México mantiene su postura inamovible ante las nuevas presiones de Estados Unidos sobre el T MEC, tratado en duda de ratificar por las diferencias.
La tensión entre México y Estados Unidos en materia de comercio exterior siguen alimentando la incertidumbre entre inversionistas, en reacción a una aletargada ratificación que se enfrenta a más condiciones salpicadas de intereses políticos.
En el más reciente episodio registrado en la larga historia del T-MEC, México se vio presionado por la nueva condición del Congreso de Estados Unidos en relación a disposiciones laborales y ambientales, además de la exigencia que el 70 por ciento del valor del acero y el aluminio utilizado en los automóviles fabricados en Norteamérica provengan de la región.
El encargado de las negociaciones en Washington, el subsecretario de Relaciones Exteriores, Jesús Seade, planteó ante legisladores estadounidenses la intención de México por aceptar cooperación más no injerencias en temas laborales. El gobierno mexicano señaló que ante la intención de Estados Unidos por enviar observadores a las empresas para garantizar el cumplimiento de la democracia laboral, se propone que, en caso de irregularidades, se realicen paneles de análisis con participación trilateral.
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Los cambios en la negociación del T-MEC avalados este año en el Senado Mexicano, fueron presentados por el canciller Marcelo Ebrard y la titular de Economía, Gabriela Márquez. “El 90% del tratado, quizá más, no está sujeto a discusión o a revisión. Lo que vamos a tener es un adendum”, dijo Ebrard tras una reunión con senadores.
El funcionario informó que la agenda incluía plazos para una petición de Estados Unidos respecto a las reglas de origen automotriz del TMEC, que exigen que el 70% del valor del acero y el aluminio utilizados en los automóviles fabricados en Norteamérica provenga de la región.
La solicitud de última hora hecha por el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, permitiría que las placas importadas, por ejemplo de Brasil o China, cumplan con el estándar después de ser laminadas y procesadas en América del Norte.
“No aceptaremos, de ninguna manera, que esa obligación entre en vigor en el momento en que el tratado sea ratificado. Sino, que tendrá que ser con un plazo de más de cinco años”, adelantó Ebrard.
“En aluminio no vamos a aceptar ningún plazo porque México no tiene el recurso primordial del aluminio, que es la bauxita. Entonces nos pondría en una desventaja muy grande”, agregó.
Además, Ebrard sostuvo que su país no aceptará inspecciones laborales de funcionarios estadounidenses para supervisar el cumplimiento de compromisos laborales.
México considera que ha hecho todo lo que le corresponde para lograr la ratificación del T-MEC e hizo un llamado al Congreso de Estados Unidos a no mezclar temas económicos con temas políticos, esto de cara al proceso electoral que se avecina.