El nuevo acuerdo comercial firmado por los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá alegra, pero también preocupa por las letras chiquitas del T-MEC.
Los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá lo volvieron a hacer y parece que la historia que se vio en Argentina a finales de 2018 se repite ahora con personajes distintos, pero la misma intención, lograr un nuevo acuerdo comercial trilateral.
Pasada la euforia que se vivió el martes 10 de diciembre en Palacio Nacional al firmarse la adenda al acuerdo pactado en noviembre de 2018, los líderes empresariales en México han empezado a mostrar su inquietud por las letras chiquitas del T-MEC., que contendrían medidas más estrictas en términos laborales.
En la última etapa de negociación, las empresas se sintieron en cierta medida marginadas, pero los tiempos apremiaban y, con las elecciones presidenciales de Estados Unidos a la vuelta de la esquina, no se tuvieron las condiciones para plantear otro escenario. Así lo estimó Moisés Kalach, miembro del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y representante del sector privado de México en las negociaciones del T-MEC.
“Nos hubiera gustado haber estado más tiempo (en las negociaciones), poder opinar más. Esta es la realidad, participamos, pero no todo lo que hubiéramos querido”, dijo.
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La versión inicial del T-MEC se firmó hace más de un año para reemplazar al viejo TLCAN de 1994, sin embargo, los demócratas, que dominan la Cámara de Representantes de Estados Unidos, insistieron en realizar cambios en materia laboral y ambiental antes de votarlo.
En una exhibición inusual de cooperación bipartidista y transfronteriza en la era de los conflictos comerciales globales del presidente Donald Trump, altos funcionarios de Canadá, México y Estados Unidos firmaron el martes una nueva revisión del pacto comercial.
Carlos Salazar, presidente del mayor gremio empresarial CCE, aseguró que el domingo pasado se reunió todo el Cuarto de Junto (órgano consultor) para opinar sobre las modificaciones en el T-MEC original.
Al ser cuestionado respecto a denuncias de algunos industriales que sostienen que solo tuvieron un día para analizar los impactos de los cambios, Salazar respondió a periodistas que “dio el tiempo que daba los momentos del acuerdo”.
Algunos grupos empresariales mexicanos lamentaron la falta de claridad e información contradictoria sobre cómo se harían cumplir las reglas según el acuerdo, cuyo texto todavía no se ha hecho público.
Gustavo de Hoyos, presidente de otro grupo patronal denominado Coparmex y duro crítico del presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo que “hasta este momento prácticamente nadie conoce, más que los funcionarios, la letra chiquita del tratado”. Además, llamó al gobierno un “mal negociador”.
Otros fueron más positivos.
“Había muchas cosas que nos hubiera gustado que estuvieran, pero en general podemos decir que este tratado es muy benéfico para México que va a traer inversiones al país, que va a ser a la región de Norteamérica la más competitiva”, dijo Antonio del Valle, un prominente empresario local.
Funcionarios mexicanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) no respondieron a preguntas sobre cuándo podrían consultarse los textos del tratado, aunque aseguraron que tienen carácter público.
Con información de Reuters