la miserable carga de reír, de jalar la boca hasta la deformación con la mueca de la felicidad, brutalmente abusado, desde niño memorizó a golpes que “con una sonrisa la vida es mejor”. Terapias de la risa, la industria del optimismo, drogas, consumismo, y todos a sonreír, la vida lo merece.

Joker.

Moliere los miraba, “¿De qué se ríen imbéciles?, la comedia es basura”, Joker baila con la dolorosa coreografía de Marcel Marceau, lastimosa, buscando la piedad, en Joker alcanza la dimensión de un castigo, es el suicida que baila al borde del precipicio. Los famélicos payasos callejeros de Picasso del Periodo Azul, la pobreza de actuar en la calle, comer mendrugos, dormir con hambre, las cretinas risas y unas monedas, limosnas, te pago para no golpearte. El payaso recibe golpes, patadas, como en el circo, la realidad es ese escenario de la crueldad, y con cada acto, con cada humillación se levanta y sobrevive, el dolor lo hace invencible. La catarsis de la risa dolorosa del Joker y la violencia de sus crímenes, la sensación de justicia, de que todos merecen la burla y la muerte “what s so funny?”, la vida pide que nos burlemos de ella. “I used to think that my life was a tragedy, but now I realize, it s a comedy”. El invisible miserable ha conseguido que lo miren, sin corazón, sin remordimientos, con su maquillaje, su cinismo, es alguien, no volverán a ignorarlo. En la comedia somos peores, somos degradantes, es violencia, nos quita la posibilidad de redimirnos, nos estigmatiza, y nos deja a expensas del ridículo. Joker no busca la lástima, él, como Moliere, sabe que la comedia es venganza, que se hizo para destruir, y lo lleva al paroxismo, el payaso ya no es la escupidera de las risas cretinas, ahora es el verdugo, ahora se encumbra en el filo de su hacha. “¿De qué se ríen imbéciles?”. ¿No ven que ustedes son peores, no ven que la realidad es más desgraciada?

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